La soberanía de la Gracia

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Marcos 4:26–29
1. Entre la parábola del sembrador y la de la semilla que crece en secreto hay una estrecha relación.
a) La primera subraya la responsabilidad humana:
i. la semilla no puede brotar, crecer y llevar fruto si no cae en buena tierra.
ii. Significado: la palabra o mensaje de Dios, el evangelio, lleva fruto sólo cuando el corazón responde favorablemente.
iii. Este es un aspecto de la verdad que no se debe descuidar jamás. Se puede errar en resaltar rotundamente la incapacidad del hombre para venir a Dios que obviamos la otra cara de la moneda.
iv. Cuando el carcelero preguntó, “Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?”, Pablo y Silas no dijeron, “Tú no puedes hacer nada”. Lo que dijeron fue, “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo, tú y tu casa” (Hch. 16:30, 31).
b) Es verdad, no obstante, que nada puede hacer el hombre por sí mismo. Sólo mediante el poder que Dios imparte, el hombre es capaz de volverse a Él con verdadera fe.
i. No puede convertirse a menos que en primer lugar la gracia de Dios le alcance.
c) La parábola que hoy vemos pone todo el acento en este aspecto de la verdad, a saber, en la soberanía de Dios.
i. Enseña que así como es Dios solo, y no el agricultor, quien entiende completamente y es en realidad el Autor del crecimiento físico, así también sólo Dios, no el hombre, entiende perfectamente y es el Autor del crecimiento espiritual, y del establecimiento y progreso del reino de Dios en el corazón, vida, y en otras esferas.
ii. Es por su voluntad que la semilla espiritual, la palabra o mensaje del evangelio, establece su creciente y poderosa influencia en el corazón de los hombres y así también en la sociedad en general.
iii. Y esto es un gran consuelo porque podemos esperar con paciencia una cosecha cuya llegada es segura, porque es Dios el autor.
iv. La victoria está asegurada: el plan de Dios debe ser, y será llevado a cabo.
OT: En consecuencia, la parábola deja en claro tres ideas.
I. EL REINO DE DIOS NO ES UNA COSA, ES UN EVENTO. V.26-29
1. Cuando nos referimos a un evento es algo similar al evento de la creación. De la nada, por el poder intrínseco de la Palabra, Dios creó todo lo que existe. Lo hizo progresivamente, día a día; pero de la nada fue dando forma lo que existe a través del evento creativo.
2. De igual manera, el hombre en su estado natural es comparado con una "tierra desordenada y vacía". Pero a través de un evento de la gracia de Dios, esa tierra comienza a tomar forma.
3. Permítanme describir la condición del hombre en su estado “natural”.
4. Ese hombre está muerto en delitos y pecados, separado de Dios, incapaz por sí mismo de gustar de Dios; la voluntad de ese hombre está totalmente esclavizada.
5. Jacobo Arminio lo describe con estas palabras "En este estado, el Libre Albedrío del hombre hacia el Verdadero Bien no sólo está herido, desfigurado, enfermo, inclinado y debilitado; también está cautivo, destruido y perdido. Y sus fuerzas no sólo están incapacitadas e inútiles a menos que sea asistido por la gracia, sino que él no posee poderes algunos, excepto aquellos que sean estimulados por la gracia Divina. [ARMINIUS. “Public Disputations”, Works. v, 2, p. 192.]
6. En esta condición se encuentra el hombre hasta que la gracia de Dios comienza a despertarle, el reino de Dios se acerca y comienza el hombre a ganar consciencia de sus pecados y de su necesidad de un Salvador.
7. La fe le es dada como un don y una vez que el hombre se arrepiente por la acción de la gracia y cree, entonces es justificado, la cruz y la sangre de Cristo le resultan preciosas, en ese instante le es dado un nuevo corazón, una naturaleza regenerada.
8. Ahora la culpa por el pecado desaparece, hay paz con Dios, y el pecado ya no reina, de hecho, pierde poder y en su lugar, le es dado al nuevo creyente el poder de la gracia de Dios. Es bautizado con poder y comienza una vida de santificación, de pureza y de crecimiento en la piedad.
9. Como podemos ver, el reino de Dios no es una cosa, es un evento. El evento más extraordinario que le puede ocurrir a una persona.
10. La persona donde la gracia de Dios halla lugar ha pasado de muerte a vida; de la oscuridad a la luz, del poder esclavizante de Satanás al poder de la gracia; del reino de las tinieblas al reino de Dios.
