Tú y tu casa

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Mientras vas a la oración

Salió al encuentro una muchahca que tenía espírtu de adivinación
Mensaje correcto intenciones incorrectas
daba ganancia a sus amos, adivinando
Siguiendo a Pablo y a nosotros - daba voces:
Estos hombres son siervos del Dios Altísimo
Anuncian el camino de salvación
Muchos días
Desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al espíritu:
Te mando en el nombre de Jesús que salgas de ella.
Y salió en aquella misma hora.
Sus amos vieron que había salido la esperanza de su ganancia
Prendieron a Pablo y a Silas, los trajeron al foro, ante las autoridades
los presentaron a los magistrados, dijeron:
Estos hombres siendo judíos, alborotan nuestra ciudad
enseñan costumbres que no nos es lícito recibir ni hacer, pues somos romanos.
Se agolpó el pueblo contra ellos, y los magistrados, rasgándoles las ropas, ordenaron azotarles con varas.
Después de azotarles mucho,
le echaron en la cárcel,
mandaron al carcelero que los guardase con seguridad
El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro
y les aseguró los pies en el cepo.
Las puertas se cerraban con una barra de madera que se encajaba en dos ranuras, lo mismo que las cadenas. El terremoto hizo que se soltaran las barras, así que las puertas se abrieron y las cadenas se soltaron. El carcelero estaba a punto de quitarse la vida, porque la ley romana decía que si se escapaba un preso el carcelero tenía que sufrir la condena.
A medianoche orando Pablo y Silas Cantaban himnos a Dios
Comenzó el concierto:
orando Pablo y Silas
Job 35.10 RVR60
Y ninguno dice: ¿Dónde está Dios mi Hacedor, Que da cánticos en la noche,
Estos dos eran capaces de ponerse a cantar himnos cuando estaba agarrotado en el cepo de una mazmorra a media noche después de una paliza. (Es un ejemplo de cantar cuando las batallas de la vida nos han dado duro). A usted le pueden colocar cepos en los pies y en las manos, y lo pueden entrar a la carcel más oscura, pero hay algo que jamás se lo quitar y es Dios y su presencia. Estando con Dios se es libre en todo tiempo y ante toda circunstancia. Pablo y Silas no podían dormir en ningún momento, los golpes, el cepo, el lugar, no permitirían eso, pero hay algo que podían hacer y era hablar con Dios, eso es orar y adorarle.
Cantaban himnos a Dios
No comenzaron a lamentarse por el dolor, pudo ser que lo hicieran, pero no pasaron la noche en ese lamento, ni porque tenían sed o hambre, sino que esa experiencia los movió a Dios.
Estaban sintonizados con las palabras del salmista:
Salmo 42.8 RVR60
Pero de día mandará Jehová su misericordia, Y de noche su cántico estará conmigo, Y mi oración al Dios de mi vida.
Santiago 5.13 RVR60
¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas.
Santiago
Los presos los oían
Mientras allí, estaban los demás presos escuchando aquellos salmos y sus oraciones.
Efesios 5.19 RVR60
hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones;
Colosenses 3.16 RVR60
La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.
Los presos no estaban escuchando palabras de maldición, o palabras malas, cosa que debemos nosotros tambien cuidar. Los vecinos oyen, quizás su vecino está escuchando, está preso en el alma, está preso de sus circunstancias, pero requiere de escuchar tu cántico. Pablo y Silas cantaban y los presos oían. Esos presos oían unos corazones libres. El que tiene a Cristo es libre siempre.
Hechos de los Apóstoles: Introducción, comentarios y notas F. Terremoto a medianoche: La conversión del carcelero (16:25–34)

“Las piernas no sienten nada en el cepo cuando el corazón está en el cielo”, dice Tertuliano

La Intervención Divina llega

sobrevino de repente un gran terremoto los cimientos de la cárcel se sacudían al instante se abrieron todas las puertas y las cadenas de todos se soltaron.
Un terremoto, Dios no envió un ángel sino un terremoto para liberar los presos. Los métodos de Dios son sobrenaturales. Era normal que en aquel lugar hubiese terremotos. Dios es el que libera porque al final de todo es Dios el que tiene el control.
los cimientos de la cárcel se sacudían
El terremonto es de repente. Esa noche se soltaron las cadenas y se abrieron las puertas de la prisión. Ese día no hubo ni heridos, ni muertos y los que estaban heridos, estaban cantando. Puede que se hanan abierto las puertas, que se hayan caido las cadenas de las paredes, pero lo que no es posible es que los grilletes se soltaran.
al instante se abrieron todas las puertas
Mateo 27.51 RVR60
Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron;
y las cadenas de todos se soltaron.
Despertando el carcelero viendo abiertas las puertas de la carcel sacó la espada y se iba a matar pensando que los presos habían huido. Mas Pablo clamó a gran voz “no te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí”.
Aquella noche los guardias dormían pero los presos hacían vigilia. Todos los presos sueltos y ninguno se escapa. El carcelero, despierta y lo primero que verifica son los presos a ver dónde están.
viendo abiertas las puertas de la carcel
sacó la espada y se iba a matar
pensando que los presos habían huido
Mas Pablo clamó a gran voz
“no te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí
El Entoces, pidiendo luz, se precipitó adentro, temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas y sacándolos, les dijo:
temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas y sacándolos, les dijo:
Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?
Cree en el Señor Jesucristo, y será salvo, tú y tu casa. Y él tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos.
Cree que se puede traducir como fe o confiar. Es la confianza en Jesucristo, no en su doctrina o sistema teológico. Este hombre no tenía trasfondo judío. Para convertirse solo basta con creer.
y él tomandolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos.
Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios.
En el mundo antiguo, cuando el jefe de familia practicaba la religión de todos sus miembros.

