SEPULTURA Y RESURRECCIÓN DE CRISTO

El Evangelio según Juan   •  Sermon  •  Submitted
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El Señor Jesús ha muerto, sin embargo, todo ha quedado providencialmente arreglado para que las profecías mesíanicas se cumpla en Él. Maria Magdalena junto a otros discipulos han descubierto algo sorprendente la tumba de Jesús está vacía. No han sido los enemgios de Jesús ni los ladrones de tumbas, sino su magestad gloriosa, Jesús ha vencido la muerte, ha resucitado tal como lo había anunciado.

Notes
Transcript

Juan 19:38-42, 20:1:10

¶38 Después de estas cosas, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos, pidió permiso a Pilato para llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato concedió el permiso. Entonces él vino, y se llevó el cuerpo de Jesús. 39 Y Nicodemo, el que antes había venido a Jesús de noche, vino también, trayendo una mezcla de mirra y áloe como de cien libras. 40 Entonces tomaron el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en telas de lino con las especias aromáticas, como es costumbre sepultar entre los judíos. 41 En el lugar donde fue crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual todavía no habían sepultado a nadie. 42 Por tanto, por causa del día de la preparación de los judíos, como el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.
Y el primer día de la semana María Magdalena fue* temprano al sepulcro, cuando todavía estaba* oscuro, y vio* que ya la piedra había sido quitada del sepulcro. 2 Entonces corrió* y fue* a Simón Pedro y al otro discípulo a quien Jesús amaba, y les dijo*: Se han llevado al Señor del sepulcro, y no sabemos dónde le han puesto. 3 Salieron, pues, Pedro y el otro discípulo, e iban hacia el sepulcro. 4 Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro; 5 e inclinándose para mirar adentro, vio* las envolturas de lino puestas allí, pero no entró. 6 Entonces llegó* también Simón Pedro tras él, entró al sepulcro, y vio* las envolturas de lino puestas allí, 7 y el sudario que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con las envolturas de lino, sino enrollado en un lugar aparte. 8 Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó. 9 Porque todavía no habían entendido la Escritura, que Jesús debía resucitar de entre los muertos. 10 Los discípulos entonces se fueron de nuevo a sus casas.

