LA FAMILIA: SU ORIGEN Y PROPÓSITO DE LA FAMILIA

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Introducción.

El día de hoy iniciamos la Serie: La Familia: La familia es una comunidad formada de padres e hijos, que se desarrolla conforme a las leyes biológicas naturales a base de la unión conyugal, pero no está fundada en el mero instinto animal del hombre ni en su mera decisión, pues la familia posee valores y principios éticos y espirituales conforme al propósito de Dios, los cuales no cambian a pesar de los cambios históricos que pueda experimentar la institución familiar.
Hoy trataré de hablarles sobre el Origen y Propósito de la Familia. Leemos en
Génesis 1:26–28 (RVR60)
26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. 27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. 28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
Este versículo marca el comienzo de la creación de la familia como parte integral del plan divino. En este verso, encontramos las primeras palabras de Dios a la humanidad, palabras que delinean el propósito y la bendición de la familia. Al reflexionar sobre este tema, buscamos comprender mejor el diseño divino para nuestra familia.
Durante nuestra vida buscamos preparamos durante años para una profesión, para una carrera, para un trabajo, en fin, para casi todo; pero para lo que no nos preparamos es para formar un hogar, para desarrollar una familia. El pasaje que hemos leído marca el comienzo de la historia humana y revela la intención de Dios al instituir la familia.

Oración Transicional

Les invito a que reflexionemos sobre el propósito y la bendición que la familia representa.

I. LA FAMILIA COMO UNIDAD FUNDAMENTAL DE LA SOCIEDAD.

En el Génesis observamos que Dios bendice a la humanidad y les dice que fructifiquen y se multipliquen. Esta bendición no solo es individual sino también colectiva, refiriéndose a la familia como la unidad básica de la sociedad. La familia no es una invención cultural, ni es producto de la evolución del hombre sino un diseño divino que precede a cualquier estructura social.
Antagonismo (lo contrario): La familia no debería ser considerada como la unidad fundamental de la sociedad; en cambio, la autonomía individual y la auto realización personal son más importantes.
Por eso la familia es el núcleo, la célula básica de la sociedad. Es en el seno familiar donde se construyen los cimientos de la moral, la ética y los valores, es en ella donde se heredan y se transmiten las costumbres y tradiciones. Cuando la familia florece, la sociedad florece; pero cuando la familia se desmorona, sin duda la sociedad se desmorona.
Dentro del diseño divino, la unidad y el apoyo mutuo son esenciales. La familia debe ser un lugar de refugio y fortaleza, es un lugar donde las cargas se comparten y los vínculos se fortalecen, la familia es donde cada miembro encuentra apoyo emocional y espiritual. Esta unidad no implica uniformidad, sino la celebración de las diferencias individuales.
Dios nos llama a mantener la unidad familiar y apoyarnos mutuamente, a ser pilares firmes y crear lazos indestructibles que actúa como un faro de luz en medio de las tormentas.
Ahora, ustedes y yo, y cualquiera que busca agradar al Señor, somos llamados a formar familias que reconstruyan el tejido social que está podrido por las prácticas egoístas y pecaminosas; familias donde se cultiven principios y valores bíblicos, donde se enseñe y se practique el temor del Señor.
¿Qué tipo de familia estamos formando?

II. SU PROPÓSITO ES REFLEJAR LA IMAGEN DE DIOS.

Génesis nos enseña que fuimos creados a imagen de Dios. La unidad en diversidad, la interdependencia y el amor mutuo en la familia son una expresión palpable de la naturaleza de Dios. En la familia, aprendemos sobre el amor incondicional, la paciencia y la importancia de vivir en armonía.
La imagen de Dios en el ser humano se entiende desde dos puntos de vista: su esencia y su función.
La imagen de Dios en cuanto a su esencia, nos habla de la capacidad que tenemos para relacionarnos con Dios. Dios nos ha estampado su imagen que le permite entablar una relación íntima con nosotros.
La imagen de Dios en términos de función, se alcanza a ver en que Dios colocó al ser humano en la tierra como su representante ante toda la creación. Es aquí donde la familia se convierte en un faro de luz y esperanza en medio de un mundo lleno de desafíos.
Antagonismo (lo contrario): La idea de reflejar la imagen de Dios en la familia es limitada y excluyente; la diversidad de estructuras familiares refleja mejor la complejidad divina.
La imagen de Dios en el ser humano se ve reflejada en su totalidad a través de la comunidad. Todo intento cultural o institucional de separar al varón de la mujer o de establecer dominio del uno sobre el otro atenta contra la existencia de la humanidad y contradice el mensaje del relato de la creación.
El ser humano recibió el privilegio y desafío de reinar sobre la creación. Este es un elemento adicional que lo distingue del resto de la creación. Esta responsabilidad implican autoridad y poder, pero no para explotarla hasta destruirla, sino para cuidar de ella porque es su hábitat.
Hermanos, tanto al varón como a la mujer se les estampó la imagen de Dios, y a ambos se les confió la responsabilidad y el privilegio de velar por la creación y de glorificar al Creador como sus representantes en la tierra.

