LA AUTORIDAD DE CRISTO Y NUESTRA INCAPACIDAD (Marcos 2:1-12)

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1 LA INCAPACIDAD DEL PARALÍTICO (1-4)
2 LA OABRA DE CRISTO (6-9)
3 LA EXCELSA AUTORIDAD DE CRISTO (10-12)
Introducción
Tenemos a Jesús de nuevo en Capernaúm, con rodeado de gente, ya su fama había crecido. Y Jesús aprovechaba esto para hablarles del Evangelio. Les enseñaba la Palabra.
Pero si hay algo importante que vamos a ver en este texto, es la autoridad y poder de Cristo y nuestra incapacidad frente a la enfermedad y el pecado.
Y por eso vino Cristo, para que con su autoridad y poder fueramos levantado de nuestro lecho. Y fueran perdonados nuestros pecados.
Seguramente has escuchado mucho este pasaje haciendose enfasis en la fe del paralítico y los cuatro comapañeros. Seguramente escuchaste esta predicación haciendose enfasis en la importancia del compañerismo cristiano y el apoyo unos a otros. Y si, no está mal, y vamos a tocar el tema.
Pero recuerda, el protagonsita de esta historia, no es el paralítico ni los compañeros, no es la fe de ellos, no somos tu ni yo. El protagonista es Cristo.
Y muchas veces al hacer un énfasis indevido en algo secundario, nos hace ocultar la mayor enseñanza en el pasaje. Y es esta. Cristo es el Señor.
¿Cómo afrontar debidamente este pasaje? ¿Cómo mirar al paralítco y a Jesús?
Vamos a ello:

1. LA INCAPACIDAD DEL PARALÍTICO (1-4)

Habiendo entrado de nuevo en Capernaúm varios días después, se oyó que estaba en casa.

2 Y se reunieron muchos, tanto que ya no había lugar ni aun a la puerta; y Él les exponía la palabra.

3 Entonces vinieron* a traerle un paralítico llevado entre cuatro.

4 Y como no pudieron acercarse a Él a causa de la multitud, levantaron el techo encima de donde Él estaba; y cuando habían hecho una abertura, bajaron la camilla en que yacía el paralítico.

a) No se podía mover
Era incapaz de moverse por si mismo. No sabemos que enfermedad podría tener, pero lo que deja claro el texto, es que estaba desauciado postrado en esta camilla y no podía valerse por si mismo. No podía llegar a Cristo por si sólo.
Al igual que nosotros espiritualmente, no podemos llegar a Cristo por nosotros mismos, no podemos afrontar un esfuerzo tal que no lleve a Cristo por nuestra propia iniciativa. Debido a nuestra incapacidad, el pecado.
Después a parte de los problemas personales, los problemas que nos rodean en nuestro contexto.
b) Había mucha gente para poder llegar a Jesús.
Entre el paralítico y Jesús no había sólo un impedimento que se pudiera subsanar, sino que realmente había un mundo.
Imaginaros un paralítico tratando de ver a Jesús, y sin poder hacerlo por si mismo. La impotencia sería barbara.
c) Necesitó la ayuda de 4 personas y una solución en forma de maniobra complicada.
Pero dentro de nuestra incapacidad, hay una solución y está es la fe, y esta fe no es natural nuestra, es algo sobrenatural, que viene de Dios.
Como dice el Apóstol Pablo
Efesios 2:8–10 LBLA
8 Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe. 10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.
(Explicar versículo y relacionarlo con los hechos del pasaje)
Aquí hay una fe que opera primero, que nos hace ver a Cristo como único remedio de nuestro mal, es decir, salvador y sanador. Y nos hace obrar con sabiduría. Pero esto es por causa de la obra de Dios. El nos amó primero.
1 Juan 4:19 LBLA
19 Nosotros amamos, porque Él nos amó primero.
Y también vemos en estos cuatro hombres ese amor que viene de Dios, que sólo puede dar Él.
1 Juan 4:20–21 LBLA
20 Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto. 21 Y este mandamiento tenemos de Él: que el que ama a Dios, ame también a su hermano.
Y precisamente esto fue lo que hicieron los 4. No sabemos que relación tenían con el paralítico, pero si es cierto que a los 5, les movió la misma fe, la fe salvadora.
d) Esta fe nos hace ver lo que antes no veíamos
Y por lo tanto, nos llena de sabiduría para obrar conforme a la voluntad de Dios.
La voluntad de Dios era que además de ser sanado el paralítico fuera Dios glorificado por medio de Cristo, y Cristo identificado con su autoridad de la deidad.
Pero, ¿Cómo hacer llegar al paralítico con tremendas oposiciones y obstaculos?
Hay donde Dios nos llena de sabiduría para obrar conforme a su voluntad. Y nos hacer ver la solución al problema.
Lo que parecía inalcanzable, se hace alcanzable.