I. JESÚS ES SEPULTADO

Luego de que Jesús entregó su espíritu al Padre y los soldados se aseguraron que verdaderamente estaba muerto al atravesar su costado con una lanza, un miembro del sanedrín, rico y distinguido (Mt. 27:57), varón bueno y justo (Lc. 23:50) y que esperaba el reino de Dios (Mc. 15:43) llamado José de Arimatea y que además era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos pidió permiso a Pilato para llevarse el cuerpo de Jesús. Los discípulos en secreto eran condenados por su falta de valor, Juan habló de ellos como quienesamaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios” Jn 12:42-43. Sin embargo, lo que este miembro del Sanedrín está haciendo, exige valor y fidelidad. Aunque Juan dice que José pidió permiso a Pilato para llevárselo, Marcos nos dice que aquello fue una acción osada que requería de valor (gr. τολμήσας) (Mc. 15:43).
La razón por la que tal petición era un acto de valor responde por lo menos a tres razones, a saber: (1) Los romanos, por lo general, dejaban que los animales salvajes devoraran la carne de los muertos por crucifixión, y los judíos siendo un poco más condescendientes, los arrojaban a una fosa común a las afueras de la ciudad. Sí Pilato hubiese querido actuar en conformidad con este criterio Jesús no hubiese podido ser sepultado [1]. En ese sentido no era muy común que alguien reclamara el cuerpo de un criminal. Para ese momento Pilato debió haber estado fastidiado de los judío y especialmente irritable, pero José de Arimatea con valentía solicitó el cuerpo de Jesús. (2) Al entrar en contacto con el cuerpo muerto de Jesús implicaba que José quedaría ceremonialmente impuro y por lo tanto, excluido de la memorable Pascua. (3) Durante mucho tiempo José de Arimatea había sido un discípulo en secreto, pero luego de la muerte de Jesús, estuvo dispuesto a poner en riesgo ante sus compañeros del Sanedrín aquello que un día protegió. Estas cosas entrañan valor y fidelidad.
Marcos dice que ante tal petición Pilato se sorprende de que Jesús hubiera muerto tan pronto, puesto que, como ya hemos mencionado, esta muerte podía extenderse por días enteros. Lo cierto es que Pilato llama al centurión y para comprobar la muerte le pregunta si ya Jesús estaba muerto (Mr. 15:44-45). Luego Pilato concedió el permiso.
Entonces, José de Arimatea vino y bajándole de la cruz (Mr. 15:46 ), y envolviéndolo en una sabana limpia (Mt. 27:59) se llevó el cuerpo de Jesús. Con este gesto José de Arimatea ha quedado ceremonialmente impuro pero se ha reivindicado; ha demostrado lo que piensa y cree: que Jesús es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, la verdadera Pascua.
Pero José de Arimatea no está solo en esto también aparece otro respetado miembro del Sanedrín, un hombre llamado Nicodemo que significa el “victorioso del pueblo”. Nótese que para Juan no es simplemente Nicodemo, sino “Nicodemo, el que antes había venido a Jesús de noche”. Se piensa que la razón por la que este respetado sanedrista había visitado a Jesús de noche era por miedo a ser descubierto por sus compañeros y poner en riesgo su posición. Sí ese fue el caso, ahora notamos un progreso significativo en él. Quedan escasos minutos para que el gran día de reposo comience, con lo que no solo está poniendo en riesgo su reputación dentro del Sanedrín, sino que junto a José de Arimatea ha quedado ceremonialmente impuro. Finalmente, ¿había comprendido este Maestro de Israel que para ver el reino de Dios no era necesario celebrar una fiesta sino creer que: “como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”? Jn. 3:14–16 (RVR60). !Pienso que si!
Pero Nicodemo no solo está demostrando un notable progreso en su fe, además hay una gran generosidad en su acto. Está decidido no solo a darle sepultura a su Maestro sino además a hacerlo con la dignidad debida: trayendo una mezcla de mirra y áloe como de cien libras, es es un cantidad para nada insignificante. Son unos 30 kilos aproximadamente Nicodemo ha decidido darle a su Maestro la sepultura digna de un Rey.
Entonces tomaron el cuerpo de Jesús lo lavaron, y lo iban envolviendo en las telas de lino que José de Arimatea había comprado, y en cada dobles del lino se colocaba la mezclas con las especias aromáticas, como es costumbre sepultar entre los judíos.
 En el lugar donde fue crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo que pertenecía al propio José de Arimatea (Mt. 27:60) y en el cual todavía no habían sepultado a nadie. Por tanto, por causa del día de la preparación de los judíos, como el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús. Hicieron rodar una gran piedra en la entrada de la tumba (Mt. 27:60). Es así como el Señor providencialmente a dispuesto su sepultura, dos hombre ricos y respetados han provisto una tumba nueva, el lienzo y 30 kilos de mezcla, en fin, una sepultura digna de rey. Es cierto que el cuerpo de Jesús está muerto, pero Él no ha dejado de actuar, es así como se cumplía la profecía de Isaías: “Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca” Is. 53:9.
Pero esto no paso desapercibido para las autoridades, Mateo registra que “Al día siguiente, que es después de la preparación, [es decir, el propio día de reposo] se reunieron los principales sacerdotes y los fariseos ante Pilato, diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré. Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos de noche, y lo hurten, y digan al pueblo: Resucitó de entre los muertos. Y será el postrer error peor que el primero. Y Pilato les dijo: Ahí tenéis una guardia; id, aseguradlo como sabéis. Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia.” Mateo 27:62–66 (RVR60).

