Abre la puerta

Las 7 iglesias  •  Sermon  •  Submitted
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Recibamos la reprensión amorosa de nuestro amado Salvador y abramos la puerta para que Él obre nuestra victoria

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Creo que siempre nos hace bien detenernos y considerar nuestras vidas delante de Dios, tal vez preguntándole: “¿Cómo me ves, Señor? ¿Cómo estoy delante de ti?
Esa es la actitud que nos tiene que traer delante de nuestro Padre celestial cada día, buscando su evaluación. ¿Te das cuenta con cuanta frecuencia recibimos y aceptamos la manera en que otros nos evalúan y de allí sacamos conclusiones acerca de nuestra vida, en qué cosas estamos bien y en qué debemos mejorar? ¡Cuánto más necesitamos la evaluación de Dios, que el Padre nos ponga en su balanza y nos vuelva a hablar al corazón! La evaluación y las opiniones de quienes nos rodean tienen fallas y están inclinadas de acuerdo a la situación de cada uno de ellos, pero lo que Dios ve carece de errores. Solamente Dios tiene la perspectiva correcta.
Así que lleguemos delante de Él, dejando que nos examine, que vea lo bueno y lo malo, fortalezas y debiidades, y que conforme a su justicia y su misericordia para con nosotros nos muestre el camino a seguir. Para eso llegamos delante de Dios.
23 Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;
Pruébame y conoce mis pensamientos;
24 Y ve si hay en mí camino de perversidad,
Y guíame en el camino eterno. (Salmos 139:23-24)
Hoy recibiremos la Palabra que el Señor le dirige a la iglesia en Laodicea.
Apocalipsis 3:14–21 RVR60
14 Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: 15 Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! 16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. 17 Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. 18 Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. 19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. 20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. 21 Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.
Apocalipsis 3:14–21 NVI
14 »Escribe al ángel de la iglesia de Laodicea: Esto dice el Amén, el testigo fiel y veraz, el soberano de la creación de Dios: 15 Conozco tus obras; sé que no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras lo uno o lo otro! 16 Por tanto, como no eres ni frío ni caliente, sino tibio, estoy por vomitarte de mi boca. 17 Dices: “Soy rico; me he enriquecido y no me hace falta nada”; pero no te das cuenta de cuán infeliz y miserable, pobre, ciego y desnudo eres tú. 18 Por eso te aconsejo que de mí compres oro refinado por el fuego, para que te hagas rico; ropas blancas para que te vistas y cubras tu vergonzosa desnudez; y colirio para que te lo pongas en los ojos y recobres la vista. 19 Yo reprendo y disciplino a todos los que amo. Por lo tanto, sé fervoroso y arrepiéntete. 20 Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo. 21 Al que salga vencedor le daré el derecho de sentarse conmigo en mi trono, como también yo vencí y me senté con mi Padre en su trono.
Apocalipsis 3:14–21 NTV
14 »Escribe esta carta al ángel de la iglesia de Laodicea. Este es el mensaje de aquél que es el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la nueva creación de Dios: 15 »Yo sé todo lo que haces, que no eres ni frío ni caliente. ¡Cómo quisiera que fueras lo uno o lo otro!; 16 pero ya que eres tibio, ni frío ni caliente, ¡te escupiré de mi boca! 17 Tú dices: “Soy rico, tengo todo lo que quiero, ¡no necesito nada!”. Y no te das cuenta que eres un infeliz y un miserable; eres pobre, ciego y estás desnudo. 18 Así que te aconsejo que de mí compres oro —un oro purificado por fuego— y entonces serás rico. Compra también ropas blancas de mí, así no tendrás vergüenza por tu desnudez, y compra ungüento para tus ojos, para que así puedas ver. 19 Yo corrijo y disciplino a todos los que amo. Por lo tanto, sé diligente y arrepiéntete de tu indiferencia. 20 »¡Mira! Yo estoy a la puerta y llamo. Si oyes mi voz y abres la puerta, yo entraré y cenaremos juntos como amigos. 21 Todos los que salgan vencedores se sentarán conmigo en mi trono, tal como yo salí vencedor y me senté con mi Padre en su trono.
Apocalipsis 3:14–21 NBLA
14 «Escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: El Amén, el Testigo fiel y verdadero, el Principio de la creación de Dios, dice esto: 15 ‘Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! 16 ’Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de Mi boca. 17 ’Porque dices: “Soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad”. No sabes que eres un miserable y digno de lástima, y pobre, ciego y desnudo. 18 ’Te aconsejo que de Mí compres oro refinado por fuego para que te hagas rico, y vestiduras blancas para que te vistas y no se manifieste la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos y que puedas ver. 19 ’Yo reprendo y disciplino a todos los que amo. Sé, pues, celoso y arrepiéntete. 20 ’Yo estoy a la puerta y llamo; si alguien oye Mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo. 21 ’Al vencedor, le concederé sentarse conmigo en Mi trono, como yo también vencí y me senté con Mi Padre en Su trono.
¿Qué nos dice la historia de esta ciudad?
Laodicea. Llamada al principio Dióspolis, ciudad de Zeus. Probablemente agrandada por Antíoco II (261–246 a.C.), que le dio el nombre de su esposa Laodice. Capital de la Frigia Pacatiana, en Asia Menor; algo al sur de Colosas y de Hierápolis, sobre el Licus, afluente del Meandro. En Laodicea se fabricaban tejidos con una lana negra procedente de unos carneros criados en aquellos parajes. Había allí un centro médico donde se preparaba el célebre polvo frigio para el tratamiento de la oftalmia. Laodicea albergaba numerosos judíos (Ant. 14:10, 20). Epafras, probable fundador de la iglesia en Laodicea, trabajó en esta ciudad (Col. 4:12, 13). Pablo llevó a cabo un intenso combate espiritual en favor de los de Laodicea (Col. 2:1). Les enviaba sus saludos (Col. 4:15). Los hay que creen que la epístola mencionada en el versículo 16 podría ser una copia de la epístola a los Efesios. Laodicea es una de las siete iglesias de Asia a las que se dirige el Apocalipsis. Los vivos reproches que se lanzan hecen alusión en particular a la riqueza y a los productos de la ciudad (Ap. 1:11; 3:14–22). Hacia el año 60 d.C. un seísmo destruyó Laodicea, Colosas y Hierápolis. Los laodiceos reconstruyeron su ciudad sin recurrir a la ayuda romana. Sus ruinas se hallan en Eski Hissar, a 88 km. al este-sureste de Esmirna.1
1 Samuel Vila Ventura, Nuevo diccionario biblico ilustrado (TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1985), 659–660.
Cuando el Señor se comunica con nosotros para darnos su evaluación, para guiarnos en nuestro peregrinaje espiritual, debemos tomar conciencia de quién es Él y de qué autoridad tiene para dirigirnos en su camino.
