Capítulo 15: La muerte del rey

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El rey de los judíos (Marcos 15:1-16)

Ya ha pasado la medianoche después del arresto de Jesús, pero los eventos siguen corriendo. Los miembros del Sanedrín se pusieron de acuerdo y llevaron a Jesús atado hacia Pilato muy temprano en el día de la Pascua. Pilato era el gobernador de Judea (que incluía Jerusalén, y era el que tenía que debía rendir cuentas al emperador romano sobre las ocurrencias en la provincia. Le dieron una breve explicación de quién es Jesús. Aunque los sacerdotes ya lo habían presentado, Pilato decide preguntarle directamente a Jesús si él es el rey de los judíos. Aunque es difícil escribir la entonación del griego original, hay un tono de incredulidad. Pilato mira a Jesús con duda, y no puede creer que los líderes religiosos principales de la región estén tan alarmado por alguien que no tiene apariencia de líder, ni carisma.
Jesús contesta la pregunta con ambigüedad. Es la misma respuesta que le dio al Sanedrín. Jesús no niega su realeza, pero tampoco la declara. Posiblemente Jesús está consciente que si lo afirma delante del gobernador, su ejecución sería inmediata. Los religiosos se molestan y comienzan a añadir más cargos entre insultos. Sin embargo, Pilato ignora los sacerdotes y se fija en Jesús. “¿No piensas en defenderte?” Jesús permanece callado.
Pilato tenía la costumbre que para la celebración de la Pascua, le concedía el perdón a algún confinado según la petición del pueblo. Ese día resulta ser ese mismo, así que aprovechó el momento. El preso seleccionado para este año era Barrabás, un rebelde nacional que había cometido un asesinato durante un intento de derrocar el gobierno. La gente de Jerusalén ya estaba ansiosa de que Pilato la costumbre. Cuando presentó a Jesús al pueblo, preguntó si querían concederle la libertad al rey de los judíos. Aquí nos enteramos que los sacerdotes habían tomado lugar entre la muchedumbre, e incitaron al pueblo a que escogiera a Barrabás.
“Y si debo soltar a Barrabás, ¿qué debo hacer con Jesús entonces?”
El pueblo gritó unísono: “¡Crucifícalo!”
La respuesta sorprende a Pilato. “¿Qué habrá hecho Jesús para que ustedes quieran crucificarlo? ¿Qué crimen ha hecho?” El sentimiento del público no flaqueaba. Seguían insistiendo que Jesús debía ser crucificado. Claramente Pilato veía a Jesús como alguien inocente, aunque quizás algo presumido, o no tan cuerdo por declararse el rey de los judíos. Trató de ser razonable. ‘Ellos dicen que debo matarlo, pero con verlo maltratado ya será suficiente para satisfacerlos.’ Pilato decide llamar a sus guardias para que estos los azotaran severamente, pero que no muriera por el escarnio. Luego de los latigazos, debían crucificarlo.

La tortura (Marcos 15:16-20)

Los soldados obedecen a Pilato, y llevan a Jesús al atrio, también conocido como el pretorio. La compañía de soldados que Marcos aquí nos menciona debería sorprender: Llaman a alrededor de seiscientos soldados para latigar y vigilar el área donde Jesús sería sometido. Lo visten de púrpura (un color carísimo para producir y comprar). Le preparan una corona de espinas de plantas locales para burlarse de él. Todos los soldados se mofan de Jesús, llamándolo el rey de los judíos, el pueblo que ellos mismos tienen subyugados. Golpeaban su cabeza con una vara para enterrar aun más las espinas.
Luego de esta burla, lo latigan con látigos que incluían puntas de plomo para maximizar el daño. Su cuerpo ya estaba destruido, pero las órdenes de Pilato no se habían completado. Había que crucificar a Jesús.

La crucifixión (Marcos 15:21-32)

La crucifixión ya es un método antiguo de tortura para los tiempos de Jesús, pero los romanos la perfeccionaron. Principalmente, la víctima era colgada en un tronco o tabla de madera vertical, con las manos extendidas horizontalmente en otro pedazo de madera. La persona puede ser clavada o amarrada por las manos y tobillos. El propósito de por sí era la tortura, aunque la gran mayoría de las personas crucificadas morían lentamente, entre dos a tres días. La posición de los brazos estira tanto el tórax que la persona no puede respirar apropiadamente, agravando su salud con cada inhalación a largo plazo. Era el método usual de tortura para los peores criminales y esclavos.
Mientras Jesús va de camino con la cruz (lo más seguro con la tabla vertical, mientras que la vertical ya estaba en su lugar para reciclar su uso), Jesús muestra ya su desgasto físico por el escarnecimiento. Los soldados tienen que obligar a un viajero que pasaba por el área llamado Simón, de Cirene (Norte de África) para que ayude a Jesús a completar el trayecto a Gólgota, conocido también el Lugar de la Calavera, por el camino saliendo de Jerusalén. Alguien le ofrece vino mezclado con mirra para calmar su dolor, pero Jesús lo rechaza. Jesús quiere estar totalmente consciente hasta la muerte.
Jesús es ordenado (u obligado) a colocarse para la cruz, y estos lo clavaron. Los soldados decidieron repartir la poca ropa que Jesús tenía puesta hasta ahora (la ropa valía más en aquellos tiempo, y la distribución de la vestimenta del ejecutado ya era una práctica común entre los romanos. Finalizaron la burla de Jesús con un letrero anunciando macabramente que los romanos estaban crucificando al rey de los judíos. Finalmente, pusieron a dos insurrecionistas con cargos similares junto a Jesús, uno a su izquierda, y otro a la derecha.
Los viajeros y los curiosos se detienen para gritarle a Jesús, o señalan juicio contra Jesús al mover la cabeza. Las frases más comunes eran: ‘mira cómo terminó; ¡y eso que iba a destruir el templo y reconstruirlo en tres días! Sálvate a ti mismo y bájate de la cruz, si es que eres tan poderoso.’
Los fariseos continuaban celebrando su objetivo completado: ‘Salvó a tanta gente, pero no puede salvarse a él mismo! Baja de esa cruz, supuesto rey de Israel, para que te podamos creer.’ Hasta los que están crucificado con él se unieron al coro de enemigos.