4 Y como no pudieron acercarse a Él a causa de la multitud, levantaron el techo encima de donde Él estaba; y cuando habían hecho una abertura, bajaron la camilla en que yacía el paralítico.

(Explicar versículo.)
No se dice que desde el techo los cuatro le gritaran alguna cosa a Jesús. Ninguno de los evangelistas nos cuenta tampoco que el hombre enfermo mismo haya dicho algo. En lo que al paralítico concierne, es aun posible que la enfermedad le impidiese hablar. Pero aunque ninguno de los cinco habló, ¡confiaron! Y esto era lo importante. Su confianza conmovió el corazón mismo del Señor.
¿Por qué? Porque tenían la fe dada por Dios.
Primero nazco, luego creo.
Ya habían nacido de nuevo.
Y todo eso es

2. LA OBRA DE CRISTO (5-9)

Marcos 2:5–9 LBLA
5 Viendo Jesús la fe de ellos, dijo* al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. 6 Pero estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensaban en sus corazones: 7 ¿Por qué habla este así? Está blasfemando; ¿quién puede perdonar pecados, sino solo Dios? 8 Y al instante Jesús, conociendo en su espíritu que pensaban de esa manera dentro de sí mismos, les dijo*: ¿Por qué pensáis estas cosas en vuestros corazones? 9 ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: «Tus pecados te son perdonados», o decirle: «Levántate, toma tu camilla y anda»?
a) La fe del paralitico y sus compañeros es don de Dios.
Como ya hemos visto, y Cristo al verlo, sabía que habían nacido de nuevo, pero eso lo de; «tus pecados son perdonados». No está hablando aún de sanidad física, sino de sanidad espiritual. Y eso ya lo tenía.
Pues Crsito notaba aquí.
b) La autoridad de Cristo para perdonar los pecados.
Esta declaración de perdón no sólo fue de inestimable bendición para el paralítico, sino que también fue motivo de felicidad para sus benefactores. Sin duda que ellos se regocijaron en el gozo que él sentía. Aun más, fue una lección para todos los presentes. A todos les quedó claro el hecho de que este Médico estimaba más las bendiciones espirituales que las materiales, y que reclamaba poseer “autoridad”, es decir, el derecho y el poder para sanar no sólo el cuerpo sino también el alma.
Y hay que decir
Jesús jamás consideró el pecado con liviandad. Nunca le dijo a alguien, “¿Tienes algún complejo de culpa? Olvídalo”. Al contrario, consideró el pecado como una desviación inexcusable de la santa ley de Dios (Mr. 12:29, 30), como algo que tiene el poder de ahogar el alma (4:19; cf. Jn. 8:34) y como un asunto que tiene que ver con el corazón y no sólo con los hechos externos (Mr. 7:6, 7, 15–23). Pero también ofreció la única solución verdadera. Comprendía muy bien que el consejo “Líbrate de tu complejo de culpa, pues una pequeña crueldad, promiscuidad o infidelidad, no es nada malo”, no soluciona nada sino que crea más problemas. También sabía que al ser humano le es totalmente imposible librarse del sentido de culpabilidad, pretendiendo compensar sus pecados con buenas obras.
En lugar de esto, Jesús había venido a proclamar y, ante todo, a proveer la sola y única solución para el pecado, es decir, el perdón. Y él mismo puso la base para este por medio de la expiación que hizo por el pecado (10:45; 14:22–24, cf. Jn. 1:29). Por tanto, al decirle al paralítico, “Tus pecados te son perdonados”, no sólo le comunica a este hombre las nuevas del perdón de Dios (como lo hizo Natán al penitente David, cf. 2 Sm. 12:13), sino que con autoridad cancela la deuda del paralítico.
Por eso, Él mostraba con la autordiad de la deidad para perdonar los pecados. Pues era Dios.
La conexión íntima entre perdón y curación también forma parte central de la historia. La proclamación que hace Jesús del reino de Dios no trata sólo de salvación de las almas. También trata de la reclamación de su creación para sí. Desde el pecado de Adán y Eva, la creación había quedado caída (Gn 3:17–18), lo cual había traído enfermedad, muerte y decadencia.
Jesús muestra su autoridad para restaurar las cosas.
Isaías 43:25 LBLA
25 Yo, yo soy el que borro tus transgresiones por amor a mí mismo, y no recordaré tus pecados.
Y ahora va a notar más esa autoridad y sabiduría. Con el pensamiento de los escribas y fariseos.
c) La sabiduría de Cristo frente a los escribas
Ni siquiera habían manifestado los escribas sus pensamientos. Pero eso les hacía ver a los Escribas que Cristo tenía autoridad y poder para saber lo que pensaban y les preparaba para ver lo que iban a ver.
Marcos 2:6–7 LBLA
6 Pero estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensaban en sus corazones: 7 ¿Por qué habla este así? Está blasfemando; ¿quién puede perdonar pecados, sino solo Dios?
Y esta fue la respuesta de Jesús
Marcos 2:8–9 LBLA
8 Y al instante Jesús, conociendo en su espíritu que pensaban de esa manera dentro de sí mismos, les dijo*: ¿Por qué pensáis estas cosas en vuestros corazones? 9 ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: «Tus pecados te son perdonados», o decirle: «Levántate, toma tu camilla y anda»?
En cuanto a qué es más fácil, si decirle al paralítico, “Tus pecados te son perdonados” o “Levántate, toma tu camilla y anda”, ¿no requieren ambas cosas la misma medida de poder omnipotente? Según el razonamiento de los escribas, para que Jesús pudiera probarles su “autoridad” (su derecho y poder) en la esfera de lo espiritual, tenía que obrar un milagro en la esfera de lo físico. ¡Que vean entonces este milagro!
Y ahora todos verían:

