Un Siervo Eficaz

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Introducción
Título: Un Siervo Eficaz Fecha: 31/05/17
Texto: Isaías 6:1-7 Lugar: GCC en Español
Introducción
Dios mandó a Moisés a construir el tabernáculo. Para ello le dio instrucciones específicas sobre cómo debía ser construido: instrucciones sobre los materiales, tipos de telas, tipos de metales, tipos de joyas, etc. Al mismo tiempo, Dios hizo que el pueblo de Israel tuviera la disposición de ofrendar todos estos materiales para la construcción del tabernáculo.
Sin embargo, aun cuando hubo una respuesta impresionante del pueblo para ofrendar todo lo necesario para la construcción, nada de eso hubiera sido suficiente, aun en cantidades como las que hubo, a menos que existiera gente capaz de realizar la obra de construcción del Tabernáculo. Durante 400 años Israel estuvo cautivo, y no tuvo oportunidad de establecer una “Escuela de Diseño y edificación de Tabernáculos”. Así que, ante tal desafío, Dios mismo capacitó hombres para esta tarea. Hacia el final de Éxodo (Éxodo 31) Dios preparó a algunos hombres para cumplir esta tarea. En otras palabras, el servicio en la construcción del Tabernáculo fue posible porque hubo hombres que fueron preparados apropiadamente para ello.
Lo que Dios hizo en Éxodo es un ejemplo de lo que ha hecho a lo largo de la historia de la redención: Dios mismo ha capacitado personas, hombres y mujeres, con la finalidad de cumplir un servicio particular al cual Él los ha llamado.
La Biblia es un testimonio escrito de una verdad: si una persona ha de servir a Dios, lo primero que necesita es ser capacitada por Dios para tal propósito. Ningún servicio, ninguna palabra, ningún pensamiento útil para la adoración a Dios es posible en el hombre, a menos que Dios primero lo faculte para ello.
Isaías 6:1-7 nos muestra 3 requisitos esenciales para que tú, como hijo de Dios, seas eficaz en el servicio al cual Él te ha llamado.
I. Contempla la Majestad de Dios (vv.1-4)
Isaías comienza su narración comunicando el momento histórico en que acontecieron estos sucesos. Él dice que fue “en el año de la muerte del rey Uzías”. Según la historia Bíblica, este hombre quien murió cerca del año 740 a.C., tuvo un gobierno bastante largo: 52 años estuvo dirigiendo a la nación de Israel. La mayor parte de su reinado lo hizo en obediencia a Dios, sin embargo, hacia el final de su vida usurpó las funciones de los sacerdotes tratando de hacer una ofrenda de incienso en el Templo.
¿Por qué es importante este suceso en la narración de Isaías? Por dos razones. Primero, en la época en la que murió el rey, el reino estaba dividido en dos partes: la sección del norte y la del sur. Según los libros de los reyes, todos los reyes del norte fueron malos en todo sentido: rechazaron sujetarse a Dios, y llevaron al pueblo a la idolatría. En el caso de los reyes del sur, las cosas no fueron muy diferentes. La mayoría de ellos fueron malos, rechazando la autoridad de Dios. Uzías comenzó bien, pero su final no fue así. Así que, al morir el rey existió un sentido de angustia al considerar quién podría ser el nuevo rey.
En segundo lugar, otro asunto que causaba mucha presión sobre la nación, fue el engrandecimiento del imperio Asirio, que estaba causando estragos en los alrededores de Judá. En este contexto de la incertidumbre sobre los gobernantes humanos, Isaías tiene la visión del Rey Eterno que, a diferencia de los gobernantes humanos, es justo y digno de toda confianza. Los vv.1-4 registran 3 características de Dios que Isaías pudo contemplar:
a. Su Soberanía. El v.1 continúa diciendo “vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime”. La NVI lo describe de esta forma “vi al Señor excelso y sublime, sentado en Su trono”.
