Conquista tus promesas

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Conquista tus promesas

¿Cuántos de nosotros hemos dejado de soñar? quizá porque una circunstancia cambió tu vida, o porque la economía ya no es lo que solía ser, o porque te casaste o sólo por el paso del tiempo. Claro que por el paso del tiempo ya no podemos hacer algunas cosas, a mi edad, ya no puedo pensar en ser bailarín del Moiseyev, en algunos trabajos ya no me aceptarían por rebasar la edad límite. Quizá en lo natural sea así, en el caso del paso del tiempo, pero no es así en lo espiritual.
Si como creyente, has recibido de Dios algunas promesas que aún no se cumplen, han pasado muchos años o porque has fallado mucho, te has equivocado varias veces y crees que por eso no se cumplirán ¡no es así! Sus promesas son fieles, para quienes luchan, pelean cada día por conquistarlas. Veremos una historia que nos da ejemplo.
Una delegación de la tribu de Judá, dirigida por Caleb, hijo de Jefone, el cenezeo, se presentó ante Josué, quien estaba en Gilgal. Caleb le dijo a Josué: «Recuerda lo que el Señor le dijo a Moisés, hombre de Dios, acerca de ti y de mí cuando estábamos en Cades-barnea.” (Josué 14:6, NTV)
El pueblo de Israel ha caminado por el desierto después que salieron de Egipto, son millones de personas, se han organizado por tribus, tomando en cuenta quién ha sido su ancestro. En una de esas tribus, la de Judá, viene un hombre llamado Caleb Cenezeo; de acuerdo al libro de Génesis, en tiempos de Abraham, los cenezeos eran de Canaán, o sea que Caleb no era descendiente de Abraham, en algún momento se unieron a esa tribu, su fe fue aprendida, fue por decisión, por convicción.
En este momento de la historia Caleb y Josué son los líderes de más edad; sus amigos con quienes salieron de Egipto han muerto en el desierto. Quienes siguen con ellos son descendientes de esos hombres. Han pasado 7 años desde que entraron en la tierra que Dios les había prometido. Josué ha quedado en lugar de Moisés y es él quien reparte los territorios, así como Moisés le instruyó. En un momento de este proceso Caleb se pone de pie junto con otros líderes de Judá para recordarle algo a Josué.
Le recuerda algo que el propio Josué sabe de primera mano, la historia que quiere que recuerde es cuando Dios le dice a Moisés que envíe espías a reconocer el territorio, observar la tierra que están por conquistar.
El Señor le dijo a Moisés: «Envía hombres a explorar la tierra de Canaán, la tierra que les daré a los israelitas. Envía a un jefe de cada una de las doce tribus de sus antepasados». Entonces Moisés hizo lo que el Señor le ordenó y envió a doce hombres desde el campamento en el desierto de Parán, todos jefes de las tribus de Israel.” (Números 13:1–3, NTV)
Son 12 espías que irán en una misión de reconocimiento, van los jefes de cada tribu. Ahora Caleb le recuerda eso a Josué:
Yo tenía cuarenta años cuando Moisés, siervo del Señor, me envió desde Cades-barnea a que explorara la tierra de Canaán. Regresé y di un informe objetivo de lo que vi, pero los hermanos que me acompañaron asustaron tanto al pueblo que nadie quería entrar en la Tierra Prometida. Por mi parte, seguí al Señor mi Dios con todo mi corazón.” (Josué 14:7–8, NTV)
De los 12 espías, 10 de ellos dicen que será imposible conquistar esa región, su diagnóstico fue negativo y esto es lo que dijeron:
Sin embargo, el pueblo que la habita es poderoso y sus ciudades son grandes y fortificadas. ¡Hasta vimos gigantes allí, los descendientes de Anac!” (Números 13:28, NTV)
Los otros 2 dijeron que sí era posible conquistarlos. Josué, quién está repartiendo la tierra es uno de ellos y el otro es Caleb:
Pero Caleb trató de calmar al pueblo que se encontraba ante Moisés. —¡Vamos enseguida a tomar la tierra! —dijo—. ¡De seguro podemos conquistarla!” (Números 13:30, NTV)