II. EL HALLAZGO DE LA TUMBA VACÍA

Juan nos continúa diciendo que el primer día de la semana María Magdalena fue* temprano al sepulcro. Esto es posible porque como indica Marcos, María Magdalena había visto donde José de Arimatea y Nicodemo pusieron el cuerpo de Jesús (Mc. 15:47). Aunque no fue la única en visitar el sepulcro ese día (Mt. 28:1; Mc. 16:2; Lc. 24:1) fue la primera en ir cuando todavía estaba* oscuro.
María era originaria de “Magdala” un pueblo ubicado en la costa suroccidental del Mar de Galilea. Es por este origen que se le conoce como María Magdalena (Mt. 27:56, 61; 28:1; Mr. 15:40). Jesús la había liberado de siete demonios (Lc. 8:2) y desde entonces, se convirtió en una de las seguidoras más piadosas del Señor Jesús. Al punto que mientras los otros discípulos habían sido esparcidos luego del arresto de Jesús ella estuvo en la cruz (Mt. 27:56; Mr. 15:40; Jn. 19:25) arriesgando su vida y como un vigía fiel estuvo sentada viendo donde colocarían el cuerpo de Jesús una vez muerto (Mt. 27:61). Su amor por el Señor ha quedado patentado en todas estas acciones, y es probable que haya sido ese amor la causa de que fuera al sepulcro cuando todavía estaba oscuro. Su alma estaba ahogada en la pena y no podía esperar un minuto más quería estar cerca del cuerpo frío de su Maestro.
Cuando llegó a la tumba de Jesús, descubrió algo sorprendente vio* que ya la piedra había sido quitada del sepulcro. María, al igual que el resto de los discípulos, no había entendido que era necesario que Jesús resucitara, por lo que debió pensar que el cuerpo de Jesús había sido robado o bien por los enemigos de Jesús que procuraban traerle mayor deshonra, o por los ladrones que acostumbraban a saquear los sepulcros.
Entonces corrió* y fue* a Simón Pedro y al otro discípulo a quien Jesús amaba, y les dijo*: Se han llevado al Señor del sepulcro, y no sabemos dónde le han puesto. Ante estas palabras, Salieron, pues, Pedro y el otro discípulo [Juan], e iban hacia el sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo [Juan] corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Este último dato es muy importante, porque Juan quien llegó primero, es el propio escritor del evangelio, por lo tanto, fue el primer testigo hombre en ver aquello.
Juan no explica como pudo haberse movido esa piedra pero Mateo nos dice que fue removida luego de que un terremoto ocurriera “porque un ángel del Señor descendiendo del cielo y llegando removió la piedra, y se sentó sobre ella” y mientras tanto los guardias que custodiaban la tumban fueron sobrecogidos por un miedo que “quedaron como muertos” (Mt. 28:2-4). Así cuando Juan llegó la piedra estaba removida, e inclinándose para mirar adentro, vio* las envolturas de lino puestas allí, pero no entró. Entonces llegó* también Simón Pedro tras él, quien era más atrevido y entró al sepulcro, y vio* las envolturas de lino puestas allí, y el sudario que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con las envolturas de lino, sino enrollado en un lugar aparte. En efecto, lo que tanto temían ha ocurrido el cuerpo de Jesús no está, y Pedro quien entró primero lo ha cerciorado.
Entonces entró también el otro discípulo [Juan], el que había llegado primero al sepulcro, y pudo constatar con mayor claridad. Todo aquello era muy extraño ¿Quién se pudo haber llevado el cuerpo de Jesús? El lugar no parecía haber sido ultrajado por ladrones ¿Qué ladrón querría llevarse el cuerpo destrozado de Jesús y dejar las envolturas de lino puestas allí. Las envolturas de lino harían que robarse el cuerpo hubiese sido más sencillo, además, la cantidad de mezcla de aloe y mirra que era verdaderamente valiosa estaba precisamente en las envolturas de lino. Por otra parte, el sudario había sido enrollado en un lugar aparte. ¿Qué Ladrón se hubiese tomado el tiempo para ordenar aquel lugar y enrollar el sudario? Entonces surge otra posibilidad ¿Será que el Señor Jesús, finalmente se ha levantado de entre lo muertos y con toda gloria y poder a decidido vestirse como los vivos a la vez que ha dejado aquellas vestiduras de muerte dobladas en la tumba como una señal inequívoca de su resurrección? Definitivamente si. La Biblia nos dice que cuando Juan vió todo aquello creyó. Porque todavía no habían entendido la Escritura, que Jesús debía resucitar de entre los muertos.
Luego de este sorprendente hallazgo Los discípulos entonces se fueron de nuevo a sus casas. Se fueron completamente llenos de gozo, con un nuevo entendimiento de la obra de Cristo, de su poder y majestad. A partir de ese instante la Escritura tomaba un sentido distinto, cristológico. Se fueron con el corazón ardiendo y ensalzando a Cristo.
En casa de Juan yacía una mujer que seguramente se alegraría mucho con aquella noticia, María la Madre de Jesús. Así se cumplía las palabras de Jesús cuando les dijo:
De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo. Jn 16:20.

