Hebreos 7:11-19 - Una Mejor Esperanza en Cristo

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Introducción

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, es un regocijo reunirnos una vez más en esta mañana para explorar las profundidades del libro de Hebreos. Nuestra serie de sermones expositivos, "Jesús es Mejor", nos ha llevado a descubrir la superioridad de nuestro Señor sobre los profetas, los ángeles, Moisés, Josué y el orden sacerdotal de Aarón.
En nuestro último sermón, profundizamos en la doctrina del sacerdocio de Jesucristo, un sacerdocio de un orden superior al sistema levítico. Descubrimos cómo este sacerdocio, según el orden de Melquisedec, nos ha abierto un camino directo a la presencia misma de Dios, declarándonos justos y otorgándonos paz.
Hoy, en los versículos del 11 al 19 de Hebreos 7, nos sumergiremos en un tema central de este libro: “"Una Mejor Esperanza". Este tema ha sido un hilo conductor desde los primeros capítulos de Hebreos. El autor inspirado nos recordó en Hebreos 4:8 sobre como en Jesucristo nosotros hemos entrado al reposo de Dios, un reposo muy superior al que Josue le dio a los Israelitas cuando conquistó la tierra de Canaán, tierra que solo era un anticipo del reposo eterno que Jesus ya gano para nosotros cuando entro como precursor al reposo eterno de Dios en gloria, ahora este reposo es nuestro por medio de la fe.
Hoy nos sumergiremos en tres realidades adicionales que destacan y confirman que nuestra esperanza en Cristo es incomparablemente superior. estas tres realidades son:
Un Nuevo Orden Inaugurado por Cristo (Hebreos 7:9-12): El sacerdocio de Aarón, aunque venerado en la historia de Israel, resultó ser temporal e imperfecto. La venida de Cristo marcó un cambio radical, dando paso a un nuevo orden y un nuevo pacto. Descubriremos cómo este cambio no solo afecta nuestra adoración sino también nuestra relación con Dios.
Una Vida Inmortal en el Nuevo Orden (Hebreos 7:11, Génesis 49:8–10, Salmo 89:3–4, Jeremías 23:5): La vida eterna, se convierte en una realidad para nosotros por la obra de Cristo. Su sacerdocio, según el orden de Melquisedec, trasciende las limitaciones terrenales y nos garantiza una vida inmortal. Examinaremos cómo esta realidad transforma nuestra perspectiva sobre el presente y el futuro.
Plena Comunión con Dios a través de Cristo (Salmo 51:16, Ro. 8:3): La ley ceremonial, aunque servía como sombra y tipo, demostró ser incapaz de llevar al creyente a la plena comunión con Dios. Analizaremos cómo Cristo, como nuestro sumo sacerdote, no solo cambió la ley sino que también abrió un camino directo hacia la presencia de Dios, permitiéndonos disfrutar de una comunión completa con El.
Hermanos, el Espíritu Santo espera que al considerar el sacerdocio de Cristo podamos descansar con toda confianza en que tenemos "Una Mejor Esperanza". Al aferrarnos a Cristo, agradecer por la nueva creación, reconocer la obsolescencia de la ley ceremonial, experimentar la plena comunión con Dios y anticipar la esperanza eterna, estamos llamados a vivir una vida arraigada en la seguridad de nuestro Salvador.
Amados, espero que el Señor use su palabra para fortalecer nuestra fe en Jesucristo, nuestra mejor esperanza y sumo sacerdote eterno. Oro para que en la medida que continuamos nuestra nuestro estudio del libro de hebreos, nuestra confianza en Él siga creciendo, y que vivamos cada día con la certeza de que en Cristo hemos encontrado la esperanza que trasciende cualquier otra. ¡
Que Dios nos bendiga abundantemente en esta reflexión y que nuestra fe sea fortalecida! Oremos y leamos Juntos la palabra de Dios.
