Un Oyente Experto, Juan 10:1-18, 25-29.

El Verdadero Seguidor de Jesús  •  Sermon  •  Submitted   •  Presented
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Características del discípulo oyente experto.

Notes
Transcript
Introducción:
Vivimos en un mundo de mucho ruido...
Voces del mundo…
Voces de amigos y conocidos…
Voces del enemigo…
Voces del mismo ser propio…
Letras de la canción “El Libro de las Segundas Opiniones”:
Bueno, la iglesia se reúne porque tenemos un problema
Hay mucha inspiración flotando estos días.
Palabras que pintan un cuadro bonito pero que no las encontrarás en las Escrituras
Eso es porque todos son del libro de las segundas opiniones.
Bueno, dirán: sigue tu corazón a donde te lleve
Sólo deja que esa pequeña voz dentro de ti muestre el camino
Supongo que la pregunta del millón, ¿es tu corazón o tu indigestión?
Porque se sabe que el corazón desvía al tonto
Diremos que todo sucede por una razón
Y sólo para darle un giro inteligente a nuestras tontas costumbres.
Y los he oído decir que el Señor no te dará nada que no puedas manejar.
Pero la verdad es que no podemos manejar nada sin Él.
Pero dices que no tengo que cambiar porque así soy
Tengo todas las pruebas que necesito aquí en mi Eneagrama
Puedo decirme a mí mismo que siempre se ha tratado de mí, así que dame amor propio y positividad.
Pero todas las buenas vibraciones del mundo nunca harán latir un corazón muerto.
Bueno, el mundo podría decirte que todos los caminos conducen al cielo.
Bueno, a eso sólo hay una cosa que me gustaría decir
Hay un trono y no estoy en él, una roca sólida y estoy sobre ella
Y Jesús es la verdad, la vida, el camino.
No es difícil engancharse al libro de las segundas opiniones.
Preferimos vivir nuestras propias verdades, no nos digas qué hacer, solo lo que queremos escuchar.
Pero ya es hora de que volvamos nuestro interés a la palabra de Dios en lugar de Pinterest.
Y por fin cerrar el libro de las segundas opiniones.
Cada seguidor de Cristo debe aprender a realmente escuchar a Jesús porque revela dos marcas claves de su vida.

El verdadero seguidor de Jesús le escucha porque le pertenece, vs: 1-8, 26-27.

Juan 10:1–8, 26-27 (RVR60)
De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.
Esta alegoría les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les decía. Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas… pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,
El uso de la palabra “oye” en el texto tiene el significado de escuchar, de prestar atención, no solo el oír— sonido llegando al oído, sino verdades llegando a la mente y el corazón.
Jesús describe la situación de los rediles en su día. El pastor los guardaba en el redil de noche junto con otros rebaños, y los guardaba el portero.
Las ovejas escuchan la voz de su pastor porque hay una relación.
No escuchan a otros porque no los conoce, vs: 3-5, 14.
Sólo los pastores podían entrar al redil y sacar sus ovejas porque los conocía el portero, dejándolos entrar.
Si no eran pastores, la única forma de entrar era por encima de la pared.
Los que entraban así era ladrones y malhechores.
Las ovejas reconocen la voz de su pastores y los siguen, pero huyen de todo aquel quien no es su pastor.
Los fariseos no creían a Jesús, por lo tanto no eran sus ovejas, vs: 25-26.
Esta interacción de Jesús con los fariseos viene luego de la excomulga de la sinagoga de un hombre quién Jesús había sanado.
Los fariseos lo expulsaron de la sinagoga por por insistir que Jesús venía de Dios, y que ellos también deberían creer.
Esencialmente, los fariseos, quienes tenían el deber de pastorear al pueblo, eran los extraños, los asalariados que no le importaba la gente, y la gente nos los seguía.
Por ende, la declaración de Jesús de ser el Buen pastor vuela en la cara de los fariseos.
El pastor los conoce, cada oveja, por nombre, vs: 3. Jesús conoce a cada uno, hasta lo más profundo de su ser.
Ilustración: VIDEO— La Voz del Pastor.
Aplicación: El cristiano tiene que decidir a quien prestar atención y escuchar.
Al escuchar los engaños y mentiras del enemigo disfrazadas de algo lindo,
Encontramos nuestro auténtico ser cuando escuchamos lo que Su Palabra tiene que decir de nosotros.

El verdadero seguidor de Jesús le escucha porque le confía, vs: 9-18, 28-29.