Apocalipsis 3:14 RVR60
14 Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto:
Apocalipsis 3:14 NVI
14 »Escribe al ángel de la iglesia de Laodicea: Esto dice el Amén, el testigo fiel y veraz, el soberano de la creación de Dios:
Apocalipsis 3:14 NTV
14 »Escribe esta carta al ángel de la iglesia de Laodicea. Este es el mensaje de aquél que es el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la nueva creación de Dios:
Apocalipsis 3:14 NBLA
14 «Escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: El Amén, el Testigo fiel y verdadero, el Principio de la creación de Dios, dice esto:
Observemos de que manera se presenta Jesús a la iglesia en Laodicea, diciéndoles que es Él quien dice esto:
1. El Amén. ¿Por qué se presenta Jesús como “el Amén”? ¿Qué quiso decir con esto? La palabra “amén” es un término bien particular y nos habla particularmente de la autoridad de Jesús al extender su carta a la iglesia. En el Antiguo Testamento Dios también se presenta como el Amén, aunque observa de qué manera se traduce:
Isaías 65:16 RVR60
16 El que se bendijere en la tierra, en el Dios de verdad se bendecirá; y el que jurare en la tierra, por el Dios de verdad jurará; porque las angustias primeras serán olvidadas, y serán cubiertas de mis ojos.
Isaías 65:16 NVI
16 Cualquiera que en el país invoque una bendición, lo hará por el Dios de la verdad; y cualquiera que jure en esta tierra, lo hará por el Dios de la verdad. Las angustias del pasado han quedado en el olvido, las he borrado de mi vista.
Isaías 65:16 NTV
16 Todos los que invoquen una bendición o hagan un juramento lo harán por el Dios de la verdad. Dejaré a un lado mi enojo y olvidaré la maldad de los tiempos pasados.
Isaías 65:16 NBLA
16 »Porque el que es bendecido en la tierra, Será bendecido por el Dios de la verdad; Y el que jura en la tierra, Jurará por el Dios de la verdad. Porque han sido olvidadas las angustias primeras, Y porque están ocultas a Mis ojos.
En el original, el pasaje dice literalmente que quien se bendiga en la tierra tendrá que hacerlo en el Elohim del Amén o el Dios del Amén. Sin embargo notamos aquí que está muy bien tradicido como “el Dios de verdad”. Dios, Jesús siendo Dios, es el Dios de verdad, el auténtico, Aquel que no se limita a decir la verdad sino que la es.
Teniendo en cuenta esta presentación del propio Dios como el Dios del Amén, el Dios de la verdad, debemos recordar una frase que Jesús repitió varias veces:
“De cierto, de cierto os digo...
¿Sabes cómo se dice esta frase en griego?
Ἀμὴν ἀμὴν λέγω ὑμῖν (Amén, Amén, lego jumin)
Sí, Jesús ya venía utilizando esta autoridad de ser la Verdad en persona, presentándose como el Único capaz de expresar la verdad absoluta, siendo absolutamente confiable. Esta fórmula es el equivalente a “Vivo yo, dice Jehová” del Antiguo Testamento. Él es quien se comunica con nosotros como la iglesia.
2. ...el testigo fiel y verdadero.... Los testigos son personas importantes. Son quienes aportan la cuota de veracidad a una situación. Sin embargo, hay muchas ocasiones en las que los testigos tuercen su versión de lo que vieron o experimentaron de acuerdo con su conveniencia. “¿Viste a tal persona? ...¿A quién?”. En la Ley, Dios le enseñó al pueblo que cuando se acusara a alguien no se admitiera la acusación a menos que se presentaran dos o tres testigos para corroborar los hechos. En medio de todo esto, Jesús es el permanente protagonista de la historia y la eternidad, por lo que es el testigo fiel y verdadero. Lo que está diciendo es que es confiable, que lo que dice es cierto, que no hay duda de la veracidad de lo que presenta.
3. ...el principio de la creación de Dios ¿Cómo podríamos escucharlo anunciarse de esta manera sin ponernos a temblar en su presencia? El que está escribiéndonos esta carta es ni más ni menos que el principio de la creación de Dios. De esta manera también se presentaba la sabiduría en el libro de Proverbios:
Proverbios 8:22 RVR60
22 Jehová me poseía en el principio, Ya de antiguo, antes de sus obras.
Proverbios 8:22 NVI
22 »El Señor me dio la vida como primicia de sus obras, mucho antes de sus obras de antaño.
Proverbios 8:22 NTV
22 »El Señor me formó desde el comienzo, antes de crear cualquier otra cosa.
Proverbios 8:22 NBLA
22 »El Señor me poseyó al principio de Su camino, Antes de Sus obras de tiempos pasados.
El que se dirige a nosotros es el Creador de todas las cosas, Aquel que con solo pronunciar las palabras creó todo lo que existe. Si nuestro Todopoderoso Creador tiene algo que decirnos, ¡yo le quiero escuchar!
Apocalipsis 3:15–17 RVR60
15 Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! 16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. 17 Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.
Apocalipsis 3:15–17 NVI
15 Conozco tus obras; sé que no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras lo uno o lo otro! 16 Por tanto, como no eres ni frío ni caliente, sino tibio, estoy por vomitarte de mi boca. 17 Dices: “Soy rico; me he enriquecido y no me hace falta nada”; pero no te das cuenta de cuán infeliz y miserable, pobre, ciego y desnudo eres tú.
Apocalipsis 3:15–17 NTV
15 »Yo sé todo lo que haces, que no eres ni frío ni caliente. ¡Cómo quisiera que fueras lo uno o lo otro!; 16 pero ya que eres tibio, ni frío ni caliente, ¡te escupiré de mi boca! 17 Tú dices: “Soy rico, tengo todo lo que quiero, ¡no necesito nada!”. Y no te das cuenta que eres un infeliz y un miserable; eres pobre, ciego y estás desnudo.
Apocalipsis 3:15–17 NBLA
15 ‘Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! 16 ’Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de Mi boca. 17 ’Porque dices: “Soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad”. No sabes que eres un miserable y digno de lástima, y pobre, ciego y desnudo.
El Señor lo conoce de ti. Imagínate, que conocía todo de ti aún antes de que nacieras, y te ha tenido ante su mirada desde siempre. Ni siquiera tus pensamientos le son ocultos.
Sin embargo, cuando se dirige a las iglesias enfatiza una y otra vez: Yo conozco tus obras.
A Jesús le importa lo que haces y de qué manera pones en práctica tus verdaderos valores. Sí, una cosa es lo que dices creer (aún lo que consideras creer) y a veces otra muy diferente lo que realmente crees, que se pone de manifiesto por medio de lo que haces.
El Señor conoce nuestras obras.
