EL TRABAJO EN EL EDEN

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INTRODUCCION

Buenas tardes hermanos, es un gozo estar juntos nuevamente para adorar a nuestro Señor y escuchar su Palabra.
Hace unas semanas conversaba con unos compañeros de trabajo, y surgió la pregunta de si seguiríamos trabajando si ganáramos la lotería. Todos dijeron que definitivamente no, y se sorprendieron cuando les dije que probablemente sí. La razón por la que ellos no querían seguir trabajando, es porque ven el trabajo como un mal necesario, una opresión sobre el ser humano impuesta por la necesidad de que obtener el sustento.
En la conversación le comenté que el ser humano había sido creado para trabajar, y que el ser productivo era algo que formaba parte del diseño de Dios para el hombre. Y ahí comenzó una discusión diferente, como se podrán imaginar.
Pero no debemos sorprendernos cuando escuchamos personas no creyentes pensar de esta manera. Lo que debe sorprendernos es escuchar cristianos que piensan así, cristianos que equivocadamente ven en el trabajo un castigo por el pecado, una opresión económica, hay cristianos cuya perspectiva acerca del trabajo está más influenciada por la política que por la Escritura.
Pero, ¿dónde podemos encontrar una base para tener una teología correcta acerca del trabajo? Pues, no hay mejor lugar que comenzar en el principio. Debemos ir al libro de los comienzos.
Vamos al libro de Génesis, y hoy continuaremos nuestra serie en Capítulo 2. No hemos salido siquiera del capítulo 2, y ya hemos visto parte de las verdades que sirven como fundamento para la fe Cristiana. Hemos visto como estos temas están profundamente conectados con el evangelio y con cuanta certeza responden a las preguntas y problemas de nuestra sociedad moderna.
Hemos aprendido como el Dios de la fe cristiana, el Dios del que la Biblia habla es el único Dios verdadero, Creador de los cielos y la tierra. Aquel por cuya voluntad existimos y vivimos. No hubo ningún proceso evolutivo en el sentido darwinista, no hubo ninguna transformación de una especia a otra, sino que todo fue creado por Dios en 6 días de 24 horas. El Creador, quien es también dueño y Señor de todo lo que existe, el único que es la autoridad completa sobre toda su creación y quien determina por su misma naturaleza lo que es bueno y lo que es malo. Este Creador, es a la vez el Juez moral que juzgará a todos los seres humanos, pero que a su vez, también es el Redentor de su pueblo.
Hemos visto también como este Creador ha hecho de manera especial al ser humano para que reflejara la imagen de Dios en toda la creación. Tanto el hombre como la mujer han sido creados a la imagen de Dios, con igual dignidad, con igualdad de derecho, valor delante de Dios y con el mismo propósito de reflejar la imagen de Dios y traer gloria a su nombre por medio de todo lo que hacen.
Aprendimos también, que Dios ha diseñado un reposo en el cual su creación puede descansar, un reposo que nos llevaba contemplar y disfrutar de la grandeza de Dios. Este reposo fue interrumpido por el pecado, pero no es el fin de la historia, pues hay un reposo mayor que encontramos nuevamente en la persona y suficiente obra de Jesucristo.
Y finalmente, aprendimos sobre el Adán histórico, ese primer hombre creado en el Huerto del Edén, aquel que fue nuestro representante en el Pacto de Obras que Dios estableció inicialmente con su creación, y bajo el cual todo ser humano nace, condenado por la imposibilidad de cumplirlo, vimos como Cristo, ese segundo Adán, si cumplió a nuestro favor ese pacto y Ley de Dios, para que ahora por su gracia podamos ser reconciliados con el Padre.
Hay tanta riqueza en Génesis, tanto que nos enseña acerca del diseño de Dios, y que nos ayuda a corregir nuestra perspectiva errada acerca de la vida en esta tierra.
Hay una gran diferencia entre ser salvo y ser santificado. Los cristianos somos salvos en un instante, en el momento que nos arrepentimos y ejercemos fe en Jesucristo, poniendo nuestra confianza únicamente en su sacrificio, en ese momento somos salvos por la eternidad. Sin embargo, esto no quiere decir que ya tengamos la perspectiva correcta acerca de la vida.
De hecho, somos salvos pero muchas veces tenemos una concepción errada de cómo debe ser la vida. Parte del proceso de santificación conlleva la importante área de renovar nuestras mentes para que veamos la realidad bajo el diseño de Dios.
Una de las partes importantes de ese cambio, es la forma en cómo vemos el trabajo. Como hemos dicho al principio, muchos creyentes equivocadamente ven el trabajo como un mal necesario. Ahora bien, es cierto que hay trabajos de mejor calidad que otros, y no todo trabajo es tan gratificante como otros. Pero la perspectiva acerca del trabajo en general debe estr más influenciada por la Escritura que por la economía o la política de un país.
Cuando vamos al libro de Génesis, encontramos esta gran verdad, que el ser humano fue creado para trabajar, y que el trabajo debe ser una forma de adoración a Dios.
Así que, les invito a que me acompañen a Génesis 2:4-17, el mismo pasaje que estudiamos hace un par de semanas, pero en esta ocasión, lo estudiaremos prestando especial atención al trabajo que Dios da al hombre en el Edén.
Por esta razón, he titulado este sermón “EL TRABAJO EN EL EDEN”.
Oración
Lectura: Génesis 2:4-17

