Propiciación

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Repaso

Romanos 3:21–26 NBLA
21 Pero ahora, aparte de la ley, la justicia de Dios ha sido manifestada, confirmada por la ley y los profetas. 22 Esta justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo es para todos los que creen. Porque no hay distinción, 23 por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios. 24 Todos son justificados gratuitamente por Su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús, 25 a quien Dios exhibió públicamente como propiciación por Su sangre a través de la fe, como demostración de Su justicia, porque en Su tolerancia, Dios pasó por alto los pecados cometidos anteriormente, 26 para demostrar en este tiempo Su justicia, a fin de que Él sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en Jesús.
Justificación. Acto por el cual el Dios tres veces santo declara que el pecador que cree viene a ser justo y aceptable ante Él, por cuanto Cristo ha llevado su pecado en la cruz, habiendo sido «hecho justicia» en su favor (1 Co. 1:30). La justificación es gratuita, esto es, totalmente inmerecida (Ro. 3:24); sin embargo, se efectúa sobre una base de total justicia, por cuanto Dios no simplemente pasa el borrador sobre nuestros pecados con menosprecio de su santa Ley. Las demandas de su santidad han quedado plenamente satisfechas en Jesucristo que, no habiéndola jamás quebrantado, sino siendo Él mismo totalmente santo y justo, llevó en nuestro lugar toda la ira por la Ley quebrantada y por toda la iniquidad del hombre.
Redención. El término redención significa «liberado, devuelto mediante el pago de un rescate». El hombre no puede dar a Dios rescate por su hermano: porque la redención del alma es de gran precio, y no se logrará jamás: esto es, se tiene que abandonar toda esperanza de dar uno mismo el rescate. El precio es imposiblemente alto para el hombre (cfr. Sal. 49:7–8).
En el NT hay dos términos que se traducen «redención»: (1) lutrosis, y sus derivados, apolutrosis y el verbo lutroõ, «desatamiento, liberación, desatar», indicándose la liberación mediante el pago de un rescate, redención, redimir. (2) Exagorazõ, «comprar en un mercado». Cristo ha redimido a los creyentes de la maldición de la Ley (Gá. 3:13; 4:5).

Propiciación o Expiación

En la superficie, la lógica de la expiación es sencilla.
Pecamos y, por lo tanto, estamos bajo la ira de Dios. Cuando Jesús murió en la cruz, sufrió el castigo que merece el pecado. Si ponemos nuestra fe en Cristo, tenemos vida eterna.
El pecado contra Dios demanda castigo eterno
Mateo 18:8 NBLA
8 »Si tu mano o tu pie te hace pecar, córtalo y tíralo. Es mejor que entres en la vida manco o cojo, que teniendo dos manos y dos pies, ser echado en el fuego eterno.
2 Tesalonicenses 1:9 NBLA
9 Estos sufrirán el castigo de eterna destrucción, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de Su poder,
Apocalipsis 20:10 NBLA
10 Y el diablo que los engañaba fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde también están la bestia y el falso profeta. Y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.
Jesús murió, fue enterrado, y resucitó en el tercer día. Está sentado a la diestra de Dios Padre
Romanos 8:34 NBLA
34 ¿Quién es el que condena? Cristo Jesús es el que murió, sí, más aún, el que resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.

1. ¿Qué es la muerte?

Pablo escribe:
Romanos 6:23 NBLA
23 Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
La muerte es el castigo por rebelarse contra Dios: cuando la Escritura habla sobre esto, no es simplemente una categoría biológica. Dios advirtió a Adán que si comía del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal:
Génesis 2:17 NBLA
17 pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás»
Adán no cayó muerto el día que comió el fruto, sino que fue expulsado del Edén.
Entonces, la muerte es fundamentalmente la separación de Dios. Y como fin último, la muerte es la eternidad en el infierno. Dios no estará totalmente ausente; estará presente como juez y castigador para los condenados.

2. ¿Por qué es eterno el infierno?

