Sermon Tone Analysis

Overall tone of the sermon

This automated analysis scores the text on the likely presence of emotional, language, and social tones. There are no right or wrong scores; this is just an indication of tones readers or listeners may pick up from the text.
A score of 0.5 or higher indicates the tone is likely present.
Emotion Tone
Anger
0.19UNLIKELY
Disgust
0.12UNLIKELY
Fear
0.17UNLIKELY
Joy
0.19UNLIKELY
Sadness
0.27UNLIKELY
Language Tone
Analytical
0UNLIKELY
Confident
0UNLIKELY
Tentative
0UNLIKELY
Social Tone
Openness
0.1UNLIKELY
Conscientiousness
0.16UNLIKELY
Extraversion
0.46UNLIKELY
Agreeableness
0.59LIKELY
Emotional Range
0.13UNLIKELY

Tone of specific sentences

Tones
Emotion
Anger
Disgust
Fear
Joy
Sadness
Language
Analytical
Confident
Tentative
Social Tendencies
Openness
Conscientiousness
Extraversion
Agreeableness
Emotional Range
Anger
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INTRODUCCIÓN
Una certeza indiscutible de la vida es que un día terminará.
Job se lamentaba así: "El hombre nacido de mujer, corto de días, y hastiado de sinsabores, sale como una flor y es cortado, y huye como la sombra y no permanece" ().
Como lo expresó la mujer sabia de Tecoa al rey David: "Porque de cierto morimos, y somos como aguas derramadas por tierra, que no pueden volver a recogerse; ni Dios quita la vida, sino que provee medios para no alejar de sí al desterrado" ().
El salmista preguntó retóricamente: "¿Qué hombre vivirá y no verá muerte?
¿Librará su vida del poder del Seol?" ().
Tal como hay un tiempo para nacer, también hay un tiempo para morir ().
En el Moisés anotó la brevedad de los días del hombre: "Los días de nuestra edad son setenta años; y si en los más robustos son ochenta años, con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, porque pronto pasan, y volamos" ().
Isaías (), Santiago () y Pedro () usaron la hierba que se seca rápidamente para ilustrar la naturaleza efímera de la vida humana.
Santiago les recordó a los orgullosos que son "neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece" ().
La muerte lanza su larga sombra () sobre cada aspecto de la existencia humana.
Acaba sus sueños, se burla de sus esperanzas y la llena de miedos.
Las personas han buscado desesperadamente sin tener éxito, durante siglos, evadir la muerte.
Uno de los intentos de alta tecnología más recientes para evadir la muerte es la Criónica.
La Criónica es "una tecnología especulativa de apoyo a la vida que busca preservar la vida humana en un estado que será viable y tratable por la medicina futura".
El procedimiento requiere el uso del frío extremo para preservar el cuerpo (o a veces solo la cabeza y el cerebro).
Pero nadie puede engañar permanentemente la muerte; al final siempre va a ganar.
Salomón escribió que "No hay hombre que tenga potestad... sobre el día de la muerte" (), mientras dice que "está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio".
La universalidad de la muerte se deriva de la universalidad del pecado.
Pablo escribió: "La muerte entró por un hombre... [Porque] en Adán todos mueren" ().
Por medio de Adán "el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron" (; , ; ).
La Biblia describe a la muerte como un enemigo () y como tal se le teme grandemente; describe metafóricamente la muerte como el "rey de los espantos".
David exclamó: "Mi corazón está dolorido dentro de mí, y terrores de muerte sobre mí han caído" ().
El autor de Hebreos escribió sobre los que "por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidum­bre" ().
Tal miedo provoca que la gente busque alivio en el materialismo (), el hedonismo (; ) y la religión falsa ().
Pero las buenas nuevas del evangelio son que Jesucristo ha conquistado la muerte.
En Él declaró: "De cierto, de cierto os digo, que el que guarda mi palabra, nunca verá muerte".
Consoló a Marta de la muerte de su hermano Lázaro con esta promesa: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente" ().
Se describió como "el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera" () y afirmó: "Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre" (Jn.
v.51).
Jesús hizo esta promesa a los discípulos: "Porque yo vivo, vosotros también viviréis" ().
Pablo recordó a Timoteo que "nuestro Salvador Jesucristo.
Quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio" ().
El escritor de Hebreos insistió en que solo por medio de la fe en Jesucristo es posible librarse del miedo a la muerte: "Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre" ().
Debido a que Cristo libró a los creyentes de la muerte, los creyentes pueden decir triunfalmente con Pablo: "¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?
¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?
ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley.
Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo" ().
Al morir, Cristo destruyó la muerte.
Ha quitado su aguijón, conquistado su espanto y la ha convertido en un amigo que acompaña a quienes lo aman a Él, a su presencia.
Durante la vida de Jesús, Él realizó milagros incontables que manifestaban su poder divino ().
Sanó enfermos, echó fuera demonios y resucitó a muertos.
Pero nada revela más claramente la grandeza de su poder que su propia resurrección.
Entonces a partir de lo dicho vamos a ver tres manifestaciones del poder de Cristo sobre la muerte, cada una de la cuales cumple una profecía específica.
Su poder se reveló en su muerte, su sepultura y su resurrección.
I. La victoria de Jesucristo sobre la muerte se reveló en su muerte ()
Juan 19.31-37
Uno de los aspectos más inquietantes de la muerte es el elemento sorpresa.
La muerte suele venir repentina e inesperadamente, dejando palabras por decir, planes por terminar, sueños por realizar y esperanzas por cumplir.