3. Veamos ahora la reacción del carcelero, tras el grito de Pablo.

(A) El miedo que antes tenía hasta inducirle al suicidio, ahora le llevaba, bajo la acción de la gracia, a temblar por su alma (v. 29) y se postró a los pies de Pablo y Silas. No pudo acudir a mejor médico del alma que Pablo, pues también él había sido perseguidor de los cristianos y los había metido en la cárcel (8:3; 9:1); así podía simpatizar mejor con los sentimientos del carcelero. Es muy probable que este hombre hubiese oído algo de la predicación de sus presos; al menos, conocería la insistente proclamación de la muchacha posesa: «Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian un camino de salvación» (v. 17). Ante los extraordinarios fenómenos que estaba presenciando y al ver en estos hombres algo sublime que les diferenciaba de los demás presos que había conocido, cae ahora a sus pies como pidiendo perdón por lo que les había hecho, y se dirige a ellos con el mayor respeto (v. 30): «Señores». A continuación, se preocupa por su situación espiritual y pregunta como algo en que se juega el alma: «¿Qué tengo que hacer para ser salvo?» Con esto muestra: (a) Que conoce la importancia de la salvación; (b) que sabe que hay que hacer algo y (c) que está dispuesto a cumplir lo que se le exija, por duro y difícil que le resulte.

(B) Ellos le dieron inmediatamente una instrucción breve, concisa y clara, que ya se ha hecho frase clásica y lapidaria (v. 31): «Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo, tú y tu casa». Como dice el Prof. Trenchard, «Fue un principio, una soga que se echa al hombre que se ahoga, quedando para más tarde la explicación del sentido pleno de la “salvación” y la presentación de la persona del Salvador Jesucristo». La última cláusula: «tú y tu casa» no significa la promesa de que sus familiares también habrían de ser salvos posteriormente; mucho menos significa que pudiesen salvarse por creer y ser salvo el cabeza de familia, pues nadie puede creer ni salvarse por otro. Significa simplemente que los de su casa tendrían la misma oportunidad de salvación si, como él, ponían su fe en el Señor Jesucristo. Pablo y Silas se olvidan ahora de sus heridas, del frío de la madrugada y de la noche que pasaban en vela; ni por un momento demoran anunciarle a este hombre el camino de salvación. Lucas no nos dice si algún otro preso se convirtió o no.

(C) Por lo que se desprende del contexto posterior, allí mismo, en cl patio de la cárcel, Pablo y Silas instruyeron con más detalle en la palabra del Señor, no sólo al carcelero, sino también a todos los que estaban en su casa (v. 32). Los padres de familia y amos han de procurar que los que están bajo su cargo sean instruidos en la Palabra de Dios, pues el alma del más pobre esclavo vale tanto como la del amo más encopetado, ya que todos han sido comprados al mismo precio. También allí mismo, en algún pozo del patio (v. 33) «les lavó las heridas, y enseguida se bautizó él con todos los suyos». Nótese cómo este hombre, ya salvo por la fe, se preocupó inmediatamente por los cuerpos heridos de quienes habían sido los instrumentos de Dios para salvarle, antes de bautizarse él con todos los de su casa que, como él, habían escuchado el mensaje y habían puesto su fe en el Señor. El texto, pues, no da pie en modo alguno para fundamentar el bautismo de los niños de pecho.

(D) Del patio de la cárcel, el oficial romano, acompañado de sus familiares (incluidos los criados), llevó a Pablo y a Silas a su casa, situada con toda probabilidad encima de la misma prisión y les puso la mesa, correspondiendo así, como Lidia anteriormente (v. 15), con la comida material y el hospedaje, a la comida espiritual que Pablo y Silas les habían impartido y continuarían impartiéndoles también durante la cena, «mientras que (dice Trenchard) el rostro del carcelero, un poco antes espejo de desesperación, radiaba el gozo del Señor al darse cuenta de que la salvación había llegado a su casa: Y se regocijó con toda su familia de haber creído a Dios; de haber salido del reino de las tinieblas a la luz admirable del Reino de Cristo». Nótese cómo el que antes había creído en (gr. epí. sobre la base, o, ya que la preposición rige aquí acusativo, echándose sobre) Jesucristo (v. 31), se dice ahora (v. 34) que había creído a Dios, es decir, había dado crédito a la palabra de Dios. Las expresiones, pues, no son sinónimas (contra la opinión de J. Leal y del propio M. Henry), sino que indican dos aspectos diferentes que se integran en el acto de creer.

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