ENTENDIENDO LA FE BIBLICAMENTE

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La fe es central para la vida cristiana. Somos salvos por la fe, vivimos por fe y no por vista, y estamos llamados a perseverar en la fe, pero, ¿qué es la fe? Es mi intención responder a esta pregunta desde una perspectiva bíblica, teológica y práctica.

Notes
Transcript

INTRODUCCIÓN

Buenas tardes, hermanos, y amigos que hoy nos acompañan. Es un gozo estar de vuelta en el púlpito nuevamente para predicar, enseñar que juntos podamos aprender acerca de la voluntad de Dios expresada en su Palabra. Quiero agradecerles estos tres meses de descanso que me han permitido tener para dedicarme a mi familia, y también agradecer al Señor por haber traído hermanos como Igor, y haber levantado otros en medio de nuestra congregación que nos han servido como iglesia en la predicación.
Dicho esto, y ya para entrar en materia, volvemos a nuestra serie en el libro de Hebreos. Hace exactamente un año, el 21 de Junio del 2020 comenzamos nuestro viaje por la carta de Hebreos, y debo decir que ha sido un viaje maravilloso aprendiendo acerca de la supremacía, la suficiencia y la efectividad del sacrificio de Cristo, quien es nuestro Sumo Sacerdote, tentado en todo al igual que nosotros, pero sin pecado, y que ahora está sentado a la diestra de Dios intercediendo, orando por nosotros que somos su pueblo.
Hemos recorrido un largo camino, y nos acercamos al final, pero aún nos falta un buen trecho por recorrer. Hoy nos encontramos en Hebreos 11, también conocidos como el capítulo de la fe. Algunos han dicho que Hebreos 11 es a la fe lo que 1 Corintios 13 es al amor. Estoy de acuerdo. Hebreos 11 es la mejor explicación y demostración bíblica de lo que significa la fe.
Ahora bien, la fe es escencial para la vida cristiana. Es tan esencial que la Biblia nos dice en:
Romanos 5:1 que somos justificados por la fe y por medio de la fe tenemos paz para con Dios.
2 Corintios 5:7 que andamos por fe y no por vista.
Gálatas 3:26 somos hijos de Dios por la fe.
Efesios 2:8 que somos salvos por medio de la fe. Efesios 3:17 Cristo habita en nuestros corazones por la fe.
Cristo reconoció o reprochó a las personas por su fe (Mateo 16:8, Mateo 17:20, Marcos 2:5, Lucas 7:9).
Hay muchos más pasajes, mientras estudiaba, fue impresionante ver las veces que las palabra fe aparece en el Nuevo Testamento. La palabra fe, del griego “pistis”, aparece alrededor de 253 veces en el Nuevo Testamento.
Nadie puede negar que la fe es un tema esencial en la vida del creyente. Hoy en día se habla mucho acerca de la fe, se habla sobre tener fe en ti mismo, tener fe en el universo, fe en tus palabras, fe en tus pensamientos para atraer aquello que te conviene. Pero la Biblia no aplaude la fe en si misma, sino que es el objeto de esa fe, es decir, la fe en si misma lo que importa, sino aquello en lo que se tiene fe es lo que verdaderamente importa. Y eso lo veremos en breve. Pero es lamentable lo poco que las iglesias entienden el concepto de la fe desde el punto de vista bíblico.
¿Qué es la fe? ¿Cuál es el propósito de la fe? ¿Cómo puedo crecer en la fe? ¿Por qué y cómo será mi fe probada? ¿Qué hacer cuando mi fe sea probada por el fuego de las aflicciones, tristezas, desilusiones o persecuciones? ¿Cómo puedo compartir mi fe con otros? ¿Es mi fe lógica o es una fe ciega? ¿Cuál es el fundamento de mi fe como cristiano?
Si hacemos estas preguntas a la mayoría de los creyentes, muy probablemente no tengamos respuestas contundentes ni mucho menos bíblicas.
