De que viene ¡Viene!

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¿Seguimos despiertos?

Todo va ha terminar
La historia que vivimos va a terminar - como la vida misma
El discurso de Jesús fue “vigilad”, “estad alerta”, “vivid despiertos”.
En la antiguedad se interpretó que Jesús venía inmediatamente y por eso vigilaban continuamente. No querían que si Jesús llegaba los encontrase durmiendo.
Han pasado muchos siglos desde entonces.
¿Cómo vivimos los cristianos hoy?
¿Seguimos despiertos o hemos ido durmiendo poco a poco?
¿Vivimos atraidos por Jesús o distraídos por toda clase de cuestiones secundarias?
¿Le seguimos a él o hemos aprendido a vivir el estilo de todos?
Vigilar es antes que todo despertar de la inconsciencia.
Vivimos el sueño de ser cristianos cuando en realidad, vivimos nuestros intereses, actitudes y estilos de vivir no son los de Jesús. Sino despertamos terminamos engañándonos a nosotros mismos.
Vigilar es vivir atentos a la realidad. Escuchar los gemidos de los que sufren, ver como Jesús veía, caminar por donde Jesús caminamos.
Hay que estar más pendientes al mover misterioso de Dios en medio nuestro. Sin esta sensibilidad no es posible caminar tras las huellas de Jesús.
Se vive inhumanizado a las llamadas de Jesús. Tenemos corazón, pero se nos ha endurecido.
Tenemos oidos, pero no escuchamos lo que Jesús escuchaba
Tenemos ojos, pero no vemos la vida como él la veía, ni miramos como él las mira.
Jesús quería evitar que los cristianos fueran como aquellos que eran “ciegos que conducen ciegos”.

¿Cómo despertar?

Lo primero es volver a Jesús y sintonizar con la experiencia primera que desencadenó todo. No podemos oir a Dios si nuestros canales y vias de comunicación con Dios están obstruidos.
Si eso acontece (se apaga el fuego inicial).
Ese es el riesgo del cristiano (instalarnos cómodamente en nuestras creencias), es decir, “acostumbrarnos” al evangelio y vivir adormecidos en una observancia tranquila que da la religión apagada (nosotros no somos religiosos somos cristianos llenos del poder de Dios). ¿Cómo despertaremos?
Tenemos que arraigar nuestra fe en la persona de Jesús, volver a nacer del espíritu. Nada hay más importante que esto en la Iglesia. Solo Jesús nos puede conducir a lo esencial.
Hay que reavivar la experiencia de Dios en nuestras vidas. Lo estoy aclarando, la experiencia de Dios en mi vida. No es avivar mi relación con Dios porque si tengo una relación con Dios, entonces que esté viva no depende de Dios… Dios es un Dios vivo. Dios no tiene necesidad de reavivar nada, Dios siempre está, el problema es y soy yo.
Lo esencial del Evangelio no se aprende desde afuera, lo descubrimos en nuestro interior como Buena Noticia de Dios.
¿De qué sirven los discursos didácticos de religión o seguir discutiendo cuestiones de moral, sino despertamos en nadie el deseo o gusto por un Dios amigo, fuente de vida digna y dichosa.
Seguimos los pasos de Jesús si estamos mas pendientes a los necesitados y dejamos de seguirlo cuando nos hacemos religiosos.
¿Quién despertará a la Iglesia? La iglesia está en la rutina, en el inmovilismo.
Si el evangelio que vivo no me hace vivir y crecer no estoy viviendo el evangelio. No estoy viviendo lo esencial. NO miramos a otros y otras, miremos nuestra propia imagen.

Reaccionar

Hoy se habla mucho de las contradiciones de la sociedad contemporanea, de la gravedad de la crisis socio-cultural y económica y el caracter decadente de estos tiempos.
Tambien se habla de fragmentos de bondad y de belleza, de gestos de nobleza y generosidad, pero parece que eso queda tras la nube del mal, el deterioro de la vida y las injusticias.
Sin embargo, estamos ante una sociedad que se indigna hasta por matar a una iguana. Estamos ante una generación con un “no” rotundo ante lo inhumano.
Para eso no se tiene que ser cristiano, ni ser creyente, no depende de si eres ateo o no. Eso que es inhumano tiene un frente común.
Es por ello que cabe la llamada de Jesús “Vigilad”, “Velad”. Esas palabras de Jesús no nos dejan arrastrar y moldear pasivamente por cuanto se impone en esta sociedad.
El llamado de Jesús a vigilar y velar es a que no nos avergoncemos de ser diferentes, no actuar como todo el mundo, no identificarnos con lo inhumano de esta sociedad. Hay que reaccionar.
Es posible porque el Espíritu Santo sigue actuando en el corazón de las personas y en la Historia. Debemos esperar algo grande. Eso fue lo que aconteció al principio. Ese Espíritu que se movía sobre las aguas y sobre el caos comenzó a poner orden.
Lo que necesitamos es un pueblo sensato en medio de tanta locura.

