La parábola del Fariseo y el publicano

Lucas  •  Sermon  •  Submitted
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Más frecuente de lo que podemos imaginar, muchas personas; incluso creyentes podemos ser presas del autoengaño al pensar que nuestros estandares y acciones nos hacen justos delante de Dios, olvidando que es solo por medio de Jesucristo que el hombre puede ser justificado.

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Lc 18.9 A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: 10 Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. 11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; 12 ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. 13 Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. 14 Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.

INTRODUCCIÓN.

A lo largo del pasaje, el Señor Jesús a venido recalcando la importancia de ser parte de su reino espiritual y las consecuencias de no tomar en serio sus palabras.
Incluso por medio de una ilustración muy gráfica, insistió a sus oyentes sobre la necesidad de mantener la perseverancia en la oración en espera de su regreso.
Para terminar esta sección, el Señor Jesús utilizo una parábola más con el fin de ilustrar a todos sus oyentes, quienes son aquellos que pueden acceder a su reino espiritual.
Si realizáramos una encuesta, preguntado a la personas que les espera después de sus muerte, sin lugar a dudas, algunos responderían con relativa facilidad, que les espera el cielo.
Esa era la manera de pensar que los religiosos del tiempo de Jesús pensaban, ellos creían que tenían un lugar asegurado en el reino de Dios.
Sin embargo Jesús deja en claro a sus oyentes y a nosotros que es sorprendentemente fácil ser presa del autoengaño a la hora de evaluar nuestra condición delante de Dios.
Por ello por medio de esta, Jesús nos presenta, dos tipos de hombres, dos distintos tipos de oración y dos clases de resultados finales.
Lc 18.9 A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola:
Muchos de los que oían la predicación del Señor Jesús eran los religiosos de su tiempo, estos creían que el mensaje del Señor no les aplicaba a ellos, se estimaban por encima de los demás. Habían creído que su sistema religioso era suficientemente fuerte para hacerlos aceptos delante de Dios.
Y ese misma actitud a prevalecido desde la caída del hombre en el huerto de Edén. Desde el mayor al menor pensamos más de nosotros mismos de lo que deberíamos. Pr 20.6Muchos hombres proclaman cada uno su propia bondad”
DHH Pr 30.12 Hay quienes se creen muy limpios, y no se han limpiado de sus impurezas. 13 Hay quienes se creen importantes, y miran a otros con altanería.
Durante siglos el hombre a intentando auto enmendar su propio camino, ya sea por medio de buenas obras, de actos bondadosos o sujetarse a los más estrictos preceptos religiosos, creyendo que por hacer o dejar de hacer algo será más agradable delante de Dios.
La justicia propia nunca dará como resultado que una persona sea justificada delante de Dios.
NTV Is 64.6 Estamos todos infectados por el pecado y somos impuros. Cuando mostramos nuestros actos de justicia, no son más que trapos sucios. (totalmente impuros)
Ante los ojos de Dios ningún ser humano pasa por un hombre justo y limpio, pensar que por alguna obra que hagamos encontraremos méritos para alcanzar el favor de Dios es completamente falso.
Ec 7:20 Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque.
La realidad que refleja la escritura, es la corrupción que habita dentro del hombre originada por el pecado, ninguna persona a lo largo de la historia humana, a sido capaz de cumplir a cabalidad ls estándares de la ley moral del Dios, ante sus ojos aun las acciones más loables del hombre resultan las mas horrendas inmundicias.
Ro 3.10 Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; 11 No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios. 12 Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.
Las personas viven creyendo que por adoptar ciertas conductas, por hacer cierta clase de obras o prácticas les hace estar 1) dentro del estándar de Dios, y 2) por encima de otros. Nada mas alejado de la Doctrina bíblica.
Quienes oían a Jesús consideraban que por adscribiese a todo el sistema de leyes y reglamentos establecidos por los fariseos les daba el derecho para justificarse a si mismo y ponerse por encima de los demás y menospreciar a otros.
El exceso de confianza en si mismo como para presentarse justos delante de Dios, demuestra un desprecio por su santidad, su honor y majestad. Quien actúa de esa forma cree que Dios le es deudor.
Is 6.1 En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. 2 Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. 3 Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. 4 Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo. 5 Entonces dije: ¡Ay de mí! (LAMENTO) que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, (Cuantas veces nuestras palabras han estado llenas de inmundicia, no solo porque son soeces, sino porque están llenas de chisme, de critica, de queja, de orgullo, de arrogancia, etc) y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.