Aquí es, de acuerdo a lo que hemos leído en las cartas anteriores, que aparecería el recuento de lo que el Señor ha visto en la iglesia, primero lo bueno y entonces lo malo, lo que hay que corregir. Eso no aparece en la carta dirigida a la iglesia en Laodicea. Jesús va directamente a la reprensión, una tal vez peor que la dirigida a Sardis, que tenía nombre de estar viva, pero en realidad estaba muerta. Aún a Sardis le reconoce que hay ciertas cosas que tiene que retener, que son buenas. Aquí la reprensión aparece siendo directa e impactante:
...ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente!
Ok, parece ser que aquí necesitamos detenernos y recibir algún tipo de “traducción” o interpretación de lo que dice el Señor. ¿Qué le pasaba a esta iglesia? ¿De qué manera puede nuestra iglesia correr el peligro de caer en esta calificación?
¿Qué sería ser frío, ser caliente o quedar entre medio?
Para empezar podemos decir que es una condición que Jesús, evidentemente, aborrece. No quieres ser parte de una iglesia tibia. No quieres ser un cristiano tibio. No quieres ser vomitado por la boca del Señor. Jesús desearía de todo corazón que estuvieras en otra condición, porque te ama, por tu bien, y por eso lanza aquella exclamación: “¡Ojalá fueses frío o caliente!”.
La mayoría de nosotros preferiríamos evitar ser fríos espiritualmente. Esa parece ser la peor condición. Sin embargo, Jesús anuncia que preferiría que fueses frío antes que seas tibio.
Es por eso que es imperioso que te preguntes: “¿Será que he caído en la tibieza espiritual?”.
Por lo general identificamos lo tibio con las cosas que se sienten bien. No queremos lo frío, porque nos produce una sensación desagradable, nos pone a temblar, nos produce rechazo. Rechazamos lo caliente porque nos quema, y cuando apenas lo tocamos lo alejamos de nosotros lo más rápidamente posible.
Preo Jesús rechaza lo tibio.
¿En qué consiste esta tibieza espiritual?
Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.
Presta muchísima atención. La tibieza espiritual se caracteriza por una diferencia entre lo que se dice y lo que es. Puedes decir “Me parece que está lloviendo”, pero luego sales y no es así. Puedes pararte en el pretil de la azotea de un edificio y decir: “¡Soy un superhéroe!” y lanzarte al vacío, solo para comprobar que tu percepción era equivocada y terminar muy mal.
Se trata de una diferencia entre la percepción y la realidad.
¿Cuál era la percepción de los cristianos en Laodicea?
… Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad;...
¡Cuidado! Aquí está la advertencia, algo que debería decir: “Peligro de muerte”.
Cuídate de caer en el error de percibirte como superado, suficiente, maduro y como quien ya alcanzó la meta.
Jesús le anuncia a esta iglesia que su percepción es equivocada, que hay algo que no sabe:
...y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.
¿No crees que sería un desastre espantoso no darse cuenta de estar en una condición tan triste?
Esa es la advertencia del Señor. Uno puede llegar a caer en el engaño espiritual, llegar a creer que todo está bien, que ya se ha alcanzado el máximo nivel cuando todo es muy diferente.
Ese fue, justamente, el primer engaño espiritual de la historia.
Génesis 3:1–7 RVR60
1 Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? 2 Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; 3 pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. 4 Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; 5 sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. 6 Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. 7 Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.
Génesis 3:1–7 NVI
1 La serpiente era más astuta que todos los animales del campo que Dios el Señor había hecho, así que le preguntó a la mujer: —¿Es verdad que Dios les dijo que no comieran de ningún árbol del jardín? 2 —Podemos comer del fruto de todos los árboles—respondió la mujer—. 3 Pero, en cuanto al fruto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho: “No coman de ese árbol, ni lo toquen; de lo contrario, morirán.” 4 Pero la serpiente le dijo a la mujer: —¡No es cierto, no van a morir! 5 Dios sabe muy bien que, cuando coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios, conocedores del bien y del mal. 6 La mujer vio que el fruto del árbol era bueno para comer, y que tenía buen aspecto y era deseable para adquirir sabiduría, así que tomó de su fruto y comió. Luego le dio a su esposo, y también él comió. 7 En ese momento se les abrieron los ojos, y tomaron conciencia de su desnudez. Por eso, para cubrirse entretejieron hojas de higuera.
Génesis 3:1–7 NTV
1 La serpiente era el más astuto de todos los animales salvajes que el Señor Dios había hecho. Cierto día le preguntó a la mujer: —¿De veras Dios les dijo que no deben comer del fruto de ninguno de los árboles del huerto? 2 —Claro que podemos comer del fruto de los árboles del huerto —contestó la mujer—. 3 Es sólo del fruto del árbol que está en medio del huerto del que no se nos permite comer. Dios dijo: “No deben comerlo, ni siquiera tocarlo; si lo hacen, morirán”. 4 —¡No morirán! —respondió la serpiente a la mujer—. 5 Dios sabe que, en cuanto coman del fruto, se les abrirán los ojos y serán como Dios, con el conocimiento del bien y del mal. 6 La mujer quedó convencida. Vio que el árbol era hermoso y su fruto parecía delicioso, y quiso la sabiduría que le daría. Así que tomó del fruto y lo comió. Después le dio un poco a su esposo que estaba con ella, y él también comió. 7 En ese momento, se les abrieron los ojos, y de pronto sintieron vergüenza por su desnudez. Entonces cosieron hojas de higuera para cubrirse.
Génesis 3:1–7 NBLA
1 La serpiente era más astuta que cualquiera de los animales del campo que el Señor Dios había hecho. Y dijo a la mujer: «¿Conque Dios les ha dicho: “No comerán de ningún árbol del huerto”?». 2 La mujer respondió a la serpiente: «Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; 3 pero del fruto del árbol que está en medio del huerto, Dios ha dicho: “No comerán de él, ni lo tocarán, para que no mueran”». 4 Y la serpiente dijo a la mujer: «Ciertamente no morirán. 5 »Pues Dios sabe que el día que de él coman, se les abrirán los ojos y ustedes serán como Dios, conociendo el bien y el mal». 6 Cuando la mujer vio que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y que el árbol era deseable para alcanzar sabiduría, tomó de su fruto y comió. También dio a su marido que estaba con ella, y él comió. 7 Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; y cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales.
La puerta de entrada al pecado, la enfermedad, la muerte, la violencia, la mentira y toda la injusticia que hasta ahora reina entre los humanos tuvo que ver con la invitación a llegar a ser rico y enriquecido, sin necesidad de cosa alguna. Satanás invitó a los humanos a “superarse sin la ayuda de Dios”, probando del fruto prohibido, como si Dios les hubiera estado escondiendo secretos que los llevarían a ser mejores. Claro que fue todo lo contrario, y todo lo peor pasó a formar parte de la existencia humana, lo cual no era el plan de Dios para nosotros.
¿Volveremos a caer en el mismo error? Por favor, ¡no!
¿A qué se parece este mal?
