Comunicando Tu Fe: El Problema del Mal

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Introducción:

Según una encuesta realizada a adultos estadounidenses, la mayoría de las personas preguntaría: ¿Por qué hay dolor y sufrimiento en el mundo?
Agustín de Hipona preguntó algo parecido: «Si hay un Dios, ¿por qué hay tanta maldad?».
En su libro, al reflexionar sobre el problema del mal, C. S. Lewis lo resumió de este modo:
«Si Dios fuera bueno, querría que sus criaturas fueran completamente felices; y si fuera todopoderoso, podría hacer todo lo que quisiera. Mas las criaturas no son felices. Por tanto, Dios carece de bondad, de poder, o de ambas cosas’. En esto consiste el problema del dolor en su forma más simple». (El problema del dolor).
Prácticamente, el problema ante nosotros en la actualidad suena tradicionalmente como una de estas otras preguntas:
Si realmente existe un dios bueno, ¿por qué hay tanta maldad en el mundo?
¿Por qué un Hitler y el Holocausto? ¿Pol Pot y Mao? ¿Stalin y Mussolini?
No puedo creer en un dios que permita que __X__ suceda.
Si Dios verdaderamente puede hacer cualquier cosa, ¿por qué no se deshace del mal?
Nos preguntamos, «¿Por qué Señor?», cuando nuestra experiencia y nuestro conocimiento de quién es Dios parecieran no encajar.
No es justo que las personas sufran injustamente.
El famoso filósofo utilitarista, John Stuart Mill, resume estas preguntas de la siguiente manera:
«Si Dios desea que exista el mal en el mundo, entonces él no es bueno. Si él no desea que exista la maldad, pero el mal existe, entonces él no es omnipotente. Por tanto, si el mal existe, Dios no es amoroso o no es todopoderoso. El mal arruina el amor y el poder de Dios. Este no es un dilema pequeño, y las respuestas son extremadamente difíciles».
Lo que está en riesgo al considerar esta pregunta, al menos para los no creyentes, es la idea de que Dios no puede ser todopoderoso o que no puede ser todo bueno. Este es el problema que intentaremos conciliar esta mañana, y concluiremos que, pese al mal que hay en el mundo, Dios ES todopoderoso y Él es del todo bueno.

Soluciones Comunes:

