Un Compromiso de obediencia

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La ratificación del pacto en los montes Ebal y Gerizim incluían aceptar las bendiciones y las maldiciones de la obediencia a la ley.

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Un Compromiso de obediencia

Deuteronomio 27:1–5
1 Ordenó Moisés, con los ancianos de Israel, al pueblo, diciendo: Guardaréis todos los mandamientos que yo os prescribo hoy. 2 Y el día que pases el Jordán a la tierra que Jehová tu Dios te da, levantarás piedras grandes, y las revocarás con cal; 3 y escribirás en ellas todas las palabras de esta ley, cuando hayas pasado para entrar en la tierra que Jehová tu Dios te da, tierra que fluye leche y miel, como Jehová el Dios de tus padres te ha dicho. 4 Cuando, pues, hayas pasado el Jordán, levantarás estas piedras que yo os mando hoy, en el monte Ebal, y las revocarás con cal; 5 y edificarás allí un altar a Jehová tu Dios, altar de piedras; no alzarás sobre ellas instrumento de hierro.

Introducción

Estas son de las últimas instrucciones que Moisés le da a Israel de parte de Dios antes de morir.
Era necesario exhortarles siempre a permanecer en obediencia a la Palabra de Dios, y para ello era necesario realizar una ceremonia de compromiso una vez Dios haya cumplido su promesa de introducirlos a la tierra prometida.
Les ordena viajar a la región de lo que posteriormente fue Samaria, donde se encuentras dos montes, Ebal y Gerizim.
En el monte Ebal se proclamarían las maldiciones y en el Gerizim las bendiciones y todo el pueblo debía de aceptar las condiciones de Dios, haciendo un compromiso de obediencia.

La Palabra de Dios

Dios hace conciencia a Israel de la importancia que tiene su Palabra para el bienestar de ellos.
Deuteronomio 27:1Ordenó Moisés, con los ancianos de Israel, al pueblo, diciendo: Guardaréis todos los mandamientos que yo os prescribo hoy.
La Palabra de Dios debe normar nuestra relación con Él.
Obedecer todo lo que Dios nos mande en su Palabra, aun cuando a principio no tenga sentido para nosotros.
Debe normar nuestra conducta. Conocer la Palabra de Dios nos permitirá evaluar nuestros actos.
Por tanto, es necesario estar en constante conocimiento de ella, de día y de noche.

Escrita en Piedra

Deuteronomio 27:2-3Y el día que pases el Jordán a la tierra que Jehová tu Dios te da, levantarás piedras grandes, y las revocarás con cal; y escribirás en ellas todas las palabras de esta ley, cuando hayas pasado para entrar en la tierra que Jehová tu Dios te da, tierra que fluye leche y miel, como Jehová el Dios de tus padres te ha dicho.”
Escribir en piedra era una costumbre común de la época. Las culturas antiguas se conocen por los escritos que dejaron en piedra. Cubrían la piedra con algún repello y escribían.
Para Israel esto representaba la permanencia de la Palabra de Dios. Moisés iba a morir, Josué también lo haría. Pero lo que dejaron escrito en piedra duraría por mucho tiempo, con el propósito de recordarles el compromiso que hicieron con Dios.
Hoy en día la Palabra está escrita en muchos libros, en formato digital, y en muchos otros medios. Pero lo más importante es que la tengamos escrita en la mente y el corazón:
Lucas 8:15Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia.

El Compromiso

Deuteronomio 27:6–7De piedras enteras edificarás el altar de Jehová tu Dios, y ofrecerás sobre él holocausto a Jehová tu Dios; 7 y sacrificarás ofrendas de paz, y comerás allí, y te alegrarás delante de Jehová tu Dios.
En el monte Ebal se debía levantar un altar donde se presentarían sacrificios de paz. En estos sacrificios, parte del animal era quemado para Dios y parte consumido por los ofrendantes.
Dios les dice que debían comer ahí delante de Él con alegría. Esto era una costumbre para sellar un compromiso entre ambas partes. De ahí viene la costumbre de dar de comer en las celebraciones.
Con este acto los israelitas estaban haciendo un compromiso de obediencia a Dios, y las piedras con la ley escrita sería los testigos de este compromiso para el futuro.

Aceptando las maldiciones

Somos rápidos para aceptar las bendiciones, pero no nos gusta los compromisos.
En esta ceremonia los israelitas debía prometer no cometer estos doce pecados bajo maldición.
Deuteronomio 27:15–26
15 Maldito el hombre que hiciere escultura o imagen de fundición, abominación a Jehová, obra de mano de artífice, y la pusiere en oculto. Y todo el pueblo responderá y dirá: Amén.
16 Maldito el que deshonrare a su padre o a su madre. Y dirá todo el pueblo: Amén.
17 Maldito el que redujere el límite de su prójimo. Y dirá todo el pueblo: Amén.
18 Maldito el que hiciere errar al ciego en el camino. Y dirá todo el pueblo: Amén.
19 Maldito el que pervirtiere el derecho del extranjero, del huérfano y de la viuda. Y dirá todo el pueblo: Amén.
20 Maldito el que se acostare con la mujer de su padre, por cuanto descubrió el regazo de su padre. Y dirá todo el pueblo: Amén.
21 Maldito el que se ayuntare con cualquier bestia. Y dirá todo el pueblo: Amén.
22 Maldito el que se acostare con su hermana, hija de su padre, o hija de su madre. Y dirá todo el pueblo: Amén.
23 Maldito el que se acostare con su suegra. Y dirá todo el pueblo: Amén.
24 Maldito el que hiriere a su prójimo ocultamente. Y dirá todo el pueblo: Amén.
25 Maldito el que recibiere soborno para quitar la vida al inocente. Y dirá todo el pueblo: Amén.
26 Maldito el que no confirmare la Palabra de esta ley para hacerlas. Y dirá todo el pueblo: Amén.

Pero en el NT no hay casos de ministros que maldigan a nadie ni instrucciones para que lo hagan. El regocijo en la Biblia viene por la conversión del pecador, no por su condenación. Por eso el ministerio de la iglesia es la reconciliación, no la condenación (2Co 5:11–21).

Conclusión

La relación con Dios es una relación de compromiso, en el cual no solamente recibiremos sus bendiciones, sino también sus correcciones.
Aquellos que no quieran comprometerse con Dios, recibirán solamente sus bendiciones materiales, (Mateo 5:45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.”)… pero nunca las bendiciones espirituales.
Se quedarán solamente con la recompensa perecedera pero nunca la eterna.
Estos pasajes nos enseñan que vale la pena hacer un compromiso con Dios, y ese compromiso consiste en ser obedientes a su Palabra para que nos valla bien y no vengan sobre nosotros las maldiciones de la desobediencia.
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