La fe, hermanos, y queridos amigos, es un tema central para la vida cristiana. De maner aque, como creyentes si queremos crecer en Cristo, debemos comenzar por un entendimiento bíblico de lo que es la fe. Y aún si no eres creyente, y te interesa saber de qué va todo esto de ser evangélico o cristiano, y cuál es el mensaje de la Biblia, si deseas comprender mejor el cristianismo también es importante entender qué significa la fe.
Muchos son los que se oponen al cristianismo porque no pueden aceptar el hecho de basar toda una cosmovisión en la fe. El famoso biólogo ateo, Richard Dawkins, en una conferencia en el año 2010 dijo que la fe era un de los peores males que había en el mundo moderno. Para Dawkins la fe es un mal porque pretende ser una fuente de verdad, cuando la única razón para poder creer en algo debería ser la evidencia científica.
De modo que, el tema de la fe es algo importante tanto para quienes afirmamos creer en Cristo, como para quienes se oponen a Él, incluyendo a todos los que están en medio de ese espectro.
Y para que podamos entender fe correctamente, les inivto a que leamos lo que la Palabra de Dios dice acerca de este tema. Acompáñeme a Hebreos 11:1-16. Pero antes de comenzar con la lectura, oremos y pidamos a Dios sabiduría.
Oración.
Lectura: Hebreos 11:1-16

EL CONTEXTO DE LA FE EN HEBREOS

La descripción de la fe que encontramos en este pasaje en un contexto muy preciso al que debemos prestar atención, porque ese contexto es el que nos informará acerca del sentido que el autor está dando a este concepto de la fe.
Como diría uno de mis profesores en el seminario, muchos se sorprenderán de escuchar esto, pero Hebreos 11 está después de Hebreos 10. El autor de Hebreos viene desarrollando todo un argumento desde el capítulo 10:22, en el que nos exhorta a acercarnos a Dios con plena certidumbre de fe, y a perseverar, manteniendo firmes sin fluctuar la esperanza. Ahora, esta frase, la profesión de esperanza, como veremos más adelante es importante para lo que se va a destacar como fe.
Y en la última sección del capítulo 10, en Hebreos 10:26-39 se advierte a la iglesia contra la apostasía.
De hecho, cuando el escritor se refiere al pecado en el versículo 26, no está hablando de cualquier pecado como la mentira, o la ira, la inmoralidad sexual o cualquier otro, sino que se refiere al pecado de la incredulidad. Esto lo podemos observar tanto en el capítulo 10 como en el resto de la carga. Escuche lo que dice en:
Hebreos 3:12 “Mira, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo”.
Hebreos 3:18-19 “¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron? Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad”
Hebreos 4:2 “… Pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron”
El autor de esta carta atribuye la desobediencia y el desviarse del camino de Dios a la falta de fe, es decir a la incredulidad. Es por eso que en el capítulo 10, cuando advierte acerca de la apostasía, que no es más que otro nombre para “apartarse del Dios vivo”, abandonar la fe, lo hace llamándonos a perseverar en la fe por medio de la paciencia. Y estos son dos conceptos que están completamente relacionados, paciencia y fe. Lea conmigo:
Hebreos 10:32-39 “Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sostuvisteis gran combate de padecimientos; por una parte, ciertamente, con vituperios y tribulaciones fuistes hechos espectáculo; y por otra, llegásteis a ser compañeros de los que estaban en una situación semejante. Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos. No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.
Porque aún un poquito,
Y el que ha de venir vendrá, y no tardará.
Mas el justo vivirá por fe;
Y si retrocediere, no agradará a mi alma.
Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tiene fe para preservación del alma”.
En este contexto, la fe se describe con el fin de ampliar el argumento que acaba de introducir en Hebreos 10:39 en el que nos dice que nosotros no somos de los que retrocedemos, entonce, la fe requiere paciencia para no retroceder aún cuando no vemos el cumplimiento de las promesas de Dios, y esta fe es lo que nos lleva a la perseverancia.
Esto es importante, porque muchos ven en la fe un medio para obligar a Dios a cumplir sus deseos. Como si Dios estuviera obligado a hacer lo que yo quiero porque yo tengo fe. Vemos en la fe un mecanismo de coerción a Dios, sacamos de contexto versículos de la Escritura para decir que “para el que cree todo es posible”, pero no nos detenemos a pensar qué quiso decir el autor cuando se refiere a todo.
