La Autoridad de Jesús
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Introducción
Introducción
Y predicaba en las sinagogas de ellos en toda Galilea, y echaba fuera los demonios.
Habiendo reunido a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades.
Entonces, entrando Jesús en la barca, pasó al otro lado y vino a su ciudad.
Luego de realizar muchas actividades, Marcos nos presenta a Jesús en su faceta de sanador, pero introduce un tema importante que es la autoridad.
La autoridad es una función dada por Dios. En algunos casos debemos ejercerla, y en otros, acatarla.
La autoridad es una función dada por Dios. En algunos casos debemos ejercerla, y en otros, acatarla.
Cuando desmedidamente buscamos ejercerla nos volvemos autoritarios y cuando, de igual manera, buscamos acatarla nos volvemos sumisos.
Marcos nos ilustra la autoridad de Jesús a través de dos historias, ambas nos manifiestan diferentes matices al respecto.
El Leproso
El Leproso
Y predicaba en las sinagogas de ellos en toda Galilea, y echaba fuera los demonios.
Vino a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme.
Y le buscó Simón, y los que con él estaban;
Su actitud fue la correcta. Vino con humildad y respeto; reconociendo la autoridad del Señor.
Aunque no lo dice explicitamente, Jesús usaba de autoridad para echar fuera espiritus inmundos
No le dijo: “Señor si puedes, límpiame”. Eso quiere decir que sabía que Jesús si podía limpiarlo. Sabía que él tenía autoridad sobre las enfermedades.
Al enviarlo al sacerdote, Jesús reconoce las autoridades terrenales puestas por Dios. Aunque podía, no ejerció autoritarismo.
El secreto mesíanico era una medida de precaución de parte del Señor Jesús para evitar malas interpretaciones de su ministerio.
El leproso desobedeció el encargo de Jesús.
El paralítico
El paralítico
marcos 2.
Y como no podían acercarse a él a causa de la multitud, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo una abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico.Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.
Al igual que la historia anterior, estos cinco hombre actuaron con fe, creyendo que Jesús tenía autoridad sobre las enfermedades.
Pero nadie esperaba la respuesta de Jesús. Marcos inserta una variante en esta historia.
Cristo demostró su autoridad para perdonar pecados.
l demostró su autoridad para perdonar pecados.
Muchas personas tienen poder sobre el cuerpo (enfermedades, emociones, circunstancias) y pueden lograrlo a través de manejar poderes terrenales (ocultismo, concentración, hechicería, etcétera).
Solo Cristo tiene el poder y la autoridad para perdonar tus pecados.
La autoridad
La autoridad
La palabra autoridad en la Biblia viene del griego ἐξουσία (exousia) y significa poder y/o autoridad.
La Biblia declara que Dios nos ha dado poder para predicar el evangelio de Jesucristo.
Cinco áreas en que la autoridad de Dios se manifiesta en el creyente.
- No somos extraños, sino herederos juntamente con Cristo para toda bendición espiritual.
- Para destruir las obras del Enemigo.
- Para no estar atados a los poderes terrenales del cuerpo o de las tinieblas.
- Ningún creyente tiene poder para destruir el propósito de Dios en tu vida. Pero sí para edificarte.
- Dios te ha dado autoridad para sujetar tu voluntad a su presencia ()
Pero para poder ejercer autoridad, primero debemos obedecer autoridad. ¿Qué autoridades son esas?
- Dios es la máxima autoridad. De Él depende todo tipo de autoridad, incluso aquellas para corrección del creyente.
- Las autoridades civiles son puestas por Dios. No son perfectas, pero debemos obedecerlas en todo aquello que no contradiga la voluntad de Dios.
- En el hogar debe haber sujeción, pero esta debe ir acompañada de amor.
- Debemos procurar que la autoridad no nos ciegue, pues así han caído muchos. Si tenemos autoridad ejerzámosla en amor para con nuestros hermanos.
Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe.
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