Llamados y amados (Romanos 1.6-7), Parte 2

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Llamados y amados (Romanos 1.6-7), Parte 2

Romanos 1:1–7 NBLA
1 Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, 2 que Él ya había prometido por medio de Sus profetas en las Sagradas Escrituras. 3 Es el mensaje acerca de Su Hijo, que nació de la descendencia de David según la carne, 4 y que fue declarado Hijo de Dios con un acto de poder, conforme al Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos: nuestro Señor Jesucristo. 5 Es por medio de Él que hemos recibido la gracia y el apostolado para promover la obediencia a la fe entre todos los gentiles, por amor a Su nombre; 6 entre los cuales están también ustedes, llamados de Jesucristo. 7 A todos los amados de Dios que están en Roma, llamados a ser santos: Gracia y paz a ustedes de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
La semana pasada nos enfocamos en la frase del verso 6, “los llamados de Jesucristo”.
Los cristianos en Roma y todos los cristianos en en coatepeque son “los llamados de Jesucristo”.
Romanos 8:30 NBLA
30 A los que predestinó, a esos también llamó. A los que llamó, a esos también justificó. A los que justificó, a esos también glorificó.
1 Corintios 1:9 NBLA
9 Fiel es Dios, por medio de quien fueron llamados a la comunión con Su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
Sostuve la opinión de que esto significa que los cristianos son llamados por Dios para pertenecer a Jesucristo y que este llamado de Dios no es solo una invitación, sino que es el tipo de llamado que produce lo que ordena.
mencione el domingo pasado una referencia a
2 Corintios 4:4–6 NBLA
4 en los cuales el dios de este mundo ha cegado el entendimiento de los incrédulos, para que no vean el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios. 5 Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos de ustedes por amor de Jesús. 6 Pues Dios, que dijo: «De las tinieblas resplandecerá la luz», es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Cristo.
En otras palabras, la incredulidad humana y la ceguera espiritual conspiran para hacer que el evangelio luzca como una piedra de tropiezo o como locura
1 Corintios 1:23 NBLA
23 pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, piedra de tropiezo para los judíos, y necedad para los gentiles.
Entonces ¿cómo es que alguien viene a la fe? Pablo dijo que dos cosas fueron necesarias. En 2da a los Corintios 4:5 dice: “Porque… predicamos… a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús.”
Lo primero que necesitamos es la predicación de Cristo por la vida de un siervo. Cristo debe ser predicado y mostrado. Nadie puede creer lejos del evangelio. Debemos hablar el evangelio a las personas y mostrárselo.
Pero Pablo conoce por dolorosa experiencia, y también muchos de ustedes, que las personas que amamos escuchan el evangelio y ven nuestro servicio, pero no creen para ser salvos. Es por esto que Pablo prosigue, en 2da a los Corintios 4:6, para mencionar la segunda cosa necesaria para que alguien venga a la fe.
2 Corintios 4:6 NBLA
6 Pues Dios, que dijo: «De las tinieblas resplandecerá la luz», es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Cristo.
El evangelio no solo debe ser predicado por la vida de un siervo, sino que Dios mismo debe, sobrenaturalmente, dar luz o visión divina al corazón.
En otras palabras, cuando Pablo dice en Romanos 1:7 que los cristianos son “los llamados de Jesucristo”, quiere decir que Dios ha hablado a nuestros corazones tan poderosamente que hemos sido despertados de la incredulidad, y que nuestros ojos cegados han sido abiertos para ver a Cristo como realmente es, y nuestra dureza de corazón ha sido llevada, y que hemos sido resucitados de la muerte espiritual –como Cristo levantó a Lázaro simplemente llamándolo- “Lázaro, ven fuera”.
Y el resultado de todo esto es que ahora vemos la grandeza de Jesús en el evangelio y confiamos en él y le amamos y valoramos el conocerle más que a todas las cosas. Y por tanto somos “los llamados de Jesucristo”.
El Llamado Viene del Amor de Dios hacia Ti
Ahora hoy quiero hacer más profunda y dulce la experiencia de su llamado mostrándoles dos cosas: que sus llamados surgen del amor que Dios tiene específicamente para ustedes; y que éste amor te guía hacia el reino del amor de Dios que nadie más conoce sino aquellos que lo reciben.
La razón por la que escojo enfatizar esto es simplemente porque la próxima palabra crucial en nuestros textos, es “amados de Dios”.
Romanos 1:7 NBLA
7 A todos los amados de Dios que están en Roma, llamados a ser santos: Gracia y paz a ustedes de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
El Amor de Dios para el Mundo
Ahora, ¿Qué significa esto? Quiero acrecentar su visión del amor de Dios. No quiero minimizarla. Quiero incrementarla. Para muchas personas, el único modo en que han concebido el amor de Dios es que Dios ama al mundo, y por tanto ama a todos de la misma manera. Y, de hecho, Él ama al mundo.
Mateo 5:44–45 NBLA
44 »Pero Yo les digo: amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen, 45 para que ustedes sean hijos de su Padre que está en los cielos; porque Él hace salir Su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos.
En otras palabras, el amor de Dios es tan ancho y tan general como el sol que se eleva y la lluvia que cae.
Juan 3:16 NBLA
16 »Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna.
En otras palabras, podemos ofrecer vida eterna a toda persona sobre este planeta que ponga su fe en Jesús, el Hijo de Dios. Fue el amor de Dios quien envió a Su Hijo para que esa propuesta pudiera ser hecha al mundo.
De manera que al menos de estas dos formas el amor de Dios es amplio y general: Él sostiene al mundo incrédulo con sol y lluvia, y ofrece vida eterna, al precio de Su propio Hijo, a cualquiera que crea.