El castigo eterno es apropiado al menos por dos razones. Primero, Dios nos hizo para existir por siempre, por lo que la decisión de permanecer en rebelión e incredulidad tiene consecuencias eternas.
Segundo, los pecados cometidos contra un Creador infinito son infinitamente serios.
El castigo del pecado es eterno en relación con el tiempo, pero también es infinito en un sentido cualitativo. En otras palabras, hay un componente temporal al castigo por el pecado, así como un componente de compleción.
Imagina a un profesor que castiga a un estudiante haciéndole escribir 100 veces: “no me burlaré de las personas”. Independientemente de si toma 30 minutos o tres horas, el castigo no está completo hasta que escriba la oración por centésima vez. Algo similar pasa con la expiación. Si hacemos una distinción entre la duración del castigo y el derramamiento completo de la ira de Dios sobre el pecado, podemos entender cómo Cristo, un ser infinito, tomó nuestro castigo sin pasar la eternidad bajo la ira de Dios.

3. ¿Qué es la Propiciación?

Esta palabra, “propiciación”, es usada cuatro veces en el Nuevo Testamento
Romanos 3:23–25 NBLA
23 por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios. 24 Todos son justificados gratuitamente por Su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús, 25 a quien Dios exhibió públicamente como propiciación por Su sangre a través de la fe, como demostración de Su justicia, porque en Su tolerancia, Dios pasó por alto los pecados cometidos anteriormente,
Hebreos 2:17 NBLA
17 Por tanto, tenía que ser hecho semejante a Sus hermanos en todo, a fin de que llegara a ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel en las cosas que a Dios atañen, para hacer propiciación por los pecados del pueblo.
1 Juan 2:2 NBLA
2 Él mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no solo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
1 Juan 4:10 NBLA
10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a Su Hijo como propiciación por nuestros pecados.
Se refiere al sacrificio que apacigua o aleja la justa ira de Dios. Este sacrificio cambia su relación con nosotros de una de ira a una de favor.
Cada pasaje que contiene esta palabra enseña que Cristo fue la propiciación por nuestros pecados. Como el sacrificio perfecto, su muerte es capaz de reconciliar a Dios con los pecadores.
La Biblia nos dice que este fue un evento que ocurrió una sola vez. Jesús tomó la totalidad de nuestro castigo; el sacrificio no volverá a suceder, ni es una realidad que continúa sucediendo
Hebreos 9:24–28 NBLA
24 Porque Cristo no entró en un lugar santo hecho por manos, una representación del verdadero, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora en la presencia de Dios por nosotros, 25 y no para ofrecerse a sí mismo muchas veces, como el sumo sacerdote entra al Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. 26 De otra manera, a Cristo le hubiera sido necesario sufrir muchas veces desde la fundación del mundo; pero ahora, una sola vez en la consumación de los siglos, se ha manifestado para destruir el pecado por el sacrificio de sí mismo. 27 Y así como está decretado que los hombres mueran una sola vez, y después de esto, el juicio, 28 así también Cristo, habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados de muchos, aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación de los que ansiosamente lo esperan.
Esto nos lleva de nuevo a nuestro dilema: ¿Puede Jesús ser nuestra propiciación si no está eternamente castigado? Para responder, debemos meditar sobre la realidad del infierno.

4. ¿Por qué están los pecadores en el infierno?