Esta era la condición que padecían los fariseos durante el ministerio de Jesús. Se habían llenado del conocimiento de la Ley, de la Palabra de Dios, la habían analizado e interpretado, como si pudieran vivir conforme a su aplicacion sin la necesidad de una auténtica relación con Dios.
Mateo 16:6 RVR60
6 Y Jesús les dijo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos.
Mateo 16:6 NVI
6 —Tengan cuidado—les advirtió Jesús—; eviten la levadura de los fariseos y de los saduceos.
Mateo 16:6 NTV
6 «¡Atención! —les advirtió Jesús—. Tengan cuidado con la levadura de los fariseos y con la de los saduceos».
Mateo 16:6 NBLA
6 Entonces Jesús les dijo: «Estén atentos y cuídense de la levadura de los fariseos y saduceos».
Mateo 16:12 RVR60
12 Entonces entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos.
Mateo 16:12 NVI
12 Entonces comprendieron que no les decía que se cuidaran de la levadura del pan sino de la enseñanza de los fariseos y de los saduceos.
Mateo 16:12 NTV
12 Entonces, al fin, comprendieron que no les hablaba de la levadura del pan, sino de las enseñanzas engañosas de los fariseos y de los saduceos.
Mateo 16:12 NBLA
12 Entonces entendieron que Él no les había dicho que se cuidaran de la levadura de los panes, sino de la enseñanza de los fariseos y saduceos.
Fueron ellos quienes tuvieron frente a sus ojos al propio Hijo de Dios, a la revelación misma del Creador, y no lo reconocieron. Conocían muchos detalles de la Palabra de Dios y sin embargo la habían malinterpretado, limitándola a una fría lista de leyes y procedimientos que había que cumplir al pie de la letra para “estar bien”, algo que se conseguía por mérito propio y que los colocaba en una posición de superioridad espiritual con respecto al resto de los vivientes.
¡Cuidado con eso!
No te conformes jamás con el conocimiento de la Palabra. La Palabra te tiene conducir a que te llegues a maravillar por la grandeza de Jesús, el Hijo de Dios, que te llegue a conmover la impresionante grandeza de la misericordia de Dios.
Una persona podría caminar una y otra vez por el mismo campo sin encontrar nunca el tesoro escondido.
Mateo 13:44 RVR60
44 Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.
Mateo 13:44 NVI
44 »El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo. Cuando un hombre lo descubrió, lo volvió a esconder, y lleno de alegría fue y vendió todo lo que tenía y compró ese campo.
Mateo 13:44 NTV
44 »El reino del cielo es como un tesoro escondido que un hombre descubrió en un campo. En medio de su entusiasmo, lo escondió nuevamente y vendió todas sus posesiones a fin de juntar el dinero suficiente para comprar el campo.
Mateo 13:44 NBLA
44 »El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que al encontrarlo un hombre, lo vuelve a esconder, y de alegría por ello, va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo.
Uno podría pasarse la vida acumulando una preciosa y considerablemente grande colección de perlas, sin encontrar la Perla de Gran Precio.
Mateo 13:45–46 RVR60
45 También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas,46 que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró.
Mateo 13:45–46 NVI
45 »También se parece el reino de los cielos a un comerciante que andaba buscando perlas finas. 46 Cuando encontró una de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía y la compró.
Mateo 13:45–46 NTV
45 »Además el reino del cielo es como un comerciante en busca de perlas de primera calidad. 46 Cuando descubrió una perla de gran valor, vendió todas sus posesiones y la compró.
Mateo 13:45–46 NBLA
45 »El reino de los cielos también es semejante a un mercader que busca perlas finas, 46 y al encontrar una perla de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía y la compró.
Esto es lo que hace la diferencia entre “saber de Jesús” y conocerle personalmente. Es el significado del famoso clamor de Job:
Job 42:4–6 RVR60
4 Oye, te ruego, y hablaré; Te preguntaré, y tú me enseñarás. 5 De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven. 6 Por tanto me aborrezco, Y me arrepiento en polvo y ceniza.
Job 42:4–6 NVI
4 »“Dijiste: Ahora escúchame, yo voy a hablar; yo te cuestionaré, y tú me responderás.” 5 De oídas había oído hablar de ti, pero ahora te veo con mis propios ojos. 6 Por tanto, me retracto de lo que he dicho, y me arrepiento en polvo y ceniza.»
Job 42:4–6 NTV
4 Tú dijiste: “¡Escucha y yo hablaré! Tengo algunas preguntas para ti y tendrás que contestarlas”. 5 Hasta ahora sólo había oído de ti, pero ahora te he visto con mis propios ojos. 6 Me retracto de todo lo que dije, y me siento en polvo y ceniza en señal de arrepentimiento».
Job 42:4–6 NBLA
4 “Escucha ahora, y hablaré; Te preguntaré y Tú me instruirás”. 5 »He sabido de Ti solo de oídas, Pero ahora mis ojos te ven. 6 »Por eso me retracto, Y me arrepiento en polvo y ceniza».
Este conocimiento es lo que hace la diferencia entre la vida y la muerte.
Solamente el Señor puede llevarnos a esta experiencia, la de conocer al Amén, al Testigo Fiel y Verdadero. Es por eso que necesitamos caere rendidos a sus pies, para que Él nos ayude a cambiar.
No alcanza con venir a la iglesia. Puedes congregarte por años y quedarte en la tibieza, tal como los fariseos. Si eres un desventrado, miserable, pobre, ciego y desnudo tienes que saberlo, tienes que reconocerlo, tienes que asumirlo. Sin ese reconocimiento no hay salvación ni vida espiritual.
¿Qué importancia tiene Jesús en tu vida?
¿ Vale tanto la pena como para que abandones todo lo demás con tal de tenerlo a Él?
Filipenses 3:7–14 RVR60
7 Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. 8 Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, 9 y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; 10 a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, 11 si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos. 12 No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. 13 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, 14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Filipenses 3:7–14 NVI
7 Sin embargo, todo aquello que para mí era ganancia, ahora lo considero pérdida por causa de Cristo. 8 Es más, todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, a fin de ganar a Cristo 9 y encontrarme unido a él. No quiero mi propia justicia que procede de la ley, sino la que se obtiene mediante la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios, basada en la fe. 10 Lo he perdido todo a fin de conocer a Cristo, experimentar el poder que se manifestó en su resurrección, participar en sus sufrimientos y llegar a ser semejante a él en su muerte. 11 Así espero alcanzar la resurrección de entre los muertos. 12 No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto. Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí. 13 Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, 14 sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús.
