Platicas incómodas 4

Pláticas Incómodas   •  Sermon  •  Submitted   •  Presented
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Eres Hijo e Hija de Dios

Estamos estudiando la forma correcta de tener esas pláticas incómodas con las personas correctas. Hoy veremos el otro lado de la historia, cuando tú eres el juzgado ¿cómo respondes cuanto tienen esa plática incómoda contigo? debemos estar preparados porque todos en algún momento, alguien va a querer tener esa plática.
Cuando eres señalado ¡es difícil! Quizá alguien que aprecias te juzgó mal; te señaló por cómo educas a tus hijos, tu color o corte de cabello, forma de vestir demasiado femenina, por nada femenina, etc. Cuando te juzgan injustamente y no te dan oportunidad de responder, parecería que ¡no les importas! sólo te quieren hacer sentir incómodo.
Te acusan de algo en el trabajo y ¡eres inocente! Mientras se aclaran las cosas tu reputación ya se fue a la basura, porque la mentira cuando no mancha, tizna y tu nombre será asociado con eso por mucho tiempo.
¿Qué haces cuando te juzgan injustamente? ¿cómo respondes? esto es importante porque sentirte juzgado por mucho tiempo es peligroso.
Quizá conoces alguien que le sucedió y eso afectó su forma de ver la vida o de actuar. Cuando en la niñez te repiten algo por mucho tiempo ¡terminas creyéndolo! Y dudas de quién eres, de tus capacidades de poder triunfar, de casarte, tener familia, porque después de todo, si tu familia te dijo constantemente, que no triunfarías, no te casarías, etc. Lo llegas a creer.
Cuando te sientes juzgado y no lo procesas correctamente, es como si le dieras poder a esa persona que te juzga, porque no quieres ponerte a la defensiva ¡no hay forma de salir bien librado! te dicen: si no fueras culpable no estarías a la defensiva, quien nada debe, nada teme; si fueras una persona segura de ti mismo no te importaría lo que dicen de ti, etc.
Quien se siente juzgado puede actuar de formas peligrosas. Hay cristianos que no soportan el juicio cuando les dicen ¡a poco ya eres cristiano! ¡te crees mejor que yo sólo porque ya no tomas! Y eso sabes que no es verdad, pero para que vean que no es así, vas a querer demostrar que están equivocados y que salgan las serpientes bien helodias. Y harás lo que ellos quieren, les darás poder de manera que tomarás decisiones por lo que ellos dicen. Estar en la silla de los acusados es peligroso cuando no sabes qué hacer.
Y puedes dejas de ser lo que eres para convertirte en lo que ellos quieren que seas. Porque queda claro que lo que no puedes hacer más es ¡fingir que no te lastima! que no te importa, que no hay problema, no pasa nada y tragamos la herida y fingimos que no pasa nada.
Hacer eso es peligroso, cuando no lo confrontas y te niegas hacer algo, eso es como un cáncer que empieza a crecer por dentro y es una forma sutil de dar poder a la persona que te juzga falsamente. Pero ¿qué hacemos? no podemos cambiarlos, ni controlar lo que dicen. Demostrar que están equivocados es ponerse a la defensiva y eso dará la impresión que tienes algo que esconder, muestra inseguridad y quizá hasta valida lo que dicen.
¿Qué haces cuando no escuchan? ¿Cuando te das cuenta que les das poder sobre ti? A veces empiezas a actuar de manera diferente y piensas que quizá tienen razón y empiezas a compensar, haces cosas que nunca harías, sólo para que dejen de juzgarte injustamente ¿cómo salir de esa zona?
Pareciera que no hay salida ni esperanza. Si no eres cristiano y estás en esa búsqueda espiritual ¡qué bueno que estés hoy! Como seguidores de Jesús sabemos que ÉL entiende este dilema de maneras que ninguno de nosotros jamás lo podrá entender.
Jesús, nuestro Salvador, durante 3 años de su ministerio público estuvo rodeado de personas que lo juzgaron injustamente, lo acusaron de ser borracho, mentiroso, blasfemo, de romper las leyes de Dios, desviar a la gente, apoyar a Roma y después de querer traicionar a Roma. Lo acusaron de lo peor, de no entender las Escrituras, constantemente lo sentaron en la silla de los acusados, pero en todo su ministerio, nunca les dio poder sobre ÉL.
