El anticristo

El gran viaje  •  Sermon  •  Submitted
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Siguiente evento en los tiempos finales

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INTRODUCCIÓN:

Continuamos desarrollando esta serie escatologica con el firme propósito que cada uno de nosotros afirme cada día mas sus pasos en pos de aquel que nos llamo de las tinieblas al reino de su luz admirable.
hemos desarrollado ya algunos temas como el arrebatamiento de la iglesia y el tribunal de Cristo el jueves recién pasado e hicimos mención sobre el banquete de las bodas del cordero.
Explicamos que con el arrebatamiento de la iglesia a la casa del Padre da inicio en la tierra un periodo de tiempo de muchísimo dolor y angustia.
Jeremías 30.7 RVR60
7 ¡Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado.
Mateo 24.13–21 RVR60
13 Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. 14 Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin. 15 Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), 16 entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. 17 El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa; 18 y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa. 19 Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! 20 Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo; 21 porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá.

DESARROLLO:

MATEO 24:13-
2 Tesalonicenses 2.1–9 RVR60
1 Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos,2 que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca.3 Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición,4 el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios.5 ¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con vosotros, os decía esto?6 Y ahora vosotros sabéis lo que lo detiene, a fin de que a su debido tiempo se manifieste.7 Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio.8 Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida;9 inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos,
2 tesalonicenses 2:
Lo primero que debemos tener en cuenta es que cuando el Espíritu Santo y la iglesia sean quitados no habrá nada ni nadie que estorbe la manifestación malvada del anticristo.
Lo que sigue después del rapto de la iglesia es la manifestación de un falso cristo a a una posición de mucha importancia en el mundo.
este reunirá un gran séquito, engañara a Israel para que firme un tratado de paz falso.
Daniel 9.27 RVR60
27 Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.
d
sera causa de sufrimiento indecible en el mundo, especialmente para los creyentes.
apocalipsis en los caps. 1 al 3 nos habla de como El Señor examina y corrige y anima a su iglesia. luego en el capitulo 4 juan es llevado al cielo como una figura de lo que acontecerá después del arrebatamiento de la iglesia.
Apocalipsis 6.1–2 NTV
1 Mientras miraba, el Cordero rompió el primero de los siete sellos que había en el rollo. Entonces oí que uno de los cuatro seres vivientes decía con voz de trueno: «¡Ven!». 2 Levanté la vista y vi que había un caballo blanco, y su jinete llevaba un arco, y se le colocó una corona sobre la cabeza. Salió cabalgando para ganar muchas batallas y obtener la victoria.
Apocalipsis 6.1–Apocalipsis 22 NTV
1 Mientras miraba, el Cordero rompió el primero de los siete sellos que había en el rollo. Entonces oí que uno de los cuatro seres vivientes decía con voz de trueno: «¡Ven!». 2 Levanté la vista y vi que había un caballo blanco, y su jinete llevaba un arco, y se le colocó una corona sobre la cabeza. Salió cabalgando para ganar muchas batallas y obtener la victoria. 3 Cuando el Cordero rompió el segundo sello, oí que el segundo ser viviente decía: «¡Ven!». 4 Entonces apareció otro caballo, de color rojo. Al jinete se le dio una gran espada y la autoridad para quitar la paz de la tierra. Y hubo guerra y masacre por todas partes. 5 Cuando el Cordero rompió el tercer sello, oí que el tercer ser viviente decía: «¡Ven!». Levanté la vista y vi un caballo negro, y el jinete llevaba una balanza en la mano. 6 Y oí que una voz que salió de entre los cuatro seres vivientes decía: «Un pan de trigo o tres panes de cebada costarán el salario de un día. Y no desperdicies el aceite de oliva y el vino». 7 Cuando el Cordero rompió el cuarto sello, oí que el cuarto ser viviente decía: «¡Ven!». 8 Levanté la vista y vi un caballo de color verde pálido. El jinete se llamaba Muerte y su compañero era la Tumba. A estos dos se les dio autoridad sobre una cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre y con enfermedad y con animales salvajes. 9 Cuando el Cordero rompió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de todos los que habían muerto como mártires por causa de la palabra de Dios y por haber sido fieles en su testimonio. 10 Ellos clamaban al Señor y decían: «Oh, Soberano Señor, santo y verdadero, ¿cuánto tiempo hasta que juzgues a la gente de este mundo y tomes venganza de nuestra sangre por lo que nos han hecho?». 11 Entonces a cada uno de ellos se le dio una túnica blanca, y se les dijo que descansaran un poco más hasta que se completara el número de sus hermanos, los consiervos de Jesús que se unirían a ellos después de morir como mártires. 12 Mientras yo miraba, el Cordero rompió el sexto sello, y hubo un gran terremoto. El sol se volvió tan oscuro como tela negra, y la luna se volvió tan roja como la sangre. 13 Entonces las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra como los higos verdes que caen de un árbol cuando es sacudido por el fuerte viento. 14 El cielo fue enrollado como un pergamino, y todas las montañas y las islas fueron movidas de su lugar. 15 Entonces todo el mundo —los reyes de la tierra, los gobernantes, los generales, los ricos, los poderosos, todo esclavo y hombre libre— se escondió en las cuevas y entre las rocas de las montañas. 16 Y gritaban a las montañas y a las rocas: «Caigan sobre nosotros y escóndannos del rostro de aquél que se sienta en el trono, y de la ira del Cordero; 17 porque ha llegado el gran día de su ira, ¿y quién podrá sobrevivir?». 1 Después vi a cuatro ángeles que estaban de pie en las cuatro esquinas de la tierra. Sujetaban los cuatro vientos para que no soplaran sobre la tierra ni sobre el mar ni sobre ningún árbol. 2 Vi a otro ángel que subía del oriente llevando el sello del Dios viviente. Gritó a los cuatro ángeles que habían recibido poder para dañar la tierra y el mar: 3 «¡Esperen! No hagan daño a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que hayamos puesto el sello de Dios en la frente de sus siervos». 4 Y oí el número de los que fueron marcados con el sello de Dios. Fueron sellados 144.000 de todas las tribus de Israel: 5 de la tribu de Judá 12.000 de la tribu de Rubén 12.000 de la tribu de Gad 12.000 6 de la tribu de Aser 12.000 de la tribu de Neftalí 12.000 de la tribu de Manasés 12.000 7 de la tribu de Simeón 12.000 de la tribu de Leví 12.000 de la tribu de Isacar 12.000 8 de la tribu de Zabulón 12.000 de la tribu de José 12.000 de la tribu de Benjamín 12.000 9 Después de esto vi una enorme multitud de todo pueblo y toda nación, tribu y lengua, que era tan numerosa que nadie podía contarla. Estaban de pie delante del trono y delante del Cordero. Vestían túnicas blancas y tenían en sus manos ramas de palmeras. 