Filipenses 3:7–14 NTV
7 Antes creía que esas cosas eran valiosas, pero ahora considero que no tienen ningún valor debido a lo que Cristo ha hecho. 8 Así es, todo lo demás no vale nada cuando se le compara con el infinito valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por amor a él, he desechado todo lo demás y lo considero basura a fin de ganar a Cristo 9 y llegar a ser uno con él. Ya no me apoyo en mi propia justicia, por medio de obedecer la ley; más bien, llego a ser justo por medio de la fe en Cristo. Pues la forma en que Dios nos hace justos delante de él se basa en la fe. 10 Quiero conocer a Cristo y experimentar el gran poder que lo levantó de los muertos. ¡Quiero sufrir con él y participar de su muerte, 11 para poder experimentar, de una u otra manera, la resurrección de los muertos! 12 No quiero decir que ya haya logrado estas cosas ni que ya haya alcanzado la perfección; pero sigo adelante a fin de hacer mía esa perfección para la cual Cristo Jesús primeramente me hizo suyo. 13 No, amados hermanos, no lo he logrado, pero me concentro sólo en esto: olvido el pasado y fijo la mirada en lo que tengo por delante, y así 14 avanzo hasta llegar al final de la carrera para recibir el premio celestial al cual Dios nos llama por medio de Cristo Jesús.
Filipenses 3:7–14 NBLA
7 Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida por amor de Cristo. 8 Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por Él lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo, 9 y ser hallado en Él, no teniendo mi propia justicia derivada de la ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios sobre la base de la fe, 10 y conocerlo a Él, el poder de Su resurrección y la participación en Sus padecimientos, llegando a ser como Él en Su muerte, 11 a fin de llegar a la resurrección de entre los muertos. 12 No es que ya lo haya alcanzado o que ya haya llegado a ser perfecto, sino que sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús. 13 Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado. Pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, 14 prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Si Jesús no se constituye en el valor más preciado de tu existencia, quiere decir que aún no has entendido nada. Aprendamos de la actitud de Pablo, que pudo reconocer su condición de miserable para abandonar la tibieza de su condición espiritual.
En pocas palabras, ¡corre a Jesús! Pídele que te muestre tu verdadera condición, la que ve Él y no la que ven los demás, y te dirija a atesorarle como la Perla de Gran Precio que es.
Apocalipsis 3:18–19 RVR60
18 Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. 19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.
Apocalipsis 3:18–19 NVI
18 Por eso te aconsejo que de mí compres oro refinado por el fuego, para que te hagas rico; ropas blancas para que te vistas y cubras tu vergonzosa desnudez; y colirio para que te lo pongas en los ojos y recobres la vista. 19 Yo reprendo y disciplino a todos los que amo. Por lo tanto, sé fervoroso y arrepiéntete.
Apocalipsis 3:18–19 NTV
18 Así que te aconsejo que de mí compres oro —un oro purificado por fuego— y entonces serás rico. Compra también ropas blancas de mí, así no tendrás vergüenza por tu desnudez, y compra ungüento para tus ojos, para que así puedas ver. 19 Yo corrijo y disciplino a todos los que amo. Por lo tanto, sé diligente y arrepiéntete de tu indiferencia.
Apocalipsis 3:18–19 NBLA
18 ’Te aconsejo que de Mí compres oro refinado por fuego para que te hagas rico, y vestiduras blancas para que te vistas y no se manifieste la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos y que puedas ver. 19 ’Yo reprendo y disciplino a todos los que amo. Sé, pues, celoso y arrepiéntete.
Cuando uno es alcanzado por la misericordia de Dios, no alcanza la eternidad para agradecerle.
Y, gracias a Dios, aún en la situación de mayor miseria espiritual, Jesús tiene un camino de retorno, una vía de acceso al precioso caudal de su gracia.
La iglesia en Laodicea estaba en severos problemas, arriesgándose a ser vomitados por el Señor. Sin embargo el propio Jesús les ofrece un remedio, una alternativa, una vía de salvación.
¿Qué le ofrece Jesús a su iglesia?
Por tanto, yo te aconsejo...
Se ha dicho que Dios es un caballero, y está bien aplicado el concepto. Dios ofrece, pero no impone. Nos creó con una de sus características esenciales al crearnos a su imagen, el libre albedrío, la capacidad de tomar decisiones propias, no motivadas por nuestra herencia o nuestro instinto, y honra eso una y otra vez.
El diablo engaña, seduce y encubre sus intenciones y las verdaderas consecuencias de sus propuestas. Dios hace lo contrario: muestra con toda claridad lo que ofrece y propone, y deja la puerta abierta para que cada persona decida si quiere aceptar su oferta o no.
Es eso lo que Jesús hace aquí. No le impone nada a la iglesia, sino que sugiere, propone, ofrece.
Entonces, aquí está Jesús ante ti, ofreciéndote la oportunidad de cambiar tu vida para bien, para siempre, para salvación y vida eterna. Pero serás tú quien decida.
Jesús propone una triple solución para la tibieza espiritual:
1. ...que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico… Recuerda el diagnóstico que hizo el Salvador en cuanto a su iglesia: decía no tener necesidad de nada pero en realidad vivía en la más extrema pobreza. El Maestro se propone ayudar a la iglesia a superar aquella tremenda miseria espiritual que vivía. ¿Cómo? La iglesia tendría que comprar oro. ¿De quién? ¡Del propio Jesús! Ya basta de buscar nuestros verdaderos valores en alguna otra fuente que no sea nuestro Señor y Salvador. Él es la verdadera fuente de nuestra saciedad y riqueza. Solamente con Jesús en nuestra vida seremos completa y verdaderamente ricos (y eso no tiene que ver con la abundancia en nuestra cuenta bancaria; recordemos que Lázaro era más rico que el que para todos era el rico). Ahora presta atención a la frase “oro refinado en fuego”. ¿A qué suena? Sí, a esto:
1 Pedro 1:3–9 RVR60
3 Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos,4 para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros,5 que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.6 En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas,7 para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo,8 a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso;9 obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.
1 Pedro 1:3–9 NVI
3 ¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva 4 y recibamos una herencia indestructible, incontaminada e inmarchitable. Tal herencia está reservada en el cielo para ustedes, 5 a quienes el poder de Dios protege mediante la fe hasta que llegue la salvación que se ha de revelar en los últimos tiempos. 6 Esto es para ustedes motivo de gran alegría, a pesar de que hasta ahora han tenido que sufrir diversas pruebas por un tiempo. 7 El oro, aunque perecedero, se acrisola al fuego. Así también la fe de ustedes, que vale mucho más que el oro, al ser acrisolada por las pruebas demostrará que es digna de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo se revele. 8 Ustedes lo aman a pesar de no haberlo visto; y aunque no lo ven ahora, creen en él y se alegran con un gozo indescriptible y glorioso, 9 pues están obteniendo la meta de su fe, que es su salvación.
