Sermon Tone Analysis

Overall tone of the sermon

This automated analysis scores the text on the likely presence of emotional, language, and social tones. There are no right or wrong scores; this is just an indication of tones readers or listeners may pick up from the text.
A score of 0.5 or higher indicates the tone is likely present.
Emotion Tone
Anger
0.08UNLIKELY
Disgust
0.11UNLIKELY
Fear
0.12UNLIKELY
Joy
0.23UNLIKELY
Sadness
0.15UNLIKELY
Language Tone
Analytical
0UNLIKELY
Confident
0.04UNLIKELY
Tentative
0UNLIKELY
Social Tone
Openness
0.12UNLIKELY
Conscientiousness
0.15UNLIKELY
Extraversion
0.47UNLIKELY
Agreeableness
0.59LIKELY
Emotional Range
0.15UNLIKELY

Tone of specific sentences

Tones
Emotion
Anger
Disgust
Fear
Joy
Sadness
Language
Analytical
Confident
Tentative
Social Tendencies
Openness
Conscientiousness
Extraversion
Agreeableness
Emotional Range
Anger
< .5
.5 - .6
.6 - .7
.7 - .8
.8 - .9
> .9
Introducción
Lee Strobel fue el editor jefe de uno de los periódicos más importantes de Estados Unidos.
Su posición le dio prestigio, y le abrió las puertas a ser de influencia para todo su país.
El problema era que este hombre más ateo no podía ser.
Desde que tenía uso de razón siempre negó la existencia de Dios.
Creció rodeado de parientes y amigos ateos.
No fue hasta que estuvo en la universidad que sus convicciones se fortalecieron y radicalizaron aún más.
Sus recién estrenados conocimientos acerca de la evolución, y el liberalismo, lo convirtieron en un acérrimo defensor del ateísmo.
Su única meta era dejar en ridículo a cualquier persona que creyese en Dios, porque según él un creyente era un enclenque intelectual.
Para él, la vida no era más que un accidente del azar, la religión el opio del pueblo, y la iglesia un caldo de cultivo para la hipocresía.
El cristianismo era un tumor que tenía que ser extirpado.
La historia demostró que nada bueno puede salir de la religión.
La mayoría de las guerras y atrocidades humanas se cometieron en el nombre de Dios.
O al menos, eso es lo que creía Lee Strobel.
No obstante, un día su minúsculo imperio ateo se desplomó como un castillo de naipes.
Su querida esposa Leslie, llegó a casa, y las primeras palabras que le dijo a su marido fueron: “cariño, Dios me ha salvado.”
Palabras que para Strobel sonaron como la explosión de una bomba atómica que se llevó por delante todo lo que había construido desde su infancia.
Años después, en una entrevista, hablando acerca de este mismo momento, dijo lo siguiente: “Cuando Leslie me dijo que se había convertido en cristiana, la primera palabra que pasó por mi mente fue ‘divorcio’.
No quería estar casado con una cristiana.
Yo era ateo y pensaba que el cristianismo era una fantasía compuesta de leyendas y mitos, Lo último que quería era que mi esposa se convirtiera en una fanática.
Alguien con quien no me casé.
Me casé con una atea, y que ahora, que se hiciese cristiana no formaba parte del trato.
Así que solo pensé ‘voy a irme’.”
Pero en vez de irse, como buen periodista, Strobel decidió investigar al cristianismo para demostrarle a Leslie que era una farsa.
Tras dos años de investigación, buscando todas las evidencias posibles para confirmar que Cristo fue un farsante, pasó lo inimaginable.
Lee Strobel se convirtió al cristianismo.
Las pruebas fueron irrefutables, Stroble necesitaba más fe para continuar siendo ateo que para ser cristiano.
Cuando fue confrontado por el evangelio, no tuvo otra alternativa que admitir su error, y reconocer que sólo Cristo es Salvador y Señor.
A partir de ese instante, se ha convertido en un apasionado defensor de Jesús y el mensaje de la salvación.
Dejó su trabajo como editor jefe, para ser pastor de una iglesia.
Escribió varios libros en contra del ateísmo, y que defienden la fe cristiana.
Algunos de los cuales, en su momento, fueron números uno de ventas.
¿Cómo es posible que una persona atea hasta la médula, llegue a ser uno de los defensores del cristianismo con más repercusión mediática?
¿Qué fue lo que le impactó de tal manera que pasó de ridiculizar a Dios, para convertirse en un defensor de Dios?
La respuesta es el evangelio de Jesucristo.
El mensaje de la salvación.
Lee Strobel fue cambiado radicalmente por la verdad acerca de la vida y obra de Jesús.
Sólo Dios puede coger a un hombre que desprecia el mensaje de Cristo, y transformarlo en un predicador del mismo evangelio que antes odiaba.
Este cambio radical también fue evidente en la vida de otra persona que vivió hace siglos y que todos conocemos.
Estoy hablando del apóstol Pablo, quien pasó de destruir a la iglesia a sufrir por ella.
De perseguir el nombre de Cristo a morir por Él.
El evangelio le transformó, y fue el mismo evangelio lo que le llevó a poner el impero romano patas arriba.
Si nosotros también buscamos impactar a nuestra sociedad, debemos ser igual de evangélicos que el apóstol.
Y si algo caracterizó el ministerio del Pablo, fue la centralidad, indispensabilidad y exclusividad del evangelio.
Por eso, él predicó y peleó por el evangelio de Jesucristo.
