La unidad del pueblo de Dios

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La petición de Rubén y Gad tenía apariencia de buena, pero no consideraban que podría causar desanimo a los israelitas.

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La unidad del pueblo de Dios

Números 32:1-5 Los hijos de Rubén y los hijos de Gad tenían una muy inmensa muchedumbre de ganado; y vieron la tierra de Jazer y de Galaad, y les pareció el país lugar de ganado. Vinieron, pues, los hijos de Gad y los hijos de Rubén, y hablaron a Moisés y al sacerdote Eleazar, y a los príncipes de la congregación, diciendo: Atarot, Dibón, Jazer, Nimra, Hesbón, Eleale, Sebam, Nebo y Beón, la tierra que Jehová hirió delante de la congregación de Israel, es tierra de ganado, y tus siervos tienen ganado. Por tanto, dijeron, si hallamos gracia en tus ojos, dése esta tierra a tus siervos en heredad, y no nos hagas pasar el Jordán.

Introducción

En Números 21 relata el ataque de Sehón rey de los amorreos a Israel cuando le envió embajadores para pedir permiso para atravesar su tierra.
Este territorio no sería parte de la herencia de Dios a Israel, por tanto no tenían autorizado atacarlos.
Tanto Sehón como Og rey de Basán perdieron sus territorios por arrogantes y necios al atacar a Israel.
La tierra de Sehón, donde se encuentra los montes de Galaad, era tierra buena y fértil, pero no estaba dentro del territorio prometido a Israel.

Petición de Rubén y Gad

Las tribus de Rubén y Gad eran numerosas en gente y ganado (aunque no eran tan numerosas en el censo del ejército), solicitaron las tierras para ellos.
Israel como vencedores sobre ellos tenían derecho a reclamar estas tierras.
Aunque la petición tenía mucho sentido desde el punto de vista humano, debemos considerarlo desde el punto de vista de Dios.

Territorio no prometido

Israel se constituía en el instrumento que Dios usaría para traer juicio sobre estos pueblos, pero la promesa de la tierra se limitaba al territorio de Cannán.
Desde este punto de vista los rubenitas y gaditas fueron muy atrevidos al solicitar este territorio, aun cuando era tierra deseable.
Buscamos hacer lo bueno y correcto, pero no todo lo que nos parece bueno para nosotros es conveniente, o no está dentro de los planes de Dios. “1 Corintios 10:23 Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.
Cuando damos rienda suelta a nuestros deseos, aun cuando queramos enmarcarlo en “bueno”, puede ser que no nos conviene.
Si insistimos en quererlo obtener, Dios no se opondrá a que lo tomemos, pero nos causará dolor. “Romanos 1:28 Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen.
Media tribu de Manasés se unió a Rubén y Gad para reclamar esta tierra.
Para la época de David la media tribu de Manasés ya había perdido su territorio.
Para la época de Jesús, Israel había perdido el territorio de Rubén y Gad.

El inconveniente

Volviendo a la petición de estas tribus, Moisés les reclama que esto causaría desánimo al resto de los israelitas a ir a la guerra faltando dos tribus:
Números 32:6-7 Y respondió Moisés a los hijos de Gad y a los hijos de Rubén: ¿Irán vuestros hermanos a la guerra, y vosotros os quedaréis aquí? ¿Y por qué desanimáis a los hijos de Israel, para que no pasen a la tierra que les ha dado Jehová?
Las diez tribus restantes tendrían que ir a combatir a todos los pueblos cananeos sin la compañía de estas dos tribus, esto causaría desanimo al pueblo como el que causaron los 10 espías en Cades-barnea.
Por tal razón fueron muertos por su pecado.
Moisés les dice que si ellos hacen lo mismo, Dios los volverá a dejar en el desierto para ser destruidos:
Números 32:14-15 Y he aquí, vosotros habéis sucedido en lugar de vuestros padres, prole de hombres pecadores, para añadir aún a la ira de Jehová contra Israel. Si os volviereis de en pos de él, él volverá otra vez a dejaros en el desierto, y destruiréis a todo este pueblo.
Nuestra buena actitud y disposición de servicio contagiará a otros hermanos a servir y trabajar para el Señor, pero si le damos lugar al desánimo y abandonamos el servicio a Dios, esto provocará desanimo en otros hermanos que querrán también abandonar el servicio a Dios, y quizá algunos hasta su fe.
Cuidado porque quizá lo hagamos en ignorancia, pero aun así habrá consecuencias terribles. “Mateo 18:7 ¡Ay del mundo por los tropiezos! porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!

El compromiso

Números 32:16-18 Entonces ellos vinieron a Moisés y dijeron: Edificaremos aquí majadas para nuestro ganado, y ciudades para nuestros niños; y nosotros nos armaremos, e iremos con diligencia delante de los hijos de Israel, hasta que los metamos en su lugar; y nuestros niños quedarán en ciudades fortificadas a causa de los moradores del país. No volveremos a nuestras casas hasta que los hijos de Israel posean cada uno su heredad.
Las dos tribus reflexionaron con las palabras de Moisés, llegaron al acuerdo de aunque sus familias y rebaños se quedarían en esta tierra, sus ejércitos los acompañaría hasta la conquista total de la tierra.
Con este compromiso Moisés, Josué, El sacerdote Eleazar y los ancianos aceptaron.
Durante todo el relato bíblico de la conquista encontramos que estas tribus cumplieron su palabra, pasaron el Jordán con sus hermanos y pelearon juntos. (Josué 22:1-4)
Ellos no necesitaron firmar ningún contrato, bastó solamente su palabra.
Para Dios nuestras palabras tienen valor, por tanto debemos ser muy prudentes al hablar y comprometernos con alguien: “Mateo 5:37 Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.

Conclusión

En las decisiones que tomamos debemos tomar en cuenta a las personas que nos rodean, es mentira que mis decisiones solo me afectan a mi, pueden causar daño a otros, y de esto nos pedirá cuentas Dios.
Que nuestras palabras sean prudentes pues Dios no necesita tener nuestra firma para pedir cuentas de nuestros compromisos.
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