10 Y gritaban con gran estruendo: «¡La salvación viene de nuestro Dios que está sentado en el trono y del Cordero!». 11 Y todos los ángeles estaban de pie alrededor del trono y alrededor de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron rostro en tierra delante del trono y adoraron a Dios, 12 cantando: «¡Amén! ¡La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza pertenecen a nuestro Dios por siempre y para siempre! Amén». 13 Entonces uno de los veinticuatro ancianos me preguntó: —¿Quiénes son éstos que están vestidos de blanco? ¿De dónde vienen? 14 Y yo le contesté: —Tú eres quien lo sabe, señor. Entonces él me dijo: —Estos son los que murieron en la gran tribulación. Han lavado y blanqueado sus ropas en la sangre del Cordero. 15 »Por eso están delante del trono de Dios y le sirven día y noche en su templo. Y aquél que está sentado en el trono les dará refugio. 16 Nunca más tendrán hambre ni sed; nunca más les quemará el calor del sol. 17 Pues el Cordero que está en el trono será su Pastor. Él los guiará a manantiales del agua que da vida. Y Dios les secará cada lágrima de sus ojos». 1 Cuando el Cordero rompió el séptimo sello del rollo, hubo silencio por todo el cielo durante una media hora. 2 Vi a los siete ángeles que están de pie delante de Dios, a los cuales se les dieron siete trompetas. 3 Entonces vino otro ángel con un recipiente de oro para quemar incienso y se paró ante el altar. Se le dio una gran cantidad de incienso para mezclarlo con las oraciones del pueblo de Dios como una ofrenda sobre el altar de oro delante del trono. 4 El humo del incienso, mezclado con las oraciones del pueblo santo de Dios, subió hasta la presencia de Dios desde el altar donde el ángel lo había derramado. 5 Entonces el ángel llenó el recipiente para quemar incienso con fuego del altar y lo lanzó sobre la tierra; y hubo truenos con gran estruendo, relámpagos y un gran terremoto. 6 Entonces los siete ángeles con las siete trompetas se prepararon para hacerlas sonar. 7 El primer ángel tocó su trompeta, y granizo y fuego mezclados con sangre fueron lanzados sobre la tierra. Se incendió la tercera parte de la tierra, y se quemó la tercera parte de los árboles y toda la hierba verde. 8 Entonces el segundo ángel tocó su trompeta, y una gran montaña de fuego fue lanzada al mar. La tercera parte de las aguas del mar se convirtió en sangre, 9 y murió la tercera parte de todos los seres que viven en el mar, también fue destruida la tercera parte de todos los barcos. 10 Entonces el tercer ángel tocó su trompeta, y una gran estrella cayó del cielo, ardiendo como una antorcha. Cayó sobre una tercera parte de los ríos y sobre los manantiales de agua. 11 El nombre de la estrella era Amargura. Hizo que la tercera parte de las aguas se volviera amarga, y mucha gente murió por beber de esa agua amarga. 12 Entonces el cuarto ángel tocó su trompeta, y se dañó la tercera parte del sol y la tercera parte de la luna y la tercera parte de las estrellas, y se oscurecieron. Así que la tercera parte del día quedó sin luz, y también la tercera parte de la noche. 13 Entonces miré, y oí la voz de un águila que cruzaba los cielos gritando fuerte: «¡Terror, terror, terror para todos los habitantes de este mundo por lo que vendrá cuando los últimos tres ángeles toquen sus trompetas!». 1 Entonces el quinto ángel tocó su trompeta, y vi una estrella que había caído del cielo a la tierra, y a la estrella se le dio la llave del pozo del abismo sin fondo. 2 Cuando lo abrió, salió humo como si fuera de un gran horno, y la luz del sol y el aire se oscurecieron debido al humo. 3 Entonces del humo salieron langostas y descendieron sobre la tierra, y se les dio poder para picar como escorpiones. 4 Se les ordenó que no dañaran la hierba ni las plantas ni los árboles, sino solamente a las personas que no tuvieran el sello de Dios en la frente. 5 Se les ordenó que no las mataran, sino que las torturaran durante cinco meses con un dolor similar al dolor que causa la picadura del escorpión. 6 Durante esos días, las personas buscarán la muerte, pero no la encontrarán; desearán morir, ¡pero la muerte escapará de ellas! 7 Las langostas parecían caballos preparados para la batalla. Llevaban lo que parecían coronas de oro sobre la cabeza, y las caras parecían humanas. 8 Su cabello era como el de una mujer, y tenían dientes como los del león. 9 Llevaban puestas armaduras de hierro, y sus alas rugían como un ejército de carros de guerra que se apresura a la batalla. 10 Tenían colas que picaban como escorpiones, y durante cinco meses tuvieron el poder para atormentar a la gente. 11 Su rey es el ángel del abismo sin fondo; su nombre —el Destructor— en hebreo es Abadón y en griego es Apolión. 12 El primer terror ya pasó, pero mira, ¡vienen dos terrores más! 13 Entonces el sexto ángel tocó su trompeta, y oí una voz que hablaba desde los cuatro cuernos del altar de oro que está en la presencia de Dios. 14 Y la voz le dijo al sexto ángel, que tenía la trompeta: «Suelta a los cuatro ángeles que están atados en el gran río Éufrates». 15 Entonces los cuatro ángeles que habían sido preparados para esa hora, ese día, ese mes y ese año, fueron desatados para matar a la tercera parte de toda la gente de la tierra. 16 Oí que su ejército estaba formado por doscientos millones de tropas a caballo. 17 Así en mi visión, vi los caballos y a los jinetes montados sobre ellos. Los jinetes llevaban puesta una armadura de color rojo fuego, azul oscuro y amarillo. La cabeza de los caballos era como la de un león, y de la boca les salía fuego, humo y azufre ardiente. 18 La tercera parte de toda la gente de la tierra murió a causa de estas tres plagas: el fuego, el humo y el azufre ardiente que salían de la boca de los caballos. 19 El poder de estos caballos estaba en la boca y en la cola, pues sus colas tenían cabezas como de serpiente, con el poder para herir a la gente. 20 Sin embargo, los que no murieron en esas plagas aun así rehusaron arrepentirse de sus fechorías y volverse a Dios. Siguieron rindiendo culto a demonios y a ídolos hechos de oro, plata, bronce, piedra y madera, ¡ídolos que no pueden ni ver ni oír ni caminar! 21 Esa gente no se arrepintió de sus asesinatos ni de su brujería ni de su inmoralidad sexual ni de sus robos. 1 Entonces vi a otro ángel poderoso que descendía del cielo envuelto en una nube con un arco iris sobre su cabeza. Su cara brillaba como el sol, y sus pies eran como colcolumnas de fuego. 2 En la mano tenía un rollo pequeño que había sido abierto. Se paró con el pie derecho sobre el mar y el pie izquierdo sobre la tierra, 3 y dio un fuerte grito, como el rugido de un león. Y cuando gritó, los siete truenos respondieron. 