Hebreos 7:11–19 NBLA
Ahora bien, si la perfección era por medio del sacerdocio levítico, (pues sobre esa base recibió el pueblo la ley), ¿qué necesidad había de que se levantara otro sacerdote según el orden de Melquisedec, y no designado según el orden de Aarón? Porque cuando se cambia el sacerdocio, necesariamente ocurre también un cambio de la ley. Pues aquel de quien se dicen estas cosas, pertenece a otra tribu, de la cual nadie ha servido en el altar. Porque es evidente que nuestro Señor descendió de Judá, una tribu de la cual Moisés no dijo nada tocante a sacerdotes. Y esto es aún más evidente, si a semejanza de Melquisedec se levanta otro sacerdote, que ha llegado a serlo, no sobre la base de una ley de requisitos físicos, sino según el poder de una vida indestructible. Pues de Cristo se da testimonio: «Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec». Porque ciertamente, queda anulado el mandamiento anterior por ser débil e inútil (pues la ley nada hizo perfecto), y se introduce una mejor esperanza, mediante la cual nos acercamos a Dios.
Veamos como en primer lugar:

1. Tenemos una mejor esperanza, porque un nuevo orden ha sido inaugurado por Cristo. Hebreos 7:11-12

Debemos recordar que el sacerdocio de Aaron fue establecido en el Exodo, esto fue después del encuentro de Abraham con el Rey y Sacerdote Melquisedec, quién pertenecía a una orden sacerdotal anterior a la de Aaron, David en el Salmo 110:4 retoma esta realidad para señalar como esta orden sacerdotal de Melquisec anticipaba un sacerdocio superior al de Aaron.
En la ley no hay referencia alguna, de que el orden de Melquisedec haya sido remplazado por el orden sacerdotal de Aaron. De manera que esta orden sacerdotal seguía vigente, era de un orden superior y Abraham lo reconoció, toda la nación de Israel debía reconocerlo, ya que por medio de su padre ellos ofrecieron a este sacerdote sus ofrendas y luego fueron bendecidos por él.
De esto se desprenden dos implicaciones importantes:
A. El Sacerdocio Levítico, no pudo traer la perfección. Esta palabra "perfección" (en griego, teleiōsis) significa en el contexto de esta carta "la culminación de los propósitos de Dios en la salvación de su pueblo”.
Los hijos Aaron no pudieron justificar a los hombres con Dios mediante los sacrificios que ofrecían, no pudieron traer la Shalom, la paz de Dios a su pueblo.
El sacerdocio Levítico fue introducido en la historia de Israel, posterior a Melquisedec como una sobra, como un tipo que anticipaba la manera en la que Dios nos abriría un camino para habitar con él en gloria. Este tipo no podía lograr la realidad, la perfección a la que apuntaba. Por lo tanto era un sacerdocio temporal e imperfecto.
Como pueblo de Dios necesitábamos un sacerdocio de un orden superior que pudiera llevar a cabo el propósito eterno de Dios de reconciliar con él a un pueblo, sobre la base de su perfecta justicia.
El Sacerdocio Levítico, no pudo entonces traer la perfección.
B. Otra implicación, es que toda las leyes dadas bajo el sacerdocio Arónico fueron temporales, en virtud de su oficio temporal e imperfecto.
En el Monte Sinaí, Dios estableció la ley ceremonial, mediante la cual el pueblo podía acercarse a la presencia de Dios por medio de los ritos que se establecieron bajo el sacerdocio de Aron. Israel para acercarse a Dios debía obedecer esta ley ceremonial, no podía tener comunión con Dios sino por medio de los ritos establecidos por Dios en su santuario temporal.
Es decir que si no hubiese existido el sacerdocio Arónico, tampoco hubiese existido la ley ceremonial.
Toda esta ley ceremonial establecida por Dios bajo sacerdocio Aronico, le daba esperanza al pueblo del antiguo pacto. Cuando Israel se acercaba al tabernáculo para entrar en la presencia de Dios, para ser bendecidos y santificados por medio del ministerio sacerdotal que Dios había establecido, podían aprecia por la fe que Dios estaba prometiendo abrir un camino para habitar en con El en gloria, este camino sería abierto por el mesías prometido quién vendría a cumplir con toda justicia y a ofrecer una ofrenda de expiación por el pecado del pueblo de Dios.
