Romanos #1: El evangelio es Cristo
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Introducción
Introducción
Después de uno de los sermones de D. L. Moody, un hombre bastante educado se acercó a él y dijo: “Discúlpeme, pero usted incurrió esta noche en once errores de gramática”. Con una réplica amable y graciosa, Moody le dijo: “Es muy probable que lo haya hecho, Mi educación temprana tuvo muchas imperfecciones, pero yo he puesto toda la gramática que conozco al servicio del Maestro, ¿qué me dice de usted?” En otra ocasión un hombre se acercó al señor Moody y dijo: “No me gusta su invitación, no creo que sea la forma correcta de hacerlo”. “Aprecio su comentario”, respondió Moody. “Yo también me he sentido siempre incómodo al respecto, me gustaria conocer una forma mejor de hacerlo. ¿Cuál es su metodo para invitar personas a Cristo?” “No tengo un metodo”, contestó el hombre. “Entonces me gusta más el mio”, dijo el evangelista. Sin importar cuáles puedan ser nuestras limitaciones, cuando Dios nos llama por su gracia, El también nos llama a su servicio.
Cita bíblica:
Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras, acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos, y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre; entre las cuales estáis también vosotros, llamados a ser de Jesucristo; a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
I. Antecedentes
I. Antecedentes
Pablo escribe la carta en el año
II. Contenido
II. Contenido
El evangelio prometido en las Escrituras
El evangelio del Señor Jesucristo fue prometido antes en las Escrituras. En Genesis 3:15 encontramos lo que se conoce como el protoevangelio. Es la promesa de que habría de venir alguien. La promesa está en las Escrituras. Cuando Pablo utiliza la Palabra Escrituras, está haciendo referencia al Antiguo Testamento, es lo que se conocía como las santas Escrituras.
Isaías es alguien que predica el evangelio en Isaías 1:18 y también en los capítulos 53 y 55.
Pedro nos recuerda que los profetas profetizaron de la gracia a los cristianos e inquirieron e indagaron diligentemente acerca de esa salvación escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo (1 P. 1:10-12).
El evangelio trata del Hijo
Pablo nos declara de que el Evangelio del que fue hecho ministro es el evangelio que trata del Hijo. Las promesas dadas en el Antiguo Testamento son las promesas sobre Cristo.
Con naturaleza humana
Isaías 7:14 es la promesa del que nacería de una virgen. Mateo 1:18-25 confirma este acontecimiento.
El ser del linaje de David le da derecho al trono (Is. 9:7; 11:1, 10; Jer 2:5; 30:9), pero el que merecía el trono por ley murió por los pecados de todo el mundo y luego resucitó de entre los muertos.
En Juan 1:1 encontramos también la mención de naturaleza humana posterior a la naturaleza divina.
Con naturaleza Divina
Jesucristo es plenamente hombre y plenamente Dios. No hay forma de decir que él es menos hombre que Dios. La Cristología de Pablo es mostrar a Jesús como hombre y como Dios.
Cuando menciona que fue declarado Hijo de Dios según el poder del Espíritu en la resurrección, no indica que ahí inició su divinidad, sino que desde ahí podemos partir en el entendimiento de que él es el Hijo de Dios. Ahí comienza nuestro conocimiento, pero su divinidad es eterna.
Con poder de salvación
Él tiene toda la autoridad para salvar a quien le plazca, no hay nadie a quien él no podría salvar. Es por Cristo que recibimos la gracia y el ministerio, es solo por gracia que nos mantenemos en presencia del Redentor.
Un detalle muy interesante es que hemos sido salvados para obediencia, la obediencia es respuesta, debemos responder a esa gracia.
Aplicación
Aplicación
Este es el Hijo de Dios e Hijo del Hombre quien fue levantado de entre los muertos por el poder del Espíritu Santo fue nuestro Señor Jesucristo, como lo declara Pablo. Jesús significa Salvador, Cristo significa El Ungido, y Señor significa gobernador soberano. Él es Jesús porque salva a su pueblo de su pecado. Es Cristo porque ha sido ungido por Dios como Rey y Sacerdote. Es Señor porque Él es Dios y el gobernador soberano del Universo.
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