4 Cuando hablaron los siete truenos, yo estuve a punto de escribir, pero oí una voz del cielo que decía: «Guarda en secreto lo que los siete truenos dijeron y no lo escribas». 5 Entonces el ángel que vi de pie sobre el mar y sobre la tierra levantó la mano derecha hacia el cielo. 6 Hizo un juramento en el nombre de aquél que vive por siempre y para siempre, quien creó los cielos y todo lo que hay en ellos, la tierra y todo lo que hay en ella, y el mar y todo lo que hay en él. El ángel dijo: «Ya no habrá más demora. 7 Cuando el séptimo ángel toque su trompeta, el misterioso plan de Dios se cumplirá. Sucederá tal como él lo anunció a sus siervos los profetas». 8 Después la voz del cielo me habló de nuevo: «Ve y toma el rollo abierto de la mano del ángel, que está de pie sobre el mar y sobre la tierra». 9 Así que me acerqué al ángel y le dije que me diera el pequeño rollo. Él me dijo: «Sí, tómalo y cómelo. Será dulce como la miel en tu boca, ¡pero se volverá amargo en tu estómago!». 10 Entonces tomé el pequeño rollo de la mano del ángel, ¡y me lo comí! Fue dulce en mi boca, pero cuando lo tragué, se volvió amargo en mi estómago. 11 Entonces me fue dicho: «Tienes que volver a profetizar sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes». 1 Luego me fue dada una vara para medir y me fue dicho: «Ve y mide el templo de Dios y el altar, y cuenta el número de adoradores; 2 pero no midas el atrio exterior porque ha sido entregado a las naciones, las cuales pisotearán la ciudad santa durante cuarenta y dos meses. 3 Mientras tanto yo daré poder a mis dos testigos, y ellos se vestirán de tela áspera y profetizarán durante esos 1260 días». 4 Estos dos profetas son los dos olivos y los dos candelabros que están delante del Señor de toda la tierra. 5 Si alguien trata de hacerles daño, sale fuego de sus bocas y consume a sus enemigos. Así debe morir cualquiera que intente hacerles daño. 6 Ellos tienen el poder de cerrar los cielos para que no llueva durante el tiempo que profeticen. También tienen el poder de convertir los ríos y los mares en sangre, y de azotar la tierra cuantas veces quieran con toda clase de plagas. 7 Cuando los testigos hayan terminado de dar su testimonio, la bestia que sube del abismo sin fondo declarará la guerra contra ellos, los conquistará y los matará. 8 Y sus cuerpos quedarán tendidos en la calle principal de Jerusalén, la ciudad que simbólicamente se llama «Sodoma» y «Egipto», la ciudad en la cual su Señor fue crucificado. 9 Y durante tres días y medio, todos los pueblos y todas las tribus, lenguas y naciones se quedarán mirando los cadáveres. A nadie se le permitirá enterrarlos. 10 Los que pertenecen a este mundo se alegrarán y se harán regalos unos a otros para celebrar la muerte de los dos profetas que los habían atormentado. 11 Pero después de tres días y medio, Dios sopló vida en ellos, ¡y se pusieron de pie! El terror se apoderó de todos los que estaban mirándolos. 12 Luego una fuerte voz del cielo llamó a los dos profetas: «¡Suban aquí!». Entonces ellos subieron al cielo en una nube mientras sus enemigos los veían. 13 En ese mismo momento, hubo un gran terremoto que destruyó la décima parte de la ciudad. Murieron siete mil personas en el terremoto, y todos los demás quedaron aterrorizados y le dieron la gloria al Dios del cielo. 14 El segundo terror ya pasó, pero mira, el tercer terror viene pronto. 15 Entonces el séptimo ángel tocó su trompeta, y hubo fuertes voces que gritaban en el cielo: «Ahora el mundo ya es el reino de nuestro Señor y de su Cristo, y él reinará por siempre y para siempre». 16 Los veinticuatro ancianos que estaban sentados en sus tronos delante de Dios se postraron rostro en tierra y lo adoraron, 17 diciendo: «Te damos gracias, Señor Dios, el Todopoderoso, el que es y que siempre fue, porque ahora has tomado tu gran poder y has comenzado a reinar. 18 Las naciones se llenaron de ira, pero ahora el tiempo de tu ira ha llegado. Es tiempo de juzgar a los muertos y de recompensar a tus siervos, los profetas, y también a tu pueblo santo y a todos los que temen tu nombre, desde el menos importante hasta el más importante. Es tiempo de destruir a todos los que han causado destrucción en la tierra». 19 Después se abrió en el cielo el templo de Dios, y el arca de su pacto se podía ver dentro del templo. Salieron relámpagos, rugieron truenos y estruendos, y hubo un terremoto y una fuerte tormenta de granizo. 1 Entonces fui testigo de un suceso de gran importancia en el cielo. Vi a una mujer vestida del sol, con la luna debajo de los pies y una corona de doce estrellas sobre la cabeza. 2 Estaba embarazada y gritaba a causa de los dolores de parto y de la agonía de dar a luz. 3 Luego fui testigo de otro suceso importante en el cielo. Vi a un gran dragón rojo con siete cabezas y diez cuernos, y una corona en cada cabeza. 4 Con la cola arrastró la tercera parte de las estrellas en el cielo y las arrojó a la tierra. Cuando la mujer estaba a punto de dar a luz, el dragón se paró delante de ella, listo para devorar al bebé en cuanto naciera. 5 Ella dio a luz a un hijo que gobernaría a todas las naciones con vara de hierro. Al dragón le arrebataron el hijo y lo llevaron hasta Dios y su trono. 6 Y la mujer huyó al desierto, donde Dios había preparado un lugar para que la cuidaran durante 1260 días. 7 Entonces hubo guerra en el cielo. Miguel y sus ángeles lucharon contra el dragón y sus ángeles. 8 El dragón perdió la batalla y él y sus ángeles fueron expulsados del cielo. 9 Este gran dragón —la serpiente antigua llamada diablo o Satanás, el que engaña al mundo entero— fue lanzado a la tierra junto con todos sus ángeles. 10 Luego oí una fuerte voz que resonaba por todo el cielo: «Por fin han llegado la salvación y el poder, el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo. Pues el acusador de nuestros hermanos —el que los acusa delante de nuestro Dios día y noche— ha sido lanzado a la tierra. 11 Ellos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y por el testimonio que dieron. Y no amaron tanto la vida como para tenerle miedo a la muerte. 12 Por lo tanto, ¡alégrense, oh cielos! ¡Y alégrense, ustedes, los que viven en los cielos! Pero el terror vendrá sobre la tierra y el mar, pues el diablo ha descendido a ustedes con gran furia, porque sabe que le queda poco tiempo». 13 Cuando el dragón se dio cuenta de que había sido lanzado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón; 14 pero a ella se le dieron dos alas como las de una gran águila para que pudiera volar al lugar que se había preparado para ella en el desierto. Allí sería cuidada y protegida lejos del dragón durante un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo. 15 Luego el dragón trató de ahogar a la mujer con un torrente de agua que salía de su boca; 16 pero entonces la tierra ayudó a la mujer y abrió la boca y tragó el río que brotaba de la boca del dragón. 17 Así que el dragón se enfureció contra la mujer y le declaró la guerra al resto de sus hijos, a todos los que obedecen los mandamientos de Dios y se mantienen firmes en su testimonio de Jesús. 