III. APLICACIONES PARA LA VIDA

1. La muerte expiatoria de Cristo ha hecho que hombres temerosos como Arimatea y Nicodemos quienes se había mantenido en secreto por miedo a los hombres, cobraran valor e hicieran algo por Jesús. Por una parte es lamentable ver como estos hombres tipifican a muchos de nosotros que somos capaces de hacer más por una persona una vez que ha muerto que mientras vive. Los aires de la funerarias suelen llenarse de palabras y sentimientos hacia el difunto que no se expresaron mientras estaba en vida, que lamentable y triste suele ser esto. Mas vale un gesto cálido en vida que todos los ornatos después de muerto.
Pero por otra parte, se ve como la cruz de Cristo comienza a ejercer su influencia poderosa. Se puede evidenciar en estos dos discípulos como la cruz comienza hacer su efecto en sus corazones, lo que no estuvieron dispuestos a arriesgar mientras su Maestro estaba en vida, ahora que ha muerto lo tienen por menos y lo arriesgan todo. Es muy probable que la conciencia de aquellos hombres haya sido profundamente afectada por una pregunta similar a esta: ¿Jesús acaba de sufrir los padecimientos más horrible, ha sido víctima de la ejecución más temible y dolorosa que existe, para traer perdón a tus pecados, y ahora mírate tu acobardado solo pensando en tu propio prestigio y bienestar? Este mismo impacto debe ocurrir en todo aquel cristiano que reflexiona en la muerte expiatoria de Cristo.
2. Notemos la providencia del Dios a lo largo de toda la muerte de Jesús. Es cierto que su cuerpo está muerto, pero no ha dejado de actuar se sigue moviendo entre los hombres. Mientras sus discípulos pobres están atemorizados y confundidos, sin ninguna posibilidad de darle una sepultura digna que cumpliera con la profecía que anunciaba que el Cristo debía ser enterrado junto con los ricos, levanta a José de Arimatea y a Nicodemos para que hagan el trabajo. El Señor llevará acabo sus planes a pesar de las debilidades nuestras, incluso usándolas para su gloria. Cuando los discípulos más aventajados huyeron se levantaron aquellos más débiles.
Nicodemos y Jose de Arimatea nos recuerdan cuan paciente debemos ser con aquellos que parecer ser los más débiles en la fe, y que parecen aportar muy poco a la causa de Cristo pues en el momento de la prueba pueden, al igual que José y Nicodemo arriesgarlo todo. Judas el que cargaba la bolsa lo ha traicionado, Pedro quien dijo que moriría por él de ser necesario lo ha negado, el resto de los discipulos están confundidos y atemorizados, aquellos que una vez echaron fuera demonios, proclamaron el evangelio de reino y sanaron a los enfermos estaban encerrados en alguna casa. Pero José y Nicodemo se han levantado a reclamar el cuerpo de su Maestro y darle una digna sepultura.
3. También cabe mencionar que el Señor tuvo discipulos con mucho poder político y económico y que en el caso de José y Nicodemos han demostrado que las riquezas puestas al servicio de la obra de Dios resultan en tremendas bendiciones.
Debe saberse, que no cualquiera podría tener una tumba labrada en piedra, esas tumbas por lo general pertenecían a personas ricas. Estos nos indica dos cosas de José de Arimatea: (1) Lo que arriesgo al pedir el cuerpo de Jesús no fue cualquier cosa, seguramente puso en juego la fuente de todas sus riquezas terrenales, su cargo en el sanedrín, e incluso la expulsión de la comunidad judía. (2) No consideró la tumba nueva como algo a que aferrarse, sino que la ofreció libremente para la sepultura de su Señor.
Por su parte, Nicodemos ha traído cerca de 30 kilos de especies aromáticas, una cantidad sumamente generosas. Cuanto bien pueden hacer las riquezas en las manos de hombre verdaderamente piadosos. El Señor no condena las riquezas, condena el uso egoístas de ella. El Señor no condena las riquezas condena el afán de obtenerlas. El Señor no condena las riquezas condena el amor a ellas. El Señor no condena a los ricos por sus riquezas condena a los ricos que ponen su confianza en ellas.
4. La consideración del Señor hacia las debilidades de sus discipulos. El Señor ha dejando evidencia suficiente de que había resucitado, la piedra no fue removida par que Jesús pudiera salir, es evidente, que su cuerpo no estaba suscrito completamente a las leyes de la materia. Removió la piedra por de otra manera sus discipulos no se hubieses enterado. A la misma razón responder el hecho de que el sudario estuviera doblado por un lado y las envolturas de lino por el otro, para que al ver pudieran creer. Cuantas cosas nos hace la providencia del Señor a diario en nuestras vidas para que sigamos creyendo, para que permanezcamos firmes y sin caer. Por favor, consideremos esta conducta de nuestro Señor y seamos pacientes para con los hermanos.
5. Todos estos hechos apuntan a la trascendencia de la resurrección de Cristo con respecto a las otras resurrecciones. P.ej. Juan nos cuenta que cuando Lazaro fue resucitado por Jesús salió con “los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario”. Jesús pidió a los que estaban allí: “Desatadlo, y dejadlo ir” (Jn 11:44). Pero en el caso de la resurrección de Jesús no necesitó ayuda de nadie, imaginamos que el cuerpo debió traspasar aquellos telas a la vez que el mismo se quitaba el sudario y lo doblaba, y antes de salir de la tumba se vistió como se visten los que viven.