Como cuando escuchamos a todos estos supuestos apóstoles y profetas en la televisión engañando a su audiencia diciéndoles que deben tener fe para recibir riquezas, ser exitosos o que Dios haga lo que ellos quieren.
Pero un estudio cuidadoso del propósito de la fe en toda la Escritura, y mucho más específicamente, en el libro de Hebreos nos llevará a una entendimiento verdaderamente bíblico de lo que es la fe. Y es este entendimiento bíblico el que nos permitirá vivir conforme a los propósitos de Dios y no los nuestros. Comprender qué es la fe es vital, porque tal como dice el profeta Habacuc 2:4 “Mas el justo vivirá por fe”. El autor de Hebreos cita a Habacuc para mostrar la importancia de la fe en la vida del creyente, es la fe el medio por el cual recibimos el perdón de Dios a través de Cristo, y es la fe la que determinará el modo en que vivimos en este mundo. Es la fe la que determinará nuestra respuesta ante las dificultades, las desilusiones y los sufrimientos de este mundo. Es la fe la que reordenará nuestras prioridades en la vida. El justo por la fe vivirá.
El autor de Hebreos habla acerca de la fe en un llamado a la perseverancia y a la paciencia en medio de grandes aflicciones, una fe que soporta porque espera un galardón mayor que el que podemos encontrar en este mundo. Una fe que pone su vista en las cosas celestiales y no en las cosas terrenales. Así que, después de darnos el contexto y la exhortación, el escritor nos enseña lo que es la fe, cómo se vive por fe, y cuál es el galardón que espera a nuestra fe.

LA FE DEFINIDA - Hebreos 11:1

En Hebreos 11:1 encontramos la descripción más concisa de lo que es la fe. Hay varias palabras en esta definición sobre las que reflexionaremos. La fe es: “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”
Analizaremos ambas partes de esta descripción de la fe que hace el autor, en primer lugar, vemos que la fe es: “la certeza de lo que se espera” , la palabra certeza puede también traducirse como confianza, incluso algunas versiones la traducen como la sustancia, haciendo referencia al hecho de que la fe torna en una realidad aquello que no se ha materializado aún. Otros hablan de esta palabra como un título de propiedad. En cualquier caso, cuando el autor habla de la fe está hablando de una seguridad, una confianza en que aquello que se espera se recibirá.
La frase “lo que se espera” se refiere a nuestra esperanza. La fe, en primer lugar, es la seguridad que el creyente tiene de que aquello que Dios ha prometido se cumplirá. De modo que, en este sentido, el autor ve la fe, principalmente como viendo hacia el futuro.
Lo que el creyente espera es algo que no posee materialmente ahora mismo. Lo que el creyente espera, no es de disfrute presente, sino que se un disfrute lejano, por eso se hace necesaria la paciencia, porque aunque tenemos la seguridad de que se cumplirá, debemos esperar pacientemente a que se cumpla.
Esto debe cambiar nuestra perspectiva completamente, la fe no debe ser vista como una poder instantáneo. Ten fe y todo lo que quieres se cumplirá en la manera como quieres, en el tiempo que quieres y en la cantidad que quieres. A veces como creyentes pensamos que porque tenemos fe Dios debe cumplir lo que quiero, o no debo enfrentar ciertas situaciones porque Dios está conmigo. O que si algo no ha sucedido como quiero es porque tengo falta de fe. Pero esto está completamente alejando de la realidad. Todo lo que sucede o no deja de suceder es por la voluntad soberana de Dios, y la fe es la que nos permite confiar en esa voluntad soberana.
En segundo lugar, la fe es “la convicción de lo que no se ve”, la palabra en griego podría traducirse mejor como “la prueba de lo que no se ve”, Juan Calvino comentó que este pasaje se la “demostración de lo que no se ve”, en este sentido, la fe es la convicción de que las cosas que no se ven son reales.
