Ingenuidad o Discernimiento Espiritual
EL RETO DE LA INGENUIDAD O EL DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL
BOSQUEJO: DOS MANDATOS, UNA VERDAD Y DOS ESPÍRITUS. 1. PRIMER MANDATO: NO CREER A TODO ESPÍRITU. 2. SEGUNDO MANDATO: PROBAD LOS ESPÍRITUS. 3. UNA VERDAD: JESUCRISTO ES DIOS ENCARNADO. 4. DOS ESPÍRITUS: EL ESPÍRITU DEL ANTICRISTO Y EL ESPÍRITU DE LA VERDAD.
PRIMER MANDATO: NO CREER A TODO ESPÍRITU. 1 Amados, no creáis a todo espíritu,
No creáis a todo espíritu (më panti pneumati pisteuete). «Dejad de creer», por cuanto estaban siendo evidentemente arrastrados por los espíritus de error que se levantaban en medio de ellos, tanto los gnósticos docetistas como los cerintios. La credulidad implica tener grandes tragaderas, y algunos creyentes caen fácilmente víctimas de las últimas modas de las patrañas espiritualistas.
La forma imperativa del verbo creáis, con la partícula negativa no, se podría traducir literalmente “dejar de creer”. La frase de Juan indica lo prohibitivo de una acción ya en marcha. Si algunos de sus lectores ya habían estado aceptando sin sentido crítico el mensaje de los falsos maestros, debían dejar de hacer eso inmediatamente.
2. Segundo Mandato: Probad los espíritus.
El crisol era: Una vasija especial que se calentaba para ensayar y refinar los metales preciosos
El creyente puede hallar consolación en la Palabra de Dios que es lo único en la tierra que se ha probado y purificado con fuego y que nos puede purificar: «Sumamente pura [«acendrada» BJ; «acrisolada» NBE] es tu palabra [«ha superado demasiadas pruebas» NVI]; y la ama tu siervo» (Sal 119.140 RVR; cf. Sal 18.30; Pr 30.5).
Probad … los espíritus (dokimazete ta pneumata). Ponedlos a la prueba del ácido de la verdad como lo hace un metalúrgico con los metales. Si resiste la prueba como una moneda, es aceptable (dokimos, 2 Co. 10:18), y si no se rechaza (adokimos, 1 Co. 9:27; 2 Co. 13:5–7)
El uso que Juan hace del tiempo presente indica que los creyentes deben examinar continuamente los espíritus para ver si son de Dios.
A diferencia de la opinión de algunos, este mandato no tiene nada que ver con confrontar personalmente a demonios o realizar exorcismos. En vez de eso, los cristianos debemos evaluar continuamente lo que vemos, oímos (cp. 1 Co. 14:29; 1 Ts. 5:20–21) y leemos para determinar si se origina en el Espíritu de Dios o, en su defecto, en los demonios.
3. Una verdad: Jesucristo es Dios encarnado.
Para probar a esos espíritus (falsos profetas) es importante ver cuál es su actitud hacia la persona de Jesucristo encarnado.
Lo que caracteriza al espíritu del anticristo, en contra del cual Juan previno a sus lectores con anterioridad (2:18–27; cf. 2 Jn. 7), es que falla en reconocer (jomologei, “confesar”; cf. 1:9; 2:23; 4:15) que Jesucristo ha venido en carne.
La encarnación de Jesucristo implica una concepción sobrenatural
4. Dos Espíritus: El espíritu del Anticristo y el Espíritu de la Verdad.
El espíritu del Anticristo: 3 y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, del cual habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.
El espíritu del Anticristo: 5 Ellos son del mundo; por eso hablan de parte del mundo, y el mundo los oye.
Homologeo es la palabra clave para distinguir al espíritu del Anticristo y al Espíritu de Dios, el primero describe a Jesús como ya venido en carne (su humanidad real, no un cuerpo fantasmagórico como lo mantenían los gnósticos docetistas) y el segundo lo niega.
Homologeo es confesar, decir lo mismo que Dios. Dios afirma que Jesucristo es Su Hijo, de su misma naturaleza.
Dios es mayor que Satanás, «el que está en el mundo» (ho en töi kosmöi), el príncipe de este mundo (Jn. 12:31; 14:30), el dios de este siglo (2 Co. 4:4), por poderoso que éste parezca.
Por otro lado, los falsos profetas y el mundo están en perfecta armonía. Por eso, no nos oyen.
Ésta es una razón por la que los sermones son aburridos (algunos lo son de verdad, en otras ocasiones esto es lo que les parece a oyentes embotados) o inspiradores. Aquí hay desde luego un toque de misticismo, pero es que el corazón del cristianismo es la mística (contacto espiritual con Dios en Cristo por el Espíritu Santo).
Juan había sentido la mirada fría, indiferente y hostil del mundano al proclamar a Jesús.
El rechazo de la verdad puede deberse también a que no estemos hablando la verdad en amor (Ef. 4:15).