III. SU PROPÓSITO ES SERVIR A DIOS Y A LA HUMANIDAD. Vv.28

Dios los bendijo. La palabra hebrea usada es berek. Este verbo tiene dos implicaciones.
La primera es dar un privilegio o regalo de algo que viene directamente de la mano de Dios. Así los animales acuáticos reciben el privilegio de reproducirse (v. 22). El hombre y la mujer son bendecidos para reproducirse y tener dominio sobre toda la creación (v. 28).
La segunda implicación es la exigencia de santidad. La bendición es un llamado al compromiso y la dedicación a Dios. Hemos dado mucha importancia a la primera implicación de la bendición y con facilidad decimos a otra persona: "Dios te bendiga". No está mal, pero ¿incluimos la implicación de "dedícate y conságrate al Señor"?
Antagonismo (lo contrario): La fe y el servicio a Dios no deben ser impositivos en la familia; cada individuo debería tener libertad para determinar su propio propósito y contribución a la sociedad.
La bendición y el propósito divino para la familia no se limitan a su propio beneficio, sino que tiene un propósito más amplio: servir a Dios y a la humanidad. La enseñanza de valores morales, el cuidado de los necesitados y la promoción del amor y la compasión son parte integral de la misión de la familia.
Cuando vivimos conforme a este propósito, nuestras familias se convierten en agentes que transforman al mundo, nuestra influencia se extiende más allá de nuestro hogar transformando comunidades y naciones.
La transmisión de valores éticos, la educación de la próxima generación en la fe y el amor de Dios, y el compromiso con el servicio desinteresado en la Iglesia y en la sociedad, son aspectos esenciales del propósito de la familia. Cuando vivimos según este propósito,
Hermanos, cumplir el propósito divino de la familia implica educar y formar a las generaciones futuras en la fe, en la justicia y en el servicio desinteresado. La familia, cuando se alinea con el diseño divino, se convierte en una fuerza positiva para transformar la sociedad y glorificar a Dios.

Ilustración:

El Jardín Familiar
Imaginemos un jardín donde cada planta representa a un miembro de la familia. Cada planta es única en su tipo, con diferentes colores, tamaños y aromas. A medida que las plantas crecen, enfrentan desafíos como la falta de agua, plagas y cambios climáticos. Sin embargo, el jardinero, que simboliza a los padres o cuidadores, está comprometido a nutrir cada planta para que florezca. Lo que nos enseña esta ilustración es que, aunque las plantas puedan enfrentar dificultades, el cuidado constante y la atención amorosa del jardinero les permiten crecer fuertes y saludables.
De manera similar, en la familia, el compromiso y el amor constante actúan como el agua que nutre las relaciones, superando los desafíos y permitiendo que cada miembro florezca en su singularidad, pero como parte del un mismo jardín.

Conclusión.

Hermanos y amigos, la familia no es un accidente de la evolución ni una casualidad biológica, la familia es un diseño divino con un propósito específico. Inspirémonos en el propósito original de la familia y esforcémonos por vivir de acuerdo con él. Que nuestros hogares sean lugares de amor, unidad y bendición, y los integrantes de nuestras familias sean dignos representantes de estas virtudes, llevando la luz de Dios a cada rincón de la sociedad. Que en la unidad familiar encontremos fortaleza para enfrentar los desafíos y ser testimonios vivientes del diseño divino que Dios nos ha confiado. Amén.
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