11. ¿Ha ocurrido esto en tu vida? ¿Este evento se puede evidenciar en tu vida en tus frutos? ¿Si alguien te acusara de ser cristiano, hallarían evidencias que te incriminen?
II. EL REINO DE DIOS ES UN EVENTO QUE NO PODEMOS PRODUCIR. V.26B-27
1. Así como el sembrador sólo puede poner la semilla en la tierra y luego no tiene ni idea de cómo ocurre el evento siguiente, de igual manera el efecto de la gracia de Dios en el corazón humano no puede ser ni entendido ni producido por los humanos.
2. El despertar de la gracia en cada alma es algo que cae completamente en la jurisdicción de Dios. No se puede producir.
3. Dice que "la semilla brota y crece, cómo, él no lo sabe". El sembrador no tiene ni idea de cómo ocurre.
4. El granjero más sabio de la tierra nunca puede explicar todo lo que ocurre en un grano de trigo una vez sembrado. Conoce el hecho general de que a menos que lo ponga en la tierra y lo cubra, no habrá grano en el tiempo de la cosecha. Pero no puede producir el crecimiento de cada grano.
No puede explicar por qué algunos granos salen adelante y otros mueren.
No puede especificar la hora o el minuto cuando la vida comenzará a surgir.
No puede definir qué es la vida.
Estos son asuntos que debe dejar a un lado. Él siembra su semilla y le deja el crecimiento a Dios, que es quien lo da (1 Corintios 3:7).
5. De igual manera, el cómo la gracia de Dios actúa en el corazón es tremendamente misteriosa y no se puede investigar.
6. No podemos definir la forma en que el Espíritu de Dios comunica vida a un alma y el proceso exacto por el que un creyente recibe una nueva naturaleza.
7. Todas estas cosas están escondidas para nosotros. Vemos determinados resultados, pero no podemos avanzar más. “El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu” (Juan 3:8).
8. Por lo tanto, la mayor de las habilidades, la predicación más poderosa y la obra más diligente no pueden forzar el éxito. Solo Dios puede dar vida.
9. Nuestra principal obra es sembrar la semilla. Hecho esto, podemos esperar con fe y paciencia el resultado. Podemos dormir y levantarnos “de noche y de día” y dejar nuestra obra en manos del Señor. Solo Él puede dar éxito. (Colosenses 2.19)
10. El fruto que no podemos producir nunca es nuestro, sino Suyo. Por tanto, si es Suyo, debemos apreciarlo, cualquiera que sea su dimensión.
III. EL REINO DE DIOS ES UN EVENTO QUE NO PODEMOS PRODUCIR, PERO QUE PODEMOS PROVOCAR. V.26B
1. "La tierra produjo fruto por sí misma" porque "un hombre echó semilla en ella".
2. La tierra, como sabemos, nunca produce grano por sí misma; produce yerba, pero no trigo. El trigo tiene que ser sembrado o nunca habrá cosecha.
3. De forma similar, el corazón del hombre por sí solo nunca se volverá a Dios ni se arrepentirá, ni creerá, ni obedecerá. Ya vimos cuál es su condición. Está tremendamente desprovisto de gracia. Está muerto para Dios y es incapaz de darse a sí mismo vida espiritual.
4. El Hijo del hombre debe quebrantarlo por su Espíritu y otorgarle gracia. Y para esto, el medio más habitual es a través de la semilla sembrada; la Palabra.
5. Ciertamente no podemos producir ningún fruto ni en nosotros ni en otros, pero una vez que la gracia nos ha alcanzado, sí podemos provocar que esa gracia llegue los corazones de otros.
6. Por tanto, lejos de pretender producir lo que no podemos producir, enfoquémonos en provocar lo que sí podemos provocar. Compartamos el evangelio.
IV. Se nos enseña, por último, EL REINO DE DIOS ES UN EVENTO QUE NO PODEMOS PRODUCIR, PERO DEBEMOS ESPERAR. V.29
1. Ningún agricultor piensa en cortar su grano cuando está verde. Espera hasta que el Sol, la lluvia, el calor y el frío hayan efectuado su trabajo y las espigas doradas estén listas. Entonces, y no antes, mete la hoz y junta todo el grano en el granero.
2. La lección es clara: la victoria es segura; la cosecha se acerca y ciertamente llegará en el momento exacto establecido en el plan eterno de Dios. Entonces el reino de Dios será revelado en todo su esplendor (Ap. 11:15; 17:14).
CONCLUSION
“Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y tardía. Tened también vosotros paciencia y afirmad vuestros corazones, porque la venida del Señor se acerca” (Stg. 5:7, 8).
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