Sabiduría de Dios, Poder del Espíritu

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1 Corinthians 2:6–16 LBLA
Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; pero una sabiduría no de este siglo, ni de los gobernantes de este siglo, que van desapareciendo, sino que hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta que, desde antes de los siglos, Dios predestinó para nuestra gloria; la sabiduría que ninguno de los gobernantes de este siglo ha entendido, porque si la hubieran entendido no habrían crucificado al Señor de gloria; sino como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oido oyo, Ni han entrado al corazon del hombre, son las cosas que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló por medio del Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las profundidades de Dios. Porque entre los hombres, ¿quién conoce los pensamientos de un hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Asimismo, nadie conoce los pensamientos de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros hemos recibido, no el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que conozcamos lo que Dios nos ha dado gratuitamente, de lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las enseñadas por el Espíritu, combinando pensamientos espirituales con palabras espirituales. Pero el hombre natural no acepta las cosas del Espíritu de Dios, porque para él son necedad; y no las puede entender, porque se disciernen espiritualmente. En cambio, el que es espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado por nadie. Porque ¿quien ha conocido la mente del Señor, para que le instruya? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.
En ocasiones me encontrado con personas que en algún momento de sus vidas asistieron a una iglesia, y con sus labios declararon ser cristianos, pero que al pasar el tiempo dejaron de serlo. Y la manera de explicar este cambio en sus vidas venía acompañado con la frase “ya superé esa etapa” o “eso es para personas que no piensan más allá, que no quiere pensar libremente”. Y en muchos lugares se refuerza esta idea del menosprecio intelectual al cristianismo porque de algún modo es cierto que hemos dejado de pensar y de ejercitar la facultad que Dios nos dio para razonar usando como escusa el texto que oímos ser predicado el domingo pasado. Y pareciera que la capacidad intelectual del creyente termina con presentar a Cristo y a Él crucificado. Y no quiero con esto caer en otro extremo y menospreciar el ejercicio de la predicación del evangelio, ya que como oíamos la semana pasada, sabemos que es poderoso para salvar y que nada de lo que pudiéramos añadir a él haría alguna diferencia.
El punto es que el mismo Pablo es quien añade un punto de inflexión en este discurso e inicia este argumento con un contraste… “pero”, “sin embargo”, “en cambio”. “Cuando les presenté el evangelio, lo hice con sencillez, en debilidad y temblor, solo a Cristo crucificado, sin embargo”.
Llega otro momento en la vida de los corintios, un momento en el que podemos dialogar de otras cosas, un momento en que podemos hablar de la sabiduría.
¿Qué momento es este? El tiempo en que alcanzaron madurez (versículo 6). La palabra que Pablo utiliza aquí en ocasiones es traducida como perfecto o adulto, y se refiere a creyentes que han avanzado en su relación con Dios, que han profundizado en las verdades del evangelio.
Para comprender esto podemos leer hebreos 5:14-6:1
Hebrews 5:14–6:1 LBLA
Pero el alimento sólido es para los adultos, los cuales por la práctica tienen los sentidos ejercitados para discernir el bien y el mal. Por tanto, dejando las enseñanzas elementales acerca de Cristo, avancemos hacia la madurez, no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas y de la fe hacia Dios,
Hay entonces un contraste entre los maduros y los niños espirituales, o aquellos que reciben por primera vez el evangelio, por lo tanto, todo creyente debe procurar crecer y no permanecer como un bebe, sino que avanzar a la madurez, para poder gustar de la sabiduría de Dios.
Pero ¿qué es esta sabiduría? ¿Se trata de algo distinto del evangelio? Lo primero que nos dice Pablo sobre esta sabiduría es que no es como la sabiduría de este siglo, ni de los gobernantes de este siglo.
La idea de siglo aquí no se refiere a 100 años, en realidad Pablo está hablando de la época presente, del tiempo creado, es decir, la sabiduría de la que Pablo y los maduros hablan, no es una sabiduría creada en el tiempo de los hombres, mucho menos por los lideres de los hombres, ya que la sabiduría de este siglo y de sus gobernantes es perecedera, se está agotando, necesita cambiar y ajustarse, no trasciende, al igual que los gobernantes de este siglo que perecen, que son limitados y que serán destruidos.