18 Entonces el dragón se plantó a la orilla junto al mar. 1 Después vi a una bestia que subía del mar. Tenía siete cabezas y diez cuernos, y una corona en cada cuerno; y escrito en cada cabeza había nombres que blasfemaban a Dios. 2 Esta bestia se parecía a un leopardo, ¡pero tenía las patas de un oso y la boca de un león! Y el dragón le dio a la bestia su propio poder y trono y gran autoridad. 3 Vi que una de las cabezas de la bestia parecía estar herida de muerte, ¡pero la herida mortal sanó! Todo el mundo se maravilló de este milagro y dio lealtad a la bestia. 4 Adoraron al dragón por haberle dado semejante poder a la bestia y también adoraron a la bestia. «¿Quién es tan grande como la bestia? —exclamaban—, ¿quién puede luchar contra ella?». 5 A la bestia se le permitió decir grandes blasfemias contra Dios, y se le dio autoridad para hacer todo lo que quisiera durante cuarenta y dos meses. 6 Y abrió la boca con terribles blasfemias contra Dios, maldiciendo su nombre y su habitación, es decir a los que habitan en el cielo. 7 Además se le permitió a la bestia hacer guerra contra el pueblo santo de Dios y conquistarlo; y se le dio autoridad para gobernar sobre todo pueblo y toda tribu, lengua y nación. 8 Y adoraron a la bestia todos los que pertenecen a este mundo cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida antes de la creación del mundo, el libro que le pertenece al Cordero, que fue sacrificado. 9 Todo el que tenga oídos para oír debe escuchar y entender. 10 Todo el que esté destinado a la cárcel, a la cárcel será llevado. Todo el que esté destinado a morir a espada, morirá a filo de espada. Esto significa que el pueblo de Dios tiene que soportar la persecución con paciencia y permanecer fiel. 11 Luego vi a otra bestia; esta salía de la tierra. Tenía dos cuernos como los de un cordero, pero hablaba con la voz de un dragón. 12 Ejercía toda la autoridad de la primera bestia y exigía que toda la tierra y sus habitantes adoraran a la primera bestia, la que se había recuperado de su herida mortal. 13 Hacía milagros asombrosos, incluso que cayera fuego del cielo a la tierra mientras todos observaban. 14 Con los milagros que se le permitió hacer en nombre de la primera bestia, engañó a todos los que pertenecen a este mundo. Les ordenó que hicieran una gran estatua de la primera bestia, la que estaba herida de muerte y después volvió a la vida. 15 Luego se le permitió dar vida a esa estatua para que pudiera hablar. Entonces la estatua de la bestia ordenó que todo el que se negara a adorarla debía morir. 16 Además exigió que a todos —pequeños y grandes; ricos y pobres; libres y esclavos— se les pusiera una marca en la mano derecha o en la frente. 17 Y nadie podía comprar ni vender nada sin tener esa marca, que era el nombre de la bestia o bien el número que representa su nombre. 18 Aquí se requiere sabiduría. El que tenga entendimiento, que resuelva el significado del número de la bestia, porque es el número de un hombre. Su número es 666. 1 Luego vi al Cordero de pie sobre el monte Sión, y con él había 144.000 que tenían el nombre del Cordero y el de su Padre escrito en la frente. 2 Y oí un sonido que venía del cielo, era como el rugido de grandes olas del mar o el retumbar de fuertes truenos. Parecía el sonido de muchos arpistas tocando juntos. 3 Ese gran coro entonaba un nuevo canto maravilloso delante del trono de Dios y delante de los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos. Nadie podía aprender ese canto aparte de los 144.000 que habían sido rescatados de la tierra. 4 Ellos se han mantenido tan puros como vírgenes, y son los que siguen al Cordero dondequiera que va. Han sido comprados de entre los pueblos de la tierra como ofrenda especial para Dios y para el Cordero. 5 Ellos no han dicho mentiras y son intachables. 6 Y vi a otro ángel, que volaba por el cielo y llevaba la eterna Buena Noticia para proclamarla a los que pertenecen a este mundo: a todo pueblo y toda nación, tribu y lengua. 7 «Teman a Dios —gritaba—. Denle gloria a él, porque ha llegado el tiempo en que ocupe su lugar como juez. Adoren al que hizo los cielos, la tierra, el mar y todos los manantiales de agua». 8 Luego otro ángel lo siguió por el cielo mientras gritaba: «Babilonia ha caído —cayó esa gran ciudad— porque hizo que todas las naciones del mundo bebieran el vino de su apasionada inmoralidad». 9 Después un tercer ángel los siguió mientras gritaba: «Todo el que adore a la bestia y a su estatua o acepte su marca en la frente o en la mano 10 tendrá que beber el vino de la ira de Dios, que se ha servido sin diluir en la copa del furor de Dios. Ellos serán atormentados con fuego y azufre ardiente en presencia de los ángeles santos y del Cordero. 11 El humo de su tormento subirá por siempre jamás, y no tendrán alivio ni de día ni de noche, porque adoraron a la bestia y a su estatua y aceptaron la marca de su nombre». 12 Esto significa que el pueblo de Dios tiene que soportar la persecución con paciencia, obedeciendo sus mandamientos y manteniendo la fe en Jesús. 13 Y oí una voz del cielo que decía: «Escribe lo siguiente: benditos son los que de ahora en adelante mueran en el Señor. El Espíritu dice: “Sí, ellos son en verdad benditos, porque descansarán de su arduo trabajo, ¡pues sus buenas acciones los siguen!”». 14 Entonces vi una nube blanca y sentado en la nube estaba alguien parecido al Hijo del Hombre. Tenía una corona de oro en la cabeza y en la mano una hoz afilada. 15 Entonces vino otro ángel desde el templo y le gritó al que estaba sentado en la nube: «Da rienda suelta a la hoz, porque ha llegado el tiempo para cosechar; ya está madura la cosecha en la tierra». 16 Y el que estaba sentado en la nube pasó la hoz sobre la tierra, y toda la tierra fue cosechada. 17 Después vino otro ángel desde el templo que está en el cielo, y él también tenía una hoz afilada. 18 Luego otro ángel, que tenía poder para destruir con fuego, vino desde el altar y le gritó al ángel que tenía la hoz afilada: «Pasa ahora tu hoz y junta los racimos de los viñedos de la tierra, porque las uvas ya están maduras para el juicio». 19 Así que el ángel pasó su hoz sobre la tierra y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios. 20 Las uvas fueron pisadas en el lagar fuera de la ciudad, y del lagar brotó un río de sangre de unos trescientos kilómetros de largo y de una altura que llegaba a los frenos de un caballo. 1 Luego vi en el cielo otro maravilloso suceso de gran importancia. Siete ángeles sostenían las últimas siete plagas, que completarían la ira de Dios. 2 Vi delante de mí algo que parecía un mar de cristal mezclado con fuego. Sobre este mar estaban de pie todos los que habían vencido a la bestia, a su estatua y al número que representa su nombre. Todos tenían arpas que Dios les había dado 3 y entonaban el canto de Moisés, siervo de Dios, y el canto del Cordero: «Grandes y maravillosas son tus obras, oh, Señor Dios, el Todopoderoso. Justos y verdaderos son tus caminos, oh, Rey de las naciones. 