CONTEXTO CULTURAL

PERSONAJES:
1. José de Arimatea
Miembro del sanedrín, hombre rico y distinguido, esperaba el reino de Dios (Mr. 15:43). No había consentido en la sentencia de muerte pronunciada contra Jesús, por cuanto era discípulo secreto de Él, al igual que Nicodemo, el único otro miembro del concilio que tenía fe en Él. Valerosamente, José reclamó el cuerpo de Jesús a Pilato, y lo sepultó en su propio sepulcro nuevo, cumpliendo así la profecía de Isaías: “Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca” Is. 53:9. Su perfil se puede ampliar en: (Mt. 27:57–60; Lc. 23:50–53; Jn. 19:38). [A]
Por su parte el Diccionario Enciclopédico de la Biblia dice: “Marco lo describe como un miembro noble e ilustre (buleutés) del Sanedrín (Mc. 15:43). Lucas añade calificativos positivos como “varón bueno y justo” (Lc. 23:50). Mateo, en vez de miembro respetado del consejo judío, dice que era un “hombre rico” (Mt. 27:57). Marcos y Lucas afirman que esperaba el reino de Dios (Mc. 15:43; Lc. 23:51) y este último añade que no había consentido en la condena de Jesús por parte del Sanedrín (Lc. 23:51). Mateo hace de él un discípulo (Mt. 27:57). Juan…lo describe como discípulo de Jesús “pero secretamente, por miedo de los judíos” Jn 19:38. Los discípulos clandestinos o “secretos” son juzgados duramente en este evangelio (cf. Jn. 12:42-43) Pero es evidente que el gesto de José al reclamar el cuerpo de Jesús le sirve para ganar la estima del autor johánico”. [B]
2 Nicodemo
(gr. «victorioso con el pueblo»). Fariseo, miembro del sanedrín. Los milagros de Jesús lo convencieron de que el «nazareno» era un enviado de Dios. Nicodemo fue a encontrarse con Jesús de noche para no ser visto, o porque la hora le fuera favorable. Jesús le explicó qué es el «nuevo nacimiento»; le manifestó que Dios, en Su amor, había dado Su Hijo unigénito, con el fin de que todo aquel que crea en Él tenga la vida eterna (Jn. 3:1–21). Cuando los miembros del sanedrín acusaron a Jesús de impostor, Nicodemo les pidió si la Ley les autorizaba a condenar a alguien antes de haberle escuchado (7:50–52). Finalmente, este doctor de la Ley contribuyó alrededor de cien libras romanas de una composición de mirra y de áloes para el embalsamamiento del cadáver de Jesús (19:39). [C]
“Dentro de este grupo de fariseos, ya exclusivo de por sí, había un grupo de 70 hombres que pertenecían a la exclusiva corte suprema judía, llamada Sanedrín, al parecer este grupo remonta su tradición a los 70 ancianos que ayudaron a Moisés a liderar a Israel. Todos los asuntos religioso de todo hombre judío en aquel entonces estaba bajo la influencia de estos 70 ancianos de los que Nicodemos formaba parte.
El nombre Nicodemo significa “Victorioso entre su pueblo”, y sin duda lo era, es muy probable que fuera un hombre rico, dado que fue quien llevó un compuesto de cien libras de mirra y aloe a la sepultura de Jesús (Juan 19:39-40), cantidad que solo una persona adinerada podía comprar. Su profesión era estudiar, interpretar, enseñar y vivir la ley.
