En este salmo David se regocija y manifiesta su dicha porque Dios es su herencia. Y también porque él es heredero de Dios y que es Dios mismo el que cuida de esa propiedad, cuyo valor y hermosura sobrepasa cualquier otro valor. Me pregunto: Cómo no sentirse dichoso en tal situación, cómo no sentirse inmunizado contra los atractivos de este mundo teniendo tal riqueza? ¿Podemos confesar la dicha del salmista David? Si es así continúa con esa visión suplicando a Dios te proteja de las luces de éste mundo. Pero si las luces de este mundo te han cegado y deslumbrado, si no puedes ver la riqueza que encierran las palabras de David hoy te invitamos a recibir la herencia que Jesús pagó y adquirió para ti.