La locura del evangelio

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Las familia de Jesús persuadida por las falsas acusaciones de los escribas querían detener el ministerio de Jesús.

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La locura del evangelio

Marcos 3:20–22 (RVR60)
20 Y se agolpó de nuevo la gente, de modo que ellos ni aun podían comer pan. 21 Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de sí. 22 Pero los escribas que habían venido de Jerusalén decían que tenía a Beelzebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios.

Introducción

En el contexto de este pasaje vemos al Señor iniciando su ministerio en la región de Galilea. Allí escogió a los 12 discípulos.
Después de recorrer la región predicando, sanando y expulsando demonios, retorna a casa en Nazaret (Marcos 3:19)
Pero las personas necesitadas al enterarse que se encontraba en Nazaret , se aglomeraron tantos que no le daban tiempo para comer. (Así hay muchos necesitados hoy día que esperan que vallamos a presentarles a Cristo)

Sus parientes

Los parientes del Señor querían detenerlo porque habían escuchado de los escribas aseguraban que el poder de los milagros del Señor provenía de Beelzebú. “Pero los escribas que habían venido de Jerusalén decían que tenía a Beelzebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios. Marcos 3:22
Sus parientes creían que El Señor estaba loco (existemi= fuera de si, aturdido, confundido, loco)
21 Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de sí.
Creían que estaba fuera de si porque el ministerio de Jesús era muy diferentes al de los líderes religiosos de su época, no se acomodaba a las tradiciones religiosas.
Predicaba con autoridad: “Los alguaciles respondieron: ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre! Juan 7:46”, “porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Mateo 7:29
Hacía señales milagrosas de sanidades y liberaciones: (Marcos 3:10-11)
Su parientes no querían sufrir una humillación pública, pues aunque había una ley que condenaba a muerte al falso profeta, los romanos prohibían la pena de muerte: “El profeta que tuviere la presunción de hablar palabra en mi nombre, a quien yo no le haya mandado hablar, o que hablare en nombre de dioses ajenos, el tal profeta morirá. Deuteronomio 18:20
Pero sus parientes preferían creer a la opinión de la gentes y los escribas, antes de creer por las señales que el Señor hacía.
Aquel cristiano que no se acomode a las costumbres del mundo será señalado de loco y fanático.

Los escribas

Habían alcanzado prestigio en la comunidad por ser personas ilustradas y versadas en la Biblia, sin embargo la conocían letra pero no tenían la revelación, pues si la hubiesen tenido habrían reconocido a Jesús como El Cristo.
Los movía la envida, pues ellos no tenían esa palabra de autoridad ni ese poder, acusaban al Señor de estar endemoniado.
Estaban preocupados porque la fama del Jesús amenazaba con perder su dominio sobrenatural la gente.
El problema de los escribas era que se habían acomodado a su fama y se alimentaban de la gloria de los hombres lo cual cegaba su entendimiento de las cosas divinas. “6 y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas, 7 y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí. Mateo 23:6–7

El peligro de la blasfemia

Los escribas estaban tan cegados por la envidia que no se daban cuenta que al acusar al Señor de obrar por el poder de Satanás, blasfemaban contra el Espíritu Santo, se estaban condenando por sus palabras: “pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno. Marcos 3:29
El Señor obraba con el poder del Espíritu Santo (Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor. Lucas 4:14), no de Satanás. Por lo tanto al negar el poder del E.S. y atribuirlo a Satanás es una blasfemia.
La Blasfemia es el irrespeto a la deidad de Dios, es difamar o maldecir su Nombre.
No es perdonado este pecado porque se está despreciando al único que puede convencer al hombre de pecado: “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. Juan 16:8”, por lo tanto la persona nunca estará dispuesta a arrepentirse de sus pecados.
Además el Señor declara que no es posible reprenderse a sí mismo, pues destruiría su reino, los que utilizan el poder de Satanás para liberar a una persona, reemplazan al demonio con uno más fuerte. “Y si Satanás se levanta contra sí mismo, y se divide, no puede permanecer, sino que ha llegado su fin. Marcos 3:26

Conclusión

No se deje impresionar por la grandeza de los hombres, como lo hicieron los parientes de Jesús. Dirija su vida conforme al consejo de la Palabra de Dios siempre.
Israel estaba en una sequía espiritual cuando El Señor vino a este mundo, los líderes religiosos se habían acomodado en la pleitesía de la gente, estaban cegados por reglas religiosas y costumbres que no podían ver el poder de Dios, tampoco alimentar el alma de la gente.
Por esa ceguera no podían ver el poder de Dios y sin darse cuenta cometían el pecado imperdonable.
El pueblo estaba necesitado: “Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Mateo 9:36
El ministerio de Jesús trajo nuevamente el poder de Dios a la tierra que una vez vivió bajo ese poder divino.
A la iglesia se le ha delegado ese poder y autoridad para rescatar esas almas perdidas: “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. Hechos 1:8
Procuremos enfocarnos en llevar ese alivio a las almas, aun en contra de la opinión negativa de la sociedad, que nos tilda de intolerantes, anticuados y LOCOS.
Si usted está en el camino correcto, muchos lo tildarán de loco, porque no se acomoda a la mentalidad del mundo, siga perseverando en la fe sin dejarse influenciar por el mundo.
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