Sin embargo, a pesar de todos los honores, títulos y privilegios que gozaba el “victorioso” Nicodemo su alma estaba quebrada, tenía preguntas que el prestigio, el poder, y la forma de interpretar y vivir las Escritura no estaban resolviendo. Supongo que tan grande era el vacío en su alma que se vió impulsado a ir a donde aquel maestro carpintero que nunca había ido a una escuela rabínica, llamado Jesús de Nazaret.” [D]
María Magdalena
«Magdalena» indica su lugar de origen (Mt. 27:56, 61; 28:1; Mr. 15:40, 47; 16:1, 9; Lc. 8:2; 24:10; Jn. 19:25; 20:1, 18), Magdala, sobre la costa suroccidental del mar de Galilea. Jesús la liberó de siete demonios (Mr. 16:9; Lc. 8:2); tomó desde entonces su lugar entre los discípulos más devotos. La primera mención de esta María (Lc. 8:2) sigue poco después del relato de la unción de los pies del Señor por una pecadora en una ciudad de Galilea (Lc. 7:36–50). Ésta es la razón de que se haya creído que estos dos pasajes se refieren a la misma persona, lo que es muy improbable. Esta suposición ha hecho pasar a María Magdalena por una mujer de mala vida. Así su buen nombre ha sufrido, a pesar de que no se pueda justificar la conexión arbitraria entre ambos pasajes. No sabemos qué forma tenía la terrible posesión de la que había sido liberada. Al principio del ministerio de Jesús en Galilea empezó a acompañar a los doce y a las mujeres que ayudaban al Señor y a los discípulos con su dinero (Lc. 8:1–3). Estuvo ante la cruz (Mt. 27:56; Mr. 15:40; Jn. 19:25) y estuvo sentada ante el sepulcro cuando fue depositado en él el cuerpo de Jesús (Mt. 27:61). Al amanecer el tercer día, llegó allí acompañada de «la otra María». Al ver que la piedra había sido quitada de delante de la entrada del sepulcro, corrió a Jerusalén a advertir a Pedro y a Juan de ello (Jn. 20:1, 2). María Magdalena siguió a los apóstoles, volvió al huerto, y se quedó después de que se hubieran ido. Es a ella que el Jesús resucitado apareció en primer lugar (Mr. 16:9; Jn. 20:11–17); se apresuró a hacer saber esto a los discípulos (Jn. 20:18). No se conoce nada más acerca de ella. [E]
COSTUMBRES
1. La Sepultura Judía.
Inhumación, puesta en tierra de un cadáver, honras fúnebres. Al darse una defunción, los amigos se precipitaban en la casa mortuoria, lanzando grandes gritos, especialmente las mujeres (Mr. 5:38); incluso se alquilaban plañideras (Jer. 9:17). Se lavaba el cuerpo (Hch. 9:37), que era después envuelto en un lienzo o atado con vendas (Mt. 27:59; Jn. 11:44). Los ricos añadían perfumes y especias (Jn. 12:7; 19:39) que en ocasiones se quemaban (Jer. 34:5). El cuerpo era depositado en una cueva o en un sepulcro cavado horizontalmente en la roca (Gn. 25:9, 10; Mt. 27:60; 2 S. 3:31; Lc. 7:14). [F]
2. Tumba
Los hebreos sepultaban a sus muertos bien en fosas cubiertas de losas, bien en cuevas naturales o artificiales, cuando las condiciones locales favorecían este tipo de sepultura (Gn. 23:9; Is. 22:16; Mt. 27:60; Jn. 11:38). Las cavernas y grutas naturales eran prolongadas excavándolas más profundamente (Gn. 50:5). Las formaciones rocosas de los alrededores de Jerusalén están llenas de estas tumbas. La entrada de la cueva o de sus cámaras sepulcrales se cerraba con una gran piedra redonda que se hacía descender rodando hasta encajar en su sitio (Mt. 27:60), impidiendo así la entrada de chacales u otros animales. Por lo general, las tumbas se hallaban lejos