Tú y yo, también tenemos que dejar huella en este mundo, haciendo lo mismo que hizo el apóstol Pablo.
Algo que aprendemos en los versículos que estudiaremos esta mañana, Hechos 9:20-22.
Leamos estos versículos, Hechos 9:20-22:
¶20 Y enseguida se puso a predicar a Jesús en las sinagogas, diciendo: Él es el Hijo de Dios.
21 y todos los que lo escuchaban estaban asombrados y decían: ¿No es éste el que en Jerusalén destruía a los que invocaban este nombre, y el que había venido aquí con este propósito: para llevarlos atados ante los principales sacerdotes?
22 pero Saulo seguía fortaleciéndose y confundiendo a los judíos que habitaban en Damasco, demostrando que este Jesús es el Cristo.
En este pasaje observamos dos acciones necesarias para impactar al mundo:
1. Impactaremos al mundo si predicamos el evangelio (9:20-21)
2. Impactaremos al mundo si peleamos por el evangelio (9:22)
Observad que el elemento central que Dios utiliza para transformar a nuestra sociedad, es el evangelio de Jesucristo.
Hoy en día nos enorgullecemos de nuestro título de “evangélicos.”
Pues si ese es el caso, si realmente queremos ser coherentes con el nombre que representamos, nuestra vida, nuestro ministerio, nuestro servicio debe girar en torno al evangelio.
El momento cuando somos lo “más evangélicos” que podemos ser, es cuando buscamos impactar al mundo con el mensaje de Cristo.
Somos evangélicos, no porque lo diga un letrero, sino porque predicamos y peleamos por el evangelio.
Veamos entonces la primera acción:
1. Impactaremos al mundo si predicamos el evangelio (9:20-21)
Leamos de nuevo los versículos 20 y 21: “Y enseguida se puso a predicar a Jesús en las sinagogas, diciendo: Él es el Hijo de Dios.
Y todos los que lo escuchaban estaban asombrados y decían: ¿No es éste el que en Jerusalén destruía a los que invocaban este nombre, y el que había venido aquí con este propósito: para llevarlos atados ante los principales sacerdotes?”
En estos versículos observamos uno de los mayores reveses de la historia del cristianismo.
Saulo, perseguidor ávido, incesante e incansable de la iglesia, se convirtió en un predicador de Cristo.
Su respuesta inmediata al evangelio fue predicar el evangelio.
El versículo 20 comienza diciendo “en seguida se puso a predicar a Jesús en las sinagogas.”
O sea, justo después de su conversión, que se nos relata en los versículos 1-19, el apóstol comenzó a proclamar a Jesús.
Pablo no pudo callarse.
Tan pronto como recobró la vista, tomo alimentos y cobró fuerzas, fue y predicó su nueva fe a otros.
Creo que, en un sentido, todos nos podemos identificar con lo que Pablo hizo.
Yo recuerdo cuando Dios me salvó.
Lo único que quería hacer, era hablarle a mis amigos y familiares acerca de Jesús.
Estuviese donde estuviese, intentaba predicar el evangelio.
Si me daban la oportunidad, la aprovechaba sin pensármelo dos veces.
Y si no me la daban, me daba igual, me tiraba de cabeza a la piscina, y ya descubriría al aterrizar si la piscina estaba vacía o no.
Así como yo, otras tantas personas, que de la única cosa que hablaban tras su salvación era de Cristo.
John Wesley lo resumió muy bien al decir, “si uno tiene la fe, predicará la fe.”
Lo que ya de primeras, hace que me pregunte: ¿qué es lo que ha sucedido?
Porque ahora, con el paso de los años, mi pasión por el evangelio no es lo que debía ser.
Algo que tristemente, también veo en otros creyentes.
Algunos, incluso lo justifica como si fuese lo normal.
Pero ¿cómo es posible que tal cosa sea lo esperado?
Se supone que, con el tiempo, y el haber estado expuestos a la Palabra, hemos crecido, y nuestro amor por Dios ha madurado.
Deberíamos poder decir que hoy amamos a Cristo más y mejor de lo que le hemos amado el día de nuestra salvación.
Pues si es así, ¿cómo es que hoy hablamos menos de Él, de lo que hablábamos al comienzo de nuestro caminar en la fe?
¿Por qué hay tal desconexión entre el amor que afirmamos tener por Él, y la frecuencia con la que proclamamos Su mensaje?
Yo amo a mi esposa.
Y después de siete años juntos, la amo más que cuando me casé.
Siempre que pueda voy a hablar bien de ella, porque la amo, y quiero que todo el mundo contemple el tesoro que Dios me ha dado.
Lo mismo sucede con Cristo, cuanto más lo amo, más voy a querer darlo a conocer.
Por lo que, si reconoces que tu pasión por el evangelio se ha enfriado, la pregunta que deberías hacerte es si has dejado tu primer amor.
¿Qué es lo que amas más? ¿A Cristo, o lo que otros piensan de ti?
Si le conocemos y amamos, no podemos callarnos.
Esta es la razón por la que la pasión de Pablo por el evangelio no se enfrió.
Su deseo incesante de predicar a Jesús, fue como un fuego sin control que arrasó todo lo que encontró a su paso.
Allá a donde fue el apóstol proclamó el evangelio.
Cuando leemos Hechos 9:20-22 sólo estamos leyendo tres versículos, no obstante, abarcan tres años en el tiempo.
Durante estos tres años en Damasco, a la luz de Gálatas 1:17, aprendemos que Pablo viajó a Arabia.
Concretamente al reino de Nabatea a unos 270 Kms al sur de Damasco.
< .5
.5 - .6
.6 - .7
.7 - .8
.8 - .9
> .9