Nunca es tarde

Nos enfrentamos a la superficialidad. Se descuida la enseñanza bíblica y se laceran los fundamentos de la vida moral. No nos debe extrañar de que aumente la corrupción en la vida pública.
Se insta a ganar dinero fácil (esas son promociones por todos lados).
Se promueven los juegos de azar, luego nos lamentamos de que se produzcan fraudes y negocios sucios.
Se educa a las generaciones nuevas a que se les regale, pero no se les insta a dar, a ser solidarios. Se buscan los propios intereses y peor aún que se desentiendan de sus padres y madres ancianos.
Protestamos por las alarmantes cifras de violaciones y agresiones sexuales de todo tipo, pero se sigue fomentando el desenfreno sexual de muchas maneras.
Ahora se exalta el amor libre y se trivializa la relación matrimonial. Hacemos de los divorcios una estadística más y se toma como noticia de farándula y discusión pública el por qué se divorciaron.
Estamos ante una realidad de mucha gente pero la gente se siente sola.
Hay una plaga moderna que se llama depresión y el “estrés”, pero seguimos con calendarios avarrotados, un estilo de vida agitado, superficial y vacío, porque la gente tiene tiempo para todo pero no para Dios.
De ahí nos llama el Señor a que despertemos y vivamos “vigilantes”. Tenemos que vivir a conciencia y no sin conciencia. Asumir la vida responsablemente.

Reorientar nuestras vidas

NO es facil ponerle nombre a este malestar profundo, amorfo y persistente.
La gente está buscando algo diferente, una nueva luz, tal vez una experiencia capaz de dar color nuevo a su vivir diario.
La gente está aburrida con tanto, pero aburrida, cansada de vivir siempre lo mismo, no saben cómo acertar en lo correcto de la vida. Se están equivocando en lo esencial y no saben qué es.
Han perdido la fe
La gente ya no sabe en qué creer, nada los ilumina por dentro, porque están en un mundo lleno de luces, pero están a oscuras por dentro, ya no se vive la religión ingenua de otros tiempos, pero no la han cambiado por nada, siguen ahí.
¿Qué podemos hacer?
Usted está llamado y llamada a vivir. Dentro de ese malestar tan persistente hay algo muy saludable: nuestro deseo de ser revestidos del poder del Espíritu Santo. No podemos vivir con los síntomas postizos de esta época. No podemos aclimatarnos a las irrealidades sintéticas. No podemos pensar que el evangelio se puede vivir como los endulzantes superficiales.
Tenemos que reorientar nuestras vidas. NO ES CORREGIR ALGO EN TI, es dejar que Dios lo corrija todo de ti. La fuente de vida es lo esencial y sin salvación de qué sirve la vida.
Tenemos que preguntarnos:
¿Qué hemos descuidado en nuestras vidas?
¿Qué es lo que hemos de cambiar?
¿A qué le damos mayor atención?
¿A qué le dedicamos más tiempo?
No se trata de tener las lámparas encendidas para cuando llegue el esposo, se trata de estar preparados.
Aquellas mujeres, todas tenían sus lámparas encendidas, pero el problema es para cuando venga el esposo nos encontrará preparados o buscando algo para mantenernos encendidos.
Tienes que estar preparado porque su llegada es un misterio y si te vas, puede que regreses y no haya nadie. La puerta cerrada. Si la puerta está cerrada es porque es demasiado tarde. Ahora, es cierto que la puerta es estrecha, pero está abierta. El problema es que se cierre y no logre entrar.
Usted sabe qué es lo que tiene cuidar y por lo que debe ser responsable. Es una irresponsabilidad llamarnos cristianos y vivir sin esfuerzos algunos para parecernos a él.
Es un error decir que nos hemos acercado a Dios sin convertirnos. De simpáticos está lleno el mundo. Dios no busca simpáticos, Dios busca gente que esté dispuesta a parecerse a él.
No se puede ser seguidor y no permanecer detrás de la voz del Pastor.
Hay algo que no puede dejar y es lo que es seguro. Dicen que en esta vida no hay nada seguro, pero eso es falso, hay muchas cosas seguras.
Sin embargo, si usted deja el camino, es decir a Jesús, siempre irá por caminos inseguros. Solo Jesús es el camino de la vida.
Para no se insensatos debemos tomar la Palabra y ponerla por obra.
El evangelio se tiene que traducir en la vida.
Ser insensatos

Al final vendrá Jesús

Marcos 13.24–32 RVR60
Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias que están en los cielos serán conmovidas. Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria. Y entonces enviará sus ángeles, y juntará a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo. De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas. De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre.
Marcos 13.
El sol, que señala la sucesión de los años, se apagará. La luna, que marca el ritmo de los meses, ya no brillará. No habrá días y noches, no habrá tiempo. Además las estrellas caerán del cielo, la distancia entre el cielo y la tierra se borrará, ya no habrá espacio. Esta vida no es para siempre. Viviremos en el ministerio de Dios.
Jesús volverá y sus seguidores podremos ver su rostro deseado. “Verán venir al hijo del hombre”. El sol, la luna y los astros se apagarán, pero el mundo no se quedará sin luz. Será Jesús quien lo iluminará para siempre poniendo su verdad, justicia y paz en la historia humana, tan esclava hoy de abusos e injusticias.
Jesús traerá consigo la salvación de Dios. No traerá un aspecto amenazador. Viene a reunir sus elegidos, los que esperan con fe su salvación.
Las palabras de Jesús no pasarán. No perderán su fuerza salvadora. Jesús nos saldrá al encuentro, como con aquellos discípulos por el camino de Emaús. Jesús se nos aparecerá.
Es hoy un tiempo de volvernos a Dios y hacer de nuestras vidas una que viva a la estatura de las exigencias de Dios.
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