Al final de su ministerio, lo arrestan y acusan falsamente, tuvo un juicio injusto, lo declaran culpable y lo crucifican y muere por algo que nunca hizo. En medio de ese infierno, ese sufrimiento y agonía, Jesús, el acusado injustamente ¡nunca les dio poder sobre ÉL! Ni una sola vez ¿cómo hizo eso? ¿lo podemos hacer nosotros? ¿cuál es la lección que debo aprender? ¿lo pueden hacer los adolescentes, jóvenes, madres solas? ¿se puede hacer con la suegra, nuera? ¿es posible?
En la historia de hoy veremos cómo Jesús respondió. Pero antes, imaginemos ¿cómo pudo hacer reaccionado? De qué otra forma pudo tratar a quienes lo acusaron injustamente siendo ÉL, el Hijo de Dios y Dios mismo.
Jesús conoce el corazón de ellos, sabe lo que pensaban, todo lo que habían hecho en lo secreto; si tu supieras los secretos de quienes te acusan ¿cómo reaccionarías ante sus acusaciones? Jesús pudo decir: Pilato, me acusas de mentiroso, pero dime ¿qué me dices de los impuestos que no reportas a Roma?
Pudo decir a los líderes religiosos que lo acusaban injustamente ¡váyanse al infierno! y hubiera sido literal.
Cuando piensas lo que Jesús pudo hacer al ser acusado injustamente, si fuéramos nosotros ¡seguro lo habríamos hecho! Porque cuando nos acusan injustamente, a veces tenemos pláticas imaginarias en dónde los confrontamos delante de muchas personas, los humillamos y en un momento se paran delante de las personas, se arrodillan, nos piden perdón, lloran y te quedas feliz. Claro, todo eso pasa en tu mente.
Nuestro Señor Jesús tenía el poder que desearíamos tener para hacer lo que ÉL no hizo. Lo que vemos en los evangelios es que nunca usó su poder para lograr cosas personales y de alguna manera sabemos que tenía el derecho, la autoridad y poder para hacerlo. La mayor parte de su vida adulta fue juzgado injustamente y aún así no le dio poder a sus acusadores.
¿Cómo lo hizo? ¿podemos aprenderlo? ¡Claro que sí! Al escuchar la narración quizá reaccionarás como yo lo hice: “Dios, no sé si pueda hacer eso. Se oye bien, pero es idealista, difícil. Aparece en la Biblia pero no creo que funcione en mi oficina, con mis padres y definitivamente no funcionará con mi esposa o esposo”. Pero, si hay la forma de sacar algo positivo de lo malo de ser juzgado injustamente, ésta es la única manera.
Estudiaremos algo muy interesante, es la escena cuando Jesús es crucificado. No hay palabras, imágenes que puedan describir lo que sucedió; son muchas emociones. Lo hemos visto en películas, pero es una idea, porque no podemos entender los sonidos, olores, el clima, y cada uno hace una imagen mental de lo que pudo pasar. La narración más cronológica es la de Lucas, quien escribe después de entrevistar a muchos testigos.
La multitud observaba, (JESÚS ESTÁ AGONIZANDO Y SE QUEDAN A VERLO) y los líderes se burlaban. «Salvó a otros —decían—, que se salve a sí mismo si de verdad es el Mesías de Dios, el Elegido». Los soldados también se burlaban de él, al ofrecerle vino agrio para beber. Y exclamaron: «Si eres el rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!». (FALSO MESÍAS, MENTIROSO) Encima de su cabeza, colocaron un letrero que decía: «Este es el Rey de los judíos». (LA BURLA CONSTANTE) Uno de los criminales colgados junto a él se burló: (HASTA LOS CRIMINALES LO QUIEREN JUZGAR) «¿Así que eres el Mesías? Demuéstralo salvándote a ti mismo, ¡y a nosotros también!».” (Lucas 23:35–39, NTV)
Todo esto sucedió después de lo que Jesús dijo:
Jesús dijo: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Y los soldados sortearon su ropa, tirando los dados.” (Lucas 23:34, NTV)
¿Perdónalos, no saben lo que hacen? Jesús no te quiero contradecir, pero ¡te están matando! gracias a una acusación injusta y a un juicio corrupto. Por 3 años te han acusado injustamente, te han arrestado, golpeado, te arrastran a una loma y te clavan a una cruz. Creo que estás en negación; toda tu vida en esta tierra, a quienes tú creaste, y pudiste deshacer con una palabra ¡te están matando! y tus últimas palabras son: Padre, perdónalos, ¿porque no saben quién soy? Perdónalos porque están ciegos, engañados, si supieran quién eres y quién soy no harían esto.