La pregunta sobre el origen del mal no ha sido respondida completa y satisfactoriamente por NINGÚN sistema de pensamiento. Sin embargo, la mayoría de los sistemas han intentado hacerlo.
El mal no es real, es solamente una ilusión.
Posición: El mal es una ilusión, no es real (Misticismo no cristiano y oriental). Puesto que el mal es solo una ilusión, la manera de superarlo es: la mente sobre la materia (Budismo).
Problemas:
Se derriba y fracasa con la experiencia humana.
¿Por qué Dios permitiría que tal ilusión nos sobrepase?
El mal es solo el bien encubierto (Taoísmo).
Posición: Desde la perspectiva de Dios, todas las cosas son buenas, aunque puedan parecer malas desde nuestro punto de vista (Romanos 8:28).
Problemas:
Romanos 8:28 no dice que todas las cosas son buenas, solo dice que todas las cosas ayudan a bien a un grupo selecto de personas (los escogidos).
El mal del cual Dios saca el bien es un mal real. De la traición de Judas viene el acto redentor de la cruz, pero eso de ninguna manera minimiza la maldad de la acción de Judas.
«Lo malo es bueno» no funciona porque oscurece la verdadera diferencia entre el bien y el mal. Es una negación implícita de la realidad del mal.
Dualismo: Dios vs. Satanás (Star Wars, Ying & Yang).
Posición: Dios realmente desea el bien, pero Satanás frustra sus propósitos y desea el mal. Allí existen dos fuerzas máximas, opuestas que son iguales en poder y eternidad. Esta visión libera a Dios al hacer que la existencia del mal sea eternamente independiente de él.
Problemas:
Excluye la posibilidad de la redención del mal: si el mal es igual en poder a Dios, no hay manera de que Dios pueda superarlo.
También falla lógicamente. Dios no puede ser omnipotente si se encuentra en un verdadero conflicto con Satanás (no pueden existir dos seres absolutos al mismo tiempo).
Finalmente, falla bíblicamente. Satanás no es igual en poder a Dios; de hecho, él está sujeto a Dios (Sal. 115:3, 135:6; Job 1:9-12).
Debe existir el mal para poder apreciar el bien.
Posición: Para apreciar la salud, primero debo entender la enfermedad. Para apreciar la justicia, primero debo entender la maldad. Parece pesado porque experimentamos la intensidad de la apreciación mediante tales experiencias contrastantes. Ejemplo: Aprecio la salud después de haber estado enfermo.
Problemas:
Si la experiencia es necesaria para la apreciación del bien, entonces Dios tendría que experimentar el mal, para apreciar también el bien (pero: 1 Juan 1:9).
Este enfoque realmente recurre a la posición «el mal es en realidad el bien encubierto».
No tiene sentido con lo que la Biblia dice sobre el cielo y el infierno. Los humanos experimentan solamente uno o el otro y de manera eterna.
El mal es solamente relativo (Posmodernidad)
Posición: En verdad, esto no es una teodicea, ya que realmente no busca justificar a Dios, en realidad solo busca eliminarlo. No existe tal cosa como el bien o el mal; lo único que importa es qué sientes al respecto. Solo hay convicciones sociales o preferencias disfrazadas de valores reales.
Problemas:
¿Qué significa que «importa» cómo te sientes respecto a algo?
Cuando hablamos de lo que «importa», insinuamos el bien o el mal, lo que es correcto o incorrecto.
Por ejemplo, ¿qué hay de la enseñanza de que el terrorismo, los asesinatos de masas, el genocidio, el infanticidio, el bombardeo masivo de personas y los atentados son moralmente neutrales porque son solamente una cuestión de perspectiva?
Teísmo abierto: (Compromiso «cristiano»)
Posición: Intenta explicar la soberanía de Dios y la elección del hombre. Dios creó al mundo, pero no conocía o determinó todos los resultados. Dios no conoce el futuro, pero existe en el tiempo y en la realidad. Él puede «predecir» el futuro, porque conoce a las personas muy íntimamente.
Problemas:
¿Qué hay de la enseñanza de que Jesús era el plan de Dios antes del comienzo de todos los tiempos?
¿Qué hay de la clara enseñanza de que Dios sostiene todas las cosas en sus manos?
Esta perspectiva le roba a Dios su gloria.

El Enigma Bíblico

El problema continúa: ¿Cómo se pudo originar el mal con un Dios bueno que creó el mundo? Entonces, ¿cuál es la solución?
En cierto sentido, ciertamente hay respuestas en la Biblia sobre esto, pero en otro sentido, no hay ni una sola oración que tenga la respuesta atada con un lazo. Solo para no tener una resolución perfecta de esto como cristianos. Lo que puedo hacer, no obstante, es proporcionar la perspectiva bíblica para el «problema».
Como ya hemos conversado antes, nuestro conocimiento es limitado, nuestras mentes están corrompidas. Pero solo porque no podamos entender completamente algunas cosas reales, no significa que no seamos capaces de entender verdaderamente dichas cosas. (Ejemplo: la Trinidad). Por tanto, en ese caso, no tenemos una «solución» en el sentido de que podemos tener una noción perfecta acerca del mal, del sufrimiento y del dolor en este mundo.
Dios no nos ha revelado la respuesta completa. Entonces, ¿podemos confiar en un Dios que no nos ha dado a conocer esto en su totalidad?
SÍ. Absolutamente. Confiamos en Dios por lo que sí sabemos y por lo que él nos ha revelado.
Ejemplo imperfecto: Un padre le dice a su hijo que se encuentra jugando en el patio, que se agache y gatee a través del lodo hacia él. El hijo no entiende por qué, y pregunta. El padre demanda obediencia. El hijo obedece, y lo hace. Cuando llega a los pies de su padre, éste le muestra la letal serpiente que colgaba del árbol por encima de donde el hijo había estado parado. Cuando un día estemos en la presencia de Dios, veremos las cosas desde su perspectiva, y podremos entenderle más completamente. Hasta ese momento, sus pensamientos no son nuestros pensamientos, y sus caminos no son nuestros caminos (Isaías 55:8-9).

La Respuesta Bíblica

Dios es soberano, Sal. 115:3; 135:6.
Dios es perfectamente justo y recto, Deut. 32:4.
El mal se encuentra completamente dentro de la soberanía de Dios, Ex 10:1; Hch. 2:22-24.
Dios no nos ha revelado la respuesta completa.

Podemos Confiar en Dios Tal Como Él se ha Revelado.