Isaías, en un momento único de su vida, vio al Señor en toda Su gloria. Aunque a la luz de Juan 1:18 es imposible que alguien vea a Dios, lo cierto es que también Dios en Su bondad, se ha manifestado a ciertas personas a lo largo de la historia (Moisés, Ezequiel, Daniel, Juan, Pablo). A este tipo de manifestaciones se les conoce como “Teofanías”.
Isaías vio a Dios “sentado sobre un trono”. Esto indica el gobierno de Dios sobre todas las cosas. Mientras que el reino del sur se encontraba con grandes dudas por la ausencia de su rey y el surgimiento de un nuevo imperio enemigo, Dios se revela a Isaías indicando el gobierno y control que tiene sobre todas las cosas. En otras palabras, Dios le muestra a Isaías que en Él hay seguridad y certeza, misma que no es posible encontrar en los reyes humanos, que son volubles, caprichosos y mueren.
Isaías también vio que Dios era “alto y sublime”. Estas características describen el carácter de Dios. Indican la supremacía de Dios sobre toda Su creación. Por cierto, esto mismo se dice del Siervo de Dios (Cristo) en 52:13; 57:15. Esta es otra forma de describir Su gloria, la presencia del Señor. Isaías enfatiza Su majestad soberana y dominio.
b. Su Grandeza. Al final del v.1 dice “y la orla de Su manto llenaba el templo”.
La orla es la orilla de su manto, es la parte inferior de él. Trate de imaginar esto: solo la orla de Su manto llenaba el templo. Si esto es así, ¿De qué tamaño sería el trono? Y más importante aún, ¿Puede imaginarse la grandeza de Dios? Por eso el texto dice que Dios es “Alto y sublime”.
En las celebraciones de coronación de todas las épocas, los que serán reyes tiene puesto un manto. Dependiendo de la dignidad y grandeza del nuevo monarca será la orla del manto. Así que cuando Isaías describe a Dios de esta forma, simplemente está indicando que Él es extremadamente grande.
c. Su Honor. Los vv.2-3 nos indican el honor que se le rinde a Dios por parte de Sus criaturas. Los serafines son una categoría de ángeles que solo aparecen aquí en Isaías. Algunos han sugerido que es otra forma de identificar a los Querubines, sobre todo al hacer una comparación entre la descripción de Ezequiel 1 con Apocalipsis 4.
Lo más importante en todo esto es la actividad que hacen. El texto no dice cuántos eran, solo indica que había más de dos. Nos ofrece también una descripción bastante general de su anatomía: tenían seis alas: con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies y con dos volaban. El orden en que se describe esto es importante.
La mayoría de los comentaristas coinciden en que la razón por la que se cubren sus rostros es por su indignidad de mirar la gloria de Dios. Él es tan santo, tan diferente al resto de la creación (tal como lo indica el v.3), que nadie puede mirarlo, incluyendo los ángeles que lo adoran.
Debido a que los pies son identificados como las extremidades de la actividad, son los que también más fácilmente se ensuciaban, razón por la cual ellos los cubren, como una forma de mostrar honra a la presencia de Dios.
Finalmente, el v.2 dice que con dos volaban, lo cual indica su disposición al servicio. Esta disposición al servicio también se demuestra por la disposición física que tienen: están detrás de Dios, así como cualquier siervo se encuentra detrás de su señor con la finalidad de satisfacer cualquier necesidad que se presente en cualquier momento.
El v.3 describe su actividad incesante. Isaías dice que “el uno al otro daban voces diciendo…” esta es una actividad ininterrumpida. De manera permanente los serafines están comunicando estas palabras el uno al otro, dando honor a Dios por Su naturaleza.
Cuando los ángeles cantan “santo, santo, santo” están haciendo un énfasis muy fuerte en el carácter de Dios. Es la forma más fuerte en hebreo para manifestar un énfasis en la naturaleza de Dios. En ninguna otra parte se ve algo semejante.