Fueron los únicos que creyeron que Dios les daría ese territorio por haber confiado, creído y ponerse de pie para mantenerse fiel a su Señor, Dios les hace una promesa. Caleb dijo que sí podían conquistar ese territorio, no lo dijo para quedar bien con Moisés o para llevar la contraria, sino que verdaderamente le creyó a Dios. Tuvo fe en la promesa de Dios y se mantuvo firme, aún por encima de la opinión de la mayoría. La promesa que Dios les dio a toda la nación es esta:
¡Miren! El Señor ha puesto esta tierra delante de ustedes. Vayan y tomen posesión de ella como les dijo el Señor en su promesa, el Dios de sus antepasados. ¡No tengan miedo ni se desanimen!”. »Sin embargo, todos ustedes se acercaron y me dijeron: “Primero enviemos espías a que exploren la tierra por nosotros. Ellos nos aconsejarán cuál es la mejor ruta para tomar y en qué aldeas entrar”.” (Deuteronomio 1:21–22, NTV)
La promesa es para todos, todo el pueblo debió creerle a Dios, pero sólo 2 decidieron creerle. El mismo Dios les dijo que tomaran posesión de esa tierra, que no tuvieran miedo ni se desanimaran. La promesa de Dios se cumpliría, pero no lo creyeron, sólo 2 decidieron creer esa promesa.
Sin embargo, mi servidor Caleb tiene una actitud diferente a los demás. Él se ha mantenido fiel a mí, por lo tanto yo lo llevaré a la tierra que él exploró. Sus descendientes tomarán posesión de la porción de la tierra que les corresponde.” (Números 14:24, NTV)
Ahora bien, Caleb vio a qué se enfrentarían, no minimizó los riesgos y problemas, vio a los gigantes en esa ciudad, lo que Caleb hizo fue magnificar el Poder de Dios, para él ¡Dios es mayor que el problema más grande! Dios es más grande que cualquier crisis, que cualquier enfermedad, que cualquier pecado que no hayas podido vencer, es más grande que tus debilidades, Caleb tiene fe en el Poder de Dios. Los otros espías magnificaron el problema y minimizaron a Dios.
Caleb pudo unirse a la mayoría, pero no comprometió sus convicciones por ser minoría, no dejó que la mayoría le hiciera cambiar sus convicciones. Lo único que fue diferente es que 10 no le creyeron a Dios y 2 sí. Esos 10 convencen a toda una generación de que era imposible y por eso toda esa generación fue sentenciada a vagar por el desierto hasta que murieran. Los que dieron el informe negativo, no confiaron que Dios cumpliría SU promesa, no confiaron en ÉL y por eso murieron de forma inmediata por medio de una plaga
Entonces los diez hombres que Moisés envió a explorar la tierra —que por sus malos informes incitaron la rebelión contra el Señor— fueron heridos de muerte por una plaga delante del Señor.” (Números 14:36–37, NTV)
El problema con estos espías no fue que no cumplieron su misión, sino la interpretación que dieron de lo que vieron. La misión era simple:
»Sin embargo, todos ustedes se acercaron y me dijeron: “Primero enviemos espías a que exploren la tierra por nosotros. Ellos nos aconsejarán cuál es la mejor ruta para tomar y en qué aldeas entrar”.” (Deuteronomio 1:22, NTV)
La misión era descubrir la mejor ruta y en qué aldeas entrar, pero ellos decidieron interpretar lo demás que vieron y eso los hizo dudar de lo que Dios les había prometido. Eso sigue siendo un obstáculo en muchos de nosotros. Creemos la promesa, pero vemos las circunstancias y nos desanimamos. Sólo Caleb y Josué le creyeron y por eso Dios les hace una promesa:
Las únicas excepciones son Caleb, hijo de Jefone el cenezeo, y Josué, hijo de Nun, porque ellos han seguido al Señor de todo corazón”.” (Números 32:12, NTV)
¡Me siguen de todo corazón! Fueron constantes ¡no perfectos! Actuaron con convicción, no por quienes ellos son sino por quién les dio la promesa. Alguien así puede ver lo que otros no pueden ver, aunque sea uno sólo que sigue de todo corazón a Dios y le cree ¡puede lograr lo que otros no! Claro que será criticado, se burlarán porque baila al ritmo de una música diferente. Quien sigue a Dios de todo corazón se concentra en lo que Dios ha dicho, su corazón reacciona con lo que Dios le dice y su voluntad está sometida, rendida a la Voluntad de Dios.