Expiró (Marcos 15:33-41)

Jesús se encuentra rodeado de sus enemigos, clavado en una cruz. Cada respiración es más difícil que la anterior. Todavía sangra por todas partes de su cuerpo. Al llegar el mediodía, justo cuando el Sol está en todo su apogeo sobre la Tierra, todo quedó en tinieblas. La Pascua se celebra cuando hay luna llena, así que no fue un eclipse. La mejor explicación natural es que ocurrió una tormenta de polvo, con vientos huracanados del Sahara junto con nubes de lluvia severa. Sin embargo, Jesús había advertido que las tinieblas acompañarían el juicio del mundo.
Tres horas después, Jesús clama al Cielo. La frase que aparece es aramea, la lengua materna de Jesús. Marcos nos hace el favor de traducirla a “¿Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?” Es un clamor de la mayor desesperación, pero ¿llamando a quién? Sus detractores pensaban que Jesús está llamando al profeta Elías por la vieja creencia judía que Elías nunca murió y que aparecerá para rescatar a gente justa. La traducción de Marcos nos revela que no era a Elías. Posiblemente Jesús tiene su boca tan devastada que llamaba a Dios entre labios y quijada rotos y se oía como Elías.
Alguien tiene compasión por Jesús, y moja una esponja con vino agrio, un estimulante que solían usar los soldados romanos, y la alimenta a Jesús. Esta persona tenía la esperanza de que Elías venía de camino para rescatar a Jesús.
Sin embargo, Elías nunca llegó. Jesús grita por última vez, y finalmente colapsó. Jesús, el rey de los judíos, ha muerto. De repente, Marcos reporta que el velo inmenso que separa lo más santo del Templo de lo que todos los sacerdotes podían alcanzar se dividió milagrosamente, de arriba abajo.
El jefe de los soldados presentes se da cuenta que Jesús ha muerto, pero murió como nadie más ha podido morir. Jesús vivió como nadie más ha podido vivir. El centurión vio el cadáver de Jesús, y sólo pudo exclamar “¡Este hombre verdaderamente era el Hijo de Dios!”
Finalmente vemos amigas de Jesús presentes en este momento, una de ellas llamada María, del pueblo de Magdalena; otra María que era madre de dos seguidores de Jesús, y Salomé. Las mujeres estudiantes de Jesús se mantuvieron fieles a Él mientras que los discípulos más cercanos huyeron durante el pánico del arresto en Getsemaní.

En descanso (Marcos 15:42-47)

Todavía era el día de la Pascua, pero mucho más importante, se acerca la noche, y el comienzo del día del descanso. Este día— el tan controversial al principio del ministerio de Jesús— era para hacer lo menos posible y descansar en las casas. Si las seguidores de Jesús quieren hacer algo por Jesús— quien ya había muerto— debían hacerlo rápido.
Aquí aparece la figura de alguien que no hemos conocido hasta ahora: José de Arimatea. Este es un miembro del Sanedrín que creía en el mensaje de Jesús, pero sabía que no podía demostrarlo por su propio bien. José le pidió a Pilato llevarse el cuerpo de Jesús. Pilato se sorprende que Jesús ya se hubiera muerto (cosa que demuestra cuán salvaje fue el maltrato que Jesús recibió de parte de los soldados). Pilato no cree en esta información hasta que llama por el centurión para la confirmación. De alguna forma José se encontró con las estudiantes de Jesús, y planifican utilizar un sepulcro que se usaría en otra ocasión: otro muerto. José compró una sábana justo cuando el comercio cerraba en Jerusalén, envuelven a Jesús en el manto, y lo sepultan. No hubo tiempo de usar especias aromáticas para prevenir la descomposición y el mal olor de un cuerpo muerto. José pide que rodaran una piedra enorme en la entrada del sepulcro para que nadie ni ningún animal pueda entrar.
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