Si miramos la historia de la humanidad podemos comprobar esto, toda sabiduría humana a encontrado su fin y nacido una nueva en su lugar.
Entonces, podemos concluir que esta sabiduría no perece, no se acaba, y trasciende.
Esto lo confirmamos en el versículo 7
1 Corinthians 2:7 LBLA
sino que hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta que, desde antes de los siglos, Dios predestinó para nuestra gloria;
Además de confirmar lo anterior vemos tres cosas más sobre esta sabiduría. Confirmamos que no perece, que trasciende, al leer desde antes de los siglos; la sabiduría de la que Pablo habla existía antes de los siglos, y entendemos porque trasciende al ver que es sabiduría de Dios, ya que solo Dios tiene el poder de producir algo trascendente, imperecedero.
Otra de las características de esta sabiduría es fue predestinada por Dios para nuestra gloria, y aquí Pablo esta reforzando su discurso sobre la humillación de lo fuerte con lo débil, de lo sabio con lo insensato, Dios determino desde antes de los siglos darnos esta sabiduría para que en Él fuéramos glorificados y a través de esto humillar a lo que supuestamente es sabio entre los hombres.
La cuarta cosa que nos dice Pablo aquí es que esta sabiduría fue un misterio (Efesios 3:5-6; Colosenses 1:26-27), estuvo oculta. Y es importante notar el “estuvo oculta”, ya que al momento en que es sabiduría que se habla, deja de estar oculta.
En algún momento pasó a dejar de estar oculta, pero hubo quienes no la pudieron percibir, ni entender.
Leemos en el versículo 8
1 Corinthians 2:8 LBLA
la sabiduría que ninguno de los gobernantes de este siglo ha entendido, porque si la hubieran entendido no habrían crucificado al Señor de gloria;
Los gobernantes de este siglo tuvieron al Señor de la gloria delante de ellos y no pudieron identificarlo, y no le adoraron, sino que lo crucificaron. Esto mismo pasa con todos quienes rechazan a Dios, el mismo Pablo escribe en la carta a los romanos capítulo 1 versículos 21 al 23:
Romans 1:21–23 LBLA
Pues aunque conocían a Dios, no le honraron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se volvieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una imagen en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.
Cuando el hombre no es guiado por la sabiduría de Dios, se degrada a sí mismo, sometiéndose voluntariamente a ídolos creados por su corazón pecaminoso, y creyéndose sabios se vuelven necios y abandonan la dignidad de ser imagen del Dios vivo.
Vemos entonces que esta sabiduría tiene directa relación con el evangelio, por lo tanto, con Dios, con su plan de salvación, con su pueblo.
Como esta sabiduría es eterna, tiene anuncios desde antes y Pablo, como ya lo ha hecho anteriormente, cita el Antiguo Testamento, no de manera literal, pero si la idea presentada por Isaías 64.4
Pablo presenta esto de la siguiente forma en el versículo 9:
1 Corinthians 2:9 LBLA
sino como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oido oyo, Ni han entrado al corazon del hombre, son las cosas que Dios ha preparado para los que le aman.
En la forma presentada por Pablo, él esta reforzando lo que viene argumentando:
1. La sabiduría de Dios no puede ser apreciada por los sentidos humanos.
2. La mente del hombre, ni su corazón son capaces de generar la sabiduría de Dios
3. Dios ha dispuesto desde el principio dar a conocer su sabiduría a los que le aman.
Pero ¿cómo es posible conocer, o acceder a la sabiduría de Dios?
Pablo nos recuerda que sólo hay una forma de hacerlo y es que el Espíritu de Dios nos la revele. Es más, él dice que ya nos las reveló.
1 Corinthians 2:10 LBLA
Pero Dios nos las reveló por medio del Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las profundidades de Dios.
Aquí es donde se cierra el círculo. Pablo inició el argumento diciendo que habla sabiduría con los maduros, y no hay forma de alcanzar madurez sin el poder del Espíritu Santo en nosotros.