Perdonémoslos porque son inseguros, se sienten amenazados, no tomemos en cuenta esto, porque hacen lo que creen que está bien, están actuando por miedo, inseguridad. Padre, sabemos que son pecadores y me han juzgado de manera injusta, pero aún así ¡no tomemos en cuenta este pecado! Porque nosotros tenemos el panorama completo, sabemos que no tienen idea de lo que han hecho.
Si hay alguna forma de tener una victoria, un final feliz es no darles poder sobre nosotros, la única manera de hacerlo es por medio del perdón.
Quizá digas: el problema es que a mí me juzgan a cada rato, cada vez que llego al trabajo, a la escuela, a la oficina, al entrar a la casa, la iglesia. Cuando me ven con mi novio, me juzgan por no tener mucho dinero, porque no cuido a mis hijos como ellos quieren , me juzgan diciendo que estoy en la iglesia equivocada; se que están mal, pero me duele cuando me juzgan injustamente.
Pero, sólo tienes 2 opciones: los perdonas o les das poder para que te lastimen. Si quieres tener victoria sobre esta situación, entonces hay una opción ¡el perdón!
En el libro de Marcos, vemos otra parte de la crucifixión de Jesús.
Entonces Jesús soltó otro fuerte grito y dio su último suspiro. Y la cortina del santuario del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.” (Marcos 15:37–38, NTV)
La cortina del templo dividía el lugar santo del lugar santísimo, el lugar más sagrado del templo. El sumo sacerdote podía entrar sólo una vez al año para ofrecer sacrificio por el perdón de los pecados del pueblo; ese día se conoce como YOM KIPPUR. YOM es día y KIPPUR es perdón.
La cortina medía unos 10 metros de alto y tenía unos 10 cm de grosor, para colgarlo se necesitaron más de 100 hombres; detrás de la cortina estaba el arca del pacto. La cortina representaba la separación entre Dios Santo y los hombres pecadores. Separación debido al pecado.
Cuando el sacerdote entraba a ese lugar le ataban una cuerda a la pierna, porque si había pecado, moría dentro del lugar santísimo y nadie podía entrara para sacarlo, si moría y no tenía la soga, esperaban hasta el año siguiente para sacarlo. Al entrar el sumo sacerdote llevaba un animal que ofrecía en sacrificio, los pecados del pueblo se ponían en el animal a cambio del perdón. Esto era una vez cada año.
Esta cortina es la que se rasga cuando Jesús exhala su último aliento, queriendo decir: la barrera entre Dios y los hombres que lo acusan injustamente ¡se ha quitado!
La Biblia dice que cuando Jesús murió hubo un gran terremoto. Quizá al caer el techo parte la cortina, en el momento que Jesús es juzgado injustamente, muere por cosas que nunca hizo y en ese momento Dios dice: a pesar de lo que merecen, a pesar de lo injusto que han tratado a mi Hijo, estoy abriendo la puerta para que puedan tener una relación conmigo, y esa puerta ¡nunca se cerrará otra vez! Todo esto sucede en el momento que el Hijo de Dios fue tratado de la peor manera posible.
Por esto que sucedió en la historia sabemos que puedes tener la victoria cuando eres juzgado de forma injusta o falsamente, y es ¡por medio del perdón! Sí hay manera de no darles poder sobre ti y es ¡perdonándolos! Sí hay una manera de evitar la complejidad de ser juzgado y querer probar que están equivocados o cuando te conviertes en algo que no eres, sí hay una salida y es a través del perdón.
El oficial romano que estaba frente a él, al ver cómo había muerto… ».” (Marcos 15:39, NTV)
Este soldado ha visto cientos de muertes, en la guerra, accidentes, asesinatos, en la cruz, pero al ver a Jesús dijo:
“… exclamó: «¡Este hombre era verdaderamente el Hijo de Dios!».” (Marcos 15:39, NTV)
En otras palabras ¡nos equivocamos! Matamos al hombre equivocado. Al verlo morir. No cuando vio cómo se defendió, no cuando Jesús expulsó a los vendedores con un látigo del templo, no cuando Jesús justificó su conducta, no cuando vio a Jesús discutir con los fariseos en la corte. Sino cuando vio cómo Jesús murió, ahí llega a la conclusión ¡hicimos mal, matamos al enviado de Dios!
Si hay alguna batalla que ganar, será por medio del perdón y así abrir la puerta a la relación con quienes nos juzgaron injustamente.
Quizá conoces historias de relaciones restauradas, y eso pasa cuando una de las personas, normalmente la que ha sido juzgada injustamente, busca acercarse con una actitud de perdón. Cuando te han juzgado injustamente, la manera de revertirlo y sacar algo bueno de todo eso es a través del perdón y abriendo la puerta a la relación. Es negarte a cerrar esa puerta, rehusar darle poder a la persona que te ha juzgado mal.