CREADOS PARA TRABAJAR

Como hemos dicho, Dios creó todas las cosas en 6 días de 24 horas, y esto lo vemos en el capítulo 1, y sin embargo, en el capítulo 2 vemos tenemos una mirada mucho más cercana al día sexto. Y vemos algo muy interesante.
El capítulo 2 nos prepara para el resto de la historia que veremos en Génesis. En el capítulo 2 se nos prepara el escenario para la prueba más grande que la humanidad enfrentaría. En Génesis se nos muestra el jardín que Dios plantó y organizó para que el ser humano pudiera vivir y cumplir su propósito en ese escenario.
Muchos teólogos definen al Edén como un Jardín-Templo, y esto tiene mucho sentido. Jardín, porque era el lugar de trabajo del hombre. Dios había creado al ser humano para que labrara el huerto. En Genesis 2:5 “… porque Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre para que labrase la tierra,” es decir; el jardín era el lugar de trabajo de Adán, en el cual debía ejercer sus funciones de liderazgo; pero al mismo tiempo, era un templo, porque la presencia de Dios estaba en perfecta comunión con el hombre. Era el lugar de encuentro dentre el Creador y el ser creado. No había ningún tipo lucha por el uso del tiempo del ser humano como experimentamos en nuestra era moderna, y como ha experimentado la humanidad desde la caída.
El Huerto del Edén, era el Jardín-Templo que también era el hogar del hombre. Todas las esferas de la vida del ser humano en un solo lugar, la vida familiar, la vida laboral y la vida espiritual en perfecta armonía dentro del lugar que Dios había creado para Adán y Eva. Muchas personas hablan de un trabajo secular, y de una vida personal aparte de la vida cristiana como si estuvieran dividas, pero no es el caso, el diseño de Dios es que todo en nuestra vida sea vivido para su gloria, reflejando su imagen tanto en la relación familiar, en el aspecto laboral, y por su puesto con una profunda devoción y adoración al Creador por medio de la obediencia.
Cuando vemos Génesis 2, cada versículo debe ser leído casi como un preámbulo de la siguiente sección:
En el versículo 4 encontramos por primera vez la frase que dividirá el libro de Génesis en secciones, y es la frase hebrea toledot, es decir, “estos son los orígenes de los cielos y la tierra”, la misma frase que se repetira 10 veces en todo Génesis introduciendo la genealogía de cada grupo familiar.
Pero, también encontramos en los 5 y 6 un preámbulo al huerto del Edén y de la creación del hombre.
Este vocabulario que encontramos, del origen de los cielos y la tierra directamente a las plantas nos introduce al árbol de la vida, y al árbol de la ciencia del bien y del mal, que luego jugaría un papel importante en la tentación del ser humano. Fíjese en el contraste entre Genesis 1:1-3 y Genesis 2:4-5. En el capitulo 1 se nos dice que Dios creó la luz, pero en el capítulo 2, el autor tiene otra intención en mente, y es el enseñar al pueblo de Israel que la vida y la fertilidad provienen de Dios y no de los dioses paganos de los pueblos que ellos posteriormente derrotarían para tomar posesión de la Tierra Prometida.
Poco a poco, lo que Moisés está haciendo es convenciendo al pueblo de Israel que Dios es el Dios verdadero y que los dioses de las naciones no son más que Ídolos inservibles que no tienen vida. Todo esto con el fin de que entiendan que el Dios Creador es también el Dios Redentor de su pueblo.
Creados para Trabajar
De modo que, este versículo 5 ya nos da una idea de que este Jardín-Templo-Hogar, estaba preparado con el propósito de que el ser humano trabajara en él.
Lo que encontramos en los versículos del 6-14, es una descripción de como funcionada ese lugar. Como comentamos en el sermón anterior, la tierra no tenía necesidad de lluvia, pues contaba con un sistema de regado permanente, el vapor de agua que subía y regaba la tierra, así como los 4 grandes ríos que irrigaban el huerto. La tierra nunca experimentaba sequía ni debía ser fertilizada, ya que estaba en perfecto estado para producir fruto siempre. La tierra estaba siempre en perfecta disposición para cultivar y plantar toda clase de plantas para el alimento.
Dios pone en este Huerto dos árboles especiales, uno es el árbol de la vida, el ser humano no fue creado inmortal inicialmente, pero si con la posibilidad de vivir para siempre. El ser humano no tenía la restricción de comer del árbol dela vida, esa restricción vino después con la caída del ser humano en Genesis 3:22 “Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre.” .
Y también, el árbol de la cienca del bien y del mal, este árbol servía como un recordatorio, en primer lugar de que solo Dios es soberano sobre toda la creación, y el dominio del hombre sobre la tierra está a su vez, sujeto al dominio de Dios sobre el universo. Y en segundo lugar, como recordatorio de que el ser humano depende de la revelación divina para conocer lo que es bueno y malo. Es Dios quien comunica al hombre lo que es bueno y malo, y el hombre debe confiar en esa revelación por parte de Dios para obtener sabiduría. Comer del árbol es querer ser independiente de Dios y actuar separado de Él.