1 Pedro 1:3–9 NTV
3 Que toda la alabanza sea para Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Es por su gran misericordia que hemos nacido de nuevo, porque Dios levantó a Jesucristo de los muertos. Ahora vivimos con gran expectación 4 y tenemos una herencia que no tiene precio, una herencia que está reservada en el cielo para ustedes, pura y sin mancha, que no puede cambiar ni deteriorarse. 5 Por la fe que tienen, Dios los protege con su poder hasta que reciban esta salvación, la cual está lista para ser revelada en el día final, a fin de que todos la vean. 6 Así que alégrense de verdad. Les espera una alegría inmensa, aun cuando tengan que soportar muchas pruebas por un tiempo breve. 7 Estas pruebas demostrarán que su fe es auténtica. Está siendo probada de la misma manera que el fuego prueba y purifica el oro, aunque la fe de ustedes es mucho más preciosa que el mismo oro. Entonces su fe, al permanecer firme en tantas pruebas, les traerá mucha alabanza, gloria y honra en el día que Jesucristo sea revelado a todo el mundo. 8 Ustedes aman a Jesucristo a pesar de que nunca lo han visto. Aunque ahora no lo ven, confían en él y se gozan con una alegría gloriosa e indescriptible. 9 La recompensa por confiar en él será la salvación de sus almas.
1 Pedro 1:3–9 NBLA
3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según Su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, 4 para obtener una herencia incorruptible, inmaculada, y que no se marchitará, reservada en los cielos para ustedes. 5 Mediante la fe ustedes son protegidos por el poder de Dios, para la salvación que está preparada para ser revelada en el último tiempo. 6 En lo cual ustedes se regocijan grandemente, aunque ahora, por un poco de tiempo si es necesario, sean afligidos con diversas pruebas, 7 para que la prueba de la fe de ustedes, más preciosa que el oro que perece, aunque probado por fuego, sea hallada que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo; 8 a quien sin haber visto, ustedes lo aman, y a quien ahora no ven, pero creen en Él, y se regocijan grandemente con gozo inefable y lleno de gloria, 9 obteniendo, como resultado de su fe, la salvación de sus almas.
La fe es comparada con el oro, que se refina en el fuego. El Señor quiere que le compremos ese oro a Él. Quiere alimentar nuestra fe, que nuestros corazones se llenen de auténtica confianza en Él. Eso muchas veces implica que atravesemos la prueba, que sigamos adelante a través de la dificultad, y que salgamos de las tribulaciones con el corazón enriquecido por nuestro mayor conocimiento de nuestro Salvador.
Compra el oro del Señor.
2. ...que de mí compres… ...vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la verguenza de tu desnudez… Dios quiera que aprendamos de verdad cuáles son las cosas importantes. Era parte de lo que aquellos cristianos habían confundido, y nuestro Salvador les está enseñando. A todos, a ellos y a nosotros - nos aconseja comprarle a Él vestiduras blancas Como ya hemos visto, esas vestiduras blancas son las que se llevan puestas en su presencia, en el cielo (Apocalipsis 7:9-10). Representan la pureza delante de Dios, la respuesta de los hijos de Dios a su llamado a la santidad.
1 Pedro 1:13–16 RVR60
13 Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado;14 como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia;15 sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.
1 Pedro 1:13–16 NVI
13 Por eso, dispónganse para actuar con inteligencia; tengan dominio propio; pongan su esperanza completamente en la gracia que se les dará cuando se revele Jesucristo. 14 Como hijos obedientes, no se amolden a los malos deseos que tenían antes, cuando vivían en la ignorancia. 15 Más bien, sean ustedes santos en todo lo que hagan, como también es santo quien los llamó; 16 pues está escrito: «Sean santos, porque yo soy santo.»
1 Pedro 1:13–16 NTV
13 Así que piensen con claridad y ejerciten el control propio. Pongan su esperanza en la salvación inmerecida que recibirán cuando Jesucristo sea revelado al mundo. 14 Por lo tanto, vivan como hijos obedientes de Dios. No vuelvan atrás, a su vieja manera de vivir, con el fin de satisfacer sus propios deseos. Antes lo hacían por ignorancia, 15 pero ahora sean santos en todo lo que hagan, tal como Dios, quien los eligió, es santo. 16 Pues las Escrituras dicen: «Sean santos, porque yo soy santo».
1 Pedro 1:13–16 NBLA
13 Por tanto, preparen su entendimiento para la acción. Sean sobrios en espíritu, pongan su esperanza completamente en la gracia que se les traerá en la revelación de Jesucristo. 14 Como hijos obedientes, no se conformen a los deseos que antes tenían en su ignorancia, 15 sino que así como Aquel que los llamó es Santo, así también sean ustedes santos en toda su manera de vivir. 16 Porque escrito está: «Sean santos, porque Yo soy santo».
Lo más válido que puedes decir con respecto a esto es “¡Yo no puedo!”, y será cierto. Justamente por eso es que Jesús nos aconseja (¡Bendita sea la delicadeza con la que el Maestro nos exhorta de esta manera!) que le compremos a Él estas vestimentas, esta pureza, esta santidad. Ninguno de nosotros puede ser santo sin la ayuda del Espíritu Santo de Dios. Pero con su ayuda, por su obra, con su poderosa intervención en nuestras vidas SÍ SE PUEDE. Pero tenemos que venir ante Jesús y pedirle su intervención, reconociendo nuestra incapacidad y estableciendo nuestra dependencia de Él. Y tenemos que proponernos alentar esa pureza, una y otra vez, cada uno de nuestros días, en cada área de nuestras vidas.
Compra las vestiduras blancas que solamente Jesús puede otorgar.
3. ...y unge tus ojos con colirio, para que veas. Queda claro que nadie hará esto si primero no reconoce su ceguera, su incapacidad de ver las cosas bien. Jesús le está revelando a su iglesia que su percepción de que “todo está bien” no está bien, que no es cierta, que les está induciendo a error. Como le dice a la iglesia, hay aspectos de su propia condición que la iglesia no conoce. Entonces les propone usar el colirio para sus ojos. Entre otras cosas, la ciuda de Laodicea era famosa por un polvo medicinal que se utilizaba para atender ciertas afecciones de la vista, y aquello era justamente lo que la iglesia necesitaba. Iglesia: necesitamos ungir nuestros ojos con el colirio espiritual de la Palabra y la revelación de Jesucristo para ver nuestra propia condición espiritual y volver a andar en el temor de Dios.
Señor, ¡abre nuestros ojos y sana nuestras almas!
Ya sabes que Dios te ama. Nadie te ha amado, te ama o te amará como Él. Por amor es que te cuida, te atiende, presta atención a lo que te sucede y procura tu bienestar. Y por eso también te reprende.
Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.
Por muchas razones, especialmente espirituales, las nuevas generaciones han malinterpretado el amor, llegando a creer que la reprensión y el castigo son opuestos del amor. ¡No es así! No es así en las familias, y no es así en nuestra relación con Dios. El mismo Dios que nos ha amado tanto como para entregar a su único Hijo para que tengamos salvación y vida eterna, por ese mismo amor con el que nos ama nos reprende y castiga por nuestro bien, por amor. ¿Se puede reprender y castigar por amor? ¡Claro que sí!