El amor de Dios para sus llamados
No creo que Pablo quiera que perdamos esta realidad en Romanos 1:7. No creo que él quiera que ustedes, cristianos, digan “Dios me llama ‘amado’ porque ama a todos igual, y, como soy parte de todos, soy también amado.
Eso no es lo que el verso 7 significa. Pablo dice: yo escribo “a todos los que estáis en Roma, amados de Dios”. Pero no se refiere a todos en Roma. Él está escribiendo a aquellos que son “los llamados de Jesucristo”. De manera que el amor que tiene en mente aquí debe ser diferente al amor que tiene Dios por todos en Roma
Dije, quiero acrecentar su visión del amor de Dios. No quiero minimizarla. En otras palabras, si puedo persuadirles de que Dios ama a “los llamados de Jesucristo” con un amor especial y prometido, no quisiera que usted terminara pensando que Él es menos amoroso de lo que sería si solo amara al mundo de manera general y equitativa sin hacer un pacto con su novia, la iglesia. Quiero declarar, a partir de la Escritura, que Dios mantiene su amor por todo el mundo, pero escoge a su esposa, “los llamados de Jesucristo”, y le ama (¡a usted cristiano!) con un amor prometido, especial y precioso.
El Amor de Dios que Pone el Temor de Dios en el Corazón
En el Antiguo Testamento, Dios prometió que algún día haría lo que llamó un “nuevo pacto” con su pueblo (Jeremías 31:31), un pacto eterno.
Jeremías 31:31 NBLA
31 »Vienen días», declara el Señor, «en que haré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto,
Y lo maravilloso de este pacto es que el amor de Dios no solo ofrece seguridad a las personas, sino que también ofrece promesas para mantenerles a salvo de la destrucción.
Jeremías 32:40 NBLA
40 »Haré con ellos un pacto eterno, de que Yo no me apartaré de ellos para hacerles bien, e infundiré Mi temor en sus corazones para que no se aparten de Mí.
¿Ve usted qué tipo de amor es este? Esto es más que el amor general de invitación y oferta.
Este es un amor que “pone el temor de Dios en el corazón”
2 Corintios 7:1 NBLA
1 Por tanto, amados, teniendo estas promesas, limpiémonos de toda inmundicia de la carne y del espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
Este es el tipo de amor que funciona poderosamente, “para que no nos apartemos de Dios”. Este no es un amor general para todos. Es un amor especial que pone el temor de Dios en nuestros corazones y nos protege de alejarnos. Este es el nuevo pacto.
“¿Quién nos separará del amor de Cristo?”
Veamos esto ilustrado en Romanos 8. En el verso 35 Pablo pregunta, “¿Quién nos separará del amor de Cristo?” En otras palabras, “¿Hay alguna manera de que Jeremías 32:40 y su nuevo pacto sea roto o anulado en la vida de los “llamados de Jesucristo”? (vea Romanos 8:30) Recuerde, en Jeremías 32:40 Dios prometió que trabajaría en Su gente “para que no se aparten de mí”. Esto es lo que Pablo responde aquí.
Él pregunta en Romanos 8:35, ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? [¿Nos separarán del amor de Cristo?] Y responde en el verso 37. “[No, antes] en todas estas cosas somos más que vencedores”.
Note que es lo que nos guarda de ser separados del amor de Cristo: somos guardados de la separación “por medio de aquel que nos amó.” Entonces el verso 35 pregunta, “¿Quién nos separará del amor de Cristo?” y el verso 37 responde: ¡Nada nos separará! Y la razón dada es que nosotros abrumadoramente conquistamos “por medio de aquel que nos amó.” O para ponerlo simple y a secas: el amor de Dios nos guarda de ser separados del amor de Cristo.
¿Serán los llamados de Jesucristo separados de de Él? ¡No! ¿Por qué? ¡Porque Dios nos ama! El amor prometido de Dios triunfa preservando a los suyos.
Romanos 8:38–39 NBLA
38 Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
En otras palabras, el amor especial y prometido de Dios para nosotros triunfará sobre cualquier cosa que trate de destruir nuestra fe y nos aparte de Dios.
Este no es el amor general de Dios que ofrece vida eterna al mundo, ni es el amor sustentador de Dios que da sol y lluvia aún a sus enemigos.
Este es el amor de Dios para su esposa, su pueblo escogido. Él nos llama de muerte a vida, y nos guarda de apartarnos.
Y, como Romanos 8:30 dice, él nos glorifica. “Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó” Este es el nuevo amor prometido de Dios “y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí.”
Esto es lo que Pablo quiere decir en Romanos 1:7 cuando dice: “a todos los que estáis en Roma, amados de Dios” Y es lo que Dios quiere expresar cuando les dice a ustedes cristianos hoy: ustedes son los llamados de Jesucristo, son mis amados.
Los he escogido para mí mismo. Los he llamado, los he justificado, los he guardado, haré en ustedes lo que es agradable delante de mí. (Hebreos 13:21). Nada los separará de mí, porque les amo con un amor eterno. Ustedes son mis amados.
Oh, que Dios les concediera conocer este amor. Aférrese a él. Degústelo, descanse en él. Sea liberado y transformado, tómelo a riesgo. Y consuma el resto de su vida encomendándolo a todos los que usted conoce.
Y si todavía no le conoce, recíbalo ahora. ¿No está Dios ahora mismo hablando a su corazón? ¿No está Él ahora mismo mostrándole la belleza y verdad de Cristo quien murió por los pecadores para que todo el que crea en Él pueda ser salvo? Créale. Le insto en nombre de Dios, ¡crea en Su Hijo!
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