Volviendo A Los Ídolos

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Una Exhortación Para No Caer En Idolatría

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Hoy llegamos al final de la serie que nos llevó de la esclavitud a la adoración. Una travesía de Gracia y Poder en la que descubrimos a Dios y a nosotros mismos a través de las páginas de Éxodo.
Repaso
Quiero empezar, una vez más repasando la historia y algunos elementos claves que fuimos resaltando durante la serie:
Zarza Ardiente ≈ El llamado
Mar Rojo ≈ El Rescate (La salvación)
Desierto ≈ La Santificación
Monte Sinaí ≈ El Pacto (Ser parte del pueblo de Dios)
Tabernáculo ≈ Adoración
Becerro de Oro ≈ Enfrentar La Tentación
Hoy vemos esta historia ubicada en que nos cuenta cómo el pueblo volvió a sus viejas costumbre influenciados por las culturas que los rodeaban y en lugar de hacer conclusiones elaboradas y hablar mucho, voy a dejar que sea la Palabra de Dios la que nos hable.
Solo voy a explicar un poco el trasfondo de lo que va sucediendo y algunos simbolismos implícitos en la historia para enriquecer nuestra lectura y sacar el mayor jugo a lo que Dios nos va a decir el día de hoy.
Moisés está en el monte con Dios, todos ven cómo Dios se manifiesta poderosamente pero no pueden escuchar la voz de Dios ni verlo. Hay estruendos y una nube cubriendo el monte donde Moisés está recibiendo las tablas de la ley, los diez mandamientos.
Resulta que Moisés no baja tan rápido como el pueblo esperaba… ¿Te ha tocado esperar que algo suceda y ver cómo toma más tiempo del que pensabas? Como bien dicen… la espera desespera.
Pasaron un par de horas y la cosa no cambió. Pasaron un par de Días y la cosa no cambió. Los días se convirtieron en semanas y Moisés se debe haber esfumado. Dios lo debe haber llevado a otra dimensión o a Asgard, porque eso parece que no va a ningún lado...
Los israelitas se cansaron de esperar....
y ahí comienza la historia:
Éxodo 32.1–4 NTV
Cuando los israelitas vieron que Moisés tardaba tanto en bajar del monte, se juntaron alrededor de Aarón y le dijeron: —Vamos, haznos dioses que puedan guiarnos. No sabemos qué le sucedió a ese tipo, Moisés, el que nos trajo aquí desde la tierra de Egipto. Aarón les respondió: —Quítenles a sus esposas, hijos e hijas los aretes de oro que llevan en las orejas y tráiganmelos. Todos se quitaron los aretes que llevaban en las orejas y se los llevaron a Aarón. Entonces Aarón tomó el oro, lo fundió y lo moldeó hasta darle la forma de un becerro. Cuando los israelitas vieron el becerro de oro, exclamaron: «¡Oh Israel, estos son los dioses que te sacaron de la tierra de Egipto!».
Ex 32:
Éxodo 32.5–6 NTV
Al ver Aarón el entusiasmo del pueblo, edificó un altar frente al becerro. Luego anunció: «¡Mañana celebraremos un festival al Señor!». Temprano a la mañana siguiente, el pueblo se levantó para sacrificar ofrendas quemadas y ofrendas de paz. Después, todos celebraron con abundante comida y bebida, y se entregaron a diversiones paganas.
Éxodo 32.7 NTV
El Señor le dijo a Moisés: —¡Baja ya de la montaña! Tu pueblo, el que sacaste de la tierra de Egipto, se ha corrompido.
Ex 32:
Éxodo 32.8–14 NTV
¡Qué pronto se apartaron de la forma en que les ordené que vivieran! Fundieron oro y se hicieron un becerro, y se inclinaron ante él y le ofrecieron sacrificios. Andan diciendo: “Oh Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto”. Después el Señor dijo: —He visto lo terco y rebelde que es este pueblo. Ahora quítate de en medio, para que mi ira feroz pueda encenderse contra ellos y destruirlos. Después, Moisés, haré de ti una gran nación. Pero Moisés trató de apaciguar al Señor su Dios. —¡Oh Señor! —le dijo—, ¿por qué estás tan enojado con tu propio pueblo, el que sacaste de la tierra de Egipto con tan gran poder y mano fuerte? ¿Por qué dejar que los egipcios digan: “Su Dios los rescató con la mala intención de matarlos en los montes y borrarlos de la faz de la tierra”? Abandona tu ira feroz; ¡cambia de parecer en cuanto a ese terrible desastre con el que amenazas a tu pueblo! Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac y Jacob. Tú mismo te comprometiste con ellos bajo juramento diciendo: “Haré que sus descendientes sean tan numerosos como las estrellas del cielo, y entregaré a sus descendientes toda esta tierra que prometí darles, y ellos la poseerán para siempre”. Entonces el Señor cambió de parecer en cuanto al terrible desastre con que había amenazado destruir a su pueblo.
Éxodo 32.15–20 NTV
Enseguida Moisés se dio la vuelta y descendió del monte. Llevaba en sus manos las dos tablas de piedra grabadas con las condiciones del pacto. Estaban escritas a ambos lados, por delante y por detrás. Estas tablas eran obra de Dios; cada palabra estaba escrita por Dios mismo. Cuando Josué oyó el alboroto del pueblo, que gritaba desde abajo, exclamó a Moisés: —¡Parece que hay guerra en el campamento! Pero Moisés respondió: —No, no son gritos de victoria ni lamentos de derrota. Oigo sonidos de celebración. Cuando se acercaron al campamento, Moisés vio el becerro y las danzas, y ardió de enojo. Entonces tiró las tablas de piedra al suelo, las cuales se hicieron pedazos al pie del monte. Tomó el becerro que habían hecho y lo quemó. Luego lo molió hasta hacerlo polvo, lo arrojó al agua y obligó a los israelitas a que la bebieran.
EX 32:51-20
Ex 32:21-24
Éxodo 32.21–24 NTV
Por último, se dirigió a Aarón y le preguntó: —¿Qué te hizo este pueblo para que lo llevaras a caer en un pecado tan grande? —No te disgustes tanto, mi señor —contestó Aarón—. Tú sabes bien qué mala es esta gente. Ellos me dijeron: “Haznos dioses que puedan guiarnos. No sabemos qué le sucedió a ese tipo, Moisés, el que nos trajo aquí desde la tierra de Egipto”. Así que yo les dije: “Los que tengan joyas de oro, que se las quiten”. Cuando me las trajeron, no hice más que echarlas al fuego, ¡y salió este becerro!