Charles Spurgeon se refirió a este tema de la siguiente manera “poca fe traerá tu alma al cielo; gran fe traerá el cielo a tu alma”, es la fe la que nos permite, en un sentido, palpar y experimentar la realidad que aún no se ha materializado. Sin embargo, a pesar de no ser algo materializado, fue la fe la que permitió a todos los antiguos alcanzar buen testimonio. Después de todo, el justo por la fe vivirá. Vivir por fe fue lo que llevó a los personajes del AT a perseverar hasta alcanzar buen testimonio como veremos más adelante en este capítulo.
Esta seguridad, esta garantía, esta prueba se fundamenta única y exclusivamente en la Palabra de Dios. Es la Palabra la que nos da testimonio de las promesas que Dios nos ha hecho, aquello que esperamos lo hallamos en la Palabra de Dios, es en la Escritura que debemos creer, es la Escritura la prueba y el fundamento de nuestra fe.
Por eso en Hebreos 4:2 “no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe...”. El fundamento de la seguridad que tenemos de que vamos a recibir lo que Dios ha prometido, y de la prueba de que lo que no se ve sí existe, es la palabra de Dios. Es la palabra de Dios la que nos da esa seguridad en las promesas, y es la palabra de Dios la que demuestra que lo que no se ve sí es real.

LA FE NO ES CONTRARIA AL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO - Hebreos 11:3

Por eso el autor en el siguiente versículo profundizará en ese argumento, habla de algo que claramente no fue visible para el ser humano. Nadie estuvo presente en el momento de la creación del universo, ni en el momento en el que se originó la vida. Nosotros los creyentes tenemos la seguridad de que Dios es el Creador porque eso es lo que testifica su palabra.
Por eso el versículo 3 dice “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía”.
Fíjense en la similitud, la fe es la prueba de que lo que no se ve es real. Y, fue la Palabra de Dios la que hizo, de lo que no se veía, todo lo que se ve. Es decir, por la Palabra de Dios fueron hechos el cielo, la tierra, el universo y todo lo en ellos hay.
Ahora bien, este es el punto principal en el que los ateos critican la Biblia, pues, nos lleva a afirmar por fe aquello que no podemos comprobar. Y es cierto, la Biblia no nos permite comprobar la creación, por el contrario, nos lleva a aceptar por fe el relato de Génesis.
Sin embargo, esto no quiere decir que vivir por fe sea un suicidio intelectual como muchos quieren hacer pensar. Vivir por fe no es negar la razón, nuestra fe no es una fe ciega que niega el intelecto. A pesar de lo que muchos científicos ateos y evolucionistas quieran hacer creer, la verdad es que la fe no es contraria al conocimiento científico. De hecho, la teoría de la evolución y del Big Bang requieren mucha más fe ciega que el creer en la creación.
Hace un par de días conversaba precisamente sobre esto con algunos hermanos. Tomando por ejemplo la teoría de la evolución, la cual establece que todo ser viviente tiene un ancestro común, y que toda la vida se originó de manera espontánea una vez que coincidieron de manera fortuita las condiciones necesarias para la existencia de la vida en este planeta. En otras palabras, después de millones de años de existencia del planeta, de manera casual todas las condiciones necesarias coincidieron, y de manera espontánea se generó un organísmo unicelular, y de ese organísmo unicelular, surgieron todas las especies que conocemos, incluyendo el ser humano.
La pregunta es, ¿en qué laboratorio fue probado eso? ¿No son las fases del método científico la observación, la formulación de la hipótesis, la experimentación, y la comunicación de los resultados? Si éste es un proceso que supuestamente toma millones y millones de años, entonces, se encuentra fuera del área de estudio de la ciencia, pues ya no cumple con el primer paso, es decir, no es observable, mucho menos verificable por medio de experimentos. Los ateos asumen que Dios no existe, de modo que al ver la diversidad de la vida, sin ningún fundamento verdaderamente científico, deben saltar a la conclusión a la que llegó Darwin.
Pero ni ateos, ni cristianos, pueden comprobar lo que creen de manera científica, por tal razón ambas posiciones requieren fe, siendo la evolución la que requiere una fe ciega y contradictoria, pues afirma comprobar algo incomprobable.