De este lado de la historia de la redención, ese camino prometido por Dios en la la ley ceremonial instituida bajo el sacerdocio de Aaron ya fue abierto por nuestro Señor Jesucristo. Por lo tanto, dice el autor de Hebreos:
Hebreos 7:12 NBLA
Porque cuando se cambia el sacerdocio, necesariamente ocurre también un cambio de la ley.
El sacerdocio de Aron fue pues una sombra que no pudo traer la perfección. Una vez vino la realidad a la que apuntaba este ministerio, una vez el tabernáculo de Dios verdadero vino a los hombres en la persona de Jesucristo, una vez que nuestro señor cumplió con toda justicia y ofreció su vida en sacrificio de expiación por nuestros pecados haciendo la paz con Dios, una vez que se levanto de la muerte y ascendió para ser coronado rey y sacerdote del tabernáculo celestial, trajo lo perfecto, todos los propósitos de Dios se cumplieron en él.
De manera que el ministerio de Jesucristo, siendo la realidad, una realidad a la que apuntaba el orden sacerdotal de Melquisedec, dio paso a un nuevo orden, un nuevo y mejor pacto, establecido sobre mejores promesas.
Este cambio de orden, dio paso a un cambio de ley ceremonial.
Hoy ya no nos acercamos a Dios por medio del sacerdocio de Aron, ni de acuerdo a las ordenanzas de culto del antiguo testamento, una vez venida la perfección, la realidad a la que apuntaba el sacerdocio de Aron, nuestra forma de adorar a Dios cambió naturalmente. La ley ceremonial del antiguo testamento esta obsoleta, regresar a ella y confiar que mediante el cumplimiento de estas leyes podemos acercarnos a Dios, es menospreciar lo perfecto y regresar a lo imperfecto.
Esta era la tentación que enfrentaba la iglesia a la que estaba dirigida esta carta y es la tentación que aun tenemos hoy nosotros, hasta el día de hoy existen ciertos grupos sionistas que presionan pretenciosamente al pueblo de Dios a regresar al orden Levítico. Hasta el día de hoy es intimidante observar las grandes catedrales y sus sacerdotes dispuestos para que la gente desvíe sus ojos de Cristo.
Amados, Dios no nos acepta hoy sobre la base de sacrificios hechos por hombres, no nos bendice por medio de una casta especial de hombres consagrados a él. No nos acercamos a Dios en un lugar especial de esta tierra al que llamamos templo santo.
Nos acercamos a Dios mediante Jesucristo.
Hemos visto cómo el sacerdocio de Cristo inauguró un nuevo orden. En este contexto, es crucial ahora explorar la segunda verdad:

2. Nuestra vida inmortal en este nuevo orden.

Para los Judíos era claro que el Mesías prometido por Dios debía venir de la familia de David.
Génesis 49:8–10 NBLA
»A ti Judá, te alabarán tus hermanos; Tu mano estará en el cuello de tus enemigos; Se inclinarán a ti los hijos de tu padre. »Cachorro de león es Judá; De la presa, hijo mío, has subido. Se agazapa, se echa como león, O como leona, ¿quién lo despertará? »El cetro no se apartará de Judá, Ni la vara de gobernante de entre sus pies, Hasta que venga Siloh, Y a él sea dada la obediencia de los pueblos.
Salmo 89:3–4 NBLA
«Yo he hecho un pacto con Mi escogido, He jurado a David Mi siervo: Estableceré tu descendencia para siempre, Y edificaré tu trono por todas las generaciones». (Selah)
Jeremías 23:5 NBLA
«Vienen días», declara el Señor, «en que levantaré a David un Renuevo justo; Y Él reinará como rey, actuará sabiamente, Y practicará el derecho y la justicia en la tierra.