Por lo tanto, si hablamos sabiduría, no lo hacemos con méritos propios, sino en el poder del Espíritu de Dios.
Por otro lado, es necesario destacar que Pablo asume que esta promesa se cumple en el momento en que el Espíritu Santo hace evidente el evangelio en el corazón de los hombres y no es una expectativa que debamos mantener de algo que está por venir.
Ahora, esta idea de la intervención del Espíritu de Dios, no es original de Pablo, ya que fue Jesús quien prometió la venida de Su Espíritu a los suyos:
John 14:17 LBLA
es decir, el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque ni le ve ni le conoce, pero vosotros sí le conocéis porque mora con vosotros y estará en vosotros.
John 14:26 LBLA
Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, El os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que os he dicho.
John 15:26 LBLA
Cuando venga el Consolador, a quien yo enviaré del Padre, es decir, el Espíritu de verdad que procede del Padre, El dará testimonio de mí,
Aun en este punto podríamos preguntarnos, ¿Por qué necesitamos al Espíritu Santo? ¿Acaso no entendemos lo que leemos o escuchamos que se nos dice por nuestra cuenta?
No, no entendemos el evangelio de manera que resulte para salvación, a menos que sea el Espíritu de Dios enseñándonos.
Y esto porque solo el Espíritu de Dios puede escudriñar y conocer a Dios. Así como, solo el espíritu del hombre conoce al hombre tal cual es, y no hay otro fuera de él que pueda hacerlo, así también, sólo el Espíritu de Dios conoce cabalmente a Dios.
1 Corinthians 2:11 LBLA
Porque entre los hombres, ¿quién conoce los pensamientos de un hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Asimismo, nadie conoce los pensamientos de Dios, sino el Espíritu de Dios.
La diferencia es que nosotros no podemos transmitir nuestro espíritu para que nos conozcan los demás, sin embargo, Dios en su gracia envía a Su Espíritu para habitar en nosotros y enseñarnos todas las cosas.
Cuanto asombro y gratitud debería producir esto en nosotros, puesto que nos asiste aun en nuestras oraciones:
Romans 8:26–27 LBLA
Y de la misma manera, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; porque no sabemos orar como debiéramos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles; y aquel que escudriña los corazones sabe cuál es el sentir del Espíritu, porque El intercede por los santos conforme a la voluntad de Dios.
Podemos mantener esta confianza porque hemos recibido el Espíritu de Dios, no el de este mundo, de modo que conozcamos lo que Dios nos ha dado gratuitamente.
No hay mayor consuelo que saber que Dios mismo esta en nosotros para recordarnos y enseñarnos las bondades inagotables de Él mismo, de las cuales la primera que se nos presenta es la obra maravillosa de Jesucristo en beneficio nuestro. Por ejemplo, nos recuerda que somos hijos:
Romans 8:15 LBLA
Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que habéis recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
Nos convence de nuestra condición y nos guía a la cruz:
John 16:8 LBLA
Y cuando El venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio;
Y así como a través de Él conocemos las bondades de Dios, en Él somos capacitados para hablar de ellas,
1 Corinthians 2:13 LBLA
de lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las enseñadas por el Espíritu, combinando pensamientos espirituales con palabras espirituales.
puesto que no pueden ser dadas a conocer con palabras enseñadas con sabiduría humana, sino con la sabiduría enseñada por el Espíritu de Dios, de modo que podemos identificar lo espiritual con lo espiritual, es decir, somos capaces de identificar en lo oculto, la sabiduría de Dios.
Podemos reconocer la obra de redención en las sombras anunciadas en el Antiguo Testamento.
Un ejemplo de esto es la analogía que hace Pablo con Sara y Agar, para dar a conocer quienes componen el pueblo de Dios y quien es la simiente prometida a Abraham (Gálatas 4.21-31)
Pablo muestra como en la promesa de la descendencia de Abraham y en los hijos físicos de Agar y Sara, se prefigura los dos tipos de hijos de Abraham, los espirituales y los naturales.
Somos capacitados por el Espíritu Santo, para ir al Antiguo Testamento e identificar a Cristo allí, el anuncio de Su obra de redención, para no confundirnos y como los judíos pensar que hay salvación por nuestros propios méritos.
