Buscar al Señor como Refugio (2)

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Buscar al Señor como Refugio (2)

Salmo 3:1–3 NBLA
1 ¡Oh Señor, cómo se han multiplicado mis adversarios! Muchos se levantan contra mí. 2 Muchos dicen de mí: «Para él no hay salvación en Dios». (Selah) 3 Pero Tú, oh Señor, eres escudo en derredor mío, Mi gloria, y el que levanta mi cabeza.
Según la “perícopa” es una Oración Matutina de Confianza en Dios:

fue entonces cuando compuso este salmo de confianza: lloró y oró, lloró y cantó, lloró y creyó.

I. Comienza con un reconocimiento del problema:

Los adversarios se han aumentado:
Diccionario Strong de Palabras Originales del Antiguo y Nuevo Testamento (6862. צַר tsar)
tsar; de 6887; estrecho; (como sustantivo) lugar apretado (por lo general - problema);—adversario, aflicción, angosto, angostura, angustia, congoja, cubrir, enemigo, estrechamente, estrecho, humillar, reducir, tribulación.
“se levantan contra mí” (rebelión)
y dan una sentencia de “condenación” (no hay para él liberación, bienestar, salvación)

A. Los adversarios se han multiplicado.

Salmo 3:1 NBLA
1 ¡Oh Señor, cómo se han multiplicado mis adversarios! Muchos se levantan contra mí.
Este salmo fue escrito por David cuando huía de su propio hijo (Absalón).
Quizás no sería extraño que los filisteos, y otros pueblos de los alrededores se levantaran contra de David y el reino de Israel, pero el asombro del rey es por ver que su propio hijo se ha levantado como su adversario.
En este sentido, tenía un amigo menos y un enemigo más. además de toso lo que implica que su hijo quiera destronarlo.
2º Samuel 15:1–14 NBLA
1 Aconteció después de esto que Absalón consiguió un carro y caballos, y cincuenta hombres que corrieran delante de él. 2 Absalón se levantaba temprano y se situaba junto al camino de la puerta; y sucedía que todo aquel que tenía un pleito y venía al rey para juicio, Absalón lo llamaba y decía: «¿De qué ciudad eres?». Y este respondía: «Tu siervo es de una de las tribus de Israel». 3 Entonces Absalón le decía: «Mira, tu causa es buena y justa, pero nadie te va a escuchar de parte del rey». 4 Decía además Absalón: «¡Quién me nombrara juez en la tierra! Entonces todo hombre que tuviera pleito o causa alguna podría venir a mí y yo le haría justicia». 5 Y sucedía que cuando alguien se acercaba y se postraba ante él, él extendía su mano, lo levantaba y lo besaba. 6 De esta manera Absalón trataba a todo israelita que venía al rey para juicio. Así Absalón robó el corazón de los hombres de Israel. 7 Después de cuatro años, Absalón dijo al rey: «Le ruego me deje ir a Hebrón a pagar mi voto que he hecho al Señor. 8 »Pues su siervo prometió un voto mientras habitaba en Gesur, en Aram y dijo: “Si en verdad el Señor me hace volver a Jerusalén, entonces yo serviré al Señor”». 9 «Vete en paz», le dijo el rey. Y él se levantó y fue a Hebrón. 10 Pero Absalón envió espías por todas las tribus de Israel y dijo: «Tan pronto oigan el sonido de la trompeta, entonces dirán: “Absalón es rey en Hebrón”». 11 Con Absalón fueron 200 hombres de Jerusalén como invitados; fueron inocentemente, sin saber nada. 12 Y Absalón envió por Ahitofel el gilonita, consejero de David, desde Gilo su ciudad, cuando ofrecía los sacrificios. Y la conspiración se hacía fuerte porque constantemente aumentaba la gente que seguía a Absalón. 13 Entonces un mensajero vino a David y le dijo: «El corazón de los hombres de Israel está con Absalón». 14 Y David dijo a todos sus siervos que estaban con él en Jerusalén: «Levántense y huyamos, porque si no, ninguno de nosotros escapará de Absalón. Vayan de prisa, no sea que nos alcance pronto, traiga desgracia sobre nosotros y hiera la ciudad a filo de espada».

Padecía por su pecado en el asunto de Urías, pues éste era el mal por el que Dios le había amenazado con la rebelión de su misma casa (2 S. 12:11); pero no por eso perdió su confianza en el poder y en la bondad de Dios, ni desesperó de obtener su socorro. Incluso nuestro pesar por el pecado no ha de estorbar ni nuestro gozo ni nuestra esperanza en Dios.

2º Samuel 12:11 NBLA
11 »Así dice el Señor: “Por eso, de tu misma casa levantaré el mal contra ti; y aun tomaré tus mujeres delante de tus ojos y las daré a tu compañero, y este se acostará con tus mujeres a plena luz del día.
Otra conspiración (de Seba el benjaminita)
2º Samuel 20:1–2 NBLA
1 Y se encontraba allí un hombre indigno que se llamaba Seba, hijo de Bicri, el benjamita; y este tocó la trompeta y dijo: «No tenemos parte con David, Ni tenemos heredad con el hijo de Isaí; ¡Israel, cada uno a sus tiendas!». 2 Y todos los hombres de Israel dejaron de seguir a David, y siguieron a Seba, hijo de Bicri; pero los hombres de Judá permanecieron fieles a su rey, desde el Jordán hasta Jerusalén.
Otra conspiración (de Adonías, hijo de David y Haguit)
1º Reyes 1:5–7 NBLA
5 Entretanto Adonías, hijo de Haguit, se ensalzaba diciendo: «Yo seré rey». Y preparó para sí carros, hombres de a caballo y cincuenta hombres que corrieran delante de él. 6 Su padre nunca lo había contrariado preguntándole: «¿Por qué has hecho esto?». Él era también hombre de muy hermoso parecer, y había nacido después de Absalón. 7 Y había consultado con Joab, hijo de Sarvia, y con el sacerdote Abiatar, que respaldaban a Adonías.

B. Se levantan en contra y Desaniman

Salmo 3:2 NBLA
2 Muchos dicen de mí: «Para él no hay salvación en Dios». (Selah)

Pensaban que, puesto que le habían abandonado sus servidores y súbditos también Dios le había desamparado a él y había abandonado su causa y, por lo tanto, había que considerarle como un malvado y un hipócrita. Se esforzaban por sacudir la confianza que tenía él en Dios y llevarle a desesperar de recibir socorro celestial.

II. Demuestra su confianza en Dios

Salmo 3:3 NBLA
3 Pero Tú, oh Señor, eres escudo en derredor mío, Mi gloria, y el que levanta mi cabeza.

Con una profesión de su dependencia de Dios (v. 3). cuando sus enemigos dicen: «No hay para él salvación en Dios» (v. 2), él clama con tanta mayor seguridad (v. 3): «Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí para defenderme, ya que mis enemigos me rodean por todas partes; tú eres mi gloria y el que levanta mi cabeza». Si, en el peor de los casos, los hijos de Dios pueden levantar con gozo la cabeza, sabiendo que todo cooperará para su bien, reconocerán que es Dios quien les levanta la cabeza, dándoles motivo para alegrarse y corazón para regocijarse.