El antídoto ante el engaño de la auto justificación, se encuentra en mirar al 3 VECES SANTO SEÑOR DE LOS EJERCITOS.
Delante de él, todas nuestras obras, nuestras justicias, se derriten como la cera frente al fuego, se derrumban como la arena ante el mar, son como polvo en el viento.
Cuando somos capaces de mirarnos frente al la imagen de la perfección y santidad de Dios, como lo hizo Isaias, podemos ver la gravedad de nuestro pecado, de nuestras maldad, la tremenda e inimaginable suciedad de nuestro ser, de tal forma que gritaríamos como los leprosos del AT “Inmundo, inmundo”.
El vernos delante del espejo de la Palabra de Dios debe llevarnos, en lugar de menospreciar a otros o considerar a otros inferiores a nosotros es a vernos a nosotros mismos como indignos de la misericordia y el favor de Dios.
Jesús sabía lo sencillos que es deslizarse en pensamientos equivocados para el hombre, por ello uso esta parabola para describir esta clase de conductas.
10 Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano.
En esta parábola hay dos clases de hombres: uno fariseos, el otro publicanos.
Fariseos: Eran la elite religiosa del pueblo judío en los tiempos de Jesús. La palabra en si significa separado. Los fariseos se habían encargado de enseñar al pueblo que el modo de agradar a Dios y alcanzar la salvación consistía en hacer buenas obras, cumplir rituales y el estricto cumplimiento externo de la ley ceremonial del AT, además de todos los adornos y adiciones rabínicas que le añadieron.
Ellos representaban en si mismo, todos los esfuerzos humanos para alcanzar la misericordia y el favor de Dios por medio de las obras, a los ojos del pueblo se hacían notar como los más justos, limpios y piadosos, sin embargo Jesús evidenció la falsedad de su profesión de fe.
Mt 23.1 Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo: 2 En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. 3 Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen
Jesús reconocía, que los fariseos enseñaban la ley, que la conocían, pero que sin en cambio no la vivían.Desenmascaro su hipocresía y su falsa espiritualidad
No se trata de conocer lo que dice la Biblia intelectualmente (usted puede saber hebreo, griego, latín, latón, lámina galvanizada) pero solo en su cabeza y nada en su corazón.
No se trata que en medio de nuestras platicas recitemos + versículos de la Biblia que el otro para mostrar que somos temerosos de Dios, basta con una conducta nuestra, lo que demuestra si realmente Cristo es una realidad en nuestra vida..
Cuantas veces perdonas a tu esposo por dejar los calcetines fuera de su lugar, cuantas veces perdonas a tu esposa porque se acabo la quincena antes de tiempo, cuantas veces perdonas a tus hijos cada que les pides algo y no lo hacen.
Mt 23.4 Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas. ¿Cuantas veces hemos puesto cargas sobre otros, diciéndoles lo que deben o no hacer sin que nosotros mismos lo hagamos? 5 Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos; 6 y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas, 7 y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí.
Todo lo que los fariseos hacían los hacían con el animo de otros los miraran, que otros dijera; Oh que espiritual, que creyente, que santo, querían la adulación y la aprobación de otros, Y al mismo tiempo se sentían complicados en si mismo como agradables ante Dios.
¿Con que animo haces las cosas en tu vida?, ¿para que otros te admiren, te vea, te reconozcan? ¿Porque quieres ganar un gran nombre?
El otro hombre que había subido al templo a orar, era un publicano.
Publicanos: Eran los recaudadores de impuestos (los inspectores del SAT). Estos hombres eran judíos de nacionalidad, pero prestaban sus servicios al imperio romano en la recaudación de impuestos. Compraban una concesión a Roma para el cobro de los impuestos que se tenían que entregar al imperio, pero en medio de ello, estos obtenían su ganancia al incrementar el monto de los impuestos, donde muchos abusaban y se enriquecían injustamente. Por tal razón se habían ganado el desprecio del pueblo judío, que los consideraba traidores.
Estos eran polos opuestos, para el judío el fariseo era sinónimo de admiración a causa de su religiosidad externa, estaba en lo más alto de la opinión publica, mientras que el publicano en cambio; era causa de desprecio y repudio por parte de su propio pueblo, considerado al mismo nivel que las prostitutas y los gentiles.
Sin embargo ambos fueron al templo a orar, cada uno con una posición diferente.