Juan 10:9–18 (RVR60)
Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas.
Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.
Juan 10:28–29 (RVR60)
y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.
Le confía porque los cuida, Jn. 10:11-13.
Jesús cambia la imagen en el vs: 9 y describe el lugar en el campo donde los pastores guardaban sus ovejas. El pastor se sentaba a la entrada del redil cercado y usaba su cuerpo como puerta.
El asalariado del vs: 12, Jesús podría identificar como los fariseos.
Le confía porque se sacrificó por ellos, Jn. 10:15, 17-18.
Juan 10:15, 17-18 (RVR60)
así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas… Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.
Le confía porque les puede asegurar su seguridad, Jn. 10:10, 28-29; Sal. 23:4; 2 Tim. 1:12.
Juan 10:10, 28-29 (RVR60)
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia… y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.
Salmo 23:4 (RVR60)
Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
2 Timoteo 1:12 RVR60
Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día.
Este escuchar confiada impulsa a la acción “me siguen”, Jn. 10:4, 27.
Juan 10:4, 27 (RVR60)
Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz… Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,
El decidir oír es decidir seguir. La decisión de oír es decisión de seguir, Jn. 10:5, 8b.
Juan 10:5, 8b (RVR60)
Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños… Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas.
El oír activo obedece a Jesús, Luc. 6:46-49; Sant. 1:22-25.
Lucas 6:46–49 RVR60
¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante. Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca. Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa.
Santiago 1:22–25 RVR60
Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.
Ilustración: Daniel en el foso de los leones.
Aplicación:
Ilustración: Mandando a los hijos, la evidencia que escucharon lo que se les mandó es que están haciendo aquello que se les mandó. Parábola de la obediencia- Chuck Swindoll.
Supongamos que usted trabaja para mí. De hecho, usted es mi asistente ejecutivo en una compañía que crece rápidamente. Yo soy el propietario y estoy interesado en que mi empresa se extienda hasta el extranjero. Para llevar a cabo esto, hago planes de viajar al extranjero y permanecer allí hasta establecer la nueva sucursal de la empresa. Hago todos los arreglos para llevar a mi familia conmigo a Europa durante seis u ocho meses, y lo dejo a usted encargado de la organización activa en los Estados Unidos de América. Yo le digo a usted que le escribiré regularmente y le daré indicaciones e instrucciones. Yo me voy y usted se queda. Pasan los meses. Yo despacho una serie de cartas desde Europa, y usted las recibe en la sede central de la compañía. Yo le explico a usted todas mis expectativas. Finalmente regreso. Pronto, después de mi llegada, voy en mi coche hasta la oficina. ¡Me quedo aturdido! El pasto y los xuxos han crecido mucho. Unas cuantas ventanas del lado de la calle están rotas. Entro en la sala de la recepcionista, y la veo que se está arreglando las uñas, que está masticando chicle y oyendo la música de su emisora favorita. Miro alrededor y noto que las cestas de los papeles desbordan, la alfombra tiene una apariencia de que hace semanas no la han limpiado, y parece que nadie se preocupa por el hecho de que el propietario ha llegado. Pregunto dónde está el encargado, y alguien que está en el apiñado salón social señala hacia el fondo de dicho salón y grita: “Creo que él está allí”. Perturbado, me dirijo hacia ese lugar, y choco con él cara a cara en el momento en que está terminando un partido de ajedrez con nuestro jefe de ventas. Le pido que entre en mi oficina (que temporalmente se ha convertido en sala de televisión para ver las telenovelas de la tarde). —¿Qué es lo que pasa aquí, hombre? —¿Qué me quiere decir usted, Charles? —Bueno, ¡mire cómo está esto! ¿No ha recibido usted ninguna de mis cartas? —¿Cartas? ¡Ah, claro, las recibí todas! De hecho, Charles, desde que usted se fue, hemos tenido estudio de cartas todos los viernes por la noche. Incluso hemos formado pequeños grupos con el personal para discutir las cosas que usted ha escrito. Algunas de esas cosas han sido realmente interesantes. Usted se sentirá realmente complacido al saber que algunos hemos aprendido de memoria algunas de sus declaraciones y párrafos. ¡Hay uno o dos que han aprendido una carta entera, o dos! ¡Hay buen material en esas cartas! —Está bien; usted recibió mis cartas, las estudió y meditó en ellas, las discutió y hasta las aprendió de memoria. ¿Pero qué hizo con respecto a ellas? —¿Qué hice? ¡Ah, no hicimos nada con respecto a ellas! ¿Le parece a usted un poco conocida esta situación? [Chuck Swindoll, Desafío A Servir, Editorial Betania, 1983. Pgs. 165-166.
Aplicación:

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