Jesús lava los pies de los discípulos

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El ejemplo de Jesús de servicio es nuestra meta, bajo la actitud de humildad.

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Jesús lava los pies de los discípulos

Juan 13:1–18
1Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. 2Y cuando cenaban, como el diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, que le entregase, 3sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba, 4se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. 5Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido. 6Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? 7Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después. 8Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo. 9Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza. 10Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos. 11Porque sabía quién le iba a entregar; por eso dijo: No estáis limpios todos.
12Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho? 13Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. 14Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. 15Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. 16De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. 17Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis. 18No hablo de todos vosotros; yo sé a quienes he elegido; mas para que se cumpla la Escritura: El que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar.

Introducción

En esta historia El Señor Jesús no solamente está enseñándonos la importante lección del servicio, pero también de la humildad y la sujeción.
Como iglesia tenemos una organización jerárquica con el propósito de dirigir el servicio a Dios con excelencia. Siendo la organización de máxima autoridad el gobierno de la iglesia, seguido por los lideres de las diferentes organizaciones.
Pero constantemente nos encontramos con personas que no desean sujetarse a nuestra autoridad, y tenemos que lidiar con su orgullo y rebeldía.
Sin embargo, el remedio para estos males es nuestro buen ejemplo de servicio y sujeción.

La humillación de Cristo

La noche del arresto de Jesús, cuando participaban de la pascua, El Señor dio su última lección a sus discípulos. Una lección que marcaría sus vidas.
Las diferencias sociales eran muy marcadas en la época de Jesús, siendo los romanos los de más alto nivel y los esclavos los de más bajo nivel.
Los que se podían permitir tener esclavos, los obligaban a lavar los pies de las personas que visitaban sus casas.
Lavarse era una costumbre tanto social como religiosa, por tanto era significativa para ellos.
Era inevitable que los pies se ensuciaran porque acostumbraban a usar sandalias y las calles eran polvorientas, mezclado con estiércol de animales.
Jesús y sus discípulos no tenían esclavo que les lavase los pies.
Por lo tanto, El Señor no comisionó a ninguno de sus discípulos, pudo haberle dicho a Judas que lo hiciera, pero lo hizo Él.
Lavó los pies incluso de Judas, sabiendo que lo traicionaría entregándolo con un beso.
El Señor no solamente estaba dando una lección de servicio, sino que de sumisión y humildad. Efesios 5:21Someteos unos a otros en el temor de Dios.

El orgullo de Pedro

Juan 13:8Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.
La actitud de Pedro parecería de consideración, pero más bien parece de orgullo, no dejarse lavar por el Señor.
El Señor estaba quitando la suciedad de los pies.
Pero Pedro no quería que El Señor corrigiese esa imperfección en su vida, quería seguir con la suciedad.
Es necesario corregir las faltas de nuestros hermanos con humildad y espíritu de servicio. Gálatas 6:1Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.
Si tomamos la actitud de Pedro, no querremos reconocer que tenemos esa falla, y preferiremos seguir igual, pero tomamos la actitud de los demás discípulos, que aunque con pena o vergüenza, dejaron que El Señor limpiara sus pies.
Si tenemos duda en la forma de actuar de algún hermano, hablemos con él para ayudarlo a corregir si está cometiendo alguna falta, con el propósito de edificar el cuerpo de Cristo.
Si eres tú el corregido, aprende a escuchar, quizá creas que no estás cometiendo alguna falta, o puedas justificar tus acciones. Se humilde, déjate corregir o procura evitar que tus acciones den un mal ejemplo.

Escogidos

Juan 13:18No hablo de todos vosotros; yo sé a quienes he elegido; mas para que se cumpla la Escritura: El que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar.
El Señor aclara que su ejemplo y enseñanza no es para todos, LOS ELEGIDOS la recibirán, pero los demás la rechazaran y no seguirán su ejemplo.
Dios quiera que los que estamos aquí renunciemos al orgullo, la arrogancia y clamemos misericordia a Dios para que seamos de sus elegidos.
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