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Fundamentos de Teología Pentecostal V. Ofensas Contra el Espiritu Santo

OFENSAS CONTRA EL ESPIRITU SANTO

Aunque las seis ofensas contra el Espíritu Santo que son mencionadas en el Nuevo Testamento han sido divididas en aquellas cometidas por los incrédulos y aquellas por los creyentes, puede haber algunas que se extiendan en parte para cualquiera de los grupos.
Fundamentos de Teología Pentecostal A. Ofensas Cometidas por los Incredulos

OFENSAS COMETIDAS POR LOS INCREDULOS.

Fundamentos de Teología Pentecostal 1. Resistir al Espíritu Santo

1. Resistir al Espíritu Santo.

“¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros” (Hch. 7:51). Estas palabras fueron habladas por Esteban al hablar ante el sanedrín incrédulo. El Espíritu Santo busca hablar al corazón del incrédulo y llevarlo a Dios. El Espíritu es paciente y persistente, pero es posible resistir todos sus ruegos (Gn. 6:3). Estos líderes espirituales de Israel, en el capítulo siete de Hechos, estaban convencidos de la verdad que Estaban les estaba diciendo, pero sus corazones no cedían (Hch. 6:10).

Fundamentos de Teología Pentecostal 2. Insultar o Hacer Afrenta al Espíritu Santo

2. Insultar o hacer afrenta al Espíritu Santo.

“¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviera por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?” (Heb. 10:29). El oficio del Espíritu Santo es presentar la obra salvadora de Jesucristo a los inconversos. Cuando el inconverso rehusa aceptar a Jesucristo, en realidad está insultando al amor de Dios, manifestado en su gracia, expresando que no necesita salvación, o que no cree que Cristo puede salvarlo. Resistir al llamado del Espíritu es, entonces, un insulto a la deidad y el romper la única esperanza de salvación.

Fundamentos de Teología Pentecostal 3. Blasfemar al Espíritu Santo—el Pecado Imperdonable

3. Blasfemar al Espíritu Santo—el pecado imperdonable.

Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere una palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni es este siglo ni en el venidero (Mt. 12:31, 32).

Esta es la ofensa más seria contra el Espíritu Santo, porque no hay perdón para el que lo comete. ¿Qué es la blasfemia contra el Espíritu Santo? (Note Mt. 12:22–30). Los fariseos habían acusado a Jesús de obrar milagros por el poder del Diablo. En realidad Jesús había echado a ese demonio por el poder del Espíritu Santo. Por lo tanto, es atribuir la obra del Espíritu Santo al Diablo. Note Marcos 3:28–30, especialmente el versículo treinta: “Porque ellos habían dicho: Tiene espíritu inmundo.” Este pecado puede ser cometido por un cristiano al igual que por un inconverso, si no tiene cuidado.

Fundamentos de Teología Pentecostal B. Ofensas Cometidas por los Creyentes

OFENSAS COMETIDAS POR LOS CREYENTES.

Fundamentos de Teología Pentecostal 1. Contristar al Espíritu Santo

1. Contristar al Espíritu Santo.

“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia” (Ef. 4:30, 31). Contristar significa hacer triste o angustiar. Hacemos esto como individuos, cuando permitimos que cualquier cosa no semejante a Él entre en nuestro corazón. El versículo treinta y uno nos da algunos ejemplos de aquello que contrista al Espíritu Santo.

Fundamentos de Teología Pentecostal 2. Mentir al Espíritu Santo

2. Mentir al Espíritu Santo.

“Y dijo Pedro, Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad?” (Hch. 5:3). Cuando uno consagra cualquier cosa al Señor, y luego no lleva a cabo esa consagración, está mintiendo al Espíritu Santo. Puede ser dinero, tiempo o servicio. Si la intención del creyente no es ser fiel a su promesa, es mejor que no haga la consagración en primer lugar. Pedro, en el versículo cuatro del capítulo cinco de Hechos, le dice a Ananías, “No has mentido a los hombres, sino a Dios.”

Fundamentos de Teología Pentecostal 3. Apagar al Espíritu Santo

3. Apagar al Espíritu Santo.

“No apaguéis al Espíritu” (I Tes. 5:19). El pensamiento de apagar sugiere que hay un fuego. La incredulidad y crítica carnal pueden servir para apagar el fuego del movimiento del Espíritu Santo. Esto ocurre generalmente en la congregación, cuando el Espíritu se está manifestando en la alabanza. Es mejor no criticar que arriesgar el peligro de estorbar el movimiento del Espíritu.

Fundamentos de Teología Pentecostal VI. Los Dones del Espiritu

LOS DONES DEL ESPIRITU

Fundamentos de Teología Pentecostal VI. Los Dones del Espiritu

El estudio de la doctrina del Espíritu Santo debe incluir un desarrollo completo de los dones del Espíritu. Tres capítulos del Nuevo Testamento, al igual que partes de otros dos, están dedicados exclusivamente al tema. Hay aproximadamente cien referencias del Nuevo Testamento que se refieren al tema de dones espirituales o al ejercicio de uno u otro de aquellos de la lista de I Corintios capítulo doce; éste número es exclusivo de los milagros de Jesús en los evangelios.

