El Costo del Discipulado

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Una CONDICION. Tres RAZONES. Una ADVERTENCIA.
Contexto.
I. Una CONDICION. (v.34)
Los discípulos tenían su propia percepción del papel del Mesías. Su entendimiento de la misión del Mesías estaba alineada con el entendimiento popular, pero era contraria al plan de Dios.
Los doce no entendían que el Mesías tendría que “sufrir muchas cosas y morir”; ese cuadro no encajaba en su mentalidad y en sus propias expectativas del Mesías. Sin embargo, Jesús les deja claro, para su mayor asombro, que ellos no sólo tenían que cambiar su mentalidad a cerca de la misión del Mesías, sino que también, si querían verdaderamente seguirle, debían estar dispuestos a renunciar a los sueños y expectativas que tenían y seguir sus propias pisadas en obediencia total. Eso es discipulado cristiano.
Si alguno quiere venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo, (LBLA)
tiene que abandonar su manera egoísta de vivir. (NTV)
tienen que olvidarse de hacer su propia voluntad. (TLA)
tome su cruz, (LBLA)
Tienen que estar dispuestos a morir en una cruz (TLA)
Sígame (LBLA)
hacer lo que yo les diga. (TLA)
Seguir a Cristo es condicional; y las condiciones las pone Él.
Paradójicamente es muy común que seamos nosotros los que ponemos las condiciones:
· Voy a seguir a Cristo si no me afecta mi calendario semanal.
· Voy a seguir a Cristo si no me afecta mis horas laborales ($).
· Voy a seguir a Cristo si no interfiere con mi “sueño americano”.
· Voy a seguir a Cristo si me permite añadirlo a mi altar de ídolos personales o familiares.
· Voy a seguir a Cristo si Él aleja mis males y me da felicidad.
Esta es la gran paradojo humana: nos atribuimos la libertad de poner condiciones para seguir a Cristo. Sin embargo, como ya dije, esto no es más que una gran paradoja, porque no somos nosotros los que tenemos esa potestad, es Dios quien pone las condiciones.
Seguir a Cristo exige una renuncia a nuestra propia “versión del Mesías” y una rendición total a la verdadera misión de Cristo.
Los verbos “negarse, tomar la cruz y seguirle” denotan acción; una renuncia total a lo preconcebido y una entrega total al plan de Dios.
OT: ¿Por qué habría de ser así?
Tres RAZONES. (v.35-37)
A. La primera razón, Seguir a Cristo exige una renuncia total a ti mismo y una rendición total a Cristo… porque el resultado será la salvación de mi alma. v.35.
Estar dispuesto a “perder mi vida por Cristo y por el evangelio” implica una renuncia total a mi propia “versión del Mesías” y una lealtad total hacia Jesús y sumisión al evangelio.
En cambio, NO aceptar a Cristo y su misión (el evangelio), como consecuencia, produce la perdida de mi alma.
En otras palabras, el que se aferre a su propio entendimiento de “su cristianismo”, el resultado será perdida eterna, fracaso seguro.
Sin embargo, quien renuncia a sí mismo y rinde su mente y corazón a la verdad por la que Cristo vino (el evangelio), el resultado será salvación y vida eterna.
Por tanto, una primera razón para negarte a ti mismo, tomar la cruz y seguir a Cristo es que de hacerlo, salvarás tu alma por siempre.
B. Una segunda razón para seguir a Cristo de manera total y comprometida es… porque de NO hacerlo así, perderás tu alma. v.36.
De qué sirve una clase de Cristo [según mi propia versión] que me garantice cualquier tipo de éxito temporal, pero que no obra en lo más importante, la salvación de mi alma.
Nuestro Señor evidencia claramente que la razón por la cual no estar dispuesto a “perder la vida por causa de Cristo y del Evangelio” es por el deseo de “ganar al mundo”.
· El amor al mundo siempre compite con la entrega a Dios.
· El amor al mundo produce ignorancia e indiferencia al amor al evangelio. Mientras más atención se pone en el mundo menos se ama a Cristo y al Evangelio.
· El amor al mundo y Cristo son antagónicos.