4 ¿Quién no te temerá, Señor, y glorificará tu nombre? Pues sólo tú eres santo. Todas las naciones vendrán y adorarán delante de ti, porque tus obras de justicia han sido reveladas». 5 Luego miré y vi que se abría por completo el templo que está en el cielo, el tabernáculo de Dios. 6 Los siete ángeles que sostenían las siete plagas salieron del templo. Estaban vestidos de un lino blanco sin mancha alguna y tenían una banda de oro que cruzaba el pecho. 7 Entonces uno de los cuatro seres vivientes le entregó a cada uno de los siete ángeles una copa de oro llena de la ira de Dios, quien vive por siempre y para siempre. 8 El templo se llenó del humo de la gloria y el poder de Dios. Nadie podía entrar en el templo hasta que los siete ángeles terminaran de derramar las siete plagas. 1 Luego oí una voz potente que venía del templo y decía a los siete ángeles: «Vayan y derramen sobre la tierra las siete copas que contienen la ira de Dios». 2 Así que el primer ángel salió del templo y derramó su copa sobre la tierra, y a todos los que tenían la marca de la bestia y que adoraban a su estatua les salieron horribles llagas malignas. 3 Después el segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y el agua se volvió como la sangre de un cadáver, y murió todo lo que estaba en el mar. 4 Entonces el tercer ángel derramó su copa sobre los ríos y los manantiales, y éstos se convirtieron en sangre. 5 Y oí que el ángel que tenía autoridad sobre todas las aguas decía: «Oh Santo, el que es y que siempre era, tú eres justo, porque has enviado estos juicios. 6 Como derramaron la sangre de tu pueblo santo y de tus profetas, tú les has dado a beber sangre. Es su justa recompensa». 7 Y oí una voz que venía del altar y decía: «Sí, oh Señor Dios, el Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos». 8 Entonces el cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, esto hacía que quemara a todos con su fuego. 9 Todos sufrieron quemaduras debido a la descarga de calor y maldijeron el nombre de Dios, quien tenía control sobre todas estas plagas. No se arrepintieron de sus pecados ni se volvieron a Dios ni le dieron la gloria. 10 Después el quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia, y el reino de la bestia quedó sumergido en la oscuridad. Sus súbditos rechinaban los dientes de angustia 11 y maldecían al Dios del cielo por los dolores y las llagas, pero no se arrepintieron de sus fechorías ni volvieron a Dios. 12 Luego el sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates, y éste se secó para que los reyes del oriente pudieran marchar con sus ejércitos sin obstáculos hacia el occidente. 13 Y vi que de la boca del dragón, de la boca de la bestia y de la boca del falso profeta saltaban tres espíritus malignos que parecían ranas. 14 Éstos son espíritus de demonios que hacen milagros y salen a reunir a todos los gobernantes del mundo para pelear contra el Señor en la batalla del gran día del juicio de Dios, el Todopoderoso. 15 «Miren, ¡yo vendré como un ladrón, cuando nadie lo espere! Benditos son todos los que me esperan y tienen su ropa lista para no tener que andar desnudos y avergonzados». 16 Y los espíritus de demonios reunieron a todos los gobernantes y a sus ejércitos en un lugar que en hebreo se llama Armagedón. 17 Luego el séptimo ángel derramó su copa en el aire, y desde el trono del templo salió un fuerte grito: «¡Todo ha terminado!». 18 Entonces rugieron y retumbaron truenos, y salieron relámpagos; y se produjo un fuerte terremoto, el peor desde que el hombre fue puesto sobre la tierra. 19 La gran ciudad de Babilonia se partió en tres secciones, y las ciudades de muchas naciones cayeron y quedaron reducidas a escombros. Así que Dios se acordó de todos los pecados de Babilonia, y la hizo beber de la copa que estaba llena del vino del furor de su ira. 20 Entonces desaparecieron todas las islas, y las montañas se vinieron abajo y no existieron más. 21 Hubo una gran tormenta de granizo, y piedras de granizo, como de treinta y cuatro kilos cada una, cayeron del cielo sobre las personas. Maldijeron a Dios debido a la terrible plaga de granizo. 1 Uno de los siete ángeles que derramaron las siete copas se acercó y me dijo: «Ven conmigo, y te mostraré la sentencia que recibirá la gran prostituta, que gobierna sobre muchas aguas. 2 Los reyes del mundo cometieron adulterio con ella, y los que pertenecen a este mundo se emborracharon con el vino de su inmoralidad». 3 Entonces el ángel me llevó en el Espíritu al desierto. Allí vi a una mujer sentada sobre una bestia de color escarlata que tenía siete cabezas y diez cuernos, y estaba llena de blasfemias escritas contra Dios. 4 La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata y llevaba puestas hermosas joyas de oro, piedras preciosas y perlas. En la mano tenía una copa de oro llena de obscenidades y de las inmundicias de su inmoralidad. 5 Tenía escrito en la frente un nombre misterioso: Babilonia la grande, madre de todas las prostitutas y obscenidades del mundo. 6 Pude ver que ella estaba borracha, borracha de la sangre del pueblo santo de Dios, es decir los que testificaron de Jesús. Me quedé mirándola totalmente asombrado. 7 «¿Por qué te asombras tanto? —preguntó el ángel—. Te explicaré el misterio de esta mujer y de la bestia con siete cabezas y diez cuernos sobre la que ella está sentada. 8 La bestia que viste, antes vivía pero ya no. Sin embargo, pronto subirá del abismo sin fondo e irá a la destrucción eterna. Los que pertenecen a este mundo cuyos nombres no fueron escritos en el libro de la vida antes de la creación del mundo, se asombrarán al ver la reaparición de esta bestia, que había muerto. 9 »Aquí se requiere una mente con entendimiento: las siete cabezas de la bestia representan las siete colinas donde la mujer gobierna. También representan siete reyes: 10 cinco reyes ya han caído, el sexto reina actualmente, y el séptimo todavía no ha llegado pero su reino será breve. 11 »La bestia escarlata que existía pero que ya no existe es el octavo rey. Este rey es como los otros siete, y él también va rumbo a la destrucción. 12 Los diez cuernos de la bestia son diez reyes que todavía no han subido al poder; pero éstos serán designados como reyes por un breve momento para reinar junto con la bestia. 13 Los diez estarán de acuerdo en entregarle a la bestia el poder y la autoridad que tienen. 14 Irán juntos a la guerra contra el Cordero, pero el Cordero los derrotará porque él es el Señor de todos los señores y el Rey de todos los reyes. Y los que él ha llamado y elegido y le son fieles, estarán con él». 15 Luego el ángel me dijo: «Las aguas donde la prostituta gobierna representan grandes multitudes de cada nación y lengua. 16 Tanto la bestia escarlata como sus diez cuernos odian a la prostituta. La desnudarán, comerán su carne y quemarán con fuego lo que quede de ella. 17 Pues Dios les ha puesto un plan en la mente, un plan que llevará a cabo los propósitos de Dios. Ellos estarán de acuerdo en entregarle a la bestia escarlata la autoridad que tienen, y así se cumplirán las palabras de Dios. 18 La mujer que viste en la visión representa la gran ciudad que reina sobre los reyes del mundo». 