La queja de Moisés y la renuencia del pueblo

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A pesar de ser un líder ejemplar, la Biblia muestra que Moisés también era vulnerable e imperfecto.

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La queja de Moisés y la renuencia del pueblo

Introducción

Los Israelitas acampaban en el desierto de Parán cuando murmuraron contra Dios, por lo que la ira de Dios descendió sobre ellos y consumió un extremo del campamento (Números 11:1)
Ahora es Moisés quien derrumbado por la presión del pueblo, quienes pedían carne quejándose contra Dios.
La Biblia testifica que Moisés fue un gran siervo de Dios, recordado por los Israelitas y honrado por Dios: Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara; Deuteronomio 34:10.
La Biblia presenta la virtud de Moisés pero también sus debilidades para que comprendamos que el único perfecto es Dios.

La queja de Moisés

Números 11:10–15
10 Y oyó Moisés al pueblo, que lloraba por sus familias, cada uno a la puerta de su tienda; y la ira de Jehová se encendió en gran manera; también le pareció mal a Moisés. 11 Y dijo Moisés a Jehová: ¿Por qué has hecho mal a tu siervo? ¿y por qué no he hallado gracia en tus ojos, que has puesto la carga de todo este pueblo sobre mí? 12 ¿Concebí yo a todo este pueblo? ¿Lo engendré yo, para que me digas: Llévalo en tu seno, como lleva la que cría al que mama, a la tierra de la cual juraste a sus padres?
Ante la queja del pueblo, Moisés se frustra por su incapacidad de complacer al pueblo. Toma la mala decisión de culpar a Dios.
La debilidad de Moisés fue ver el llanto del pueblo, agobiado por los sentimientos no le permitía ver que el pueblo lloraba injustamente. (lo vimos la semana pasada)
Además exagera porque Dios nunca le pidió que llevara al pueblo en su seno. Cuando Dios lo llamó (Éxodo 3) solo le pidió que hablara sus Palabras a Faraón y al pueblo y que Él se encargaría de mostrar su fuerza y poder.
Los sentimientos nublaban su entendimiento.
Los pastores también lloran.
13 ¿De dónde conseguiré yo carne para dar a todo este pueblo? Porque lloran a mí, diciendo: Danos carne que comamos. 14 No puedo yo solo soportar a todo este pueblo, que me es pesado en demasía.
Moisés miraba su capacidad no la de Dios. En su enojo había olvidado que es Dios quien había provisto para todas sus necesidades y no él. Por lo tanto su pregunta no tiene ningún sentido.
Así sucede con nosotros cuando ponemos la mirada en el hombre o en nuestras fuerzas para perseverar en el evangelio. Quedaremos frustrados porque no podemos, pero si ponemos la mirada en Cristo y esperamos en Él seremos victoriosos.
15Y si así lo haces tú conmigo, yo te ruego que me des muerte, si he hallado gracia en tus ojos; y que yo no vea mi mal.
Agobiado por la frustración Moisés pide la muerte, al igual que Elías debajo del enebro (1 Reyes 19:4), o Jonás por el arrepentimiento de Nínive (Jonás 4:3).
Pero Dios en su misericordia no concede estas peticiones.
Aunque Moisés se quejó igual que el pueblo, lo bueno que hizo fue presentar su queja delante de Dios y no contaminar a sus hermanos con murmuración.

La respuesta de Dios

Dios en su misericordia no se enoja contra Moisés, al contrario, le provee ayuda para aligerar su carga.
Números 11:16–17 Entonces Jehová dijo a Moisés: Reúneme setenta varones de los ancianos de Israel, que tú sabes que son ancianos del pueblo y sus principales; y tráelos a la puerta del tabernáculo de reunión, y esperen allí contigo. 17 Y yo descenderé y hablaré allí contigo, y tomaré del espíritu que está en ti, y pondré en ellos; y llevarán contigo la carga del pueblo, y no la llevarás tú solo.
Antes de desahogar tus frustraciones con palabras negativas que contagien a los demás, preséntate delante de Dios, bota delante del Él tu carga, permite que Él alivie tu dolor.
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Mateo 11:28