11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano;
En la época de Jesús, se consideraba que la oración tenía mayor eficacia si era hecha en el templo, además era una oportunidad para que fariseo pudiera cumplir a cabalidad con su sistema religioso que le daba seguridad.
¿Cuando vamos a regresar a las reuniones presenciales,? es si no voy al templo siento como que no estoy cerca de Dios.
Algunos ven la asistencia a la asamblea como una acto místico que conexión con Dios. Cuando no debe ser así, Nuestra comunión con Dios debe ser continua desde donde estemos.
EL fariseo seguramente cuando entro en el templo se puso lo más cerca posible del lugar santo, que ello le pudiera dar seguridad que su oración sería escuchada, y de paso que otros vieran su virtud al hacerlo.
No debemos de hacer de la oración un acto religioso, sino una comunión intima, en la escritura, hay ejemplos de oraciones de pie, de rodillas, postrado, mirando al cielo, con el rostro a tierra, con manos levantadas. Cualquier lugar es una oportunidad para tener comunión con Cristo, aun en el mercado, o en el camión o donde estemos.
El fariseo quería que lo vieran todos en el templo, como oraba, que espiritual era, que justo y como era mejor que todos los que estaban ahí.
11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano
Este hombre parecía que estaba orando, parecía que se acercaba a Dios, pero lo único que hacía era adularse a si mismo en la oración.
Por ningún lado de su oración se ve alabanza, adoración, arrepentimiento, confesión de pecados, solicitud de ayuda. Nada que ver con la oración que Jesús enseño.
Lc 11.2 Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. 3 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. 4 Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.
Parecía que hablaba con Dios, pero en realidad se dirigía al el mismo, poniendo a Dios por testigo de su impresionante virtud.
Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres; le estaba diciendo a Dios, gracias porque yo soy único, irrepetible, debes estar orgullo de mí porque soy un gran creyente.
Su boca estaba llena de pura hipocresía, le estaba diciendo a Dios, mira todo lo que he logrado, todo lo que he hecho, mira cuanto he guardado los mandamientos, mira que no como carne de cerdo, que no veo televisión, que uso velo, que no me pinto el pelo, que no como pan de muerto, etc.
Este hombre confiaba, mucho más en lo que el el había hecho, que en Dios mismo. En sus labios nunca reconoció su condición de pecador.
Lc 5.8 Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.
A diferencia de Pedro, o de Isaias, este hombre, quería decirle a Dios - ¡Fíjate en mí, mira cuan bueno doy delante de ti.!!-
La arrogancia y la autosuficiencia nos impiden darnos cuenta de nuestra profunda necesidad del evangelio, del perdón y de la misericordia de Dios.
Te doy gracias porque no soy como los otros hombres (te agradezco que no soy pecador como los demás, es decir a si mismo se sentía justo delante de Dios), ladrones (no engaño), injustos (malvado, malhechor), adúlteros (engañan a sus esposas con otras mujeres).
Este hombre, se comparó con otros, pero se comparo con aquellos que estaban en una condición visiblemente peor que la suya.
Es muy fácil caer en el autoengaño de compararse a uno mismo con aquellos que su condición es más trágica visiblemente que la nuestra.
Si me comparó con Hitler, o con Stalin, o con cualquier político que hoy esta salpicado de corrupción, pero si me veo en el espejo de la santidad de Cristo, ¿como estoy realmente?
Te doy gracias por no soy..... como este publicano.
Este hombre en su oración se miraba como el hombre más moral de todos, por eso me mantengo alejado de el, ni me le acerco no sea que me contamine.
Este hombre no solo hizo alarde de su moralidad, y falsa espiritualidad; sino también de sus credenciales religiosas las cuales Dios debía de reconocerle.
12 ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.
Según la ley estaba establecido que el ayuno se realizara en preparación del día de la expiación (Lv 16:29-31); pero los fariseos ayunaban 2 veces a la semana (lunes y jueves días que había mercado de campesinos en Jerusalén)
Mt 6.16 Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.
Los fariseos hacían largos ayunos porque querían ganar el mérito de la gente que miraran su espiritualidad exterior
… doy diezmo de todo lo que gano. Este hombre era cuidadoso de dar los diezmos de todo lo que ganaba, era tan minucioso, que incluso daba más allá de la exigencia de la Ley.
No era la cantidad lo que importaba, sino la intención con la que lo hacía, todas ellas estaba rodeadas de que Dios reconociera que ellos estaban aun por encima de lo que la ley pedía, por tanto eran espiritualmente superiores a los demás incluso, Dios estaba en deuda con ellos.