¿Qué significa que Dios sea santo? No solamente significa que está apartado del mal, como se escucha frecuentemente. El énfasis principal de la santidad de Dios es Su desigualdad con cualquier criatura. En otras palabras, Dios es total y radicalmente diferente de cualquier creatura que podamos percibir. Esto es algo frecuente en Isaías (; ).
En esta descripción hay algo de mucha importancia. En el v.3 se pueden observar dos atributos de Dios. Por un lado, al hablar de Su santidad en esos términos, Isaías identifica la trascendencia de Dios. Esto quiere decir que Dios está más allá de cualquier creatura, tal como lo he mencionado anteriormente. Es radicalmente diferente al resto de su creación.
Por otro lado, Isaías también identifica la inmanencia de Dios, ya que, a pesar de estar sobre la creación, sin embargo, también está relacionado con ella. En otras palabras, Dios muestra Su gloria en la creación. De esto habla el rey David en el Salmo 19:1-6, y Pablo en Romanos 1:20. La creación muestra que existe por diseño, no por accidente. En otras palabras, la creación da testimonio de que tiene un Creador que es inteligente, que es Todopoderoso, y que es Soberano. Dios no ha abandonado Su creación.
El v.4 simplemente registra la reacción en el templo ante la realidad de la gloria de Dios. El canto de estos serafines, la proclamación de la majestad de Dios provocó un estremecimiento en la constitución física del templo.
Que se haya llenado de humo, como sucedió en diversas partes de la Escritura, se relaciona con la presencia visible de Dios. Algo semejante sucedió en el Tabernáculo y en el Templo a lo largo de la historia de Israel.
En esta breve descripción, Isaías muestra el esplendor de la gloria de Dios (Sal. 29:2); la majestad de la santidad de Dios (); y la incomparable santidad de Dios ().
Para ser eficaz en el servicio, en primer lugar, es necesario contemplar la majestad de Dios. Ninguna persona que ha sido llamada por Dios puede actuar de forma autónoma e independiente. Siempre debe desempeñar su servicio habiendo sido expuesto a la gloria de Dios.
En segundo lugar, para que un siervo sea eficaz en su ministerio, debe:
II. Contempla tu Condición de Pecado (v.5)
Ver la gloria de Dios siempre produce un efecto. En el caso del siervo de Dios, éste será positivo. Isaías dice “entonces dije: ¡Ay de mí! Porque perdido estoy, pues soy hombre de labios inmundos y en medio de un pueblo de labios inmundos habito, porque han visto mis ojos al Rey, el Señor de los ejércitos”.
Mientras que en el capítulo anterior había mencionado varios “ayes” en contra de Judá (5:8, 11, 18, 20-22), ahora él mismo se percibe siendo confrontado por la majestad de Dios. ¿Por qué Isaías es confrontado? Por dos cosas:
a. Su Ineptitud. Él dice “perdido estoy”. Otra forma de entenderlo es “soy silenciado” en referencia a que ante la majestad de Dios es incapaz de pronunciar palabra alguna. En otras palabras, está excluido de pronunciar cualquier tipo de palabra que honre a Dios, incluyendo algún tipo de alabanza.
El impacto por haber sido expuesto a la gloria de Dios tuvo tal efecto en Isaías que se quedó sin palabras. Reconoce que ante tal realidad es imposible pronunciar alguna palabra apropiada. Lo único que puede decir es: ante tal gloria y majestad, soy un inepto. No puedo conciliar palabra alguna que dignifique la grandeza de Dios en forma alguna. Isaías quedo estupefacto.
Otra forma en la que Isaías pudo entender su condición, se expresa al decir “estoy arruinado”.
b. Su Inmundicia. No solo reconoce su ineptitud ante la majestad de Dios, sino que también reconoce su inmundicia. El resto del v.5 habla de esto. Él mismo se identifica como un hombre de “labios inmundos”. En conjunción con lo que ha dicho anteriormente al ser silenciado, Isaías reconoce su incapacidad absoluta para pronunciar algún tipo de palabra que sea agradable a Dios.
Al observar este v.5 y compararlo con el v.3 se aprecia un paralelo entre los serafines e Isaías.