Proverbios 3:11–12 RVR60
11 No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, Ni te fatigues de su corrección; 12 Porque Jehová al que ama castiga, Como el padre al hijo a quien quiere.
Proverbios 3:11–12 NVI
11 Hijo mío, no desprecies la disciplina del Señor, ni te ofendas por sus reprensiones. 12 Porque el Señor disciplina a los que ama, como corrige un padre a su hijo querido.
Proverbios 3:11–12 NTV
11 Hijo mío, no rechaces la disciplina del Señor ni te enojes cuando te corrige. 12 Pues el Señor corrige a los que ama, tal como un padre corrige al hijo que es su deleite.
Proverbios 3:11–12 NBLA
11 Hijo mío, no rechaces la disciplina del Señor Ni aborrezcas Su reprensión, 12 Porque el Señor ama a quien reprende, Como un padre al hijo en quien se deleita.
Hebreos 12:4–11 RVR60
4 Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado; 5 y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; 6 Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo. 7 Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? 8 Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. 9 Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? 10 Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. 11 Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.
Hebreos 12:4–11 NVI
4 En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre. 5 Y ya han olvidado por completo las palabras de aliento que como a hijos se les dirige: «Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor ni te desanimes cuando te reprenda, 6 porque el Señor disciplina a los que ama, y azota a todo el que recibe como hijo.» 7 Lo que soportan es para su disciplina, pues Dios los está tratando como a hijos. ¿Qué hijo hay a quien el padre no disciplina? 8 Si a ustedes se les deja sin la disciplina que todos reciben, entonces son bastardos y no hijos legítimos. 9 Después de todo, aunque nuestros padres humanos nos disciplinaban, los respetábamos. ¿No hemos de someternos, con mayor razón, al Padre de los espíritus, para que vivamos? 10 En efecto, nuestros padres nos disciplinaban por un breve tiempo, como mejor les parecía; pero Dios lo hace para nuestro bien, a fin de que participemos de su santidad. 11 Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien penosa; sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella.
Hebreos 12:4–11 NTV
4 Después de todo, ustedes aún no han dado su vida en la lucha contra el pecado. 5 ¿Acaso olvidaron las palabras de aliento con que Dios les habló a ustedes como a hijos? Él dijo: «Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor y no te des por vencido cuando te corrija. 6 Pues el Señor disciplina a los que ama y castiga a todo el que recibe como hijo». 7 Al soportar esta disciplina divina, recuerden que Dios los trata como a sus propios hijos. ¿Acaso alguien oyó hablar de un hijo que nunca fue disciplinado por su padre? 8 Si Dios no los disciplina a ustedes como lo hace con todos sus hijos, quiere decir que ustedes no son verdaderamente sus hijos, sino ilegítimos. 9 Ya que respetábamos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, entonces, ¿acaso no deberíamos someternos aún más a la disciplina del Padre de nuestro espíritu, y así vivir para siempre? 10 Pues nuestros padres terrenales nos disciplinaron durante algunos años e hicieron lo mejor que pudieron, pero la disciplina de Dios siempre es buena para nosotros, a fin de que participemos de su santidad. 11 Ninguna disciplina resulta agradable a la hora de recibirla. Al contrario, ¡es dolorosa! Pero después, produce la apacible cosecha de una vida recta para los que han sido entrenados por ella.
Hebreos 12:4–11 NBLA
4 Porque todavía, en su lucha contra el pecado, ustedes no han resistido hasta el punto de derramar sangre. 5 Además, han olvidado la exhortación que como a hijos se les dirige: «Hijo Mío, no tengas en poco la disciplina del Señor, Ni te desanimes al ser reprendido por Él. 6 »Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo». 7 Es para su corrección que sufren. Dios los trata como a hijos; porque ¿qué hijo hay a quien su padre no discipline? 8 Pero si están sin disciplina, de la cual todos han sido hechos participantes, entonces son hijos ilegítimos y no hijos verdaderos. 9 Además, tuvimos padres terrenales para disciplinarnos, y los respetábamos, ¿con cuánta más razón no estaremos sujetos al Padre de nuestros espíritus, y viviremos? 10 Porque ellos nos disciplinaban por pocos días como les parecía, pero Él nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de Su santidad. 11 Al presente ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza. Sin embargo, a los que han sido ejercitados por medio de ella, después les da fruto apacible de justicia.
¿Quiere esto decir que tenemos que agradecerle a Dios por reprendernos y conducirnos a la tristeza cuando andamos por mal camino? ¡SÍ! ¡ETERNAMENTE!
Si Dios no te amara, no te llamaría la atención, y solamente te diría “cosas bonitas”, “mensajes motivacionales”, sin ayudarte a enderezar tu camino para que llegues a su presencia. Pero te ama, y por eso muchas veces te tiene que llamar la atención.
¿Qué nos corresponde hacer con respecto a esto? Ser celosos y arrepentirnos. Venir delante de Dios y decirle: “Aquí estoy, Padre; he recibido tu reprensión y reconozco mi pecado; ya no quiero vivir así; quiero comprar tu oro refinado y tus vestiduras blancas, quiero el colirio para ver lo que tu ves, ¡perdóname y ayúdame a corregir mis pasos para andar en tu voluntad!”.
Esto es algo muy personal y cada uno recibirá la convicción del Espíritu Santo en lo que corresponda. Pero en estas palabras hay vida, y vida eterna. Que el Señor nos ayude a responder con prudencia, fidelidad y temor de Él para experimentar los cambios que Él quiere introducir en nuestras vidas.
Apocalipsis 3:20 RVR60
20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
Apocalipsis 3:20 NVI
20 Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo.
Apocalipsis 3:20 NTV
20 »¡Mira! Yo estoy a la puerta y llamo. Si oyes mi voz y abres la puerta, yo entraré y cenaremos juntos como amigos.
Apocalipsis 3:20 NBLA
20 ’Yo estoy a la puerta y llamo; si alguien oye Mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo.
Este es uno de esos pasajes. Lamentablemente son varios los pasajes bíblicos que a veces han sido tomados fuera de su contexto para manipularlos con cierto significado diferente al original. No hagamos eso.
Yo también he utilizado este pasaje al procurar compartir el evangelio con personas sin Cristo, mostrándoles que Jesús quería entrar en sus corazones. Eso siempre es cierto; el hecho de que Dios quiere entrar en la vida de las personas y que Jesús es el Camino, es completamente cierto. Pero este versículo no está dedicado a quienes no conocen a Jesús sino a quienes sí han escuchado claramente su mensaje.
Una vez más, el Señor es un caballero. Teniendo toda la autoridad del universo, siendo el que todo lo puede, nos trata con una asombrosa delicadeza y no se nos impone, sino que nos propone que recibamos su amor y su gracia.