Y así, entonces, llegamos al v.15, y leemos lo siguiente Genesis 2:15 “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.”
Hay una especie de paralelismo entre el v.8 y el v.15, en la que se menciona dos veces que Dios pone al hombre en el huerto, sin embargo, la palabra usada en cada versículo es diferente. La connotación de la palabra usada en el v.15 es la de seguridad, un lugar seguro. Proviene de la palabra נוה nuach, que significa dar descanso. Y nos muestra que Dios puso al hombre en un entorno seguro para que pudiera trabajar, un lugar en el que disfrutaba por completo del descanso de Dios, no había lucha contra el pecado, no había oposición por parte de la tierra, no había conflicto entre el hombre y la mujer, ni había enemistad entre el Creador y la criatura, sino que era un entorno seguro, y ahí puso Dios al hombre.
La razón por la que Dios pone ahí al hombre es con un propósito fundamental, y vemos en la parte final del versículo 15 que Dios lo puso ahí para que los labrara y lo guardase.
Es interesante que en el diseño original de Dios, el trabajo era una parte fundamental de todo. Dios no dio e trabajo como parte de la maldición por el pecado, sino como parte de la bendición del Edén. Hermanos, y amados amigos, esto es algo importante, el trabajo no es una maldición por el pecado, sino una bendición del Edén. El trabajo no es dado como castigo, sino como un deleite.
La responsabilidad dada a los seres humanos de labrar y guardar el jardín es, de hecho, una de las formas en que el ser humano debía reflejar la imagen del Dios en la cual fue creado.
La palabra labrar, proviene del hebreo עבד (abad), que significa literalmente trabajar, cultivar o servir, esta palabra es la que luego describiría todo tipo de trabajo humano. Encontramos una correspondencia con Genesis 1:28 “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.”
La palabra sojuzgar tiene que ver con poner la tierra bajo el servicio, una traducción literal sería poner la tierra bajo esclavitud con el fin de que produzca fruto para hombre, y esto debía hacerlo por medio de su trabajo. El hombre, por medio de su actuar, provocaría que la tierra produjera su fruto. La forma de sojuzgar la tierra era por medio del cultivo de la tierra. De esta manera, serián los reyes que gobernaban la creación mostrando la misma generosidad de Dios, dando fruto para el bienestar de la creación.
Esto es lo que los teólogos han llamado el mandato cultural del ser humano, en su diseño de la creación Dios dio al hombre un mandamiento cultural, que no es más que el llamado que Dios ha hecho al ser humano de cultivar el jardín por medio de su vocación, trabajando con excelencia y diligencia para la gloria de Dios, y el beneficio de otros.
De hecho, tan profundo está el trabajo arraigado al diseño del ser humano, que justo después de la caída se nos menciona el oficio de los hijos de Adán y Eva. Mire lo que dice Genesis 4:2 “Después dio a luz a su hermano Abel. Y Abel fue pastor de ovejas, y Caín fue labrador de la tierra.”
En Genesis 4:17 “Y conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc; y edificó una ciudad, y llamó el nombre de la ciudad del nombre de su hijo, Enoc.”
En Genesis 4:20-22 “Y Ada dio a luz a Jabal, el cual fue padre de los que habitan en tiendas y crían ganados. Y el nombre de su hermano fue Jubal, el cual fue padre de todos los que tocan arpa y flauta. Y Zila también dio a luz a Tubal-caín, artífice de toda obra de bronce y de hierro; y la hermana de Tubal-caín fue Naama.”
Incluso después de la caída y de la maldad expresada del ser humano, vemos como el trabajo siguió formando parte esencial de la vida del hombre. Es interesante que la Biblia mencione en este recuento la actividad laboral que llevaron a cabo los descendientes inmediatos de Adán y Eva hasta sus tataranietos.
Esto es, esencialmente porque el hombre, al ser creado a la imagen de Dios, fue creado, entre otras cosas, para trabajar. Hemos sido creados para trabajar.
Ahora bien, este trabajo dado inicialmente al hombre, consistía en cultivar la tierra, por eso puso al hombre en el Edén para que lo labrara. Pero tambien para que lo guardase. Esta palabra denota protección. El hombre debia cultivar y proteger el Edén. La palabra hebrea es שמר (shamar), que significa proteger, vigilar o preservar algo. Ahora bien, si la creación de Dios era completamente buena, y no había pecado ni muerte en la creación, ¿de qué debía proteger el hombre al Edén? El capítulo 3 nos da la respuesta, el hombre debía proteger al huerto de la influencia destructora de Satanas. Algo que finalmente no hicieron como veremos cuando lleguemos al capítulo 3.
De modo que, el trabajo que Dios había dado al hombre era de desarrollo y protección. El hombre debía desarrollar la creación y extenderla a todas partes del planeta, al mismo tiempo que protegía a la creación de cualquier influencia de Satanas, por medio de su obediencia al mandamiento que Dios les había dado. Desarrollo y protección.

