El placer de Dios en el bien de su pueblo.

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Colección de sermones de John Piper El placer de Dios en el bien de Su pueblo

El placer de Dios en el bien de Su pueblo

Marzo 01, 1987

Sofonías 3:17

El SEÑOR tu Dios está en medio de ti,

guerrero victorioso;

se gozará en ti con alegría,

en su amor guardará silencio,

se regocijará por ti con cantos de júbilo.

La ambientación del libro de Sofonías

De acuerdo con Sofonías 1:1, “Palabra del SEÑOR que vino a Sofonías, hijo de Cusi […] en los días de Josías, hijo de Amón, rey de Judá”, Josías empezó a gobernar en Judá aproximadamente 80 años después de que el reino septentrional de Israel fue arrasado por los invasores asirios.

Durante estos 80 años el reino meridional de Judá no aprendió la lección del reino septentrional y se hundió más y más en el pecado y en la rebelión contra la ley de Dios.

En el decimoctavo año del reinado de Josías, el sacerdote Hilcías encontró en el templo una copia del libro de la ley que se había ignorado durante décadas. Cuando el sacerdote se lo leyó al rey, Josías quedó destrozado. Se humilló ante el Señor, rasgó sus vestidos y lloró (2 Reyes 22:19).

Durante los 13 años siguientes Josías realizó en Judá una reforma extraordinaria basada en la ley de Dios. Renovó el pacto entre Dios y su pueblo (2 Reyes 23:3). Sacó del templo todas las vasijas de Baal y de Asera y las quemó en los campos del Cedrón (23:4). Quitó a los sacerdotes idólatras (23:5). Derribó las casas de los dedicados a la prostitución (23:7). Quitó los caballos que los reyes de Judá habían dedicado al sol y prendió fuego a los carros del sol (23:11). Restituyó la Pascua judía que se no se había celebrado desde la época de los jueces (23:22).

Así era la época de Sofonías de acuerdo con las descripciones de 1:1. Por lo tanto, cuando leemos este pequeño libro, lo podemos considerar como parte del llamamiento a la reforma que Josías estaba realizando. No cabe duda de que el profeta y el rey colaboraron para intentar volver a acercar el pueblo a Dios. ¿Cómo predicaba Sofonías? ¿Qué tipo de sermones inspira Dios cuando su pueblo necesita renovación y reforma?

Advertencia Acerca de la Ira Venidera del Señor

Todo el capítulo 1 es una advertencia para Jerusalén y una predicción del día de la ira venidera del Señor. Versículos 2–4:

Eliminaré por completo todo

de la faz de la tierra —declara el SEÑOR.

Eliminaré hombres y animales,

eliminaré las aves del cielo

y los peces del mar,

y haré tropezar a los impíos;

extirparé al hombre de la faz de la tierra —declara el SEÑOR.

Extenderé mi mano contra Judá

y contra todos los habitantes de Jerusalén;

cortaré de este lugar al remanente de Baal

y los nombres de los ministros idólatras junto con sus sacerdotes;

¿Por qué era tan ardiente la ira de Dios?

• Versículo 8: los príncipes y los hijos del rey llevaban ropa extranjera, queriendo ser como las otras naciones que no conocían a Dios.

• Versículo 9: los criados llenaban las casas de sus señores de violencia y de engaño.

• Versículo 12: los hombres se condensaban en sus heces, eran como el poso del vino rancio, diciendo en sus corazones: “Ni bien ni mal hará el SEÑOR.” Dios había dejado de ser una realidad práctica en sus vidas.

Un Llamado al Arrepentimiento

Luego, en el capítulo 2, después de la primera advertencia, se nos presenta un llamado ardiente al arrepentimiento. Puede que todavía quede algo de esperanza, por lo menos para los que se arrepienten. Versículos 1–3:

Congregaos, congregaos,

oh nación sin pudor, antes que entre en vigencia el decreto

(como tamo pasa el día),

antes que venga sobre vosotros

el ardor de la ira del SEÑOR,

antes que venga sobre vosotros

el día de la ira del SEÑOR. Buscad al SEÑOR,

vosotros todos, humildes de la tierra

que habéis cumplido sus preceptos;

buscad la justicia, buscad la humildad.

Quizá seréis protegidos

el día de la ira del SEÑOR.

Aun si los humildes de la tierra no puedan evitar la ira final de Dios, por lo menos tal vez serán protegidos cuando llegue el día terrible del Señor.

Advertencia a las Naciones que Están Alrededor

Luego, en 2:4–15, Sofonías formula desdichas y advertencias no solamente para Judá y Jerusalén, sino también para las naciones del mundo que los rodean:

• Al Oeste están las ciudades de Filistea, Gaza, Ascalón, Asdod, Ecrón, y la tribu de los cereteos (verss. 4–7).

• Al Este están las tierras de Moab y Amón (verss. 8–11).

• Al Sur están los etíopes (vers. 12).

• Al Norte está la terrible Asiria (verss. 13–15).

El juicio va a llegar a todo el mundo que los rodea. Tal vez el versículo 10 lo explica de la mejor manera: “Esto tendrán ellos como pago por su orgullo, porque han afrentado y se han engrandecido sobre el pueblo del SEÑOR de los ejércitos.” El motivo principal de un juicio universal es el orgullo humano.

Última Acusación a Jerusalén

Sin embargo, para que el pueblo de Jerusalén no se complazca con el juicio de las naciones, Sofonías vuelve a hablar de ellos, y en 3:1–8 hay una última acusación a Jerusalén. Versículos 1–2:

Ay de la rebelde y contaminada,

la ciudad opresora! No escuchó la voz,

ni aceptó la corrección.

No confió en el SEÑOR,

ni se acercó a su Dios.