Dios es el gobernador todopoderoso de Su universo, Sal. 115:3; Gén. 1:3, 6, 9, 11, 14, 20, 24, 26; Col. 1:16-17.
Dios controla cada aspecto de su creación; Ef. 1:11; Sal. 33:15.
Dios incluso orquesta los pecados del hombre para glorificarse a sí mismo (no obstante, no se contamina de ellos), Éx. 4:21. Considera las acciones de Pilato. Los fariseos. Judas.
Sin embargo, Dios nunca es responsable del mal que ocurre. Los que cometen el mal son los culpables, Sant. 1:13-14.
Porque Dios es bueno y santo, y aborrece la maldad, Hab. 1:13; Ap. 4:8.
Dios nos juzga. Nosotros no juzgamos a Dios, Rom. 9:19-21.
Considera el ejemplo de Job (capítulos 38-41). La primera pregunta de Dios a Job para poner las cosas en perspectiva fue: «¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia».
Por último, Dios usará el mal para un buen propósito final (que quizá no entendamos completamente ahora): un «bien mejor», Gén. 50:20.
Considera la crucifixión de Jesús. La peor tragedia en la historia de la humanidad es el brutal asesinato del único hombre perfecto que ha existido. No obstante, esta injusticia también es el acontecimiento más glorioso en la historia del ser humano: El sacrificio de Dios de su propio hijo para rescatar a un pueblo para sí. Amigos, si el mal supremo puede terminar en el bien supremo, Dios puede usar males menores en otros lugares y tiempos de la historia, incluso en nuestras vidas, para nuestro bien.
El propósito final de Dios no es brindar felicidad al hombre, sino glorificarse. El fin principal del hombre es «glorificar a Dios, y disfrutarle eternamente».
En ocasiones, la Escritura muestra cómo Dios ha usado el mal para hacer avanzar sus propósitos (ejemplos):
Demostrando Su misericordia y justicia, Rom. 3:26; 5:8, 20-21; 9:17.
La redención – El sufrimiento de Cristo a nuestro favor, 1 Ped. 3:18; Col. 1:24; 2 Tim. 3:12.
Pablo ve sus sufrimientos por la iglesia y por la expansión del evangelio como similares a los padecimientos de Cristo.
Cada vez que testifiquemos y seamos ultrajados, estamos sufriendo para la gloria de Cristo.
Impactando a los no creyentes, para atraer su atención y promover un cambio en el corazón, Deut. 8; Zac. 13:7-9, Luc. 13:1-5, Jn. 9.
Como seres humanos tenemos la tendencia de olvidar a Dios cuando las cosas marchan bien. Dios puede usar el dolor y el sufrimiento para lograr esto. Dios puede usar el dolor como un megáfono para despertar a un mundo sordo de su complacencia.
«Avanzo por la senda de la vida sin modificar mi naturaleza normal, satisfecho de mi descreimiento y de mi condición caída… De pronto, una puñalada causada por un dolor abdominal que amenaza con una enfermedad grave… Al principio me siento abrumado, y mi pequeña felicidad se asemeja a un montón de juguetes rotos. Después, lentamente y de mala gana, poco a poco, trato de recuperar el estado de ánimo que debiera tener en todo momento. Me acuerdo de que ninguno de esos juguetes fue pensado para poseer mi corazón, de que el verdadero bien se halla en otro mundo, de que mi único tesoro auténtico es Cristo». C. S. Lewis
Disciplina paternal de los creyentes, Rom. 5:2-5; Heb. 12:5-11.

Todos debemos confiar en el Dios que se ha dado a conocer.