Los demás espías alabaron la tierra, vieron sus frutos abundantes, buenos ¡pero tuvieron miedo! Caleb los contradice y se una a Josué para exhortar al pueblo a creerle a Dios, porque ¡Es Dios quién les dará la victoria!
Así que, ese día, Moisés me prometió solemnemente: “La tierra de Canaán, por donde recién caminaste, será tu porción de tierra y la de tus descendientes para siempre, porque seguiste al Señor mi Dios con todo tu corazón”.” (Josué 14:9, NTV)
Caleb recuerda lo que Dios le prometió por medio de Moisés y cuando Dios te da una promesa, cuando Dios te ha hablado de manera clara, ten por seguro que ¡lo cumplirá! pero tienes que conquistarla, tienes que luchar, esforzarte, quizá habrá caídas, pero levántate y sigue marchando.
Si dudas que Dios cumpla SU promesa, recuerda que como hijo Dios te ha heredado bendiciones, algunas costarán lágrimas, oración constante, pero como hijo debes saber que ¡Dios cumplirá SUS promesas!
Pues su Espíritu se une a nuestro espíritu para confirmar que somos hijos de Dios.” (Romanos 8:16, NTV)
Caleb recuerda que es Dios quién le ha hecho una promesa.
Sin embargo, mi servidor Caleb tiene una actitud diferente a los demás. Él se ha mantenido fiel a mí, por lo tanto yo lo llevaré a la tierra que él exploró. Sus descendientes tomarán posesión de la porción de la tierra que les corresponde.” (Números 14:24, NTV)
Sólo Caleb y Josué le creyeron a Dios por eso verían y entrarían en esa tierra prometida. Los 10 que no creyeron y la gente que les creyeron, no entraron en la tierra prometida.
Las únicas excepciones son Caleb, hijo de Jefone el cenezeo, y Josué, hijo de Nun, porque ellos han seguido al Señor de todo corazón”.” (Números 32:12, NTV)
excepto Caleb, el hijo de Jefone. Él verá la tierra porque siguió al Señor en todo. Les daré a él y a sus descendientes parte de esa misma tierra que exploró durante su misión”.” (Deuteronomio 1:36, NTV)
Dios por medio de Moisés ha prometido a Caleb la misma tierra que exploró, será para él y sus descendientes y ahora, años después, este veterano de la tribu de Judá, el más anciano y respetado de su tribu aceptó las palabras de Moisés y la tomó como apoyo para hacer su petición a Josué; Caleb no tiene que insistir mucho para que Josué recuerde los hechos.
»Ahora, como puedes ver, en todos estos cuarenta y cinco años desde que Moisés hizo esa promesa, el Señor me ha mantenido con vida y buena salud tal como lo prometió, incluso mientras Israel andaba vagando por el desierto. Ahora tengo ochenta y cinco años.” (Josué 14:10, NTV)
Caleb sabe que su vida se va apagando, debe tomar una decisión, en todos estos años la promesa de Dios estuvo resonando en su mente y corazón, hasta que se hace una pregunta ¿qué es lo que más deseo? hace un inventario de sus años, un resumen de lo que le queda pendiente y se da cuenta que lo que más anhela es que la promesa de Dios se cumpla y se dice ¡Ya tengo la promesa, ahora es tiempo de actuar! ¡conquistaré mi promesa!
Se da cuenta que todos estos años Dios lo ha mantenido con vida, con salud en en desierto y 38 años después de cumplida esa misión, han pasado plagas, fatigas, toda una generación murió, pero él sigue con vida. Déjame decirte algo, el que tenga oídos para oír que oiga ¡tú sigues con vida! ¡estás aquí! y quizá aún no has conquistado tus promesa, quizá te has confiado, olvidado, desanimado, pero la promesa de Dios sigue vigente para ti y para mi.