Las genealogías de Jesus en Mateo y en Lucas dan testimonio de que así fue. Pero que Jesus sirva en el altar como sacerdote era contrario a la ley de Moisés, solo los descendientes de Aaron podía hacer esto.
Pero Dios, quien estableció la ley, tiene la autoridad para cambiarla. Una vez estableció a Jesus como sacerdote de acuerdo a su promesa, según el orden de Melquisedec, entonces cambio la ley. Ahora el sacerdote también es nuestro Rey, pero además es un sacerdote y un Rey que trascendió los cielos, que tiene una vida indestructible .
En Israel hubo una sucesión de reyes y sacerdotes, pero Jesus termino con esta sucesión para siempre cuando en el año 70 Israel fue asediado, el templo destruido y el pueblo de Israel se disperso, hasta el día de hoy este pueblo no tiene un rey, no tiene un templo, ni tampoco tiene un sumo sacerdote.
Se termino la sucesión de sacerdotes y reyes, porque Dios constituyo al rey que prometió a David y al sacerdote eterno según el orden de Melquisedec. Y lo estableció no de acuerdo a la ley, sino por su carácter santo.
Jesus vivió una vida de obediencia perfecta (Cumpliendo todas las demandas de la ley), Murió por los pecados de su pueblo (haciendo obsoletos los sacrificios de los sacerdotes), resucito de entre los muertos como victorioso y ascendió, trascendió los cielos y fue coronado en gloria rey de reyes y señor de señores, fue establecido como sacerdote eterno en el santuario celestial al cual entramos hoy por medio de la fe.
De manera que hoy ya no tenemos un reino terrenal, sino uno celestial y eterno, un reino indestructible, inmortal, eterno y tenemos además un sacerdote eterno por medio del cual podemos conocer a Dios y tener comunión con él eternamente.
Jesus por su perfecta Justicia nos hizo perfectos, lo que no podía hacer la familia de Aaron siendo ellos también pecadores. Y por el sacrificio de si mismo, nos reconcilio con Dios, ahora tenemos paz para con Dios. Nos podemos acercar a él con libertad en todo tiempo, en cualquier momento, en todo lugar donde invoquemos su nombre. Esto nunca paso en Israel.
Tenemos pues una mejor esperanza, porque un nuevo orden ha sido inaugurado en Cristo, uy en este nuevo orden recibimos en unión con él, una vida inmortal y en tercer lugar:

3. Tenemos una mejor esperanza porque en Cristo tenemos hoy plena Comunión con Dios

Hoy no estamos esperando como lo hacía Israel en el A.T. a uno que nos justifique y nos reconcilie con Dios, como lo anticipaba la ley. Ahora esa esperanza de Israel es nuestra en Jesucristo, por medio de él tenemos acceso completo a Dios, el Espíritu ahora mora con nosotros, todos podemos acercarnos a Dios y conocerle, desde el mas pequeño de nosotros hasta el mayor, puede conocer a Dios y disfrutar de él.
Ahora ya no adoramos a Dios esperando en su promesa, sino que le adoramos en la realidad, en Espíritu y Verdad.
Y lo que nos aguarda es una mejor esperanza, porque en unión con Cristo un día también triunfaremos sobre la muerte y viviremos para siempre, somos herederos de una vida indestructible, tenemos ya la esperanza de una vida eterna que fue inaugurada con la resurrección y exaltación de Cristo en gloria.
Dice Hendriksend: Aunque la esperanza estaba presente durante al era del sacerdocio levítico, después del sacrificio de Cristo dicha esperanza ha tomado una nueva dimensión. El escritor habla de una esperanza mejor en el sentido de que es una esperanza verdadera, viva, nueva y perfecta. Es la esperanza que el creyente tiene en Jesucristo a través de su evangelio. Y esa buena noticia para el creyente—perdón de los pecados, vida eterna, y entrada al cielo—constituye la esperanza mejor que supera a “la reglamentación anterior”…… …… El creyente ya no necesita acercarse a Dios por medio de los servicios de un sacerdote mortal. Puede ir directamente a Jesucristo, ya que por su mediación tiene acceso directo al torno de gracia (4:14–16). Su esperanza, por lo tanto, está centrada en Jesucristo, su Salvador y Señor.
