La Luz En Las Tinieblas

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A través de la luz de Jesús podemos traer esperanza a este mundo. Gracias a Él, somos hijos de la luz de Dios.

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John 1:1–18 NTV
1 En el principio la Palabra ya existía. La Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. 2 El que es la Palabra existía en el principio con Dios. 3 Dios creó todas las cosas por medio de él, y nada fue creado sin él. 4 La Palabra le dio vida a todo lo creado, y su vida trajo luz a todos. 5 La luz brilla en la oscuridad, y la oscuridad jamás podrá apagarla. 6 Dios envió a un hombre llamado Juan el Bautista, 7 para que contara acerca de la luz, a fin de que todos creyeran por su testimonio. 8 Juan no era la luz; era sólo un testigo para hablar de la luz. 9 Aquel que es la luz verdadera, quien da luz a todos, venía al mundo. 10 Vino al mismo mundo que él había creado, pero el mundo no lo reconoció. 11 Vino a los de su propio pueblo, y hasta ellos lo rechazaron; 12 pero a todos los que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios. 13 Ellos nacen de nuevo, no mediante un nacimiento físico como resultado de la pasión o de la iniciativa humana, sino por medio de un nacimiento que proviene de Dios. 14 Entonces la Palabra se hizo hombre y vino a vivir entre nosotros. Estaba lleno de fidelidad y amor inagotable. Y hemos visto su gloria, la gloria del único Hijo del Padre. 15 Juan dio testimonio de él cuando clamó a las multitudes: «A él me refería yo cuando decía: “Alguien viene después de mí que es muy superior a mí porque existe desde mucho antes que yo”». 16 De su abundancia, todos hemos recibido una bendición inmerecida tras otra. 17 Pues la ley fue dada por medio de Moisés, pero el amor inagotable de Dios y su fidelidad vinieron por medio de Jesucristo. 18 Nadie ha visto jamás a Dios; pero el Hijo, el Único, él mismo es Dios y está íntimamente ligado al Padre. Él nos ha revelado a Dios.