La fe cristiana, por el contrario, tiene su fundamento en la Palabra de Dios. De la misma manera que los ateos parten de la presunción de que Dios no existe, los cristianos presuponemos la existencia de Dios. Después de todo, eso es lo que nos dice el libro de Hebreos 11:6 “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay”, es decir, el que se acerca a Dios debe presuponer, debe creer que Dios existe, de lo contrario no tendría sentido acercarse a alguien quien no se cree que existe.
La fe no anula la lógica humana, la fe no niega el conocimiento ni el razonamiento humano, la diferencia entre la fe cristiana y la fe atea, es que la fe cristiana parte de una presuposición diferente, a saber, la existencia de Dios. Tenemos evidencia histórica y evidencia de la naturaleza que hablan acerca de la existencia de Dios. Usted no ve un edificio en la costas de España y piensa, oh, ese edificio es el resultado de todas las rocas que se han ido acumulando por las olas del mar, y que con el pasar del tiempo fueron organizándose de una manera tan sincronizada que ahora tenemos un edificio”. No, cuando usted ve un edificio, inmediatamente piensa en el arquitecto que diseñó el edificio, y en los albañiles que pusieron piedra sobre piedra. Pues en el caso de los ateos, ven el edificio, niegan la existencia del arquitecto, y afirman que de manera espontánea se generó el edificio.
Pero, no es ésa nuestra fe. Por nuestra fe nostros entendemos que el mundo fue hecho por la palabra de Dios. La palabra entendemos en en griego es “noeó” y se refiere al proceso intelectual que debe llevarse a cabo para llegar a una conclusión. Y ésa es la fe cristiana, por la evidencia que tenemos en la Palabra de Dios, que ha demostrado ser completamente confiable, inerrante e infalible, podemos concluir, podemos entender que el universo tiene un Creador.
Estimado amigo, yo no sé si eres religioso, o no, no sé qué opinión tienes acerca del origen de la vida, pero la verdad Bíblica afirma que el único Dios verdadero es el Creador de los cielos y la tierra, y como Creador, es Dueño, Juez y Señor de todo lo que hay, incluyendo tu vida; y llegará un momento al final de tus días en el que te tendrás que presentar delante de tu Creador para dar cuentas de tu vida. Una vida que todos los que estamos aquí hemos vivido en rebeldía contra nuestro Creador, desobedencienco y despreciando sus mandamientos.
No importan cuán oculta esté esta rebelión, no importa cuán oculto estén tus pecados a los ojos de los hombres, Hebreos 4:13 “Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien debemos rendir cuentas”.
Llegará un momento en el que estarás cara a cara con el Creador y tendrás que rendir cuentas por todos tus pecados “¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo”, dice Hebreos 10:31. Por eso el tema de la fe en Cristo es tan importante, porque no hay otro medio para el hombre poder ser salvo de la ira y el justo juicio de Dios, sino únicamente por medio del sacrificio de Cristo.
Amado amigo, tú y yo hemos vivido en rebeldía en contra de nuestro Creador. Y la única manera de ser salvos del juicio que merecemos, es por medio del sacrificio de Cristo. Hebreos 9:28 “así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos...”. Lo importante no es tener fe, sino en qué es lo que se tiene fe. La fe bíblica, la fe que salva, es la fe que pone toda su confianza en el suficiente sacrificio de Cristo como el único medio por el cual podemos acercarnos a Dios.
La fe es el medio por el cual nos apropiamos de ese sacrificio, pues, creemos que todo lo que Cristo logró en la cruz se aplica de manera irrevocable a mi vida, por fe en el sacrificio de Cristo hago míos el perdón, la misericordia, la justificación y la santificación.
Amado amigo, la fe en Cristo no es un medio para que te vaya bien en la vida. Nuestro problema no es que nos puede ir mejor en la vida, no, nuestro problema es que somos criminales ante un Dios santo y justo, y debemos pagar por nuestros crímenes, pero Cristo fue quien pagó. Él fue quien se sacrificó para que tú y yo podamos ahora acercarnos a Dios y tener paz con Dios, se reconciliados por medio de la fe, por medio de la confianza completa en ese sacrificio, ya no es por tus méritos, sino por los méritos de Cristo. Él lo ganó para ti si tan solo te arrepientes y tienes fe en Cristo.