Así como nuestro Salvador me deja entrar a Su presencia y no cierra la puerta, eso haré con las personas que me juzgan injusta y falsamente. No cerraré la puerta y no guardaré amargura, no me convertiré en lo que quieren que sea, sólo para darles la razón. No actuaré siendo lo que no soy, sólo para probar que no tienen la razón.
Pelearé por seguir siendo quien soy y perdonaré porque es la única manera de estar en la silla de los acusados injustamente y no convertirme en lo que no quiero ser. Si crees que esto es para los super mega espirituales, escucha esto:
»¡Amen a sus enemigos! Háganles bien...” (Lucas 6:35, NTV)
No dice que ignoremos a los enemigos, sino que le hagamos el bien. No les avientes basura por face, insta, o a su patio. No digas cosas malas de ellos. Y decimos ¿no podemos ser sólo neutrales? ¿no es suficiente? Jesús dice ¡no! porque ignorarlos te mandará a un extremo no saludable. Estos versos no son por el bien de tu enemigo ¡son por tu bien! Por eso debes amarlos y hacerles bien.
¿Qué tal ignorarlos y no hacerles daño? ¡no! ¡ámalos! busca hacerles el bien. Y nuestra objeción puede ser ¡es que no van a cambiar! ¡no hará ninguna diferencia!
Nuestro Padre dice: ¡no quiero cambiarlos a ellos! ¡quiero protegerte a ti! Trato de cuidarte, enseñándote cómo actuar cuando te juzguen injustamente. Quiero enseñarte cómo no darles poder sobre ti. Y de ellos ¡YO me encargo! No te digo que los ames para que se sientan amados, sino porque es lo mejor que puedes hacer por ti mismo.
»… Presten sin esperar nada a cambio...” (Lucas 6:35, NTV)
¡Ah caramba! Esto ya es demasiado. No le presto dinero ni a mis amigos. Pero ahora, checa esto:
»… Entonces su recompensa del cielo será grande...” (Lucas 6:35, NTV)
¡Vaya hasta que oímos algo a nuestro favor! y que sea una gran recompensa por amar a mis enemigos. Si es dinero, pues mucho mejor. Aunque pensándolo bien, al perdonarlos ¡es como si ellos reciben una recompensa! Algo que no merecen. Jesús nos dice: ¡no! Tú eres el que recibe la recompensa, porque después de todo, serás tú el que esté bien cuando todo termine. No permitirás que ser juzgado te lleve a lugares no saludables, estarás de pie, serás justificado y tendrás recompensa:
»… Entonces su recompensa del cielo será grande, y se estarán comportando verdaderamente como hijos del Altísimo, pues él es bondadoso con los que son desagradecidos y perversos.” (Lucas 6:35, NTV)
Cuando eres juzgado por las personas, y dicen de ti que eres un religioso, muy liberal, tacaño, rudo, es como si ellos decidieran ¡quién eres tú! están diciendo: necesitas ser como yo: balanceado, inteligente.
Es tu Salvador y Señor Jesús te dice quién eres tú en realidad. Cuando haces esto, eres hijo, hija del Altísimo, porque Dios es bondadoso con los que son desagradecidos y perversos, con los ingratos y malvados. Si hay una forma de sacar una victoria en esos momentos, es a través del perdón.
Es abrir la puerta a la relación y rehusarse a darles poder y al perdonarlos, así reflejas que te comportas como un hijo de tu Padre Celestial.
Cuando eres juzgado injustamente lo más importante que puedes hacer como cristiano, lo que hagas aquí refleja al mundo que te rodea que Dios es real, es tu Salvador y eres hijo del Altísimo.
La forma como reaccionas cuando eres jugado injustamente, puede ser la oportunidad más grande de que tu familia, compañeros de trabajo, escuela, taller, empresa, vean a Jesús. Tu respuesta al ser juzgado injustamente puede ser lo que Dios use en la vida de otras personas de manera más poderosa de lo que tú puedes hacer en toda tu vida.
Esto lo sabemos porque así fue la respuesta de Jesús al ser juzgado injustamente, su forma de actuar lo preparó para ser el Salvador del mundo.
Si hay algo bueno que puedes sacar de ser juzgado injustamente es a través del perdón ¡eso dice Jesús!
Esto no es fácil, pero a fin de cuentas sí evitará que des poder a las personas que te juzgan. Cuando perdonas, defines lo que Dios dice que eres y lo que tú eres es ¡Un hijo, una hija de tu Padre Celestial!
Palabra de Dios
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