NUESTRO DIOS ES UN DIOS TRABAJADOR

De esta manera, el hombre estaría reflejando la imagen de Dios. De hecho, la razón por la que Dios da esta responsabilidad al ser humano, es porque el ser humano es creado a la imagen de Dios. Ciertamente, el hombre no es el más fuerte de la creación, los osos, los elefantes y muchos otros animales son mucho más fuertes que los hombres; tampoco es el más rápido, los leones, tigres, leopardos, son todos animales que son mucho más rápidos que el hombre. Pero aún así, fue al hombre a quien Dios dio la responsabilidad de desarrollar y de proteger la creación. Esto es porque solo el hombre es creado a la imagen de Dios.
Dios por naturaleza es un Dios trabajador. Génesis 1:1 comienza dando testimonio de un Dios trabajador. El primer versículo de la Biblia comienza diciendo “En el principio creó Dios...”. Bien pudiéramos decir: “En el pricipio trabajó Dios...”.
El pastor y autor Timothy Keller, en su libro “Toda Buena Obra, conectando tu trabajo con la obra de Dios”, escribe los siguiente: “[A diferencia de otros recuentos de la creación de las sociedades del antiguo medio oriente…] En la Biblia, sin embargo, la creación no es el resultado de un conflicto, porque Dios no tiene rivales. De hecho, todos los poderes y seres celestiales y terrestres son creados por Dios y dependientes de Dios. La creación, pues, no es el resultado de una lucha, sino la obra de un artesano”.
Mire el vocabulario que usa Génesis para describir el actuar de Dios:
Dios creó… v.1
Dios ordenó… v.3
Dios evaluó… v.3
Dios separó… v.4
Dios llamó… v.5
Dios proveyó… v.29
Y esto se repetirá prácticamente en cada día de la creación, pero no solo esto, sino que en el capítulo 2 se nos dice también que:
Dios hizo… v.4-5
Dios formó… v.6, 19
Dios plantó… v.8
Dios hizo nacer… v.9
De manera que, Dios diseñó, planificó, creó, organizó, evaluó, proveyó y delegó, todo esto en los primeros dos capítulos de Génesis. Prácticamente todo el proceso productivo resumido en el actuar de Dios en Génesis 1 y 2. Ahora bien, Dios no solo trabajó, sino que sigue trabajando. El Señor Jesús dijo en Juan 5:17 “Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo.”
La Biblia da testimonio de que Dios descansó, pero ese descanso no debe ser interpretado como inactividad, sino como satisfacción y cumplimiento de la tarea emprendida. Dios sigue trabajando, de hecho, no ha dejado de trabajar nunca, porque su poder y fuerza son inagotables. Juan nos da testimonio de que Dios sigue trabajando, solo que está desarrollando un tipo de trabajo muy diferente al trabado creador, ahora está llevando acabo su trabajo sustentador, Dios es quien sostiene todas las cosas, su providencia sigue actuando desde el minuto 1.
El Señor Jesucristo, aquel que es la imagen perfecta de Dios y la manifestación corporal de su gloria, poder y deidad también trabajó cuando estuvo en esta tierra. Primero como carpintero, y después en su ministerio. Si Cristo hubiese venido en estos tiempos modernos habría trabajado primero en IKEA antes de llevar a cabo su obra redentora.
Todo esto nos muestra que Dios es un Dios que encuentra deleite y satisfacción en su trabajo, en su obrar, en el ejercicio de su poder para crear, proveer, bendecir y redimir a la humanidad.
De ahí, que el ser humano, creado a la imagen de Dios, también fuese creado para encontrar deleite y satisfacción en un trabajo que daba gloria a Dios y reflejaba su imagen.