La ley era “débil e inútil”. Era incapaz de quitar la maldición que Dios había pronunciado sobre la raza humana; no podía efectuar la salvación eterna del creyente. David dio testimonio de lo inadecuado de los sacrificios de animales cuando confesó su pecado a Dios:
Salmo 51:16 NBLA
Porque Tú no te deleitas en sacrificio, de lo contrario yo lo ofrecería; No te agrada el holocausto.
El mandamiento era externo y correspondía a los deberes que cumplían los sacerdotes; pero ademas era incapaz, de llevar al creyente ante la presencia de Dios.
Lo que la ley no podía hacer, ya que no puede perfeccionar nada (Ro. 8:3), Jesús lo hizo por medio de su sacrificio perfecto en la cruz: él abrió el camino hacia Dios. En su capacidad de sumo sacerdote, Jesús, al entrar en el Lugar Santísimo en el tabernáculo celestial, del cual el tabernaculo terrenal era una sombra, reconcilió a Dios y al hombre. Por consiguiente, el creyente tiene plena comunión con Dios.
Conclusión:
Hermanos y hermanas, hoy hemos explorado las maravillas del sacerdocio de Cristo y la "Mejor Esperanza" que tenemos en Él. En este pasaje de Hebreos, se nos revela que en Cristo hay un nuevo orden, una vida inmortal, y plena comunión con Dios. ¿No es asombroso?
Recordemos, en nuestra vida cotidiana, no nos acercamos a Dios a través de rituales obsoletos, sino mediante el único Sumo Sacerdote, Jesucristo. Él no solo cambió el orden y la ley, sino que abrió un camino directo hacia la presencia de Dios, permitiéndonos disfrutar de una comunión completa.
Entonces, amados, ¿cómo respondemos a esta "Mejor Esperanza"?
Aferrándonos solo a Cristo por medio de la fe: A lo largo de esta serie en Hebreos, hemos visto que Jesús es mejor. No solo es mejor, sino el único mediador entre Dios y los hombres. En medio de desafíos y tentaciones, mantengamos nuestra mirada en Jesucristo. Él es nuestro único y suficiente Salvador.
Siendo agradecidos por la Nueva Creación en Cristo: El nuevo orden inaugurado por Cristo nos ha llevado a una nueva creación. Somos un pueblo del nuevo pacto, justificados y reconciliados con Dios. Agradezcamos a Dios por el don de esta nueva realidad y vivamos de acuerdo con nuestra identidad en Cristo.
Recordando que la Ley Ceremonial del A.T está obsoleta: Con la llegada de Cristo, la ley ceremonial del Antiguo Testamento ha perdido su vigencia. No volvamos a prácticas y rituales obsoletos para acercarnos a Dios. En cambio, acerquémonos a Dios directamente a través de Jesucristo, nuestro sumo sacerdote y rey eterno.
Cultivando una íntima y plena Comunión con Dios: Jesucristo, nuestro sumo sacerdote, ha reconciliado completamente a Dios y al hombre. Ahora, como creyentes, disfrutamos de una comunión plena y directa con nuestro Creador. Aprovechemos esta oportunidad para buscar a Dios, orar, adorar y vivir en constante relación con Él. La comunión resulta en santificación progresiva que nos prepara para el reino eterno de Dios.
Anticipando la Esperanza Eterna que tenemos en Cristo: Esta esperanza no es solo para esta vida, sino para la eternidad. Anticipemos con alegría la vida eterna que nos espera, donde triunfaremos sobre la muerte y viviremos en la presencia de Dios para siempre. Dejemos que esta esperanza inspire y guíe nuestras vidas en este presente mundo malo.
Que estas reflexiones nos motiven a vivir con mayor confianza en Jesucristo, nuestra mejor esperanza y sumo sacerdote eterno. Que nuestra fe en Él sea firme, y que continuemos creciendo en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
Oremos.
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