3. LA EXCELSA AUTORIDAD DE CRISTO (10-12)

Marcos 2:10–12 LBLA
10 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados (dijo* al paralítico): 11 A ti te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. 12 Y él se levantó, y tomando al instante la camilla, salió a vista de todos, de manera que todos estaban asombrados, y glorificaban a Dios, diciendo: Jamás hemos visto cosa semejante.
a) La autoridad del Hijo del Hombre es autoridad de Dios
Hijo del Hombre: Esta expresión dada por Cristo ya dice mucho, pues desde los profetas, en especial Daniel, este título se es dado a Aquel que vendrá a establecer el Reino de Dios, la gloria, el poder, el juicio. Por lo tanto, es un título mesiánico. El mismo se está mostrando, como el Mesías prometido.
Daniel 7:13–14 LBLA
13 Seguí mirando en las visiones nocturnas, y he aquí, con las nubes del cielo venía uno como un Hijo de Hombre, que se dirigió al Anciano de Días y fue presentado ante Él. 14 Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran. Su dominio es un dominio eterno que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.
Cristo se presenta como tal ante el juicio ante el Sanedrin
Marcos 14:62 LBLA
62 Jesús dijo: Yo soy; y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo con las nubes del cielo.

Al elegir un título semejante para expresar el misterio de su vida y su obra, Jesús no quiere solo afirmar su fraternidad con los hombres, ni insistir en su condición humana, sino que al mismo tiempo reivindica los atributos de la Deidad

en una palabra, el cabeza de la nueva raza salvada por su sacrificio (Ro. 5:12–19). Jesús se aplica la designación de «Hijo del hombre» en relación con toda la humanidad, en tanto que «Hijo de David» es su título en relación con Israel, e «Hijo de Dios» su nombre divino.

El título «Hijo del hombre» en boca de Jesús hace referencia a su misión en la tierra, que es misión del Padre, mediante la cual lleva a cabo la salvación de la humanidad sometida a poderes terrenales inhumanos.