de las viviendas; aunque algunas de ellas se hallaban en los jardines de algunas casas (2 R. 21:18, 26) o dentro de los muros de la ciudad (1 R. 2:10), por lo general estaban fuera de las ciudades, en ocasiones en recintos rodeados de árboles y huertos (Jn. 19:41). También era frecuente que las cámaras funerarias, excavadas bien a lo alto de una escarpada pared rocosa, se abrieran muy por encima del suelo. Cada año, en el mes de Adar, se blanqueaba el exterior de los sepulcros, escalándolos (Mt. 23:27), no sólo para adornarlos, sino para advertir a los que pasaran por allí, a fin de que no los tocaran, lo que entrañaba una impureza legal. La tumba individual era cavada en el suelo de la cueva, y recubierta con una losa, o bien tallada como un nicho en la pared rocosa. El interior de algunos sepulcros presentaba un banco circular, tallado en la pared para recibir los despojos mortales, que se ponían en ocasiones en dos pisos de nichos o cavidades. Las tumbas grandes podían contener ocho y hasta trece cuerpos. Por lo general, no se usaban féretros. Ocasionalmente, las tumbas de los ricos contenían sarcófagos de piedra. La entrada a la cueva era en ocasiones muy elaborada, o se erigía un monumento, como una sencilla columna (2 R. 23:17) o un mausoleo (1 Mac. 13:27). Los hebreos y las naciones vecinas poseían sepulcros familiares (Gn. 49:29–31; 2 S. 2:31; 1 R. 13:22; 1 Mac. 9:19; 13:25). Había un cementerio público para los pobres, y un lugar donde sepultar a los extranjeros (2 R. 23:6; Jer. 26:23; Mt. 27:7).
En la pendiente de una colina se perforaba un pasadizo (frecuentemente con varios escalones descendentes). Detrás de una pequeña abertura (1a), que podía ser cerrada con una pesada piedra rodante, se excavaba una cámara (2) con bancos en las paredes donde sentarse (2a), y después una segunda cámara (3) con la figura de uno o más peces. El muerto se depositaba en esta última cámara. Cuando se quería usar la tumba para otro muerto, se recogían los huesos que aún quedaban en la cámara y se depositaban en una pequeña cavidad en el suelo o en una especie de cofre u osario. [G]

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICAS

[1] Craig Keener (2017). Comentario del contexto cultural de la Biblia Nuevo Testamento. (p. 313). (Texas) EE.UU. Editorial Mundo Hispano.
[A] Ventura, S. V. (1985). En Nuevo diccionario bíblico ilustrado (p. 616). TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.2.
[B] Ropero, Alfonso (2013). En Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia (pp. 1368-1369). ESPAÑA (Barcelona) CLIE.
[C] Ventura, S. V. (1985). En Nuevo diccionario biblico ilustrado (p. 812). TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.
[D] Muñoz John. Del Sermón: La visita de Nicodemo a Jesús. p. 4.
[E] Ventura, S. V. (1985). En Nuevo diccionario biblico ilustrado (p. 731). TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.
[F] Ventura, S. V. (1985). En Nuevo diccionario biblico ilustrado (p. 1083). TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.
[G]Ventura, S. V. (1985). En Nuevo diccionario biblico ilustrado (p. 1175). TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.
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