¿Lo escuchas a Jesús? Se dirige a los cristianos, a los que conocen el mensaje del evangelio, pero que sin embargo le han dejado fuera de sus vidas, aún sin darse cuenta. Él está golpeando a la puerta. ¡Escúchalo, por favor! ¡Siéntelo!
Jesús no echa la puerta abajo, aunque podría hacerlo sin esfuerzo. Él es que que abre y ninguno cierra. Sin embargo, aquí lo tienes, golpeando a la puerta de tu vida. Percibe la delicadeza de su llamado en estas palabras.
Hay dos condiciones que se tienen que dar para que se produzca el cambio.
...si alguno...
...oye mi voz...
...y abre la puerta...
Primero tienes que oír su voz. ¿Lo escuchas? Uno bien podría venir a la iglesia, orar, leer la Biblia, escuchar el mensaje, levantarse e irse sin haber oído la voz del Señor. Por eso necesito insistir y volver a preguntarte: ¿escuchas su voz?
Pero no alcanza con oír su voz. Podrías oír su voz y permanecer siendo rebelde. Podrías escuchar su voz y alejarte sin recibir su intervención en tu vida.
Hace falta que abras la puerta. Es necesario que tomes la decisión de dejarlo intervenir. ¿Tienes temor de lo que Él vaya a cambiar en tu vida? ¿Tienes miedo de que te quite toda la diversión? Si le abres te librará de toda la mala administración que hayas hecho de tu vida hasta ahora.
Esta oferta es para todo el alguno que escucha su voz y se dispone a abrir la puerta de su vida.
¿Qué sucede con esa persona?
...entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
El Señor quiere tener con nosotros ese tipo de intimidad, esa relación de cercanía, de compartir, de conocimiento mutuo. Imagínate las largas conversaciones en torno a la mesa, en un ambiente de confianza y seguridad.
Jesús quiere sentarse a la mesa de tu vida, quiere entrar en ti y cenar contigo, y que tú cenes con Él.
¿Aceptas la invitación? ¡ABRE LA PUERTA!
Apocalipsis 3:21–22 RVR60
21 Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. 22 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Apocalipsis 3:21–22 NVI
21 Al que salga vencedor le daré el derecho de sentarse conmigo en mi trono, como también yo vencí y me senté con mi Padre en su trono. 22 El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.»
Apocalipsis 3:21–22 NTV
21 Todos los que salgan vencedores se sentarán conmigo en mi trono, tal como yo salí vencedor y me senté con mi Padre en su trono. 22 »Todo el que tenga oídos para oír debe escuchar al Espíritu y entender lo que él dice a las iglesias».
Apocalipsis 3:21–22 NBLA
21 ’Al vencedor, le concederé sentarse conmigo en Mi trono, como yo también vencí y me senté con Mi Padre en Su trono. 22 ’El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias’ ”».
Es una lucha. Implica mucho esfuerzo. La salvación es gratis y por gracia, pero nos cuesta la vida. Implica la disposición para cambiar y dejarse moldear como el alfarero al barro.
Es por eso que las promesas no son para todos, sino para el que venciere.
La decisión de pelar la buena batalla es hoy, y volverá a ser mañana, y el día siguiente, hasta que nuestro Salvador regrese o nos llame a su presencia. Los desafíos y los obstáculos, la tentación a dejarse llevar por la corriente y las invitaciones a negar a Jesús se nos presentan todos los días. Pero tenemos que volver a Él, y con toda la firmeza de nuestra alma volver a decidir enfrentar la oposición en su Nombre, y en su Nombre ser vencedores.
¿Qué le sucede a los que vencen?
Jesús nos guarda un lugar junto a Él, no solamente en el ambiente espiritual, no solamente con acceso al Paraíso de Dios, sino también en su trono.
¿Nos merecemos semejante privilegio y responsabilidad? ¡Por supuesto que no! Sin embargo, que quede muy claro que Jesús tiene poderosos planes para nosotros, y nos quiere junto a Él.
A la iglesia de Tiatira le había dicho esto:
Apocalipsis 2:26–27 RVR60
26 Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, 27 y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre;
Apocalipsis 2:26–27 NVI
26 Al que salga vencedor y cumpla mi voluntad hasta el fin, le daré autoridad sobre las naciones 27 —así como yo la he recibido de mi Padre—y “él las gobernará con puño de hierro; las hará pedazos como a vasijas de barro”.
Apocalipsis 2:26–27 NTV
26 A todos los que salgan vencedores y me obedezcan hasta el final: Les daré autoridad sobre todas las naciones. 27 Gobernarán las naciones con vara de hierro y las harán pedazos como si fueran ollas de barro.
Apocalipsis 2:26–27 NBLA
26 ’Al vencedor, al que guarda Mis obras hasta el fin, le daré autoridad sobre las naciones; 27 y las regirá con vara de hierro, como los vasos del alfarero son hechos pedazos, como Yo también he recibido autoridad de Mi Padre.
Juan 14:1–3 RVR60
1 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. 2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. 3 Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.
Juan 14:1–3 NVI
1 »No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí. 2 En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar. 3 Y si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté.
Juan 14:1–3 NTV
1 »No dejen que el corazón se les llene de angustia; confíen en Dios y confíen también en mí. 2 En el hogar de mi Padre, hay lugar más que suficiente. Si no fuera así, ¿acaso les habría dicho que voy a prepararles un lugar? 3 Cuando todo esté listo, volveré para llevarlos, para que siempre estén conmigo donde yo estoy.
Juan 14:1–3 NBLA
1 »No se turbe su corazón; crean en Dios, crean también en Mí. 2 »En la casa de Mi Padre hay muchas moradas; si no fuera así, se lo hubiera dicho; porque voy a preparar un lugar para ustedes. 3 »Y si me voy y les preparo un lugar, vendré otra vez y los tomaré adonde Yo voy; para que donde Yo esté, allí estén ustedes también.
Definitivamente, el Señor nos quiere junto a Él, trabajando con Él, disfrutando de su presencia con Él, así como fue su plan eterno al crearnos.
Él ya ha vencido. Ahora es nuestro turno, y Él nos quiere compartir su victoria.
¿Vas a aceptar el desafío que Jesús te presenta? ¿Aceptas su invitación?
Sí, lo mejor está por venir. Hay una bendita y enormemente rica esperanza delante de nosotros. Pero tenemos que endurecer nuestro rostro y enfrentar toda la oposición y los obstáculos, y salir vencedores.
No te quedes por el camino. Levántate. Sacúdete el polvo. Si has caído, si has tropezado, si has fallado, Dios te está reprendiendo porque te ama, y te invita a abrir la puerta para dirigirte al eterno hogar con Él.
No es tiempo de descuidarse, sino de recibir la medicina de Dios y permanecer en estado de suprema alerta hasta que Él regrese.
El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.