EL PROBLEMA CON EL TRABAJO

Y todo esto suena muy bonito, pero no es la realidad a la que nos enfrentamos todos los lunes a las 09:00 de la mañana, ¿o si?
Como comentamos al inicio de esta predicación, muchos creyentes tienen la visión incorrecta de su trabajo. De hecho, algunos incluso desearían no tener que trabajar. Hay algunos cristianos que de manera inconsciente les gustaría ganarse la lotería, ciertamente no la juegan, saben que poner su confianza en el azar es idolatría, pero en sus mentes fantasean con la idea de ser millonarios o tener suficiente dinero para no tener que trabajar por el resto de sus días. Estos ven en el trabajo un mal necesario, muy parecido a lo que mis compañeros de trabajo piensan acerca de este tema. Es un castigo, una opresión, un mal necesario.
Pero, tenemos también, algunos luchan con la pereza y la indisciplina, o la falta de contentamiento y satisfacción en el trabajo. Aquellos que trabajan porque no les queda de otra, pero que expresan su pereza en otras áreas de la vida. Abusan del entretenimiento, abusan del sueño, tan pronto tienen la oportunidad van a la inactividad por defecto. Ya han trabajado, ahora es tiempo de hacer otras cosas que no sean productivas. Pasan gran parte de su tiempo en los móviles, redes sociales, la televisión, o haciendo cualquier otra cosa que no es mala en si misma, pero que tampoco es productiva ni buena.
Pero, amado hermano, si éste eres tú, escucha lo que dice la Biblia al respecto:
Proverbios 6:6-11 “Ve a la hormiga, oh perezoso, Mira sus caminos, y sé sabio; La cual no teniendo capitán, Ni gobernador, ni señor, Prepara en el verano su comida, Y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento. Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? Un poco de sueño, un poco de dormitar, Y cruzar por un poco las manos para reposo; Así vendrá tu necesidad como caminante, Y tu pobreza como hombre armado.”
La pereza y la indisciplina son pecado porque van encontra del diseño de Dios para la creación y para el ser humano. Al ser perezosos no relfejamos la imagen de nuestro Creador. En el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo dice lo siguiente 2 Tesalonicenses 3:10 “Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma.”
En el caso de los hombres, su actitud perezosa incluso puede ser una evidencia de su incredulidad y falsa conversión. 1 Timoteo 5:8 “porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.”.
La pereza va encontra del diseño de Dios y no refleja la imagen de Dios puesta en el hombre.
Pero hay un segundo problema con el trabajo, y es que se ha convertido en un Ídolo para la gran mayoría de las personas. Muchos usan su trabajo como un instrumento para glorificarse a si mismos, y alcanzar el poder y el dinero que desean. Otros quieren sentirse autosuficientes, y por medio de sus trabajos buscan obtener todo lo que necesitan, sin reconocer que es Dios quien provee para sus necesidades.