1 Después de todo esto vi que otro ángel bajaba del cielo con gran autoridad, y la tierra se iluminó con su resplandor. 2 Dio un fuerte grito: «¡Ha caído Babilonia, cayó esa gran ciudad! Se ha convertido en una casa para los demonios. Es una guarida para todo espíritu inmundo, un nido para todo buitre repugnante y una cueva para todo animal sucio y espantoso. 3 Pues todas las naciones han caído debido al vino de su apasionada inmoralidad. Los reyes del mundo cometieron adulterio con ella. Debido a su deseo por lujos excesivos, los comerciantes del mundo se han enriquecido». 4 Después oí otra voz que clamaba desde el cielo: «Pueblo mío, salgan de ella. No participen en sus pecados o serán castigados junto con ella. 5 Pues sus pecados se han amontonado hasta el cielo, y Dios se acuerda de sus maldades. 6 Háganle a ella lo que ella les ha hecho a otros. Denle doble castigo por todas sus maldades. Ella preparó una copa de terror para otros, así que preparen el doble para ella. 7 Ella se glorificó a sí misma y vivió rodeada de lujos, ahora denle la misma proporción de tormento y tristeza. Ella se jactó en su corazón, diciendo: “Soy reina en mi trono. No soy ninguna viuda indefensa ni tengo motivos para lamentarme”. 8 Por lo tanto, estas plagas le llegarán en un solo día: la muerte, el lamento y el hambre. Ella será totalmente consumida por el fuego, porque el Señor Dios, quien la juzga, es poderoso». 9 Y los reyes del mundo que cometieron adulterio con ella y disfrutaron de todos sus lujos, se lamentarán por ella cuando vean el humo que sube de sus restos carbonizados. 10 Aterrorizados por su gran tormento, los reyes del mundo se mantendrán a distancia y clamarán: «¡Qué terrible, qué terrible para ti, oh Babilonia, tú, gran ciudad! En un solo instante el juicio de Dios cayó sobre ti». 11 Los comerciantes del mundo llorarán y se lamentarán por ella, porque ya no queda nadie que les compre sus mercaderías. 12 Ella compró grandes cantidades de oro, plata, joyas y perlas; lino de la más alta calidad, púrpura, seda y tela de color escarlata; objetos hechos con la fragante madera de alerce, artículos de marfil y objetos hechos con madera costosa; y bronce, hierro y mármol. 13 También compró canela, especias, especias aromáticas, mirra, incienso, vino, aceite de oliva, harina refinada, trigo, ganado, ovejas, caballos, carruajes, y cuerpos, es decir esclavos humanos. 14 «De las delicias que tanto amabas ya no queda nada —claman los comerciantes—. Todos tus lujos y el esplendor se han ido para siempre y ya nunca volverán a ser tuyos». 15 Los comerciantes que se enriquecieron vendiéndole esas cosas, se mantendrán a distancia, aterrados por el gran tormento de ella. Llorarán y clamarán: 16 «¡Qué terrible, qué terrible para esa gran ciudad! ¡Ella se vestía de púrpura de la más alta calidad y lino escarlata, adornada con oro, piedras preciosas y perlas! 17 ¡En un solo instante, toda la riqueza de la ciudad se esfumó!». Y todos los capitanes de los barcos mercantes y los pasajeros, los marineros y las tripulaciones se mantendrán a distancia. 18 Todos clamarán cuando vean subir el humo y dirán: «¿Dónde habrá una ciudad de tanta grandeza como ésta?». 19 Y llorarán y echarán tierra sobre su cabeza para mostrar su dolor y clamarán: «¡Qué terrible, qué terrible para esa gran ciudad! Los dueños de barcos se hicieron ricos transportando por los mares la gran riqueza de ella. En un solo instante, se esfumó todo». 20 ¡Oh cielo, alégrate del destino de ella, y también ustedes pueblo de Dios, apóstoles y profetas! Pues al fin Dios la ha juzgado por amor a ustedes. 21 Luego un ángel poderoso levantó una roca inmensa del tamaño de una gran piedra de molino, la lanzó al mar y gritó: «Así es como la gran ciudad de Babilonia será derribada con violencia y nunca más se encontrará. 22 Nunca más se oirá en ti el sonido de las arpas, los cantantes, las flautas y las trompetas. No se encontrarán en ti ni artesanos ni comercio, ni se volverá a oír el sonido del molino. 23 Nunca más brillará en ti la luz de una lámpara ni se oirán las felices voces de los novios y las novias. Pues tus comerciantes eran los grandes del mundo, y tú engañaste a las naciones con tus hechicerías. 24 La sangre de los profetas y del pueblo santo de Dios corrió en tus calles, junto con la sangre de gente masacrada por todo el mundo». 1 Después de esto, oí algo en el cielo que parecía las voces de una inmensa multitud que gritaba: «¡Alabado sea el Señor! La salvación, la gloria y el poder le pertenecen a nuestro Dios. 2 Sus juicios son verdaderos y justos. Él ha castigado a la gran prostituta que corrompió a la tierra con su inmoralidad. Él ha vengado la muerte de sus siervos». 3 Y otra vez, sus voces resonaron: «¡Alabado sea el Señor! ¡El humo de esa ciudad subirá por siempre jamás!». 4 Entonces los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono. Exclamaron: «¡Amén! ¡Alabado sea el Señor!». 5 Y del trono salió una voz que dijo: «Alaben a nuestro Dios todos sus siervos y todos los que le temen, desde el más insignificante hasta el más importante». 6 Entonces volví a oír algo que parecía el grito de una inmensa multitud o el rugido de enormes olas del mar o el estruendo de un potente trueno, que decían: «¡Alabado sea el Señor! Pues el Señor nuestro Dios, el Todopoderoso, reina. 7 Alegrémonos y llenémonos de gozo y démosle honor a él, porque el tiempo ha llegado para la boda del Cordero, y su novia se ha preparado. 8 A ella se le ha concedido vestirse del lino blanco y puro de la más alta calidad». Pues el lino de la más alta calidad representa las buenas acciones del pueblo santo de Dios. 9 Y el ángel me dijo: «Escribe esto: benditos son los que están invitados a la cena de la boda del Cordero —y añadió—. Estas son palabras verdaderas que provienen de Dios». 10 Entonces me postré a sus pies para adorarlo, pero me dijo: «No, no me adores a mí. Yo soy un siervo de Dios, como tú y tus hermanos que dan testimonio de su fe en Jesús. Adora sólo a Dios, porque la esencia de la profecía es dar un claro testimonio de Jesús». 11 Entonces vi el cielo abierto, y había allí un caballo blanco. Su jinete se llamaba Fiel y Verdadero, porque juzga con rectitud y hace una guerra justa. 12 Sus ojos eran como llamas de fuego, y llevaba muchas coronas en la cabeza. Tenía escrito un nombre que nadie entendía excepto él mismo. 13 Llevaba puesta una túnica bañada de sangre, y su título era «la Palabra de Dios». 14 Los ejércitos del cielo vestidos del lino blanco y puro de la más alta calidad lo seguían en caballos blancos. 15 De su boca salía una espada afilada para derribar a las naciones. Él las gobernará con vara de hierro y desatará el furor de la ira de Dios, el Todopoderoso, como el jugo que corre del lagar. 16 En la túnica, a la altura del muslo, estaba escrito el título: «Rey de reyes y Señor de señores». 