* Los serafines no pueden mirar a Dios, sin embargo, Isaías sí pudo verlo
* Los serafines pudieron pronunciar palabras de alabanza a Dios, mientras que Isaías fue silenciado completamente por su inmundicia.
Esa ecuación que presenta al final del v.5 al decir “porque han visto mis ojos al Rey, el Señor de los ejércitos”, simplemente conforma su indignidad de estar frente a Dios.
En otras palabras, Isaías reconoce que no debe estar allí porque es pecador. Reconoce que no debería estar mirando a Dios, y reconoce que tampoco tiene palabra alguna que honre la santidad de Dios.
¿Cómo es posible que un pecador como yo, dice Isaías, haya podido ver al Dios de los cielos, que creó todas las cosas que existen? Esto es una condenación, porque al verlo y escuchar la forma en la que Su majestad es proclamada delante de Él, reconozco que soy un inepto, que estoy arruinado porque no puedo pronunciar ninguna palabra que lo exalte.
Realmente soy indigno de esto.
Esto me hace pensar en la forma tan ligera en la que nos dirigimos hacia Dios. Mientras que Isaías se queda callado ante la majestad de Dios, es triste ver como tantas personas le hablan a Dios, no como si estuvieran alabando y adorando, sino exigiendo.
Una persona que ha comprendido quién es Dios, cuidará mucho la forma en la que se dirige a Él. No le está hablando a un ser humano, o a su mejor amigo. Le está hablando al Señor de los cielos y la tierra, el que creó todas las cosas y las sostiene por Su poder.
El siervo de Dios debe ser un experto en sensibilidad. Sensibilidad a la santidad de Dios, y sensibilidad a su propio pecado. Debe ejercitarse en la auto-examinación, buscando que no haya ningún pecado que le estorbe en su servicio a Dios.
El siervo que ha de ser eficaz en su servicio debe contemplar la realidad de la majestad de Dios, la realidad de su propio pecado. Finalmente, en tercer lugar,
III. Contempla la Gracia y el Perdón de Dios (vv.6-7)
Isaías concluye esta sección registrando la gracia de Dios hacia él. Es interesante notar que una vez que el profeta reconoce su inmundicia delante de Dios, Dios mismo provee el recurso para que sea limpiado de tal contaminación.
La purificación del corazón de Isaías solo pudo suceder debido a que éste reconoció su pecado y lo confesó delante de Dios. Éste es el requisito indispensable para que Dios en Su gracia y misericordia otorgue el perdón a quien lo solicita.
a. La Gracia de Dios. La gracia de Dios se observa en el actuar del serafín que tomó el carbón encendido y tocó la boca de Isaías. Es bien conocido que en la Biblia el fuego es símbolo de purificación, razón por la cual el carbón encendido al tocar la boca del profeta, lo purificó del pecado que confesó previamente.
Este carbón encendido fue tomado del altar. ¿qué se hacía en el altar? Allí se realizaban los sacrificios expiatorios, por lo que tal carbón, por decirlo de alguna forma, era el mejor medio con el cual Dios podía manifestar Su gracia expiatoria en la vida de Isaías.
Este es un acto que comenzó en Dios. Isaías no tiene nada que ofrecer, ya lo ha mencionado anteriormente de una forma bastante clara. Así que la gracia, como su nombre lo indica, es la muestra libre de la bondad de Dios hacia el hombre. Por su pecado Isaías merecía la muerte, sin embargo, Dios decide tocarlo para que su pecado sea echado de él.
b. El Perdón de Dios. El ángel da un mensaje a Isaías: es quitada tu iniquidad, y perdonado tu pecado. Estas son expresiones paralelas, por lo que bien pueden identificarse como sinónimos. Algo semejante se encuentra en el Salmo 32:1-2 donde David habla de la bendición de haber sido perdonado por Dios tanto de pecados como de iniquidades.