Las personas están en el infierno no solo por lo que han hecho, sino por lo que son. Jesús enseñó que todo lo que hacemos fluye de nuestros corazones. Y todo pecado fluye de un corazón en rebelión contra Dios.
Si las personas persisten en esa rebelión hasta su muerte sin arrepentirse, su destino está sellado. Son entregadas a lo que deseaban en vida, una existencia en desacuerdo con Dios en lugar de someterse a Él.
Son entregadas a una eternidad de odio hacia Dios en lugar de adoración; exactamente lo que prefirieron en vida. Nadie querría sufrir los tormentos del infierno, aun así, es verdad afirmar que Dios envía al infierno solo a las personas que desearon estar separadas de Él.
Es necesaria una distinción aquí. Las personas entran al infierno por su elección de pecar y negación a arrepentirse; las personas permanecen en el infierno por siempre porque son pecadores.
No es solo el pecado pasado, sino también su actitud presente la que hace el infierno eterno para los pecadores. Esta es la diferencia clave entre hombres pecadores y Jesús, el hombre sin pecado.
Él fue perfecto en todo sentido; por lo tanto, la duración de su castigo no necesitaba ser eterno para que Él absorbiera el castigo completo por el pecado.
La ira de Dios se derramó completamente en Cristo; no debemos pensar que esto se contradice o es negado por el hecho de que ocurrió en una cantidad finita de tiempo. Al contrario, el hecho de que Cristo ya no está bajo la ira de Dios, sino sentado en gloria a su diestra, nos da toda la confianza de que es nuestro Salvador.

¿Qué es la salvación?

Permíteme hacer una pregunta muy básica: ¿qué significa el término salvación? Tratar de explicarlo rápidamente te puede dar un buen dolor de cabeza, debido a que en la Biblia la palabra salvación se utiliza de casi setenta maneras diferentes.
Si alguien es rescatado de una derrota segura en la batalla, experimenta salvación.
Si alguien sobrevive a una enfermedad que amenaza su vida, esa persona experimenta salvación.
Si unas plantas reverdecen después de estar marchitas, han sido salvadas.
Ese es el lenguaje bíblico y en verdad que no es diferente a nuestra propia lengua. Decir que un boxeador fue salvado por la campana significa que se salvó de perder la pelea por nocaut, no que fue transportado al reino eterno de Dios.
En resumen, se puede decir que experimentar la liberación de un peligro real es una forma de salvación.
Cuando hablamos de la salvación en la Biblia debemos tener cuidado de afirmar de qué somos salvos.
El apóstol Pablo hace exactamente eso por nosotros en 
1 Tesalonicenses 1:10 NBLA
10 y esperar de los cielos a Su Hijo, al cual resucitó de entre los muertos, es decir, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.
En última instancia, Jesús murió para salvarnos de la ira de Dios. Sin eso, simplemente no podemos entender la enseñanza y predicación de Jesús de Nazaret, porque Él constantemente advirtió a la gente que todo el mundo algún día pasaría a estar bajo el juicio divino.
Estas son algunas de Sus advertencias sobre el juicio:
Mateo 5:22 NBLA
22 »Pero Yo les digo que todo aquel que esté enojado con su hermano será culpable ante la corte; y cualquiera que diga: “Insensato” a su hermano, será culpable ante la corte suprema; y cualquiera que diga: “Idiota”, será merecedor del infierno de fuego.
Mateo 12:36 NBLA
36 »Pero Yo les digo que de toda palabra vana que hablen los hombres, darán cuenta de ella en el día del juicio.
Mateo 12:41 NBLA
41 »Los hombres de Nínive se levantarán con esta generación en el juicio y la condenarán, porque ellos se arrepintieron con la predicación de Jonás; y miren, algo más grande que Jonás está aquí.
La teología de Jesús era una teología de crisis. La palabra griega crisis significa «juicio». Y la crisis de la que Jesús predicó era la crisis de un juicio inminente al mundo, en el cual Dios derramará Su ira contra los no redimidos, los impíos y los impenitentes.
La única manera de escapar de ese derramamiento de ira es siendo cubierto por la expiación de Cristo.
Por lo tanto, el logro supremo de Cristo en la cruz es que Él aplacó la ira de Dios, la cual nos destruiría de no haber sido cubiertos por el sacrificio de Cristo.
Así que, si alguien argumenta en contra del aplacamiento, o de la idea de que Cristo satisface la ira de Dios, debes estar alerta, porque el evangelio está en juego.
Se trata de la esencia de la salvación, que como personas que estamos cubiertas por la expiación, somos redimidas del supremo peligro al que se expone cualquier persona.
Es algo terrible caer en las manos de un Dios santo que está airado. Pero no hay ira para aquellos cuyos pecados han sido pagados. De eso se trata la salvación.
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