Luz Repentina

¿Alguna vez has sido sorprendido por una luz repentina en tu vida? La experiencia más impactante que he tenido fue durante mi tiempo en el Ejército de Salvación en Puerto Rico frente al Cuerpo de Caparra. Muchos detalles de esta memoria no son claros, ej. lo que estaba haciendo, el clima, la ropa que tenía puesta, etc. Lo que sí ha quedado plasmado en mi mente fue lo que sucedió. Estaba caminando frente al Cuerpo y de repente hubo un brillo de luz que me sobrellevó. Al pasar un instante escuché el ruido más fuerte que había escuchado en mi vida en forma de trueno. En menos de dos segundos corrí hacia el patio interior del Cuerpo. En ese momento quedé convencido de que había caído un relámpago en nuestra calle o la próxima.
Hoy estamos hablando de la luz en las tinieblas, que se encuentra en Juan 1. La luz es una parte importante de nuestras celebraciones navideñas. En todas partes que miramos, hay luces que brillan intensamente desde las ventanas, los patios y los árboles. En el tiempo más oscuro y los días más cortos del año, hay luces para alegrar nuestros vecindarios.
Incluso, antes de la electricidad moderna, la gloria angelical del Señor que se mostró alrededor de los pastores en los campos por la noche y la luz de la antigua estrella llevó a los sabios a Jesús.
El énfasis en la luz no proviene solo de las historias de los ángeles, los pastores y los sabios en las otras historias del Evangelio, sino del mensaje fundamental de Navidad de que la luz vino al mundo a través de nuestro Mesías, Jesucristo.
Isaiah 9:2 NTV
2 El pueblo que camina en oscuridad verá una gran luz. Para aquellos que viven en una tierra de densa oscuridad, brillará una luz.
Incluso Isaías profetizó: «El pueblo que andaba en la oscuridad ha visto una gran luz; sobre los que vivían en densas tinieblas la luz ha resplandecido»(Isaías 9: 2).
El Evangelio de Juan también nos dice que la luz de Dios que estaba presente en la creación ha venido al mundo de una manera nueva. Su historia es bastante diferente de las historias que Mateo y Lucas comparten sobre los eventos reales de la venida de nuestro Mesías. Juan 1: 1-5 habla del Verbo que se hizo carne; habla de cómo vivió entre nosotros y que nació para que podamos ver la luz en la oscuridad.
Esta luz es diferente a cualquier otra luz que conocemos. La luz de Dios brilla con características asombrosas. Vemos en el versículo 9 que no es solo una luz brillante, esta luz es la luz verdadera. Si leemos otros pasajes en este Evangelio, la verdadera luz contrasta no solo con las luces falsas, sino con las luces que son menos brillantes. En otras palabras, los profetas y aquellos que también muestran el camino a Aquel que es la luz del mundo.
Jesús viene como la luz abundante y final, la luz verdadera que reemplaza cualquier luz parcial o parpadeante como Juan el Bautista o Moisés. No es que no fueran buenas luces (fueron proporcionadas divinamente), pero no son la luz de la vida.
Además, la luz verdadera da luz a cada persona y tiene el poder de ser la luz para todo el universo. Dios es el dador de la vida y la luz eterna.
Entonces, creo que es interesante cuando Juan dice en el versículo 5 que hay quienes no lo entienden ni lo reconocen. En realidad, esta parte se puede traducir de diferentes maneras, pero en griego la palabra para «comprender» o «entender» es kä-tä-läm-bä'-nō, que significa «apoderarse de algo para hacerlo propio, obtener, alcanzar, apropiarse de una idea».
Es como una especie de niebla. Imaginen que la niebla cubre la tierra, y entonces, de repente, alguien comienza a compartir sobre este hombre que puede disipar la niebla por completo, y hay destellos de luz que comienzan a brillar. Juan es como una luz para la niebla antes de que el sol salga por completo para disipar la niebla y las tinieblas a su alrededor.
John 1:4–9 NTV
4 La Palabra le dio vida a todo lo creado, y su vida trajo luz a todos. 5 La luz brilla en la oscuridad, y la oscuridad jamás podrá apagarla. 6 Dios envió a un hombre llamado Juan el Bautista, 7 para que contara acerca de la luz, a fin de que todos creyeran por su testimonio. 8 Juan no era la luz; era sólo un testigo para hablar de la luz. 9 Aquel que es la luz verdadera, quien da luz a todos, venía al mundo.
Vean conmigo Juan 1:4-9. Dice: «4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. 5 Esta luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no han podido extinguirla. 6 Vino un hombre llamado Juan. Dios lo envió 7 como testigo para dar testimonio de la luz, a fin de que por medio de él todos creyeran. 8 Juan no era la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz. 9 Esa luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano, venía a este mundo».
En estos versículos, cuando las personas ven la luz, realmente no la entienden. No la entienden completamente y no pueden superarla, aunque si pudieran, les gustaría hacerlo. Es como si alguien entrara a la habitación cuando están durmiendo en medio de la noche y enciende las luces (reacción a una luz brillante repentina).
Entonces, aprendemos sobre Juan el Bautista y su parte en la presentación de la luz a los demás. Juan estaba completamente separado para el propósito de Dios y vivía una vida que era santa, pura y apartada. No quería que nada, ni ninguna actividad, obstaculizara su capacidad de predicar la Palabra de Dios.
Él no era la luz verdadera, pero fue enviado a dar testimonio de esa luz y ayudar a otros a comprender la luz que proporciona vida. Introdujo la verdadera luz que da luz a todos los que vienen al mundo.
Aprecio la forma en que Juan escribe esta historia. No es la historia tradicional de Navidad, sino es la historia de Jesús, ya que claramente está compartiendo el mensaje de la luz que ha venido.
Me imagino que este escrito es la revelación de Juan en su propia vida. Tiene que escribir sobre eso. El Verbo se hizo carne: la encarnación. «Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad» (Juan 1:14).
John 1:14 NTV
14 Entonces la Palabra se hizo hombre y vino a vivir entre nosotros. Estaba lleno de fidelidad y amor inagotable. Y hemos visto su gloria, la gloria del único Hijo del Padre.
Vemos otra analogía de la luz y las tinieblas en el versículo 17. La ley escrita fue dada a través de Moisés, y aunque sabemos y entendemos que la ley es importante, la ley en sí misma no es la luz que necesitamos. No es mala, ni es la culpable tampoco. El pecado es lo que produce las tinieblas en nuestra vida, pero la ley no es la luz en nuestra vida.
John 1:17 NTV
17 Pues la ley fue dada por medio de Moisés, pero el amor inagotable de Dios y su fidelidad vinieron por medio de Jesucristo.
Aquí es donde Juan nos recuerda que la gracia, la verdad y la luz vienen a través de Jesucristo. ¡Él es la gracia! ¡Él es la luz! Ya no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia. Según el versículo 12, cuando creemos en él, tenemos el derecho, por la gracia de Dios a través de Jesucristo, de convertirnos en hijos de Dios. Ya no necesitamos vivir en las tinieblas ni en el pecado, sino en la luz de la gracia de Dios. ¡AMÉN!
John 1:12 NTV
12 pero a todos los que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios.
La misión de Juan era simplemente reflejar esa luz en su vida a los demás, algo así como la luz del sol reflejándose en la luna. Juan fue un destello de resplandor en una forma que los humanos podían comprender. Nosotros también podemos reflejar la luz de Cristo para otros; para que aquellos que caminan en las tinieblas puedan experimentar la luz de Dios, Jesucristo encarnado en nosotros.
Experimentar la plenitud de la gloria de Dios sería como ver directamente al sol. Sería de poco beneficio e incluso podría causar daño a nuestros ojos. Es por eso por lo que a Moisés solo se le dio un vistazo de los efectos de la luz de Dios.
Entonces, vemos a aquellos que nos han precedido, como Juan el Bautista, San Francisco o alguien más reciente, como la Madre Teresa o Yiye Ávila; y vemos su fidelidad y ejemplo que han allanado el camino para nuestra propia vida de fe.
Esa misma lu puede brillar a través de nosotros. «Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre» (v. 12). Podemos compartirla con otros, para que aquellos que viven en las tinieblas puedan ver la gloria de Dios.