EL TRABAJO Y EL PUEBLO DE ISRAEL

Cuando pensamos el pueblo de Dios en el Antiguo Testamento, vemos esta diferencia entre la ley de Dios y el resto de los pueblos que los rodeaban. De hecho, ésta era la idea que Moisés quería transmitir al pueblo de Israel. Debemos recordar que la audiencia original del libro de Génesis era el pueblo de Israel antes de entrar a la tierra prometida. Entrarían a una tierra que estaba llena de culturas, sociedades paganas que tenían sus propios dioses y que llevaban a cabo todo tipo de rituales paganos inmorales y sacrificiales que iban complamente en contra de la voluntad del Dios verdadero. Muchas de estos rituales y actitudes giraban alrededor del trabajo.
Un ejemplo claro es lo que los cananeos pensaban acerca del cultivo. Para ellos, el cultivo dependía que de Baal derramara su semen, representado por la lluvia, sobre la tierra. Para los cananeos, la lluvia era el semen de Baal, y para estimular a su dios, participaban en toda clase de actos sexuales inmorales. Pero no solo esto, sino que además, no tenían ningún tipo de concepto de generosidad, ni bondad, sino que oprimían a cuanto esclavo podían, y no compartían con nadie el fruto de su trabajo. Se enriquecían sin importar la necesidad de los demás.
Pero Dios en su ley claramente da al pueblo de Israel la forma en como debían reflejar el carácter de Dios como nación por medio de su trabajo.
Primeramente, Génesis les aclaraba que no era el semen de Baal lo que daba el fruto, sino que la semilla es aquella en la que estaba la fertilidad, y que la tierra debía ser labrada con el fin de cultivarla para que hubiese alimento. Los israelitas no debían caer en ningún tipo de inmoralidad sexual para fertilizar la tierra, sino que Dios prometió que en esa tierra fluiría leche y miel, sería una tierra fértil, pues Dios la haría fértil.
Pero no solo esto, su jornada de trabajo estaba marcada por su relación con Dios. Una vez a la semana debían parar todo tipo de actividad laboral, ni los animales, ni los siervos, ni los extranjeros, ni nadie debía trabajar, pues era un tiempo en el que debían dedicarse a la contemplación y meditación en la ley de Jehova, y recordar sus obras en medio de ellos. De esta manera, reconocen al único Dios y evitan hacer del trabajo o las riquezas un ídolo. Es un reconocimiento al Proveedor, y no una adoración a la provisión misma.
Y finalmente, cuando el pueblo de Israel trabajará, debían ser intencionales en proveer para los más necesitados y mostrar así la generosidad de Dios. Escuche atentamente lo que dicen los siguientes versículos:
Deuteronomy 10:17-18 “Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas, ni toma cohecho;que hace justicia al huérfano y a la viuda; que ama también al extranjero dándole pan y vestido”.
Deuteronomy 24:19-21 “Cuando siegues tu mies en tu campo, y olvides alguna gavilla en el campo, no volverás para recogerla; será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda; para que te bendiga Jehová tu Dios en toda obra de tus manos. Cuando sacudas tus olivos, no recorrerás las ramas que hayas dejado tras de ti; serán para el extranjero, para el huérfano y para la viuda. Cuando vendimies tu viña, no rebuscarás tras de ti; será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda”.