Dios lo mantuvo con vida, no fu la suerte, el destino, san fulano, su alimentación, medicina, ni los dioses falsos que algunos israelitas trajeron de Egipto ¡fue Jehová de los ejércitos!
Parecería que 45 años son muchos años para el cumplimiento de una promesa, mucho tiempo como para seguir creyendo que se cumplirá. Caleb esperó esos años, peregrinando en el desierto, luchando cada día, se cansaba, pero seguía adelante. Caleb tenía una fe sólida en su Dios, eso lo sostuvo en tiempos difíciles, cuando quería tirar la toalla, se acordaba de su promesa.
Estoy tan fuerte hoy como cuando Moisés me envió a esa travesía y aún puedo andar y pelear tan bien como lo hacía entonces. Así que dame la zona montañosa que el Señor me prometió. Tú recordarás que, mientras explorábamos, encontramos allí a los descendientes de Anac, que vivían en grandes ciudades amuralladas. Pero si el Señor está conmigo, yo los expulsaré de la tierra, tal como el Señor dijo».” (Josué 14:11–12, NTV)
Al tener más edad, vemos con más claridad la bondad y paciencia de Dios, en guardarnos, guiarnos, nos ha cuidado en esta vida frágil, SU paciencia ha sido grand al soportar lo mucho que le ofendemos. Caleb dice que está en condiciones de pelear, a sus 85 años tiene ánimo y vigor. La verdad es que ¡no tenía las mismas fuerzas! pero sí ¡la misma fe, confianza en su Dios!
Sin embargo, yo confío en que veré la bondad del Señor mientras estoy aquí, en la tierra de los vivientes.” (Salmo 27:13, NTV)
Esa fortaleza es fruto de la promesa que ha creído, Dios da con la promesa, las fuerzas para cumplirla. Caleb dice: ¡dame lo que el Señor me prometió! esa región que inspiró terror a los 10 espías es mía.
Este fue el informe que dieron a Moisés: «Entramos en la tierra a la cual nos enviaste a explorar y en verdad es un país sobreabundante, una tierra donde fluyen la leche y la miel. Aquí está la clase de frutos que allí se producen. Sin embargo, el pueblo que la habita es poderoso y sus ciudades son grandes y fortificadas. ¡Hasta vimos gigantes allí, los descendientes de Anac! Los amalecitas viven en el Neguev y los hititas, los jebuseos y los amorreos viven en la zona montañosa. Los cananeos viven a lo largo de la costa del mar Mediterráneo y a lo largo del valle del Jordán».” (Números 13:27–29, NTV)
Pero los demás hombres que exploraron la tierra con él, no estuvieron de acuerdo: —¡No podemos ir contra ellos! ¡Son más fuertes que nosotros! Entonces comenzaron a divulgar entre los israelitas el siguiente mal informe sobre la tierra: «La tierra que atravesamos y exploramos devorará a todo aquel que vaya a vivir allí. ¡Todos los habitantes que vimos son enormes! Hasta había gigantes, los descendientes de Anac. ¡Al lado de ellos nos sentíamos como saltamontes y así nos miraban ellos!».” (Números 13:31–33, NTV)
Caleb pide una región que está habitada y hay algunos gigantes pero él está decidido a conquistarla ¿Qué aprendemos de Caleb a esta edad? ¡Le sigue creyendo a Dios! Lo que sus ojos ven lo podrán asustar, pero sigue creyendo lo que Dios le ha dicho. Este monte es la promesa de Dios para Caleb, el mismo lugar que vio 45 años atrás.
Yendo al norte, atravesaron el Neguev y llegaron a Hebrón donde vivían Ahimán, Sesai y Talmai, todos descendientes de Anac. (La antigua ciudad de Hebrón fue fundada siete años antes de la ciudad egipcia de Zoán).” (Números 13:22, NTV)
Ahí vieron a los hijos de Anac que son gigantes, los otros 10 vieron lo difícil que sería conquistarla y es la misma zona que Caleb quiere tomar ahora, porque sabe que la promesa que le dio Dios, le dará las fuerzas, la estrategia para conquistarla.