El Señor deja en claro que el amor al mundo condena al alma. Un alma [usando las palabras del Señor a Pedro] centrada en las cosas de los hombres resultará en un alma alejada de las cosas de Dios. El resultado será la perdición del alma, la condenación eterna, la muerte segunda.
Por tanto, una segunda razón para negarte a ti mismo, tomar la cruz y seguir a Cristo es que de NO hacerlo, perderás tu alma por siempre.
C. Tercera razón es porque, a decir verdad, la gran necesidad del hombre está precisamente en cómo salvar su alma. v.37.
Esa fue la principal y gran razón por la que “el Verbo se hizo carne”. Hay un alma caída, desfigurada de su imagen original. Hay un alma que vuela con el viento persiguiendo sus deseos y banalidades. Hay un alma que necesita imperativamente redención y regeneración. Por eso vino Cristo Jesús, el Mesías.
Y en este sentido, Jesús pregunta “¿qué puede hacer el hombre para ayudar a su propia alma?” ¿qué pudiera hacer mi “versión de Cristo” para lograr lo más importante, la salvación de mi alma? [Pensando en Cristo sólo como un Mesías conquistador terrenal].
Pues ¿qué dará un hombre a cambio de su alma? (LBLA)
¿Hay algo que valga más que tu alma? (NTV)
Y no hay nada que una persona pueda dar para salvar su vida. (TLA)
La gran y primera necesidad de todos nosotros es la redención, el rescate, la salvación de nuestra alma. (ILUSTRACION)
No existe más urgente necesidad sobre la tierra que la salvación del alma. La mayor urgencia no lo es la plaga del hambre, no lo es la crisis migratoria global, no lo es el cambio climático, no lo es el abuso doméstico, no lo es la discriminación racial, no lo es el trafico humano ni la pornografía infantil; la mayor urgencia humana y de la cual no oirás hablar ni en la ONU ni en los medios de noticias, es la respuesta a esta pregunta que nuestro Señor hace: ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?. De esa alma cuya gran y primera necesidad es el ser redimida, rescatada, salvada de ella misma y de la ira de Dios por sus pecados.
Y no hay nada que una persona pueda dar para salvar su vida. (TLA)
Esta fue la razón por la que en un despliegue incomprensible de amor Dios se hizo Hombre y se acercó a nosotros para vivir la vida que no pudimos vivir y morir la muerte que merecíamos morir. Sólo así, por la fe en su vida impecable y su muerte en nuestro lugar, es que el alma perdida puede ser finalmente rescatada. Esto es el Evangelio.
Jesús no sólo es un gran ejemplo de moral y ética, El es el Salvador de mi alma. El quiere ser el salvador de tu alma.
Por tanto, una tercera razón para negarte a ti mismo, tomar la cruz y seguir a Jesús es que no hay nada que puedas dar para salvar tu alma, sólo Cristo.
Una ADVERTENCIA. v.38.
Quien hoy salva mañana condena, Juan 3.36 (LBLA) El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no obedece (cree) al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él.
En un sentido muy real, es Dios quien condena, pero en otro sentido es la propia persona la que se auto condena porque escoge “no obedecer (creer) al Hijo”.
Así como Jesús es el Salvador del alma para todos los que renuncian al mundo y se rinden a Él, de igual manera, el desconocimiento de Cristo y el rechazo de su misión, significará que una vez cumplido el tiempo y Él venga en la gloria del Padre, el Hijo del Hombre exaltado juzgará y condenará a los que previamente lo rechazaron.
Jesús no está amenazando. Amenazan los hombres mortales que para manipular a otros les infunden temor y miedo para conquistarlos. Pero Jesús NO ES un hombre mortal. El es Dios hecho carne. Y Él no amenaza, Él advierte; la motivación de su advertencia NO ES la manipulación sobre los mortales, es el amor por su creación. Juan 3.17 Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
El amor de Dios le llevó a decir esta advertencia. Ese mismo amor lo llevó a la cruz, ahí está la evidencia de su amor por ti.
Por tanto, por amor a Cristo, neguémonos a nosotros mismos, tomemos la cruz cada día y sigámosle hasta que entremos en gloria o hasta que veamos al Hijo del Hombre venir “en la gloria de su Padre con los santos ángeles.”
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