El pueblo de Israel debía ser una proyección del Edén, y debían trabajar, no ser ociosos, sino productivos para la gloria de Dios y la bendición de los demás. Por medio de su trabajo y su trato a los demás debían traer gloria a Dios.

EL TRABAJO ES ADORACIÓN

Pero desde la caída, el trabajo se ha convertido en una fuente de idolatría en vez de una expresión de adoración.
Vemos esto no muy lejos en el libro de Genesis 11:3-4 “Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla. Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra”.
Este es el famosos relato de la torre de Babel. Los seres humanos usaron su creatividad, sus recursos, su inteligencia para engrandecerse a sí mismos en vez de dar gloria a Dios.
Estomismo vemos en nuestros días, personas trabajando para exaltarse a sí mismos, sin reconocer que todo lo que tienen provienen del Creador.
Pero no es ese el llamado que tenemos cuando pensamos en el trabajo. De la misma manera en que Adán y Eva debían desarrollar y proteger el Edén, obedeciendo a Dios, reflejando su imagen y dándoles gracias y gloria a Él, asimismo, nosotros debemos hacer todas las cosas para la gloria de Dios.
Conexión con el evangelio: Amado amigo que hoy nos acompañas, Dios te ha creado con el propósito de adorarlo solo a Él. Tu trabajo, y realmente todo lo que hagas en tu vida debe ser hecho con el propósito e adorar al único sabio Dios. Pero, en nuestro pecado, hemos hecho de nuestro trabajo una expresión de nuestra idolatría en vez de una expresión de adoración. Nos creemos autosuficientes porque creemos que todo nos lo hemos ganado con nuestro esfuerzo sin tomar en cuenta al Creador y Proveedor. Y por si fuera poco, encontramos en nuestro trabajo una fuente de identidad que alimenta nuestro orgullo y nos hace sentir más que los demás, en vez de ser humildes, somos altivos, en vez de ser generosos somos mezquinos.
Quizás, crees que Jesús es solo un amuleto que te ayudará a ser exitoso en todo lo que tu quieras, como quienes piensan que necesitan a Cristo como ese plus para poder lograr todo cuanto quieren. Jesús no es un amuleto para el éxito, sino que es el Señor de todo el universo que merece completa adoración y obediencia, y eso incluye la forma en cómo trabajas.
Amado amigo, déjame decirte que sin importar cuánto hayas trabajado, acumulado o logrado en esta vida, al final de tus días tendrás que dar cuentas a tu Creador por la forma en cómo has vivido.
¿Has vivido para su gloria o para engrandecerte?
Amado amigo, el resultado final de la idolatría será el castigo eterno. Pero Dios, que es rico en misericordia, nos ha mostrado en Cristo un camino mucho mejor, un camino en el cual encontraremos libertad de nuestra idolatría, libertad de la necesidad de lograr para sentirnos mejor que otros, de trabajar para enriquecernos, y en él somos librados del pecado para poder vivir para su gloria. Te animo hoy, no dejes pasar ni un dia más, y ven a Cristo para conocer su amor y perdón.