Mt 23.23 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.
Jesús condeno radicalmente esta conducta, porque no se trata de la cuantía, sino del corazón y la actitud, el dar es una acto de gratitud, no es sinónimo de chantaje o intercambio con Dios, como muchos el día de hoy lo hacen.
La intención de la oración de este fariseo no era agradar a Dios, no era reconocer su necesidad de el, sino era mostrar su autosuficiencia espiritual para alcanzar el favor de Dios, era la muestra de un corazón llego de arrogancia y orgullo disfrazada de piedad y santidad.
13 Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.
Aquí tenemos al otro hombre, con una oración completamente diferente a la del fariseos.
Este hombre se encontró frente a Dios mismo avergonzado completamente, pues su actitud lo demuestra.
Estaba lejos, quiere decir que a diferencia del fariseos, este hombre seguramente ni siquiera quería acercarse al templo. Su propia condición le llenaba de vergüenza, no quería estar cerca de los asistentes al templo, para no contaminarlos, pero mucho menos se sentía digno de estar frente a Dios. (como Isaías)
Este hombre estaba tremendamente necesitado de Dios, necesitaba encontrar la paz verdadera que solamente puede venir a quienes han sido perdonados de sus pecados. Esas eran las palabras de su oración.
No quería alzar los ojos al cielo de la vergüenza que sus propios pecados le provocaban. Este hombre reconocía que sus pecados agredían directamente a Dios, sabía que su desobediencia era una ofensa directa y franca contra la Santidad y la Pureza de Dios.
Sal 51.3 Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí. 4a Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos;
Tan consciente estaba de su propia maldad, que se golpeaba el pecho, donde esta el corazón, reconocía que ahí estaba la que la fuente de toda maldad que había en el.
Las palabras en su oración, reflejan su convicción de pecado y su profunda necesidad de perdón.
Dios, se propicio a mi, pecador.
Propicio = hilaskomai, aplacar, expiar, perdonar; tiene el sentido tener compasión, tener misericordia.
La sencilla oración de este hombre, estaba llena de fervor e intensidad. No buscaba justicia para nadie más, no hacía alarde de ninguna clase de virtud, los que el clamaba era una suplica a Dios que perdonara la profundidad de su pecado, de su maldad, buscaba con desesperación el favor de Dios.
El no se consideraba un pecador entre muchos otros, sino como el pecador, que era completamente indigno de recibir toda cosa de parte de Dios.
1 Ti 1.15 Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.
Esa es la oración de hombre / mujer que reconocen su verdadera condición delante de Dios, aquellos que son capaces de verse a si mismo ante la santidad de Dios, e irremediablemente queda al descubierto la vileza de sus obras, acciones, palabra.
Para el creyente verdadero, el arrepentimiento no es un acto único e irrepetible en la vida, sino un actitud continua en la vida que le recuerda constante de la grandeza de Dios y la insignificancia propia.
Nuestras oraciones no requieren palabras rebuscadas o frases elaboradas para sonar espirituales, las del fariseo sonaban bien, pero estaban huecas.
Nuestras oraciones debe estar llenas siempre de arrepentimiento, de suplica, de ruego por misericordia, de petición por perdón. Esos debería ser lo primero que debería salir de nuestra oración antes de comparamos contra otros.
14 Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.
La enseñanza de Jesús esta frente a nosotros, Ambos hombres fueron al templo, ambos hombres oraron, pero el resultado fue muy diferente el uno del otro.
Quien se sentía justo en si mismo, no pudo experimentar la paz verdadera que viene de saber que los pecados han sido perdonados. Sus propias justicias le eran suficientes para creer que el mismo estaba agradando a Dios.
Nadie, por ningún motivo, ninguna obra, ritual, penitencia, buenas obras, o actividad meritoria puede alcanzar el favor y la gracia de Dios. NO se puede ganar con nada. La gracia de Dios es tan cara, (el precio de la Sangre de su Hijo), que es necesaria otorgarla a través de un regalo.
Sal 51.16 Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; No quieres holocausto. 17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.
Dios no justifica al hombre por sus obras, la justicia de Dios es imputada al creyente verdadero por lo méritos de Jesús. Sin Cristo ningún hombre puede alcanzar el perdón de sus pecado.
Dejemos de una vez todo rastro de orgullo, autosuficiencia y volamos a Cristo en arrepentimiento verdadero para alcanzar su perdón.
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