Sermon Tone Analysis
Overall tone of the sermon
This automated analysis scores the text on the likely presence of emotional, language, and social tones. There are no right or wrong scores; this is just an indication of tones readers or listeners may pick up from the text.
A score of 0.5 or higher indicates the tone is likely present.
Emotion Tone
Anger
0.07UNLIKELY
Disgust
0.08UNLIKELY
Fear
0.11UNLIKELY
Joy
0.53LIKELY
Sadness
0.16UNLIKELY
Language Tone
Analytical
0UNLIKELY
Confident
0UNLIKELY
Tentative
0UNLIKELY
Social Tone
Openness
0.11UNLIKELY
Conscientiousness
0.15UNLIKELY
Extraversion
0.46UNLIKELY
Agreeableness
0.6LIKELY
Emotional Range
0.16UNLIKELY
Tone of specific sentences
Tones
Emotion
Language
Social Tendencies
Anger
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Ephesians 1
Colosenses 3:1-17
La redención de Israel en Egipto
El libro del Éxodo nos cuenta la historia de un pueblo oprimido por la esclavitud.
Este pueblo sufría bajo el arduo trabajo impuesto por los egipcios y el maltrato de sus capataces, llegando incluso a ordenar el asesinato de sus hombres recién nacidos para que no se hicieran un pueblo numeroso.
Es en estas circunstancias que el Dios de Israel, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob se aparece a Moisés y lo envía como su intermediario para liberar al pueblo de Israel de la esclavitud.
El libro del Éxodo nos cuenta la historia de un pueblo oprimido por la esclavitud.
Este pueblo sufría bajo el arduo trabajo impuesto por los egipcios
Moisés, habiendo huido de Egipto en su juventud, vuelve a Israel para cumplir el mandato del Señor.
Numerosas veces se presenta delante de Faraón y le dice que deje ir al pueblo para que le sirva a su Dios, para que le celebre fiesta en el desierto, para que le ofrezca sacrificios, para que sea su pueblo y Él sea su Dios.
Una vez son librados y salen de Egipto, Moisés y todo el pueblo levantan un cántico a Dios celebrando sus proezas y su victoria.
El libro del Éxodo nos cuenta la historia de un pueblo oprimido por la esclavitud.
Este pueblo sufría bajo el arduo trabajo impuesto por los egipcios
Una vez
La cúspide del libro llega cuando Dios revela su majestad al pueblo y desciende sobre un monte.
Es ahí dónde Dios les manda a consagrarse y a santificarse, porque Él descenderá para mostrarles su majestad.
Es ahí donde Él les enseña como han de servirle y cómo han de adorarle, porque desde la rebelión de Adán, el ser humano ha decidido adorar y servir a otros dioses antes que servir al Dios verdadera, al Dios creador.
Mark Dever, en su libro El mensaje del Antiguo Testamento escribe: Ese es el mensaje de Éxodo: El Señor, Jahweh, es más grande que todos los otros dioses.
Dios obró soberanamente para salvar a un grupo especial de personas para que nosotros contempláramos su grandeza.
Él no es otra simple proyección de esperanzas humanas o ideas filosóficas.
Dios actuó en el tiempo y el espacio, para que pudiéramos ver su poder y adorar su majestad.
Así como Dios redimió al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto, Dios ha redimido a su iglesia de la esclavitud del pecado para que adoren su nombre y Él sea glorificado.
El propósito de Dios en la redención de la iglesia es la exaltación de Su gloria a través de la adoración de Su pueblo.
Es común que se defina el propósito de la iglesia como el bien social, la evangelización o las misiones, pero la verdad es que todas esas cosas un día dejarán de ser y lo único que permanecerá es la adoración a Dios de todos sus redimodos.
John Piper, en su libro Alégrense las naciones: "Las misiones no son el objetivo último de la Iglesia.
El objetivo último es la adoración.
Las misiones existen porque no hay adoración.
La adoración es el objetivo último, y no las misiones, porque Dios es la realidad última, no el Hombre."
Una vez más, estudiaremos este texto recordando que:
El propósito de Dios en la redención de la iglesia es la exaltación de Su gloria a través de la adoración de Su pueblo.
Ésta es la razón de existir de la iglesia.
Con esto en mente, veamos entonces el contexto de este pasaje.
Contexto
Pablo le escribe a los colosenses para protegerlos de falsos maestros que están tratando de imponer reglas estrictas con respecto a comidas, bebidas y fiestas religiosas.
Pablo los exhorta a mirar hacia Cristo y a poner su vista en las cosas celestiales y no en las terrenales.
¿Cuáles son estas cosas celestiales?
Ya sea por tradiciones o filosofías humanas la iglesia ha impuesto reglas humanas a la adoración desde sus inicios.
Que si hay que reunirse el sábado o el domingo, que si se toma vino o jugo de uva en la santa cena, que si se pueden usar instrumentos modernos o sólo los antiguos, que si hay que vestirse con saco y corbata o si un pantalón corto y una camiseta están bien, que si se cantan himnos o música pop, que si se usa la traducción de la Reina Valera o la Nueva Versión Internacional… .
Es necesario decidirse como iglesia en muchas de estas áreas y ser sabio, pero ¿podemos juzgar la santidad de unos u otros en éstos términos?
¿Son éstas las cosas celestiales que hemos de buscar?