Conclusión

Aquí hay tres cosas a considerar al concluir hoy:

¿Ilumina mi vida la luz de Dios?

1) Algunas personas viven bajo la niebla o la cubierta de las tinieblas debido a la vergüenza, el pecado, la culpa, etc. Cuando en verdad descubren la luz de Cristo y comienzan a vivir en él y a través de él, pueden reflejar una luz de perdón, gracia y aceptación. ¿Eres tú esa persona? Quizás tu testimonio pueda ayudar a iluminar la vida de otra persona.

¿Ilumina mi vida la esperanza de Dios?

2) Algunos de nosotros hoy estamos cegados por la desesperación o la desesperanza, pero podemos ofrecer una luz de esperanza y valor a los demás, a medida que atravesamos el mismo tipo de tinieblas que podrían estar atravesando.
Esta Navidad ya estamos equipados para ofrecer esa luz a un mundo que está viviendo en las tinieblas.

Jesús: La Luz del Mundo

Cuerpo de Cristo: El Espejo al Mundo

Jesús es la luz y él es la luz de la vida para todas las personas. Estoy seguro de que podemos pensar en alguien en este momento que está experimentando las tinieblas. ¿Cómo podemos reflejar la luz de Cristo a esa persona? ¿Podemos encontrar una manera de ser un espejo del amor de Cristo hacia él o ella para que puedan recibir la gracia de Dios?
Tenemos un mensaje hoy; ese mensaje es Jesús. ¡No tenemos que inventar uno! Tenemos la Palabra, la Escritura, nuestro testimonio de Jesucristo para compartir. Él es el verdadero mensaje; nosotros somos los mensajeros. Hagamos de Jesús el mensaje para quienes nos rodean por la forma en que vivimos. Aprendamos su Palabra y vivamos su verdad y luz para quienes nos rodean, en especial en esta temporada navideña.
Oremos.
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