Petición inconveniente

El pueblo insistía en pedir carne, algo que no necesitaban.
Ya habían visto la ira de Dios sobre un extremo del campamento, y a no ser por la intervención de Moisés habrían sido todos consumidos.
Aun así insistían en seguir quejándose y murmurando.
Dios declaró que les daría carne
Números 11:18–20 (RVR60)
18 Pero al pueblo dirás: Santificaos para mañana, y comeréis carne; porque habéis llorado en oídos de Jehová, diciendo: ¡Quién nos diera a comer carne! ¡Ciertamente mejor nos iba en Egipto! Jehová, pues, os dará carne, y comeréis. 19 No comeréis un día, ni dos días, ni cinco días, ni diez días, ni veinte días, 20 sino hasta un mes entero, hasta que os salga por las narices, y la aborrezcáis, por cuanto menospreciasteis a Jehová que está en medio de vosotros, y llorasteis delante de él, diciendo: ¿Para qué salimos acá de Egipto?
La incredulidad de Moisés, la debilidad de sentimientos debilita la fe.
Números 11:21–23 (RVR60)
21Entonces dijo Moisés: Seiscientos mil de a pie es el pueblo en medio del cual yo estoy; ¡y tú dices: Les daré carne, y comerán un mes entero! 22¿Se degollarán para ellos ovejas y bueyes que les basten? ¿o se juntarán para ellos todos los peces del mar para que tengan abasto? 23Entonces Jehová respondió a Moisés: ¿Acaso se ha acortado la mano de Jehová? Ahora verás si se cumple mi palabra, o no.
Dios le sorprende con lo prometido.
Números 11:31–32 (RVR60)
31 Y vino un viento de Jehová, y trajo codornices del mar, y las dejó sobre el campamento, un día de camino a un lado, y un día de camino al otro, alrededor del campamento, y casi dos codos sobre la faz de la tierra. 32 Entonces el pueblo estuvo levantado todo aquel día y toda la noche, y todo el día siguiente, y recogieron codornices; el que menos, recogió diez montones; y las tendieron para sí a lo largo alrededor del campamento.
Dios aprovecharía su necedad para corregirlos.
les envió gran cantidad de codornices que cubrían kilómetros en todas direcciones y alcanzaban hasta 1 metro sobre la tierra.
El pueblo pasó dos días, día y noche atrapándolas y preparándolas, las pusieron a secar al sol por todo el campamento.
El que menos recogió logró 10 montones (2,000 kilos/4,400 libras).
Ya tenían lo que pedían, pero esto les trajo desgracia:
Números 11:33–34 (RVR60)
33 Aún estaba la carne entre los dientes de ellos, antes que fuese masticada, cuando la ira de Jehová se encendió en el pueblo, e hirió Jehová al pueblo con una plaga muy grande. 34 Y llamó el nombre de aquel lugar Kibrot-hataava, por cuanto allí sepultaron al pueblo codicioso.
Por su ingratitud, necedad y murmuración vino sobre ellos una grave enfermedad que les afectó cuando dieron la primer mordida a la carne.
Esta vez no pudo interceder Moisés, cada quien murió por su pecado.
Por lo tanto el lugar fue llamado Kibrot-hataava (tumba de la glotonería)

Conclusión

Dios había prometido a los israelitas llevarlos a la tierra que fluye leche y miel (Éxodo 3:8), solo debían esperar y aguantar un poco más y gozarían de todas las bendiciones que Dios tenía preparados para ellos. Pero ellos querían un atajo.
Pero a pesar que estaban en el desierto Dios no los había abandonado, ya gozaban de su favor a proveerles maná.
Persevera fiel en los caminos del Señor, las riquezas materiales no se comparan con la gloria que tiene preparada para nosotros, esperemos un poca más, sigamos corriendo con paciencia la carrera de la fe, ya muy pronto alcanzaremos el galardón.
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