Este antropomorfismo sirve para darnos a entender el poder de la oración que cambia las cosas. Es cierto que Dios ha previsto y determinado desde la eternidad todo lo que había de hacer, pero ha incluido también en su programa eterno las oraciones de los suyos como ingredientes del plan de su providencia. Dios nunca se arrepiente de sus promesas, de sus planes, de su palabra (1 S. 15:29; Ro. 11:29), pero la Palabra de Dios nos dice que Él se arrepiente en relación con la actitud cambiante de las personas, pues al cambiar éstas cambia la actitud de Dios hacia ellas (1 S. 15:35), así que el cambio no afecta realmente a Dios sino a la relación con los demás.

Ex 32:25-
Éxodo 32.25–28 NTV
Moisés vio que Aarón había permitido que el pueblo se descontrolara por completo y fuera el hazmerreír de sus enemigos. Así que se paró a la entrada del campamento y gritó: «Todos los que estén de parte del Señor, vengan aquí y únanse a mí». Y todos los levitas se juntaron alrededor de él. Moisés les dijo: «Esto dice el Señor, Dios de Israel: “Cada uno de ustedes tome su espada, recorra el campamento de un extremo al otro; maten a todos, incluso a sus hermanos, amigos y vecinos”». Entonces los levitas obedecieron la orden de Moisés, y ese día murieron unas tres mil personas.
Hay dos aplicaciones a las que quiero dirigir nuestra atención esta semana:
1)
En tiempos de estrés, temor o preocupación tenemos que cuidarnos de volver a los ídolos al redor nuestro, o de volver a los “dioses” de nuestro pasado.
Una forma muy fácil de encontrar dónde están tus ídolos es pensar en la frase de A.B. Simpson:
“As long as you want anything very much, especially more than you want God, it is an idol”
(En la medida que desees mucho alguna cosa, especialmente si lo deseas más que a Dios, ese es tu ídolo)
Aquí hay algunas preguntas que nos ayudan a ver los ídolos en nuestras vidas:
¿Hacia donde miro instintivamente en momentos de estrés o ansiedad?
¿En qué encuentro my mayor sentido de identidad?
¿En quién o en qué confío mi seguridad?
¿Dónde invierto la mayor parte de mi tiempo, dinero y energía?
Quizás estas simples preguntas te ayuden a ver que cosas están siendo el becerro de oro en tu vida. Recordemos las palabras de Pablo a los corintios:
1 Co 10:
1 Corintios 10.14 NTV
Por lo tanto, mis queridos amigos, huyan de la adoración a los ídolos.
2)
Tenemos que aprender a vivir en la presencia de Dios aún cuando no lo vemos.
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