La última promesa

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El nacimiento de Jesús es la primera gran promesa, su retorno es la última promesa en la que esperamos.

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La primera promesa

Gálatas 4.4–6 NVI
Pero cuando se cumplió el plazo, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, a fin de que fuéramos adoptados como hijos. Ustedes ya son hijos. Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡Abba! ¡Padre!»
El nacimiento de Jesús fue el cumplimiento de la primera gran promesa.
Jesús nació en un tiempo justo, ideal:
El Imperio Romano dominaba el mundo conocido. Ellos habían construido caminos que facilitaban el desplazamiento y las comunicaciones.
En el estilo de gobierno romano, los pueblos cautivos eran tributarios mas no esclavos, incluso contaban con privilegios desarrollar sus cultos y tener el reconocimiento de las autoridades para considerarse “religión autorizada”.
La libertad de culto permitía que hubieran sinagogas en muchos lugares, facilitando el conocimiento de las escritoras y la difusión de los principios del Dios de los judíos.
Luego de las cruendas guerras con las que los romanos establecieron su imperio, los pueblos perdieron credibilidad en sus dioses y religiones, esto produjo un libertinaje moral pero a la vez un interés en nuevas formas de culto y otros dioses que, como en el caso del judaísmo, mantenía su fe a pesar de la opresión.
El idioma griego se difundió por todo lugar, permitiendo que todos se entendieran y se formaran universidades a las que todos tuvieran acceso, traduciendo libros de tradiciones y cultura de toda la tierra, poniéndola al alcance de todos.
En ese contexto, en el tiempo determinado, se cumple la primera promesa: Emanuel, Dios con nosotros, el hijo de Dios hecho carne.

La encarnación

La navidad es la encarnación, la divinidad hecha humana. ¿Qué significa esto para nosotros?
1. Es la base doctrinal determinante para quienes creemos en Jesús.
1 Juan 4.1–2 NVI
Queridos hermanos, no crean a cualquiera que pretenda estar inspirado por el Espíritu, sino sométanlo a prueba para ver si es de Dios, porque han salido por el mundo muchos falsos profetas. En esto pueden discernir quién tiene el Espíritu de Dios: todo profeta que reconoce que Jesucristo ha venido en cuerpo humano, es de Dios;
1 Juan 4.2 NVI
En esto pueden discernir quién tiene el Espíritu de Dios: todo profeta que reconoce que Jesucristo ha venido en cuerpo humano, es de Dios;
1 Juan
2. Significa que Él merece ser el primero y más importante entre nosotros pues vivió en carne lo que siente cualquier ser humano y conquistó la humanidad. Dios no solo se conformó con crear al hombre sino que se metió en su piel. (Ej. los gerentes que no saben lo que vive un empleado).
Nosotros no endiosamos a Dios, él nos creó (no nosotros a él), después se hizo como uno de nosotros demostrando ser capaz de hacer todo lo que ningún otro hombre puede hacer. El poder del pecado se desvaneció ante el Dios/hombre.
Hebreos 2.17 NVI
Por eso era preciso que en todo se asemejara a sus hermanos, para ser un sumo sacerdote fiel y misericordioso al servicio de Dios, a fin de expiar los pecados del pueblo.
3. Significa que Dios te entiende, él es auténtico. Las lágrimas que derramó fueron verdaderas, la sangre que brotó de cada latigazo fue real. Jesús no fingió sentir, Él vivió en realidad todas esas cosas, Él es un Dios real. Cuando estás en necesidad y lees en su Palabra que el Señor es tu pastor, nada te faltará, es porque ese Dios real se sintió débil por la falta de comida en su organismo.
3. Un Dios auténtico. Las lágrimas que derramó fueron verdaderas, la sangre que brotó de cada latigazo fue real. Jesús no fingió sentir, Él vivió en realidad todas esas cosas, Él es un Dios real. Cuando estás en necesidad y lees en su Palabra que el Señor es tu pastor, nada te faltará, es porque ese Dios real se sintió débil por la falta de comida en su organismo.
Hebreos 4.15–16 NVI
Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado. Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos.
4. Significa que en nuestro espíritu debe arder la misma pasión que había en Jesús. Tenemos que vivir vidas atrevidas para él. Él es la inspiración para que retomemos fuerzas y avancemos hacia la conquista de los propósitos de Dios.
Hebreos 12.2–3 NVI
Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo.
5. Significa que hay una promesa final, que no debemos perder de vista, ni olvidar, ni ignorar: Él regresará. Dijo que vendría la primera vez y lo hizo, volverá a restablecer el orden de todas las cosas.
Hebreos 9.28 RVA
así también Cristo fue ofrecido una sola vez para quitar los pecados de muchos. La segunda vez, ya sin relación con el pecado, aparecerá para salvación a los que le esperan.
Jesús volverá. ¿Lo esperas con gran expectativa? “Quienes lo esperan” en el original es una frase que implica ansiedad y deseo. ¿Es esa tu actitud ante la promesa final?