INTRODUCCIÓN
Colección de sermones de John Piper El placer de Dios en el bien de Su pueblo

El placer de Dios en el bien de Su pueblo

Marzo 01, 1987

Sofonías 3:17

El SEÑOR tu Dios está en medio de ti,

guerrero victorioso;

se gozará en ti con alegría,

en su amor guardará silencio,

se regocijará por ti con cantos de júbilo.

La ambientación del libro de Sofonías

De acuerdo con Sofonías 1:1, “Palabra del SEÑOR que vino a Sofonías, hijo de Cusi […] en los días de Josías, hijo de Amón, rey de Judá”, Josías empezó a gobernar en Judá aproximadamente 80 años después de que el reino septentrional de Israel fue arrasado por los invasores asirios.

Durante estos 80 años el reino meridional de Judá no aprendió la lección del reino septentrional y se hundió más y más en el pecado y en la rebelión contra la ley de Dios.

En el decimoctavo año del reinado de Josías, el sacerdote Hilcías encontró en el templo una copia del libro de la ley que se había ignorado durante décadas. Cuando el sacerdote se lo leyó al rey, Josías quedó destrozado. Se humilló ante el Señor, rasgó sus vestidos y lloró (2 Reyes 22:19).

Durante los 13 años siguientes Josías realizó en Judá una reforma extraordinaria basada en la ley de Dios. Renovó el pacto entre Dios y su pueblo (2 Reyes 23:3). Sacó del templo todas las vasijas de Baal y de Asera y las quemó en los campos del Cedrón (23:4). Quitó a los sacerdotes idólatras (23:5). Derribó las casas de los dedicados a la prostitución (23:7). Quitó los caballos que los reyes de Judá habían dedicado al sol y prendió fuego a los carros del sol (23:11). Restituyó la Pascua judía que se no se había celebrado desde la época de los jueces (23:22).

Así era la época de Sofonías de acuerdo con las descripciones de 1:1. Por lo tanto, cuando leemos este pequeño libro, lo podemos considerar como parte del llamamiento a la reforma que Josías estaba realizando. No cabe duda de que el profeta y el rey colaboraron para intentar volver a acercar el pueblo a Dios. ¿Cómo predicaba Sofonías? ¿Qué tipo de sermones inspira Dios cuando su pueblo necesita renovación y reforma?

Advertencia Acerca de la Ira Venidera del Señor

Todo el capítulo 1 es una advertencia para Jerusalén y una predicción del día de la ira venidera del Señor. Versículos 2–4:

Eliminaré por completo todo

de la faz de la tierra —declara el SEÑOR.

Eliminaré hombres y animales,

eliminaré las aves del cielo

y los peces del mar,

y haré tropezar a los impíos;

extirparé al hombre de la faz de la tierra —declara el SEÑOR.

Extenderé mi mano contra Judá

y contra todos los habitantes de Jerusalén;

cortaré de este lugar al remanente de Baal

y los nombres de los ministros idólatras junto con sus sacerdotes;

¿Por qué era tan ardiente la ira de Dios?

• Versículo 8: los príncipes y los hijos del rey llevaban ropa extranjera, queriendo ser como las otras naciones que no conocían a Dios.

• Versículo 9: los criados llenaban las casas de sus señores de violencia y de engaño.

• Versículo 12: los hombres se condensaban en sus heces, eran como el poso del vino rancio, diciendo en sus corazones: “Ni bien ni mal hará el SEÑOR.” Dios había dejado de ser una realidad práctica en sus vidas.

Un Llamado al Arrepentimiento

Luego, en el capítulo 2, después de la primera advertencia, se nos presenta un llamado ardiente al arrepentimiento. Puede que todavía quede algo de esperanza, por lo menos para los que se arrepienten. Versículos 1–3:

Congregaos, congregaos,

oh nación sin pudor, antes que entre en vigencia el decreto

(como tamo pasa el día),

antes que venga sobre vosotros

el ardor de la ira del SEÑOR,

antes que venga sobre vosotros

el día de la ira del SEÑOR. Buscad al SEÑOR,

vosotros todos, humildes de la tierra

que habéis cumplido sus preceptos;

buscad la justicia, buscad la humildad.

Quizá seréis protegidos

el día de la ira del SEÑOR.

Aun si los humildes de la tierra no puedan evitar la ira final de Dios, por lo menos tal vez serán protegidos cuando llegue el día terrible del Señor.

Advertencia a las Naciones que Están Alrededor

Luego, en 2:4–15, Sofonías formula desdichas y advertencias no solamente para Judá y Jerusalén, sino también para las naciones del mundo que los rodean:

• Al Oeste están las ciudades de Filistea, Gaza, Ascalón, Asdod, Ecrón, y la tribu de los cereteos (verss. 4–7).

• Al Este están las tierras de Moab y Amón (verss. 8–11).

• Al Sur están los etíopes (vers. 12).

• Al Norte está la terrible Asiria (verss. 13–15).

El juicio va a llegar a todo el mundo que los rodea. Tal vez el versículo 10 lo explica de la mejor manera: “Esto tendrán ellos como pago por su orgullo, porque han afrentado y se han engrandecido sobre el pueblo del SEÑOR de los ejércitos.” El motivo principal de un juicio universal es el orgullo humano.

Última Acusación a Jerusalén

Sin embargo, para que el pueblo de Jerusalén no se complazca con el juicio de las naciones, Sofonías vuelve a hablar de ellos, y en 3:1–8 hay una última acusación a Jerusalén. Versículos 1–2:

Ay de la rebelde y contaminada,

la ciudad opresora! No escuchó la voz,

ni aceptó la corrección.

No confió en el SEÑOR,

ni se acercó a su Dios.

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