Nuestra Misión - La Adoración

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Apocalipsis 7:9–17 NTV
9 Después de esto vi una enorme multitud de todo pueblo y toda nación, tribu y lengua, que era tan numerosa que nadie podía contarla. Estaban de pie delante del trono y delante del Cordero. Vestían túnicas blancas y tenían en sus manos ramas de palmeras. 10 Y gritaban con gran estruendo: «¡La salvación viene de nuestro Dios que está sentado en el trono y del Cordero!». 11 Y todos los ángeles estaban de pie alrededor del trono y alrededor de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron rostro en tierra delante del trono y adoraron a Dios, 12 cantando: «¡Amén! ¡La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza pertenecen a nuestro Dios por siempre y para siempre! Amén». 13 Entonces uno de los veinticuatro ancianos me preguntó: —¿Quiénes son éstos que están vestidos de blanco? ¿De dónde vienen? 14 Y yo le contesté: —Tú eres quien lo sabe, señor. Entonces él me dijo: —Estos son los que murieron en la gran tribulación. Han lavado y blanqueado sus ropas en la sangre del Cordero. 15 »Por eso están delante del trono de Dios y le sirven día y noche en su templo. Y aquél que está sentado en el trono les dará refugio. 16 Nunca más tendrán hambre ni sed; nunca más les quemará el calor del sol. 17 Pues el Cordero que está en el trono será su Pastor. Él los guiará a manantiales del agua que da vida. Y Dios les secará cada lágrima de sus ojos».

Introducción

Si hay un libro que ha impactado mi vida es este:
¡Alégrense las naciones! La Supremacía de Dios en las misiones, de John Piper
Piper comienza el libro de la siguiente manera:
Las misiones no son el objetivo último de la Iglesia. El objetivo último es la adoración. Las misiones existen porque no hay adoración. La adoración es el objetivo último, y no las misiones, porque Dios es la realidad última, no el Hombre. Cuando esta era se acabe, y los millones de redimidos se postren ante el trono de Dios, las misiones dejarán de existir. Es una necesidad temporal. Pero la adoración permanece para siempre.
¿Qué es lo que se supone que nos mueve como iglesia a hacer misiones, aquí, allá y en todo lugar?
¿Qué es lo que se supone que nos mueva a hacer discípulos?
No puede ser otra cosa que el deseo de ver el cumplimiento de los versos 9 y 10.
Apocalipsis 7:9–10 NTV
9 Después de esto vi una enorme multitud de todo pueblo y toda nación, tribu y lengua, que era tan numerosa que nadie podía contarla. Estaban de pie delante del trono y delante del Cordero. Vestían túnicas blancas y tenían en sus manos ramas de palmeras. 10 Y gritaban con gran estruendo: «¡La salvación viene de nuestro Dios que está sentado en el trono y del Cordero!».
Esto no es universalismo. Que al final Dios va a salvar a toda la humanidad.
Esto es representatividad. Que en aquel día, delante del trono y del Cordero habrán representantes de todo pueblo, de toda raza y de toda lengua.
Tradicionalmente, de cada dólar que se invierte en las misiones 99 centavos se destinan a pueblos que ya tienen acceso al evangelio, donde ya existen redes de iglesia locales establecidas y un centavo se destina a los no alcanzados. Igualmente pasa con los misioneros.
Gracias a Dios que muchas agencias misioneras, incluyendo la Alianza, se han dado cuenta de esto y están tratando de invertir esta proporción.

Su Misión No Fracasará

Esta semana Gabriela y Samuel estaban instalando los posters del énfasis misionero de este año: Todo de Jesús para todo el mundo
Uno de ellos tiene esta frase: No podemos fracasar en esta misión porque llevamos las credenciales de nuestro Rey.
Yo argumentaba con ellos que yo lo diría de otra manera. No es que no podemos fracasar, es que es imposible fracasar en esta misión mientras llevemos las credenciales de nuestro Rey.
Jesús no dijo, y con suerte se predicará la Buena Noticia por todo el mundo. Él dijo que se predicará y punto. Es un hecho.
Para Juan esta visión del capítulo 7 tuvo que ser gloriosa. Imagine a un hombre que está preso y desterrado, que cualquiera pudo haber considerado su ministerio apostólico un fracaso. Y de pronto tener una visión del cumplimiento de la misión de Dios.
También debió haber sido glorioso para la iglesia del primer siglo. Que a pesar del desanimo causado por el sufrimiento, la escasez, la persecución, la presión social para ceder a sus principios, que a pesar de ser sobrecogidos constantemente con un sentimiento de rendirse, ver que la misión será completada.
Que cada sufrimiento vale la pena. Contar de disfrutar de este glorioso día.

El fin de toda división

Aquella gran multitud no estaba callada sino que expresaba un constante clamor. Pero no es un clamor de tristeza o de suplica como el clamor de los mártires que están debajo del altar, que suplican constantemente que llegue el día del juicio de Dios.
La expresión "gritaban con gran estruendo" es la imagen de un grito de guerra que hace temblar el suelo he intimida al ejercito enemigo.
No tenemos que esperar. Como escuchamos el domingo pasado, ya somos ciudadanos del Reino de Dios. Y como ciudadanos del Reino tenemos que procurar cada día que no haya ninguna división entre nosotros.
Cada domingo es como si estuviésemos allí, delante del trono y del Cordero, a una sola voz, adorando al que es digno.
Y realmente lo estamos.
La iglesia local es un pedazo del Cielo. Es ese lugar que se distingue del mundo. Entre nosotros no puede haber ninguna división racial, ni socio-económica, ni política, ni intelectual.
Para el ser humano es imposible alcanzar tal unidad. Y la historia lo ha probado.
Vivir de espaldas a Dios produce división. Reconocer su señorío produce unidad.
Humillarnos delante de Él es el caldo de cultivo para la unidad.