El arrepentimiento comienza con un reconocimiento de nuestra maldad, y nos lleva a desear un cambio completo en nuestra vida, ya no queremos ser más como somos y suplicamos a Dios por su perdón. La fe, es confiar que en Cristo obtengo lo que Dios dice que tengo, que es ese perdón. Te animo hoy, amigo que hoy nos visitas, esta es la fe bíblica, la confianza en Cristo que nos hace justos delante de Dios.

EL GALARDÓN DE LA FE - Hebreos 11:6; 13-16

Ése es el verdadero galardon de la ve, por eso se nos dice que Noé heredó la justicia que viene por la fe. Porque la fe bíblica es una fe que se tiene para justificación, no para gratificación de los deseos humanos.
El galardón que la fe bíblica nos promete no es un galardón material ni en esta tierra. De hecho, la fe bíblica nos llevará a un desapego a este mundo y un anhelo por el mundo venidero.
Siempre ha sido así, aún desde los tiempos del AT, aún las promesas hechas a Abraham, la tierra prometida realmente apuntaba a una tierra celestial.
Lea conmigo Hebreos 11:8.16
La fe nos lleva a andar como peregrinos en este mundo, como extranjeros. Para la mayoría de nosotros es muy fácil entender este concepto porque la gran mayoría de nosotros somos inmigrantes en este país. No importan cuánto tiempo usted pase en este país, no importa si quiera si usted ya tiene la nacionalidad española, cuando a usted le preguntan de dónde es, usted responde “de Venezuela, Brasil, Colombia, Perú, etc.”.
Usted no termina de sentirse que pertenece a este lugar. Usted no se refiere a España como su tierra. Ahora, permitame decirle algo, Venezuela, Brasil, Colombia o cualquiera que sea su país tampoco es su tierra, porque al igual que Abraham, Isaac y Jacob, nosotros somos herederos de una ciudad celestial.
Abraham estuvo en la tierra prometida, pero no le fue dada en ese momento. Abraham obedeción a Dios por la fe, y llegó a la tierra prometida pero no la poseyó. Esto hubiera podido ser motivo para que Abraham dudara de la promesa, después de todo, salió de su tierra y cuando llegó a la que Dios le había prometido, no le fue dada, por el ccontrario, lo sacaron y tuvo que huir a Gerar. Fue extranjero y peregrino en la tierra que, según la promesa de Dios, le sería dada.
Pero eso no fue un problema para Abraham, ni para Isaac, ni para Jacob, porque todos los creyentes en cualquier era de la humanidad reconoce que están de paso por esta tierra, por lo que sus afectos, sus anhelos no están apegados a este mundo.
Para Abraham no fue un problema morir sin recibir la promesa. De hecho, ninguno de los que murió recibió la promesa, solo la vieron de lejos. La saborearon pero no llegaron a disfrutar el pleno cumplimiento de la misma, aún así, ese saborear fue suficiente para afectar la manera en cómo vivieron en esta tierra. Ellos no pensaban en su tierra para volverse a ella, sino que anhelaban la ciudad de Dios, la ciudad cuyo fundamento y arquitecto es Dios, la ciudad que Dios les había prometido, y el versículo 16 nos clarifica el verdadero significado, ésta es una ciudad celestial.
Y ésa es la fe bíblica que debemos tener todos los creyentes, no creciendo en nuestro apego a las cosas de este mundo, sino creciendo en nuestro anhelo y deseo por la ciudad de Dios.
Hermanos, la fe malentendida va a producir frutos completamente mundanos. La fe entendida como esa fuerza que puede torcer el brazo de Dios para que me de lo que quiero, solo va a producir en nosotros impaciencia, resentimiento contra Dios, queja, murmuración, desaliento por las cosas de Dios, un sentimiento de víctima porque no recibo lo que quiero, frustración al compararme con otros, preocupación y ansiedad.
Pero la fe bíblica, produce paciencia, esperanza, confianza y aún gozo porque es una fe que no pone su vista en esta tierra sino en las cosas de arriba.