O como los fariseos, ¿hemos olvidado las cosas importantes: la justicia, la misericordia y la humildad, y nos hemos enfocado en lo secundario?
Ahora, veamos cómo Pablo describe la adoración en este pasaje.
Para comenzar a hablar de la adoración en la iglesia, es necesario primero recordar quién es la iglesia.
1. La iglesia es la comunidad de los que han resucitado con Cristo
Como seguro ya han oído antes, la iglesia no es un edificio.
Es cierto que así llamamos también al edificio dónde la iglesia se reúne, pero la iglesia la conforman aquellos que están en Cristo.
Pablo comienza afirmando a quién se está dirigiendo.
Es obvio que la carta es a la iglesia en Colosas, pero el apóstol hace más explícita su audiencia.
Él comienza diciendo:
"Si habéis, pues, resucitado con Cristo" (v. 1)
Esto quiere decir que lo que sigue es un mandato para los que han resucitado con Cristo.
Para adorar al Dios verdadero es necesario nacer de nuevo.
No se puede adorar a Dios si no se le conoce.
Hebreos nos recuerda que para agradar a Dios es necesario tener fe y es a través de la fe que nacemos de nuevo y de la fe en el sacrificio de Cristo en la cruz que tenemos acceso a conocer a Dios.
En el capítulo 2 versículo 13, la Escritura nos recuerda que antes de venir a Cristo estábamos muertos en nuestros delitos y pecados.
Un muerto no puede adorar a Dios.
Por eso, para adorar a Dios es necesario resucitar primero.
2. Morir al pecado y deshechar sus frutos
Pero, ¿por qué resucitar?
Para poder resucitar es necesario morir primero.
Romanos nos recuerda que a pesar de que estábamos muertos en pecado, muertos para Dios y muertos a la libertad, estábamos vivos bajo el yugo de esclavitud del pecado.
Estábamos casados con el pecado y éramos deudores a él.
La paga del pecado es muerte, por eso todo el que vive para el pecado está muerto.
Es fácil minimizar nuestra condición y olvidar de dónde vinimos, olvidar de dónde nos sacó Dios.
Una de las razones por la cuál nuestra adoración se vuelve débil y terrenal es porque olvidamos de dónde nos sacó Dios.
Como los israelitas en el desierto, olvidamos las grandes proezas de Dios.
Olvidamos quiénes éramos y cómo pensábamos.
Olvidamos el pecado en el que estábamos hundidos.
Olvidamos cómo tratábamos a las personas, en especial a las más cercanas.
Olvidamos que éramos egocéntricos, buscando planitud en placeres pasajeros y en cosas de este mundo.
Oh que Dios nos recuerde de dónde nos sacó.
Si el día de hoy puede hacer una cosa en mí y en tí, quiera Dios que sea recordarnos el poder y la majestad de Dios al salvar y dar vida a un pecador como nosotros.
Pues si vemos la gloria y la majestad de Dios, ¿cómo no hemos de mirar hacia arriba a las cosas celestiales?
Si hemos resucitado con Cristo, miremos hacia arriba.
No olvidemos las proezas de nuestro Dios, su poder y su majestad.
No seamos como el pueblo de Israel que no tardó en comenzar a quejarse contra el Dios que lo liberó y que juzgó a los egipcios con grandes plagas.
No seamos como ellos que cuando les faltó agua quisieron volver a Egipto.
Que cuando se cansaron del maná desearon las cebollas y los pepinillos de Egipto, olvidando que Dios los llevaba a una tierra que fluye leche y miel.
Pongamos nuestra mira en la vida eterna que Dios ha prometido.
En una eternidad a Su lado, en una eternidad sin lágrimas, sin dolor.
Una eternidad de gozo en la presencia de Dios y el Rey que Él nos ha dado, gobernando con justicia sobre su pueblo y proveyendo para todas sus necesidades.
Una vez hemos resucitado con Cristo somos parte de la iglesia, de su pueblo.
Ahora somos parte de aquellos que le adoran y viven vidas de adoración a él.
Pero para adorarle, es necesario:
2. Morir al pecado y deshechar sus frutos (v.
5):
No es necesario dar muchas explicaciones de este versículo.
Pablo nos manda a no usar nuestro cuerpo para el pecado: fornicación, impureza, pasiones, malos deseos y avaricia.
Nos dice que dejemos la ira, el enojo, la malicia, la maledicencia y el lenguaje soez, y que no mintamos.
Estas cosas representan el pecado de la vida a la que hemos muerto y Pablo nos motiva dándonos varias razones por las cuales hemos de morir al pecado y desechar sus frutos:
Pablo nos ayuda y nos da varias razones por las cuales hemos de morir al pecado:
I. La ira de Dios viene por causa de estas cosas (v.
6):
El juicio de Dios, el infierno y la muerte eterna se deben a nuestra adoración de otros dioses.
Es porque el hombre no ha adorado al único Dios viviente, al único que merece adoración que el juicio de Dios se revela justamente desde el cielo.
2. Morir al pecado y deshechar sus frutos
I. La ira de Dios viene por causa de estas cosas.
II.
Hemos desechado al viejo hombre (v.
9):
Si hemos sido adoptados en una nueva familia, si es cierto que pertenecemos a un nuevo reino, los hábitos del reino de las tinieblas y de la familia del mundo deben ser desechados
III.
Nos hemos vestido del nuevo hombre (v.
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