EL SUFRIMIENTO FINAL: DIOS UN DÍA ACABARÁ CON EL DOLOR, EL SUFRIMIENTO Y EL MAL, Ap. 21:1-4.
EL MAL EXPERIMENTADO—La «respuesta» de los cristianos al problema del dolor se encuentran en la muerte de Jesús en la cruz.
¿Dónde está Dios en un mundo de dolor y maldad? Su respuesta es la encarnación. La Palabra, Jesús, se hizo carne y habitó entre nosotros. Jesús sufrió cansancio, hambre, tristeza, y dolor. Sus amigos envejecieron, enfermaron y murieron. Él experimentó toda agonía, y cargó todo el dolor de nuestro pecado sobre sí.
Peter Kreeft: «Muchos cristianos tratan de librar a Dios del sufrimiento. Dios mismo se colgó, por así decirlo, en la cruz».
«Es significativo que la mayoría de las objeciones a la existencia de Dios por el problema del sufrimiento llegan de observadores externos que están bastante cómodos, mientras que a menudo, los que en verdad sufren se transforman en creyentes más fuertes por sus sufrimientos». ¿Por qué? En gran parte porque siguen a Uno que fue un siervo sufriente, que fue despreciado, rechazado, golpeado y asesinado».
Por tanto, amigo, la respuesta al sufrimiento no es una respuesta en lo absoluto. Es la persona que responde, Jesús mismo.
No es un montón de palabras, es la Palabra hecha carne.
No es un argumento filosófico estrechamente tejido, sino una persona. Varón de dolores.
La respuesta al sufrimiento no es tan solo una noción abstracta, porque el problema no es abstracto; es real y personal. Y, en la vida, muerte y resurrección de Jesús, encontramos una respuesta real y personal. Cuando clamamos, Dios, ¿dónde estás? Tenemos que mirar con ojos de fe a la cruz.
John Stott: «Yo mismo no podría creer en Dios, si no fuera por la cruz… En nuestro mundo real lleno de dolor, ¿cómo podría alguien adorar a un Dios que fuese inmune a él?... Aún existe un interrogante en contra del sufrimiento humano, pero, por encima de él, ha quedado estampado otro signo, el de una cruz, que simboliza el sufrimiento divino».
SE HARÁ JUSTICIA—DIOS UN DÍA SE REIVINDICARÁ, Rom. 3:26.
Peter Kreeft: «Las personas no se salvarán del mal que han hecho. La justicia retrasada [en la economía de Dios] no es necesariamente una justicia negada. Llegará un día en que Dios ajustará cuentas y las personas serán responsables por el mal que han perpetrado y el sufrimiento que han causado. Criticar a Dios de no hacerlo ahora es como leer la mitad de una novela y criticar al autor por no resolver la trama», Rom. 3:26. En las Escrituras, Dios nos promete que en el futuro, él será totalmente reivindicado y nosotros seremos completamente libres de todo mal. El malvado no prosperará más y el justo no sufrirá más. Veremos la certeza de la victoria de Dios (Sal. 73, Sal. 37). El orgulloso será humillado y el humilde será exaltado (Is. 40:1; Mat. 25; Luc. 1:51).
RESISTE—DIOS NUNCA SOLTARÁ A SUS HIJOS, Rom. 8:28, 35-39

CONCLUSIÓN

La Palabra no responde a nuestra pregunta con una solución filosófica al problema del mal. Al final, no podemos dirigirnos a personas que no son cristianas y a otros con una respuesta que hará desaparecer todas sus dudas filosóficas.
Tampoco se eliminará nuestra experiencia de sufrimiento. Jesús es el modelo del siervo sufriente que triunfó sobre el mundo.
Las verdades de las que hemos hablado hoy, dan a los cristianos la ÚNICA respuesta satisfactoria al problema del mal, y nos dan la seguridad y la motivación para seguir confiando y obedeciendo a Dios pese al problema del mal.
«…Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros…» (Hebreos 11:32-40).
Apéndice: Otra pregunta importante
¿Cuál es el origen del pecado?
Dios creó todas las cosas y eran buenas. Dios dio a los seres humanos (y a los ángeles) libre albedrío. El pecado es rebelión en contra de Dios, responder al llamado de Dios y sus promesas de una manera pecaminosa. Dios no creó el mal, pero lo permite.
Excelente artículo de John MacArthur sobre el tema: http://www.biblebb.com/files/MAC/90-235.htm
Resumiendo, no hay una causa externa para el pecado, fuera de las criaturas. No hay una fuerza flotante externa creada por Dios. Es la ausencia de la perfección. No existen una causa y efecto determinados; es decir, algún fatalismo. Es solo elección. Dentro del decreto de Dios, él permitió esa elección, él sabía que esas decisiones se tomarían de la forma en que se hicieron, él planeó que en el decreto, a fin de reflejar tanto su gracia, como su ira, él pondría eternamente fin al pecado. Y como dijo Martín Lutero : «El diablo es el diablo del Señor. Él funciona dentro de los propósitos soberanos de Dios para cumplir las cosas que se encuentran en el decreto eterno de Dios para la salvación y condenación de los pecadores, y la destrucción triunfante y suprema sobre el mal».
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