Quiero preguntarte, ¿cómo estás llevando tu corazón a que anhele la patria celestial? ¿Pasas más tiempo preocupado por las cosas de este mundo que por las cosas de arriba? ¿Cuánto te afanas en conseguir cosas aquí, sin importar cuánto eso atente contra tu crecimiento en la fe?
¿Estás meditando en las Escrituras de tal manera que te lleven a desear cada vez más la ciudad de Dios? ¿Estás orando cada vez más para que Dios cambie tus deseos y te haga anhelar más y más aquel lugar cuyo fundamento y arquitecto es Dios?
Hermano, no importa cuán favorable nos sea la vida, no importa si tienes contrato fijo y si tienes tu propia casa, si tienes salud y tus familiares están bien, no importan cuán favorable sea la vida para ti en este mundo, como creyente nunca debemos sentirnos lo suficientemente cómodos en esta tierra como para no desear desesperadamente la ciudad de Dios. Porque la comodidad y el bienestar en esta tierra nunca serán sustitutos para la gloria de Dios en el mundo venidero.
¿Anhelas la gloria de Dios? ¿Deseas la ciudad de Dios?
Una de las evidencias de que estamos creciendo en la fe bíblica es la expresión de un deseo por las cosas espirituales más que las cosas terrenales. Cuando un creyente no parece tener interés en las cosas celestes, en el reino de Dios, en la Palabra ni aún en la comunión con otros creyentes, entonces, sin temor a juzgar podemos poner en duda si es un verdadero creyente. Si no muestras ningún interés por las cosas de Dios, ¿cómo podemos afirmar que has nacido de nuevo?
¿Si no te afanas por conocer más al Señor, si no te ocupas en exponer tu mente y tu corazón a la Palabra de Dios, si no eres diligente en llevar tu corazón a anhelar las cosas de arriba, entonces, cómo podemos decir que tienes la misma fe que Abraham?
Una carácterística de la fe bíblica es que anhela el galardón bíblico, la ciudad de Dios.
Uno de mis pasajes preferidos en la Biblia es Colosenses 3:1-4 “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria”.
La fe bíblica no es una fe que busca una mejor vida ahora en esta tierra, sino una fe que entiende que nuestra vida está en Cristo, que nuestra vida está en la ciudad de Dios, que nuestra vida es ahora una vida que anhela una esperanza futura y no presente.
Yo quiero por un momento que pienses en tu mayor anhelo ahora mismo, piensa en lo que más deseas ahora mismo, puede ser una esposa, o un esposo, puede ser una familia, puede ser un trabajo, puede ser que Dios te sane de alguna enfermedad. Puede ser que Dios bendiga tu emprendimiento, puede ser que anheles aún el ministerio cristiano. Todos estos son buenos anhelos, pero si estos deseos son mayores al anhelo que debe haber en tu corazón por la ciudad de Dios, entonces, no hemos entendido la fe bíblica.
Si anhelas cualquier cosa en este mundo, por buena que sea, si anhelas algo en este mundo más de lo que anhelas la esperanza futura de la gloria de Dios manifestada visiblemente por la eternidad en esa ciudad que Él ha preparado para nosotros, entonces, debemos arrepentirnos delante del Señor y pedir que nos ayude a tener una fe bíblica que desee la patria celestial.
Si nuestros afectos por las cosas terrenales son mayores a los afectos por las cosas celestiales, entonces no hemos entendido la fe bíblica.
Si nuestras preocupaciones son solo terrenales, y no nos ocupamos de crecer en el conocimiento de la Palabra de Dios ni en la obediencia a Dios, entonces no hemos entendido la fe bíblica.
Si todo mi tiempo lo paso ocupado en las cosas de este mundo, y no en la búsqueda de Dios, en la extensión de su reino, en crecer en fe, entonces no he entendido la fe bíblica.
Si respondo con quejas, con resentimiento, con desanimo ante las desilusiones de la vida, en vez de tener esperanza cualquiera sea mi situación, entonces, no he entendido la fe bíblica.
Hermanos, amados míos, que el Señor nos ayude a entender la fe bíblica, aquella que nos lleva a la paciencia, aquella que nos lleva a perseverar, como dice el autor en Hebreos 10:39 “Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen de para preservación del alma”, porque el justo por la fe vivirá.
Oremos.
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