Llamados a la santidad

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El llamado a la santidad es una responsabilidad que debemos cumplir como cristianos, y es la evidencia del genuino nuevo nacimiento.

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Llamados a la santidad

1 Pedro 1:14–16
14como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; 15sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; 16porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.

Introducción

La santidad es uno de los atributos de Dios y somos llamados a ser santos como lo es Él.
La palabra santidad proviene del hebreo “Qodesh” y significa separado o elegido. Un ejemplo es este templo, que ha sido apartado para darle culto y adoración a Dios.
Somos llamados santos cuando somos limpios de pecado, ahora ya no pertenecemos al mundo y al pecado sino que somos apartados para Dios.
Somos santificados por la sangre de Cristo cuando lo aceptamos como Señor y Salvador: Hebreos 13:12Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta.
El pecado es muerte, suciedad, maldad y dolor, pero la santificación es vida, limpieza, pureza y bondad.
Por tanto, la santificación es totalmente contraria y opuesta al pecado.
Quien ha nacido de nuevo aborrece el pecado y ama la santidad.
Su vida se rige en procurar agradar a Dios, pues ha sido santificado y no desea más la suciedad del pecado.

Hijos obedientes

Vivir en el pecado es estar alejado de Dios, ajeno a la ciudadanía del reino de Dios y de la familia de Dios. No es hijo de Dios quien ama el pecado, la Biblia dice que es hijo de ira.
Efesios 2:3entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.
Pero en Cristo, somos constituidos hijos de Dios. Juan 1:12Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
El apóstol Pedro revela que una de las características que identifica a los hijos de Dios es la obediencia:
1 Pedro 1:14como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia;
La obediencia es escuchar, conocer, aprender y practicar la Palabra de Dios.
Por tanto la obediencia está vinculada a la santidad porque si obedecemos a Dios, estaremos rechazando el pecado.
Quizá pensemos que estamos en santidad porque no vivimos en mundanalidad o vicios.
Pero hay pecados que corrompen la santidad que pocas veces tomamos en consideración.
Efesios 4:25–32Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo. El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad. Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.
La carne es orgullosa, envidiosa, maliciosa y perversa, ama la mentira, las palabras corrompidas, es por eso que los que no han renunciado a la carne les gusta estar en pleitos, chismes, rivalidades, envidias.
Estas actitudes corrompen la santidad y manifiesta a los que no son hijos de Dios.

Sed Santos

1 Pedro 1:15sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;
Aunque al aceptar a Cristo somos santificados, somos llamados a perseverar en esa santidad, pues aun tenemos lucha con la carne.
La santidad es más que una apariencia religiosa, es una transformación del carácter y personalidad semejante a Cristo, manifestado en un buen testimonio.
Los fariseos eran expertos en aparentar santidad, pero Jesús que conoce los corazones los confrontaba:
Mateo 23:27¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia.
La santidad se manifiesta en primer lugar en nuestro carácter, personalidad y modales.
La santidad nos conduce a que seamos luz en las tinieblas, sal de la tierra y no vinagre.
Perseverar en santidad requiere esfuerzo, dedicación, disciplina, no consiste en hacer buenas obras eventualmente para compensar las faltas, es amar la vida en santidad porque es la naturaleza de Dios.
Colosenses 3:1–3Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.

Incapacidad humana

Aun cuando hemos nacido de nuevo, siempre lucharemos con la naturaleza pecaminosa de nuestra carne.
La diferencia entre el santo y el impío es que el santo siente dolor cuando comete pecado, mientras que el impío se complace en hacerlo y no siente ningún arrepentimiento.
Pero en Cristo tenemos la ventaja de que hemos sido liberados del pecado, por lo tanto ya no somos esclavos, tenemos la fuerza de Cristo para vencer y el dominio propio. 2 Timoteo 1:7Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
La capacidad para vivir en santidad proviene de Dios, sin Cristo somos totalmente incapaces para vivir en santidad. No podemos jactarnos.
De manera que aquella persona que le es imposible vencer el pecado, debe evaluar si realmente ha tenido un genuino nuevo nacimiento.
2 Corintios 5:17De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
La nueva naturaleza en Cristo nos hace comprender que el pecado es desagradable y la santidad agradable.

Conclusión

Cuan importante es esforzarnos para vivir en Santidad, pues es la naturaleza del salvo.
Hebreos 12:14Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
En el inicio de este año, El Señor nos hace un llamado a vivir en santidad, firmes en los caminos del Señor, renunciando a todo orgullo, rencor, ira, amargura que mancha nuestra vestidura de santidad, y ha vivir una vida santa conforme al propósito de Dios.
Eclesiastés 9:8En todo tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte ungüento sobre tu cabeza.
Vale la pena renunciar al pecado, aunque ahora requiera esfuerzo y limitaciones, la recompensa será gloriosa, nada comparado con los placeres de este mundo.
Apocalipsis 7:9Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos;
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