Sin embargo, no fue así con Jesús.
La muerte no pudo sorprenderlo porque Él la controlaba.
En Jesús declaró: Habiendo logrado la obra de la redención, Jesús exclamó: "Consumado es" y después, "habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu" ().
La muerte había intentado sin éxito tomar su vida en múltiples ocasiones (p.
ej., ; ; , , ; ; ; ; ), pero no moriría hasta el momento preciso predeterminado en el plan divino.
Su muerte no fue la de una víctima; fue la muerte de la victoria.
Jesús murió mucho más rápido de lo que era normal para las víctimas de la crucifixión.
Lo crucificaron en la hora tercera o las 9:00 a.m.
() y murió en la hora novena o las 3:00 p.m. ().
De este modo, Jesús estuvo en la cruz solamente durante seis horas.
A la mayoría de las personas crucificadas las dejaban ahí por dos o tres días; por ejemplo, los dos ladrones crucificados junto con Jesús aún estaban vivos después de que Él murió ().
Por eso, cuando José de Arimatea pidió a Pilato el cuerpo de Jesús, el gobernador "se sorprendió de que ya hubiese muerto; y haciendo [ir] al centurión, le preguntó si ya estaba muerto" ().
Solo después de ser "informado por el centurión, dio el cuerpo a José" ().
El Señor murió pronto porque entregó su vida cuando quiso hacerlo.
45).
El Señor murió pronto porque entregó su vida cuando quiso hacerlo.
45).
El Señor murió pronto porque entregó su vida cuando quiso hacerlo.
Los judíos, en un acto de hipocresía repugnante, por cuanto era la prepara­ción de la pascua, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposo era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se Ies quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí.
Les preocupaba que los cuerpos de Jesús y los dos ladrones no quedasen en la cruz en el día de reposo, cuyo inicio era al caer el Sol.
Los romanos usualmente dejaban los cuer­pos de los crucificados hasta la putrefacción o hasta que los pájaros o animales los comían.
Aquel día de reposo era de gran solemnidad (porque se trataba del día de reposo de la semana de Pascua), lo cual extremaba la preocupación de los líderes judíos, derivada evidentemente de .
Dejar los cuerpos expuestos en la cruces, según ellos, habría profanado la tierra.
Nada ilustra más claramente la hipocresía extrema de sus mentes a la cual los había llevado el legalismo pernicioso.
Observaban con celo la minucia de la ley, mien­tras mataban aI mismo tiempo a su autor y en quien se cumplía; se preocupaban escrupulosamente con no profanar la tierra, pero no les preocupaba su propia profanación por matar al Hijo de Dios.
Quebrar las piernas de los crucificados (procedimiento conocido como crurifragium) se hacía cuando había razón para adelantar la muerte de un cru­cificado.
Requería golpear las piernas de la víctima con un mazo de hierro.
Ese procedimiento truculento aceleraba la muerte, en parte por el golpe y la pérdida adicional de sangre, pero principalmente por producir asfixia.
Las víctimas ya no podían seguir usando sus piernas para ayudarse a levantarse para respirar, de modo que cuando la fuerza de sus brazos se agotaba, se asfixiaban.
Después de que Pilato concedió la petición de los judíos, fueron, pues, los soldados, y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que había sido crucificado con él.
Más cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas.
Pero para estar seguro de que ya estaba muerto, uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua.
Los soldados eran expertos en determinar la muerte, era parte de su trabajo.
No tenían nada que ganar mintiendo sobre la muerte de Jesús.
Su testimonio y el del centurión () son prueba irrefutable de que Jesús, en efecto, ya estaba muerto.
No estaba en coma y luego revivió con el frío de la tumba, como afirman algunos escépticos que niegan la resurrección.
Al entregar su vida como lo hizo, el Señor aseguró que los soldados cumplie­ran la profecía.
De acuerdo con y , no debía quebrarse ningún hueso del cordero pascual.
Jesús era el cumplimiento perfecto de dicho cordero y como taI no podía tener ningún hueso roto.
Más allá de esa imagen está la profecía explícita del : "Él guarda todos sus huesos; ni uno de ellos será quebrantado"; a ésta se refería Juan cuando escribió: "Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura: No será quebrado hueso suyo".
Su muerte temprana también llevó a que lo traspasaran con la lanza para asegurarse de que estaba muerto.
Aquel acto inusual de perforar el costado de Jesús era esencial para cumplir la profecía; como también otra Escritura dice: "Mirarán al que traspasaron".
El apóstol citó , donde Dios declaró:
El hecho de que Dios dijera "me mirarán a mí, a quien traspasaron" afirma que Jesús era Dios Encarnado.
El cumplimiento final de esta profecía se dará en la segunda venida de Cristo, cuando el remanente de Israel arrepentido se lamentará por haber rechazado y matado a su Rey ().
La explicación fisiológica de la sangre y el agua se ha discutido mucho.
Podría ser que el corazón del Señor literalmente estallara por la agonía y la pena mental tremenda asociada con cargar el pecado y el abandono del Padre.
En cualquier caso, que el testimonio ocular de Juan sea el de alguien que lo vio, da testimonio y cuyo testimonio es verdadero, enfatiza que Jesús estaba muerto sin lugar a dudas.
El relato de Juan no es indirecto, fábula o leyenda; es un registro histórico sobrio de acontecimientos reales.
Su propósito al relatar el cumplimiento preciso de la profecía en la muerte de Jesús era que sus lectores también creyeran "que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, [tengan] vida en su nombre" ().
Claramente, Cristo controló su propia muerte para cumplir las Escrituras.
II.
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