Por lo tanto, tiene la autoridad de perdonar pecados. Es el Único que puede hacerlo.
Y esta autoridad le da:
b) Poder y mando para obrar según su voluntad y para su gloria
Marcos 2:11 LBLA
11 A ti te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
De modo que, le dice al paralítico: “A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”. La obediencia a esta orden probaría que el humilde pero glorioso “Hijo del hombre” tiene autoridad divina aquí en la tierra. Por tanto, antes que la puerta de la gracia sea cerrada, tiene autoridad para perdonar pecados.
Y esta señal, de la sanidad y perdón de los pecados de este paralítico, era las sañal mesíanica que muchos esperaba ver, era la Señal del Hijo del Hombre. La Señal de la Deidad.
Isaías 35:4–6 LBLA
4 Decid a los de corazón tímido: Esforzaos, no temáis. He aquí, vuestro Dios viene con venganza; la retribución vendrá de Dios mismo, mas Él os salvará. 5 Entonces se abrirán los ojos de los ciegos, y los oídos de los sordos se destaparán. 6 El cojo entonces saltará como un ciervo, y la lengua del mudo gritará de júbilo, porque aguas brotarán en el desierto y arroyos en el Arabá.
Es el cumplimiento de la profecía.
Y esta es su voluntad:
c) Su voluntad ha sido que seamos sanos y perdonados nuestros pecados.
Cristo vino para capacitarnos para salvación, perdonandonos nuestros pecados, haciendonos aptos para la comunión con Dios y la Vida Eterna.
2 Corintios 5:17–21 LBLA
17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas. 18 Y todo esto procede de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; 19 a saber, que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomando en cuenta a los hombres sus transgresiones, y nos ha encomendado a nosotros la palabra de la reconciliación. 20 Por tanto, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros; en nombre de Cristo os rogamos: ¡Reconciliaos con Dios! 21 Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él.
Y así obtenemos la Paz con Dios, y anunciamos a otros este mensaje de reconciliación.
Para Pablo, la paz con Dios conseguida a través del sacrificio de Cristo en la cruz (Ro 5:1) significa no sólo el perdón de los pecados, la salvación de las almas y la vida eterna (6:23), también la restauración y renovación de la creación (8:20–21), incluyendo la renovación de nuestros cuerpos
CONCLUSIÓN
Este pasaje, al igual que toda la Palabra, glorifica a Cristo, glofica al Padre y al ES.
Glorifica al Dios Trino.
Pues el paralítico, pero no sólo él, sino los 4, eran incapacitados para la salvación, pero antes hay una obra en la vida de ellos. Gracias a la predestinación del Dios Padre, que nos escogió al igual a ellos, gracias a la acción del ES que trasforma los corazone sy da sabiduría para obrar conforme a la voluntad de Dios sea cual sea el desafío. Gracias a la autoridad de Cristo y su mediación, para perdonar nuestros pecados y salvarnos.
También esto es posible, por Cristo a parte de ser plenamente hombre, y estar entre los hombres, es plenamente Dios. La naturaleza humana de Cristo no hubiera podido perdonar los pecados sin la naturaleza de la deidad de Cristo, y es por la acción de la comunión con las otras dos personas de la Trinidad que se obró la sanacion, perdón de los pecados y la salvación del paralítico.
Esto nos hace ver la autoridad de Cristo como Dios, el Hijo del Hombre, Él único que puede restaurar las cosas llevándolas al orden establecido por Dios.
Es Él unico que puede reconciliarte con Dios.
Y sabes por qué?
Porque Él es el Nombre sobre todo Nombre, el que ha vencido a la muerte, El que ha apagado la oscuridad, El que hoy Reina y vendrá con poder y Gloria. Porque Él es Dios.
¡Que el Nombre de Cristo Rey, junto al Padre y al ES sea glorificado! ¡Gloria al Dios TRino!
ORACIÓN FINAL
Concédenos Señor, la misma fe que tuvieron el paralítico y sus compañeros, esa fe salvadora que un día nos diste, que esta fe sea viva cada día en nuestra vida. Que através de ella tengamos claro y plena confianza en tu autoridad que sobrepasa toda autoridad. Que confiemos siempre en ti, que nos aferremos a tus promesas. Y que siempre te demos al gloria a ti, porque siendo incapacitados, tu poder nos salvó. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Apelamos a tu bendición
24 “El Señor te bendiga y te guarde; 25 el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; 26el Señor alce sobre ti su rostro, y te dé paz”».
Porque tuyo Señor, es el reino y el poder y la gloria por los siglos de los siglos. Amén».
Que la Bendición de Dios Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo sea con todos vosotros. amén
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