Así como Dios me dio la promesa, se que con SU ayuda ¡conquistaré mi montaña! ÉL me la ha dado, todo depende de Su Soberanía, es ÉL quien puede derrotar cualquier gigante que tenga enfrente. Dios dame mi montaña. La ciudad más alta de la tierra prometida, en la que hay gigantes. Caleb no está pidiendo vacaciones, está decidido a cumplir el propósito de Dios que era ¡darles toda esa tierra a su pueblo!
Lo que hace viejo a una persona de cualquier edad ¡no es la edad! sino la actitud con que enfrenta la vida. Caleb tiene la actitud de querer cumplir la voluntad de Dios. Dios me dio esa montaña y yo aún no la he tomado. Caleb no estará satisfecho hasta no haber tomado lo que Dios ya le entregó en forma de promesa. Sabe que la voluntad de Dios se cumplirá por medio de él.
A los 85 años, en vez de estar pensando en su retiro, de buscar un lugar tranquilo para descansar y vivir el resto de sus días sembrando flores ¡decide pelear! decide conquistar la promesa que Dios le había dado pero él no se había decidido a tomar.
Pide entrar en la ciudad que llenó de miedo a muchos, pero ¡esa es su herencia! Caleb no se sentó a recordar el pasado, a vivir de recuerdos, está pensando en nuevos retos, listo para pelear otra batalla, no confía en sus fuerzas, sino en que Dios está con él. Está convencido que las promesas de Dios son la garantía que así será, los que pensaron que era imposible conquistar esa ciudad, quedaron en el desierto por su incredulidad, porque pensaron que era imposible y para ellos ¡Sí lo fue! pero no para Caleb, él se negó a creer lo que los demás dijeron, porque había decidido creer lo que Dios le dijo, porque sabía que Dios es el Dios de lo imposible.
Pues nada es imposible para Dios.” (Lucas 1:37, NTV)
Entonces Josué bendijo a Caleb, hijo de Jefone, y le dio Hebrón como su asignación de tierra. Hebrón todavía pertenece a los descendientes de Caleb, hijo de Jefone, el cenezeo, porque él siguió al Señor, Dios de Israel, con todo su corazón.” (Josué 14:13–14, NTV)
Josué que conocía la historia y los detalles lo bendice en público. Le da lo que pide. Dios sigue actuando por medio de Josué y su bendición era todo lo que Caleb esperaba para empezar a conquistar su promesa. Imagino el rostro alegre, orgulloso, la llama de la pasión encendida en su mirada, dispuesto a conquistar su promesa.
(Antiguamente Hebrón se llamaba Quiriat-arba. Llevaba el nombre de Arba, un gran héroe de los descendientes de Anac). Y la tierra descansó de la guerra.” (Josué 14:15, NTV)
Este verso nos dice Quiriat-arba era el nombre en honor a un guerrero conocido por su fuerza y estatura, pero uno más grande que ÉL acompañó a Caleb que la conquistó y le cambió el nombre. La tristeza es cambiada por alegría, la frustración por victoria, la derrota en triunfos. Dios premia la fidelidad de Caleb y le da la posesión de esta zona.
Por esa zona, años atrás había caminado Abraham, Isaac, Jacob, ahí murió Sara, después el rey David reina cerca de este lugar por 7 años.
Caleb recibió larga vida, nuevas oportunidades, tierra nueva para habitar y finalmente descansó. La tierra, el país y Caleb descansan de las guerras. Una promesa conquistada te da descanso.
Hay un descanso para ti, tu familia, la tierra, empresa, negocio, pero tienes que pelear para conquistarlo. Cuando Dios te da una promesa, espera que le creas y luches por esa promesa. La tierra, tu montaña, tu familia, la promesa ya te ha sido dada, que no te espanten los gigantes del desánimo, fallas, pecados, pruebas, toma tu montaña y créele a Dios, levántate y ¡conquista tus promesas!
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