Sin embargo, hay un contraste que hace Pablo, ya no con los niños en la fe, sino que, con el hombre natural, aquel que no ha sido transformado por el Espíritu de Dios, sino que es esclavo del espíritu de este mundo.
1 Corinthians 2:14 LBLA
Pero el hombre natural no acepta las cosas del Espíritu de Dios, porque para él son necedad; y no las puede entender, porque se disciernen espiritualmente.
Este hombre rechaza las cosas de Dios, para el son necedad, no tienen sentido, son ridículas, el no puede comprenderlas porque deben ser comprendidas espiritualmente.
Hay un buen ejemplo en el libro de los hechos, en el capítulo 8 versículos del 9 al 24, se relata el bautismo de muchos que profesaron creer luego de la predicación de Felipe, entre ellos un mago famoso llamado Simón, sin embargo, al llegar Pedro y Juan y orar para que los que habían sido bautizados recibieran el Espíritu Santo, Simón quiso comprar el poder que vio en Pedro y Juan, lo que causo enojo en Pedro y la reprensión inmediata indicando que no había en Simón el mago parte en lo que ellos estaban haciendo por pensar que podía comprar el don de Dios.
Simón seguía pensando naturalmente, y aunque afirmo comprender y creer intelectualmente el mensaje expuesto por Felipe, su corazón no había sido transformado por el Espíritu y por lo tanto no comprendió espiritualmente lo que estaba ocurriendo.
Por la incapacidad del hombre natural para comprender lo espiritual este no puede examinar a los que son espirituales, sin embargo, a través del Espíritu nosotros podemos conocer las cosas de manera completa y por tanto podemos discernir lo que es bueno y lo que es malo, como dice hebreos, por la práctica tienen los sentidos ejercitados para discernir el bien y el mal.
Pablo refuerza esta idea poniendo como objetivo del conocimiento la mente de Cristo:
Porque ¿quien ha conocido la mente del Señor, para que le instruya? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.
¿Puede alguien decir que conoce y comprende la mente de Dios, que la conoce a tal punto que puede aconsejarle? El caso es que nosotros tenemos la mente de Cristo, porque Su espíritu habita en nosotros, por lo que solo aquellos que tienen la mente de Cristo pueden examinarnos y corregirnos con forme a la Palabra de Dios
Para concluir me gustaría citar la pregunta 155 del catecismo mayor de Westminster:
P: ¿Cómo es hecha eficaz la palabra para la salvación?
R. El Espíritu de Dios hace de la lectura de la palabra, y especialmente de la predicación de ella, un medio eficaz para iluminar, convencer y humillar a los pecadores, sacándolos de sí mismos y conduciéndolos a Cristo, conformándolos a su imagen y subyugándolos a su voluntad; fortaleciéndolos contra las tentaciones y corrupciones, edificándolos en su gracia y afirmando el corazón de ellos en santidad y consuelo por medio de la fe para salvación.
La vida del creyente es una vida de relación permanente con Dios, de dependencia exclusiva del Espíritu Santo, no hay fruto alguno de la lectura o del oír sin que el Espíritu Santo produzca ese fruto en nosotros.
Esta dependencia se manifiesta en la oración y lectura de la Palabra de Dios y en el reconocimiento de nuestra necesidad de Dios en nuestras vidas.
Si tu eres creyente y estas viviendo como un bebe, y te estás perdiendo del banquete que el Espíritu de Dios ofrece, del conocimiento de tu Dios, de tu Creador, de Tu Salvador, de Tu Sostenedor, hoy te invito a que puedas arrepentirte, mirar a la cruz y confiar en la promesa de Jesús, de que Su Espíritu esta en ti para guiarte a toda Verdad, para tu crecimiento y para la extensión del Reino de Dios.
Y si tu no eres creyente, mi oración es que el Espíritu Santo de Dios pueda abrir tus ojos a la Verdad del Evangelio, para que puedas gozar de la salvación tan grande que Jesús compro para los que escogió antes de la fundación del mundo, para que reconozcas tu pecado, para que contemples la hermosura de Cristo y puedas confiar en Él, y sólo en Él.
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