Quitado, es una expresión que se refiere a la remoción de algo. En este caso se refiera a su maldad, a su iniquidad. En otras palabras, el registro negativo por sus acciones desafiantes a la ley de Dios, fue eliminado, ya no se le tomó en cuenta.
Perdonar significa cubrir, haciendo referencia a la expiación. Esta expresión no se refiere al proceso por el cual el pecado será cubierto, sino que enfatiza el resultado. Y en este caso el resultado es que su pecado ha sido cancelado por completo. La deuda que tenía por el pecado que había cometido ya no existía, sino que alguien más pago la totalidad de su deuda.
¿Quién pagó esa deuda? La conclusión lógica es Dios. Él fue el que cubrió la deuda total de Isaías. No fue el ángel el que perdonó a Isaías. Fue Dios. Solo Dios puede perdonar los pecados. De allí la importancia que el carbón haya sido tomado del altar.
Conclusión
Hemos visto que para que un siervo de Dios sea eficaz en su servicio debe contemplar la realidad de la majestad de Dios, la realidad de su propio pecado, y la realidad de la gracia y el perdón de Dios. Esto es indispensable. Y es algo que debe ser habitual en el hijo de Dios. No es una actividad que sucede una sola vez en la vida, sino una práctica constante.
Si alguien ha de ser efectivo en el servicio que Dios lo llama a hacer, lo primero que necesita es prepararse para desempeñar tal servicio, y la preparación consiste en la contemplación de estas tres realidades.
Sin embargo, una advertencia: no se trata de una contemplación pasiva, como lo que se promueve en religiones orientales, donde tienes que vaciar tu mente y dejar que la energía te lleve a un estado de éxtasis.
La contemplación en la Escritura implica llenarse del conocimiento de Dios por medio del estudio de Su Palabra, con la finalidad de obedecerla. La obediencia, por decirlo de alguna forma, es la mejor forma en la que el creyente puede contemplar a Dios.
Dios te ha llamado a ti para que sirvas. Sin embargo, no podrás ser eficaz en ese servicio si constantemente no eres expuesto a la majestad de Dios. Recuerda lo que el texto indica: Dios es santo, totalmente diferente de nosotros, así que, si algo ha de ser aceptable en Su presencia, debe cumplir con esta característica: que sea santo. Sin embargo, ninguno de nuestros servicios podrá ser santo a menos que confesemos nuestro pecado, tu pecado.
Isaías confesó su pecado, confeso que era inmundo, sucio para estar delante de Dios. Pero también reconoció que era un inútil. Él no pudo hacer la cosa más sencilla: pronunciar una palabra apropiada para exaltar a Dios. De la misma forma, tú no puedes decir una sola palabra para elevar la grandeza de Dios a menos que Dios mismo te capacite para ello a través del perdón de tu pecado. Y para ello debes reconocer qué pecado has cometido, y rogar a Dios por Su perdón.
La promesa que vemos es que Dios perdona a aquel que reconoce su pecado y se arrepiente. A aquel que realmente desea ser útil en Sus manos, que desea pronunciar palabras y hacer obras para que Dios sea glorificado, a esa persona Dios le perdona de su maldad, no tomándole en cuenta sus pecados, las ofensas que ha cometido en contra de Dios.
Si eres cristiano Dios te llama a servir, pero no podrás servir sin que te expongas a la majestad de Dios, identifiques tu pecado y te arrepientas de él. Hasta entonces podrás servir.
Si tú no eres cristiano, Dios en este momento te llama a arrepentirte. A Dios no le importan cuantas buenas obras hagas, o cuantos buenos pensamientos tengas. Nada de eso puede acercarte a Él. Así como con Isaías, solo Dios puede acercarte a Dios, y puede capacitarte para que digas una palabra útil para Su gloria.
¿Cómo puedes ser un siervo de Dios?
1. Reconoce el carácter de Dios revelado en la Biblia
2. Reconoce tu situación sin esperanza
3. Identifica lo que te separa de Dios: tu pecado
4. Ruega a Dios por Su gracia, a fin de que te libre de tu maldad.
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