EL CRISTIANO Y EL TRABAJO

Asimismo, para el creyente en Cristo el trabajo toma una nueva dimensión, ya no es causa de queja sino una oportunidad para la obediencia. En muchas de las cartas del Nuevo Testamento encontramos como el evangelio debe influir en la forma en como trabajamos. El creyente ya no debe trabajar para si, ni siquiera para sus amos terrenales, sino para el Señor. Pasajes como Efesios 6:5-9, Colosenses 3:22-4:1 o 1 Pedro 2:18-19, nos instruyen sobre cuál debe ser nuestra mientras trabajamos en este mundo. Presten especial atención a como estos pasajes nos llevan a poner nuestra mirada en el Señor más que en lo terrenal.
Ephesians 6:5-9 “Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo; no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios; sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres, sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor, sea siervo o sea libre. Y vosotros, amos, haced con ellos lo mismo, dejando las amenazas, sabiendo que el Señor de ellos y vuestro está en los cielos, y que para él no hay acepción de personas”.
1 Peter 2:18-19 “Criados, estad sujetos con todo respeto a vuestros amos; no solamente a los buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar. Porque esto merece aprobación, si alguno a causa de la conciencia delante de Dios, sufre molestias padeciendo injustamente”.
Cuando trabajamos, no lo hacemos para nosotros mismos, ni para nuestros jefes, sino para Dios. Esto nos libera profundamente de tener que agradar al ojo humano, otra forma de idolatría, sino que lo hacemos para la gloria de Dios.

LA IGLESIA Y EL TRABAJO EN EL EDEN

Pero no solo para el trabajo en nuestros empleos, sino que, de la misma manera que Dios encargó a ser humano un trabajo en Edén, también ha dado a todos los creyentes un trabajo en medio de su pueblo. Parte del trabajo para la gloria de Dios es también el servicio en su iglesia.
Dios ha creado a todo ser humano para trabajar y reflejar su imagen, y de manera muy especial ha redimido un pueblo para que también trabaje en desarrollas y proteger su reino. De la misma forma que Adán debia desarrollar y proteger el Edén por medio de su obediencia y su cultivo; los cristianos estamos llamados a trabajar por la extensión del reino de Dios, y proteger tanto la unidad como la doctrina de la iglesia.
Como creyentes muchas veces somos negligentes en esta responsabilidad que Dios nos ha encomendado. Otras veces luchamos con los mismos pecados que mencionamos anteriormente con respecto al trabajo, la pereza en el servicio a Dios, y las motivaciones incorrectas cuando lo servimos por vanagloria.
Pero Dios nos ha creado para el trabajo, de la misma forma que nos ha redimido para su servicio.
Oremos.
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