Las huestes celestiales lo confirman

Afirmando lo que la multitud está proclamando.

Probados en el sufrimiento

Cuando el ángel preguntó quién era digno de tomar el rollo y abrirlo, y no apareció nadie por toda la tierra, Juan se echó a llorar.
Entonces uno de los ancianos le dijo, deja de llorar y mira. ¿Mira a quién? Al león de Judá. A la raíz de David. Al Cordero de Dios. Él es digno.

¿Quiénes son éstos que están vestidos de blanco? ¿De dónde vienen?

Esta pregunta habla de la condición de aquella multitud y de su procedencia.
Una transformación profunda tuvo que ocurrir en ellos para que pudieran estar allí. Y de hecho, tampoco pertenecían allí.
Con su respuesta Juan reconoce la autoridad del anciano y no se precipita a contestar.
Entonces el anciano contesta:

Estos son los que murieron en la gran tribulación. Han lavado y blanqueado sus ropas en la sangre del Cordero.

Aquí la NTV nos causa un gran problema interpretativo.
Por alguna razón ellos traducen la palabra griega erchomai como murieron.
Si este fuese el caso, entonces todo lo que les he estado enseñando no concuerda. Porque yo les he enseñado que tanto los sellados, como los 144,000 y la gran multitud son lo mismo, el pueblo redimido de Dios.
Pero si la multitud son solo los que murieron en la gran tribulación entonces estamos hablando de otro grupo diferente de personas.
Pero la palabra erchomai normalmente se traduce como ir o venir.
Otras versiones lo traducen:
Reina Valera Revisada (1960) (Capítulo 7)
Estos son los que han salido de la gran tribulación
La Biblia de las Américas (Capítulo 7)
Estos son los que vienen de la gran tribulación
Nueva Versión Internacional (Capítulo 7)
Aquéllos son los que están saliendo de la gran tribulación
Así que podemos estipular que no estamos de acuerdo en cómo la NTV traduce esta palabra. O por lo menos, no entendemos porque lo hizo así.
Pero la respuesta del anciano es gloriosa. Y es un gran aliciente para Juan y para la iglesia del primer siglo y lo debe ser para nosotros también.
Ahora, muchos de nosotros fuimos formados con la idea de que la gran tribulación es un periodo definido al final de los tiempos. Y siempre ha habido un debate entre los que creen que Cristo va a levantar la iglesia antes o después o en medio de este periodo.
Esta interpretación se basa en las palabras de Jesús cuando dijo:
Mateo 24:21 NBLA
21 »Porque habrá entonces una gran tribulación, tal como no ha acontecido desde el principio del mundo hasta ahora, ni acontecerá jamás.
Sin embargo, algunos piensan que con estas palabras Jesús se está refiriendo, no al final de los tiempos, sino a la destrucción de Jerusalén que ocurrió en el año 70.
Por lo tanto, otros interpretan que la gran tribulación es simplemente la era de la iglesia y no un periodo definido al final de los tiempos.
Esto no quiere decir que al final de los tiempos las cosas no se pongan más complicadas para la iglesia. Pero no necesariamente es un periodo definido.
Así que desde que se formó la iglesia hasta hoy hemos estado viviendo en la gran tribulación.
Y aquellos que están de pie delante del trono están allí porque han vencido. Han perseverado en la carrera de la fe, no quitaron su mirada del Señor y resistieron el sufrimiento.
Pero esta no es la única razón por la cual están allí. Estos están allí porque han lavado y emblanquecido sus vestiduras en la sangre del Cordero.
¿Y cómo es posible emblanquecer una ropa con sangre? Ese es el lenguaje del Reino de Dios.
Solo la sangre de Cristo es capaz de limpiar todo nuestro pecado y nuestra maldad y hacernos dignos de un día poder pararnos delante del trono de Dios.
El Cielo no será monótono como algunos se atreven a decir.
Juan vio que aquella gran multitud no solo adoraba a Dios sino que servían en su templo de día y de noche.
Dios les había dado descanso de todo el sufrimiento.
Su hambre y sed de justicia finalmente fueron satisfechos.
El Cordero se convirtió en su Pastor y los guió a manantiales del agua que da vida. Y allí Dios secó toda lágrima de sus ojos.
No hay mayor consuelo que este. No hay mayor aliciente. No hay mayor motivación para seguir adelante perseverando en este carrera. No hay mayor motivación para enfrentar el sufrimiento y la tribulación en esta vida.

Un futuro glorioso

El capítulo 7 es una imagen gloriosa del futuro que nos aguarda a aquellos que hemos sido salvados por Cristo.
Hemos sido sellados en la frente con el sello de su propiedad. Ahora pertenecemos al nuevo Israel. Y por eso un día estaremos frente a su trono, adorándole, sirviéndole para siempre como sus sacerdotes.
El Cordero será nuestro Pastor para siempre, saciando nuestra hambre y nuestra sed y descansando bajo su sombra y ya no lloraremos más.
Su misión no fracasará. Por eso seguimos adelante como iglesia envueltos en su misión.
Él borrará toda división que existe entre las naciones. Por eso como iglesia cada día luchamos por la paz y procuramos la unidad.
No dejamos de congregarnos porque hemos entendido las implicaciones de lo que hacemos. Reflejamos a aquella multitud que un día se congregará delante del trono de Dios y le adorará y le servirá para siempre.
Resistimos el sufrimiento y la tribulación porque si perseveramos hasta el fin, un día recibiremos el descanso y el consuelo eterno que tanto anhelamos.
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