A pesar de la manifestación frecuente del Espíritu en la iglesia del Nuevo Testamento, la mayoría de los libros sobre doctrina y teología ignoran los dones espirituales o dedican un simple párrafo o dos a su discusión, con el sentir de que los dones cesarían al final de la era apostólica, mucho de lo cual es negativo. No existe la más mínima clave en el Nuevo Testamento de que el otorgamiento del Espíritu Santo cesaría antes de ver “cara a cara” y antes de que lo “perfecto” venga (I Cor. 13:10–12).

Fundamentos de Teología Pentecostal VI. Los Dones del Espiritu

El estudio de la doctrina del Espíritu Santo debe incluir un desarrollo completo de los dones del Espíritu. Tres capítulos del Nuevo Testamento, al igual que partes de otros dos, están dedicados exclusivamente al tema. Hay aproximadamente cien referencias del Nuevo Testamento que se refieren al tema de dones espirituales o al ejercicio de uno u otro de aquellos de la lista de I Corintios capítulo doce; éste número es exclusivo de los milagros de Jesús en los evangelios.

A pesar de la manifestación frecuente del Espíritu en la iglesia del Nuevo Testamento, la mayoría de los libros sobre doctrina y teología ignoran los dones espirituales o dedican un simple párrafo o dos a su discusión, con el sentir de que los dones cesarían al final de la era apostólica, mucho de lo cual es negativo. No existe la más mínima clave en el Nuevo Testamento de que el otorgamiento del Espíritu Santo cesaría antes de ver “cara a cara” y antes de que lo “perfecto” venga (I Cor. 13:10–12).

Aimee Semple McPherson dice respecto a los dones espirituales:

Creemos que el Espíritu Santo tiene los siguientes dones para impartir a la iglesia creyente en el Señor Jesucristo: Palabra de sabiduría, palabra de ciencia, fe, dones de sanidades, operaciones de milagros, profecía, discernimiento de espíritus, lenguas, interpretación de lenguas; que, de acuerdo a la gracia y a la fe del creyente, son repartidos como el Espíritu Santo quiere. Estos dones deben ser deseados y buscados, en el orden y en la proporción que prueben ser de mayor edificación y beneficio para la iglesia …

Fundamentos de Teología Pentecostal VI. Los Dones del Espiritu

Creemos que el Espíritu Santo tiene los siguientes dones para impartir a la iglesia creyente en el Señor Jesucristo: Palabra de sabiduría, palabra de ciencia, fe, dones de sanidades, operaciones de milagros, profecía, discernimiento de espíritus, lenguas, interpretación de lenguas; que, de acuerdo a la gracia y a la fe del creyente, son repartidos como el Espíritu Santo quiere. Estos dones deben ser deseados y buscados, en el orden y en la proporción que prueben ser de mayor edificación y beneficio para la iglesia …

Fundamentos de Teología Pentecostal A. El Antecedente Para los Dones Espirituales

EL ANTECEDENTE PARA LOS DONES ESPIRITUALES.

1. La promesa dada.

Era de esperar que una capacitación espiritual y especial fuera provista a fin que la iglesia pudiera llevar a cabo la misión divina encomendada a ella por el Señor Jesucristo. Jesús instruyó a sus seguidores el pregonar el evangelio, pero les dijo que primero esperaran la impartición del poder de lo alto (Lc. 24:47–49). Adjunto con el mandato de “La gran comisión”, Jesús prometió, “Estas señales seguirán a los que creen”; echar fuera demonios, hablar con “nuevas” lenguas, y la sanidad por la imposición de manos. Cuando Jesús anunció su regreso al Padre, prometió a sus seguidores que enviaría al Consolador quien moraría para siempre, quien les enseñaría todas las cosas, quien les guiaría a toda verdad, quien convencería de pecado, justicia y juicio y quien testificaría de Él.

2. La promesa cumplida.

Entonces, en el día de Pentecostés, el prometido Espíritu Santo fue derramado sobre la iglesia con señales visibles y audibles; y comenzaron a hablar en las lenguas predichas en los pasajes de la gran comisión. Los creyentes fueron llenos del Espíritu Santo (Hch. 2:2–4). Fueron tan enteramente capacitados por el poder del Espíritu, que en todo lugar su ministerio fue marcado por lo sobrenatural. Los apóstoles no eran los guardianes de la ortodoxia; eran embajadores de Cristo, divinamente equipados. Tenían una obra divina para hacer y tenían el poder divino con qué hacerla. Siempre debe ser así. La misión de la iglesia es mucho más que propagar una nueva filosofía o el llamado a una nueva moralidad; es librar a hombres del cautiverio de Satanás; es atar y desatar en el nombre de Jesús (Mt. 16:19). Filosofar y moralizar puede ser hecho con la capacidad humana, y tiene su importancia. Pero librar de cautiverio y traer al arrepentimiento y a la fe requiere de la unción del Espíritu Santo (II Cor. 3:4–6).

Ciertamente, Dios acepta y honra todo talento humano dedicado a su servicio. Él realza los talentos dedicados con el resplandecimiento del Espíritu elevándolo a un nuevo nivel. Dios puede y a menudo lo hace; tomar capacidades naturales para convertirlas en operaciones espirituales (Ex. 35:29–35; Rom. 15:13, 14; Tit. 1:7–9; II Ti. 2:2).

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