17 Después vi a un ángel parado en el sol que les gritaba a los buitres que volaban en lo alto de los cielos: «¡Vengan! Reúnanse para el gran banquete que Dios ha preparado. 18 Vengan y coman la carne de los reyes, los generales y los fuertes guerreros; la de los caballos y sus jinetes y la de toda la humanidad, tanto esclavos como libres, tanto pequeños como grandes». 19 Después vi a la bestia y a los reyes del mundo y sus ejércitos, todos reunidos para luchar contra el que está sentado en el caballo y contra su ejército. 20 Y la bestia fue capturada, y junto con ella, el falso profeta que hacía grandes milagros en nombre de la bestia; milagros que engañaban a todos los que habían aceptado la marca de la bestia y adorado a su estatua. Tanto la bestia como el falso profeta fueron lanzados vivos al lago de fuego que arde con azufre. 21 Todo su ejército fue aniquilado por la espada afilada que salía de la boca del que montaba el caballo blanco. Y todos los buitres devoraron los cuerpos muertos hasta hartarse. 1 Luego vi a un ángel que bajaba del cielo con la llave del abismo sin fondo y una pesada cadena en la mano. 2 Sujetó con fuerza al dragón —la serpiente antigua, quien es el diablo, Satanás— y lo encadenó por mil años. 3 El ángel lo lanzó al abismo sin fondo y lo encerró con llave para que Satanás no pudiera engañar más a las naciones hasta que se cumplieran los mil años. Pasado ese tiempo, debe ser soltado por un poco de tiempo. 4 Después vi tronos, y los que estaban sentados en ellos habían recibido autoridad para juzgar. Vi las almas de aquéllos que habían sido decapitados por dar testimonio acerca de Jesús y proclamar la palabra de Dios. Ellos no habían adorado a la bestia ni a su estatua, ni habían aceptado su marca en la frente o en las manos. Volvieron a la vida, y reinaron con Cristo durante mil años. 5 Ésta es la primera resurrección. (El resto de los muertos no volvieron a la vida hasta que se cumplieron los mil años). 6 Benditos y santos son aquéllos que forman parte de la primera resurrección, porque la segunda muerte no tiene ningún poder sobre ellos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él durante mil años. 7 Cuando se cumplan los mil años, Satanás será liberado de su prisión. 8 Saldrá para engañar a las naciones —llamadas Gog y Magog— por todos los extremos de la tierra. Las reunirá a todas para la batalla: un poderoso ejército tan incalculable como la arena de la orilla del mar. 9 Y los vi cuando subían por toda la anchura de la tierra y rodeaban al pueblo de Dios y a la ciudad amada; pero cayó fuego del cielo sobre el ejército que atacaba y lo consumió. 10 Después el diablo, que los había engañado, fue lanzado al lago de fuego que arde con azufre, donde ya estaban la bestia y el falso profeta. Allí serán atormentados día y noche por siempre jamás. 11 Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él. La tierra y el cielo huyeron de su presencia, pero no encontraron ningún lugar donde esconderse. 12 Vi a los muertos, tanto grandes como pequeños, de pie delante del trono de Dios. Los libros fueron abiertos, entre ellos el libro de la vida. A los muertos se les juzgó de acuerdo a las cosas que habían hecho, según lo que estaba escrito en los libros. 13 El mar entregó sus muertos, y la muerte y la tumba también entregaron sus muertos; y todos fueron juzgados según lo que habían hecho. 14 Entonces la muerte y la tumba fueron lanzadas al lago de fuego. Este lago de fuego es la segunda muerte. 15 Y todo el que no tenía su nombre registrado en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego. 1 Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido y también el mar. 2 Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo desde la presencia de Dios, como una novia hermosamente vestida para su esposo. 3 Oí una fuerte voz que salía del trono y decía: «¡Miren, el hogar de Dios ahora está entre su pueblo! Él vivirá con ellos, y ellos serán su pueblo. Dios mismo estará con ellos. 4 Él les secará toda lágrima de los ojos, y no habrá más muerte ni tristeza ni llanto ni dolor. Todas esas cosas ya no existirán más». 5 Y el que estaba sentado en el trono dijo: «¡Miren, hago nuevas todas las cosas!». Entonces me dijo: «Escribe esto, porque lo que te digo es verdadero y digno de confianza». 6 También dijo: «¡Todo ha terminado! Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. A todo el que tenga sed, yo le daré a beber gratuitamente de los manantiales del agua de la vida. 7 Los que salgan vencedores heredarán todas esas bendiciones, y yo seré su Dios, y ellos serán mis hijos. 8 »Pero los cobardes, los incrédulos, los corruptos, los asesinos, los que cometen inmoralidades sexuales, los que practican la brujería, los que rinden culto a ídolos y todos los mentirosos, tendrán su destino en el lago de fuego que arde con azufre. Ésta es la segunda muerte». 9 Entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas con las últimas siete plagas se me acercó y me dijo: «¡Ven conmigo! Te mostraré a la novia, la esposa del Cordero». 10 Así que me llevó en el Espíritu a una montaña grande y alta, y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo, desde la presencia de Dios. 11 Resplandecía de la gloria de Dios y brillaba como una piedra preciosa, como un jaspe tan transparente como el cristal. 12 La muralla de la ciudad era alta y ancha, y tenía doce puertas vigiladas por doce ángeles. Los nombres de las doce tribus de Israel estaban escritos en las puertas. 13 Había tres puertas a cada lado: al este, al norte, al sur y al oeste. 14 La muralla de la ciudad estaba fundada sobre doce piedras, las cuales llevaban escritos los nombres de los doce apóstoles del Cordero. 15 El ángel que hablaba conmigo tenía en la mano una vara de oro para medir la ciudad, sus puertas y su muralla. 16 Cuando la midió se dio cuenta de que era cuadrada, que medía lo mismo de ancho que de largo. En realidad, medía 2220 kilómetros de largo, lo mismo de alto y lo mismo de ancho. 17 Después midió el grosor de las murallas, que eran de sesenta y cinco metros (según la medida humana que el ángel usó). 18 La muralla estaba hecha de jaspe, y la ciudad era de oro puro y tan cristalino como el vidrio. 19 La muralla de la ciudad estaba fundada sobre doce piedras, cada una adornada con una piedra preciosa: la primera con jaspe, la segunda con zafiro, la tercera con ágata, la cuarta con esmeralda, 20 la quinta con ónice, la sexta con cornalina, la séptima con crisólito, la octava con berilo, la novena con topacio, la décima con crisoprasa, la undécima con jacinto y la duodécima con amatista. 21 Las doce puertas estaban hechas de perlas, ¡cada puerta hecha de una sola perla! Y la calle principal era de oro puro y tan cristalino como el vidrio. 22 No vi ningún templo en la ciudad, porque el Señor Dios Todopoderoso y el Cordero son el templo. 23 La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna, porque la gloria de Dios ilumina la ciudad, y el Cordero es su luz. 24 Las naciones caminarán a la luz de la ciudad, y los reyes del mundo entrarán en ella con toda su gloria. 