Adorando conforme a la voluntad de Dios

Restaurando la Adoración genuina  •  Sermon  •  Submitted
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La Adoración solamente se puede definir como "genuina" si se entrega conforma a la voluntad de aquel que es el objeto de nuestro amor.

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VIII. ORIENTADOS HACIA LA VOLUNTAD DE DIOS (Rom. 12: 1-2)
En este conocido pasaje de las escrituras del nuevo pacto, el apóstol Pablo hace un llamado a la adoración genuina. Este contiene las mismas características y principios que las instrucciones que Moisés entregó al pueblo de Israel antes de entrar a la tierra prometida.
A. Reconociendo lo bueno que ha sido Dios con nosotros
En los capítulos anteriores hay toda una argumentación del apóstol para que los hermanos en Roma entendieran lo grande que misericordia de Dios había sido con ellos, y era partiendo de esa realidad que el siervo de Dios apelaba a los creyentes gentiles para que se entregaran en adoración al todopoderoso.
Fue la bondad de Dios la que nos llevó al arrepentimiento (Rom. 2: 4), aunque la paga del pecado es muerte, Él no entregó en regalo de la vida en Cristo Jesús (Rom. 6: 23), Él nos predestinó, nos justificó, nos redimió, nos glorificó, para que seamos formados a la imagen de su primogénito (Rom. 8: 28-30), nos eligió soberanamente y tuvo misericordia de nosotros, no porque lo merecemos, sino porque así Él lo dispuso (Rom. 9). Así que, como profetizó Oseas:
“Llamaré “mi pueblo” a los que no son mi pueblo; y llamaré “mi amada” a la que no es mi amada”[1] (Rom. 9: 25) (NVI).
B. La adoración se trata de dar y no de recibir
[παριστάνω, paristáno: presentar, llevar a la presencia de, ofrecer, dedicar, dar]
No se adora a Dios para requerir o demandar algo, sino que nuestra adoración es una respuesta a lo que Él representa y lo que ha hecho para nosotros. Dios se reveló a Israel en el monte Sinaí diciéndoles:
Yo soy Jehovah tu Dios que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud: No tendrás otros dioses delante de mí.” (Ex. 20: 2-3) (RVA).
¡Él es merecedor de toda nuestra adoración por ser el soberano rey de todo el universo, y por el despliegue de su amor y su poder a favor nuestro! Cuando le «damos adoración» tampoco es porque Él esté necesitado de ninguna cosa, ni porque tengamos algo que aportarle que lo haga mejor. Nuestra adoración es un acto de:
® Reconocimiento
® Gratitud
® Amor
® Obediencia
® Justicia
De ahí que «el principio del sacrificio» sea fundamental en la adoración genuina. En el modelo de adoración revelado por YHVH en el tabernáculo, el altar del sacrificio era el primer lugar donde los adoradores tenían que participar. Todo un sistema de sacrificios fue igualmente revelado por el Altísimo para que su pueblo supiera cómo adorar genuinamente.
Nuestro Mesías salvador se ofreció como sacrificio perfecto conforme a la norma establecida por nuestro padre celestial (1 Ped. 3: 14), sin embargo, la iglesia de hoy da la impresión de no estar interesada en conocer nada que tenga que ver con los sacrificios. ¿Será por eso por lo que nuestra adoración se ha desviado tanto? Pablo nos recuerda en nuestro texto principal que la adoración que Dios espera de nosotros involucra la entrega de nuestros cuerpos como sacrificios vivos.
Nos hemos de alguna manera desviado del entendimiento de dar adoración. Una de las razones ha sido la influencia de las costumbres de las naciones al adorar a sus dioses. Ellos lo hacían para recibir beneficios de ellos, protección, prosperidad, salud, fertilidad, etc.; pero adorar al Rey de reyes y Señor de señores significa entregarle algo, y no ha cambio de otra cosa, sino en respuesta a lo que ya ha sucedido.
Claramente que YHVH nos bendice cuando le adoramos, pero esa bendición no resulta de un depósito que le haga ser deudor o que lo comprometa a realizar algo, sino que proviene de su naturaleza dadora cuando queda complacido con la obediencia de sus hijos. Esto nos ayuda a entender que la instrucción de los principios de los sacrificios no es un castigo para su pueblo, sino un camino para entrenarnos en la obediencia y para colocarnos en el lugar adecuado donde nos alcance la plenitud de nuestra herencia (Ex. 20: 22-24).
Bajo el nuevo pacto hablamos de “sacrificios espirituales” (1 Ped. 2: 5), pero estos proceden de los mismos principios de los sacrificios ordenados en el antiguo pacto. Nuestras vidas (Fil. 2: 7), nuestras ofrendas (Fil. 4: 18), nuestra alabanza (Heb. 13: 15), cuando compartimos con los pobres (Heb. 13: 16).
C. La adoración no puede seguir el modelo de este mundo
La adoración genuina debe ser “agradable a Dios”, de otra forma no cumple con su objetivo. Las costumbres de este mundo siguen estableciendo dificultades para los adoradores, por eso el consejo del apóstol Pablo es el mismo que Moisés le ordenó a Israel: «no se amolden a ellas».
[συσχηματίζω, susjematidso: amoldar, vivir según el patrón de.]
Para librarnos de esos moldes hemos de permitir que el Espíritu de Dios «transforme nuestra manera de pensar», y esto Él lo hace mediante el poder de la palabra del eterno. Cuando la aceptamos como norma y decidimos obedecerla, el Espíritu nos ayudará a cumplir con este objetivo para la alabanza de la gloria de nuestro salvador. Si no pasamos por este proceso de transformación (que es descrita como una metamorfosis), aunque comencemos con buenas intenciones, no podremos alcanzar la meta de la adoración ni perseverar en ella.
Dicha transformación no es algo que podamos hacer por nosotros mismos, sino que solamente Dios puede realizarla. En Cristo se nos ha colocado en una esfera para que podamos experimentar tal transformación. Nuestra tarea es el entregarnos en obediencia para que Él complete la buena obra que ha comenzado. En ese sentido, es la obediencia a su voluntad la que nos abre la puerta para ser transformados.
D. La adoración genuina es acorde a la voluntad de Dios
La transformación del entendimiento es imprescindible para poder llegar a comprobar la voluntad de Dios.
de modo que comprobéis cuál sea la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.” (RVA)
Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.” (NVI)
para que comprobéis cuál sea la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.” (RV 60)
¿Por qué es esto tan importante? Porque la adoración solamente se puede definir como genuina si es entregada conforme a la voluntad de aquel que es su objetivo. Es como amar a alguien. Que lo amemos no es suficiente, sino que la meta ha de ser que aquello que es objeto de nuestro amor lo reciba de esa forma. Si queremos amar a Dios en adoración, hemos de hacerlo de la forma que Él lo acepta como nuestra expresión de amor (Sal. 50).
La voluntad de Dios es hacer lo que Él considera como bueno [provechoso], lo que le agrada [lo que Él acepta], y lo que es perfecto [íntegro].
IX. COLCLUSIONES
Tres principios son imprescindibles si queremos restaurar la adoración genuina, y si queremos mantenerla así hasta el final. Son los mismos principios que YeHoVaH reveló en sus instrucciones (Torah) al pueblo de Israel, que son válidos para todas las generaciones de adoradores del Dios verdadero:
1. No adoremos como lo hacen las demás naciones a sus dioses.
2. No adoremos como mejor nos parezca.
3. Adoremos a Dios conforme a su voluntad, como Él mismo lo ha establecido.
“Pero se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad.” (Jn. 4: 23-24) (NVI).
[1] [Ver (Os. 2: 23)]
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