25 Las puertas nunca se cerrarán al terminar el día porque allí no existe la noche. 26 Todas las naciones llevarán su gloria y honor a la ciudad. 27 No se permitirá la entrada a ninguna cosa mala ni tampoco a nadie que practique la idolatría y el engaño. Sólo podrán entrar los que tengan su nombre escrito en el libro de la vida del Cordero. 1 Luego el ángel me mostró un río con el agua de la vida, era transparente como el cristal y fluía del trono de Dios y del Cordero. 2 Fluía por el centro de la calle principal. A cada lado del río crecía el árbol de la vida, el cual produce doce cosechas de fruto, y una cosecha nueva cada mes. Las hojas se usaban como medicina para sanar a las naciones. 3 Ya no habrá más maldición sobre ninguna cosa, porque allí estará el trono de Dios y del Cordero, y sus siervos lo adorarán. 4 Verán su rostro y tendrán su nombre escrito en la frente. 5 Allí no existirá la noche —no habrá necesidad de la luz de lámparas ni del sol— porque el Señor Dios brillará sobre ellos. Y ellos reinarán por siempre y para siempre. 6 Entonces el ángel me dijo: «Todo lo que has oído y visto es verdadero y digno de confianza. El Señor Dios, que inspira a sus profetas, ha enviado a su ángel para decirle a sus siervos lo que pronto sucederá». 7 «Miren, ¡yo vengo pronto! Benditos son los que obedecen las palabras de la profecía que están escritas en este libro». 8 Yo, Juan, soy el que vio y oyó todas estas cosas. Cuando las oí y las vi, me postré para adorar a los pies del ángel que me las mostró. 9 Pero él dijo: «No, no me adores a mí. Yo soy un siervo de Dios tal como tú y tus hermanos los profetas, al igual que todos los que obedecen lo que está escrito en este libro. ¡Adora sólo a Dios!». 10 Entonces me indicó: «No selles las palabras proféticas de este libro porque el tiempo está cerca. 11 Deja que el malo siga haciendo el mal; deja que el vil siga siendo vil; deja que el justo siga llevando una vida justa; deja que el santo permanezca santo». 12 «Miren, yo vengo pronto, y traigo la recompensa conmigo para pagarle a cada uno según lo que haya hecho. 13 Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin». 14 Benditos son los que lavan sus ropas. A ellos se les permitirá entrar por las puertas de la ciudad y comer del fruto del árbol de la vida. 15 Fuera de la ciudad están los perros: los que practican la brujería, los que cometen inmoralidades sexuales, los asesinos, los que rinden culto a ídolos, y todos los que les encanta vivir una mentira. 16 «Yo, Jesús, he enviado a mi ángel con el fin de darte este mensaje para las iglesias. Yo soy tanto la fuente de David como el heredero de su trono. Yo soy la estrella brillante de la mañana». 17 El Espíritu y la esposa dicen: «Ven». Que todos los que oyen esto, digan: «Ven». Todos los que tengan sed, vengan. Todo aquel que quiera, beba gratuitamente del agua de la vida. 18 Yo declaro solemnemente a todos los que oyen las palabras de la profecía escritas en este libro: si alguien agrega algo a lo que está escrito aquí, Dios le agregará a esa persona las plagas que se describen en este libro. 19 Y si alguien quita cualquiera de las palabras de este libro de profecía, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa que se describen en este libro. 20 Aquel que es el testigo fiel de todas esas cosas dice: «¡Sí, yo vengo pronto!». ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús! 21 Que la gracia del Señor Jesús sea con el pueblo santo de Dios.
el caballo en la biblia es símbolo de fuerza, terror, guerra y conquista. en este caso blanco es solo un engaño en las promesas de paz que tanto Israel va a necesitar en ese tiempo.
en apocalipsis 19:11 Jesús aparece también en un caballo blanco lo cual ha sido fuente de mala interpretación para este pasaje.
Jesús no lleva Arco, sino una espada.
y algo que es mucho mas importante es entender que El Cordero “Jesús” es quien esta abriendo los sellos.
La biblia nos da muchos detalles sobre esta persona.
recibirá su poder, trono y autoridad de satanás
recibira su trono de satanas
Apocalipsis 13.2 RVR60
2 Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como boca de león. Y el dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad.
Apocalipsis 3.12 RVR60
12 Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.
sera un gobernante
Apocalipsis 6.2 RVR60
2 Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer.
sera culpable de horribles flasfemias
Apocalipsis 13.5 NTV
5 A la bestia se le permitió decir grandes blasfemias contra Dios, y se le dio autoridad para hacer todo lo que quisiera durante cuarenta y dos meses.
Apocalipsis 13.15 NTV
15 Luego se le permitió dar vida a esa estatua para que pudiera hablar. Entonces la estatua de la bestia ordenó que todo el que se negara a adorarla debía morir.
firmara un tratado de paz con israel y luego lo quebrantara cruelmente
Daniel 9.27 RVR60
27 Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.
se colocara a si mismo sobre todo y sobre todos
Daniel 11.37 RVR60
37 Del Dios de sus padres no hará caso, ni del amor de las mujeres; ni respetará a dios alguno, porque sobre todo se engrandecerá.
afirmara que es Dios
2 Tesalonicenses 2.4 RVR60
4 el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios.
escenificara una resurrección milagrosa
Apocalipsis 13.3 RVR60
3 Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada; y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia,
hará guerra a los creyentes y tendrá poder y autoridad sobre las naciones
Apocalipsis 13.7 RVR60
7 Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación.
matara a millones
Apocalipsis 6.9–11 RVR60
9 Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían. 10 Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra? 11 Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos.
Apocalipsis 6.1 NTV
1 Mientras miraba, el Cordero rompió el primero de los siete sellos que había en el rollo. Entonces oí que uno de los cuatro seres vivientes decía con voz de trueno: «¡Ven!».
Apocalipsis 7.9–13 RVR60
9 Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos;10 y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero.11 Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios,12 diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén. 13 Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido?
Sera servido por un falso profeta
Apocalipsis 19.20 RVR60
20 Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre.

los nombres que recibe.

el cuerno pequeño… daniel 7:7-28
el rey altivo de rostro… daniel 8:23-25
el príncipe que ha de venir… daniel 9:26-27
el rey voluntarioso… daniel 11:16 36-38
el hombre de pecado… 2 tes. 2:3-4
el hijo de perdicion… 2 tes. 2:3-4
la bestia… apoc. 13:1-19

CONCLUSIÓN:

2 Tesalonicenses 2.8 NTV
8 Entonces el hombre de anarquía será dado a conocer, pero el Señor Jesús lo matará con el soplo de su boca y lo destruirá con el esplendor de su venida.
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