Capítulo 14: La muerte se acerca

Marcos de Introducción  •  Sermon  •  Submitted   •  Presented
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Jesús es bendecido (Marcos 14:1-9)

Marcos continúa con la narrativa de Jesús, y nos menciona que quedaban dos días para la Pascua y el Festival de los Panes sin Levadura. Esta es una de las semanas más importantes del calendario litúrgico (o religioso) judío, pues en este momento recuerdan la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto hace muchos siglos atrás. La Pascua se celebra los viernes anualmente, así que el próximo evento ocurre un miércoles. Los líderes religiosos, especialmente los encargados del Templo, en vez de preocuparse de los preparativos de los servicios religiosos, están planificando y haciendo preparativos para el arresto, y la ejecución de Jesús. Todo debía ser hacerse secretamente, cosa que era mucho más difícil al momento, pues la población de 50 mil personas en Jerusalén en un día cotidiano podía aumentar a 250 mil durante esta época del año.
Mientras todo esto pasaba, Jesús está una vez más en el área de Betania, en el mismo pueblo donde consiguió el burro para su Entrada Triunfal el domingo, pero ahora está en la casa de un Simón, quien una vez llegó a tener lepra. Podemos asumir que fue alguien que Jesús sanó, y estaba ofreciendo un hospedaje al grupo de Jesús como acto de agradecimiento. Mientras Jesús compartía con su anfitrión, una mujer entró al salón de reunión. Esto de por sí era extraño culturalmente, pues las únicas mujeres que podían entrar a un banquete eran si eran sirvientas. La nueva visita tenía un frasco con un perfume extremadamente caro y sumamente oloroso. El narrador comenta que era de puro nardo, cuya planta se conseguía en las tierras lejanas de India, así que el mero hecho de haberlo conseguido era un logro de por sí.
Sin embargo, la mujer rompió el frasco, y derramó todo su contenido en la cabeza de Jesús. Todos los presentes (excepto Jesús) se molestaron contra la mujer pues pudieron reconocer el preciado líquido y lo que había hecho con él. Algunos hasta la llamaban egoísta, pues podía haber revendido el perfume, sacarle aun más dinero y repartir la ganancia entre los pobres, como fue la orden que Jesús le dio al joven rico.
Jesús defendió la mujer. Ella hizo lo mejor posible para él. Siempre existirán oportunidades para ayudar a los necesitados, pero Jesús no estará con los discípulos todo el tiempo (acordándoles sutilmente su pronta muerte). Aunque Jesús seguía estando vivo, ella lo ha preparado para su entierro. De hecho, Jesús bendice a la mujer, profetizando esta mujer que todos los presentes habían negado siempre será recordada y mencionada en todo lugar donde se hable de Jesús.

Comienza la traición (Marcos 14:10-11)

Regresando levemente a los fariseos, Marcos nos explica que Judas Iscariote, uno de los seguidores más cercanos de Jesús, buscó a los principales sacerdotes para delatar y coordinar el arresto de Jesús a cambio de dinero. Los fariseos estaban deseosos por arrestar a Jesús, y la visita de Judas a los fariseos era la oportunidad que todos deseaban tener. Seguramente la conversación no duró mucho. Desde ese momento en adelante, Judas buscaba el método y el momento perfecto para avisarle a los fariseos cuándo pueden arrestar a Jesús.

Comienza la Santa Cena (Marcos 14:12-24)

Los discípulos preguntaron a Jesús dónde celebrarían la Pascua, así que Jesús les indicó a seguir a un hombre con un cántaro de agua en Jerusalén (algo que hubiera sido notable pues la mujeres eran quienes llevaban agua), y cuando llegaran a una casa, preguntarle dónde está el cuarto para que el Maestro pueda celebrar la Pascua con los discípulos. El hombre les enseñará dónde está, y se darán cuenta que el hombre ya había preparado todo. Marcos no nos dice quién era este hombre, o cómo se enteró que Jesús iría a su casa, pero nunca podemos obviar lo sobrenatural cuando hablamos de Jesús.
Jesús se reunió con los doce discípulos en el hogar por la tarde. Mientras celebraban la Pascua, de repente Jesús anunció que él sería traicionado, y el traidor está en ese mismo cuarto. Todos en el comedor tuvieron que haberse congelado por más de un segundo. ¿Quién será el traidor? ¿Y es uno de nosotros? ¿Pero por qué? ¿Seré yo? Cuando le preguntaron quién será, Jesús contestó con una declaración de amor adolorido. Confío tanto en el traidor que él puede comer del mismo plato que yo; pero ¡qué terrible castigo el que recibirá!
A pesar de la pena, Jesús continua con la celebración judía de la Pascua, pero la adapta para él mismo. Toma del pan mientras todos comían, lo bendijo, lo parte y reparte los pedazos entre los discípulos, y les dice “Coman, este es mi cuerpo.” Luego toma la copa ceremonial de vino, da gracias a Dios por ella, lo reparte entre los doce discípulos, y luego que todos bebieron, declara: esta es mi sangre, que será derramada para el nuevo pacto. Jesús habla de un pacto donde estaremos tan conectados con Dios que tendremos Su palabra escrita en nuestros corazones (Jeremías 31:31–34). Jesús concluye el momento con una promesa: no volverá a beber vino hasta que todos los seguidores del mundo estén reunidos con él en el reino de Dios.

Vana valentía (Marcos 14:26-31)

Terminan la celebración judía, y salieron al monte de los Olivos. Jesús les advierte que todos sus seguidores más cercanos lo abandonarán, citando a un profeta llamado Zacarías, quien dijo que Dios golpeará al pastor, y sus ovejas se regarán. Sin embargo, hace la salvedad que aunque sí morirá, él será levantado de entre los muertos, y todos se podrán encontrar en Galilea (seguramente ya ellos tenían un lugar específico cuando hablaban de Galilea).
Pedro, su seguidor más apasionado, levanta la mano para interponerse y defenderse, “aunque todos te abandonen, yo siempre estaré contigo.” Jesús lo mira con ojos apenados. “Pedro, te tengo que decir que dirás que no me conoces antes que los gallos canten tres veces mañana.”
Pedro no lo puede creer. ¡Jesús es su maestro! ‘No puedo dejar que lo maten, mucho menos negaré que lo obedezco.’ Alzando la voz, declaró “¡Nunca te negaré!” Todos los seguidores dijeron lo mismo.

La oración (Marcos 14:32-42)

Llegan a Getsemaní, un jardín relativamente recluido, donde Jesús ordena a los discípulos a que esperaran allí mientras ora. Jesús todavía estaban heridos por lo que habían atravesados en las últimas horas, se lleva consigo a Pedro, Santiago y a Juan para que lo apoyen. Juan y Santiago eran los que pensaban sentarse a la izquierda y derecha de Jesús cuando este último esté en su reino, mientras que Pedro acaba de alardear de su fortaleza y lealtad. Si ellos querían demostrar su fidelidad, este era el momento ideal. Jesús necesita ese apoyo ahora. “Estoy tan triste que creo que moriré,” Jesús les comenta.
Jesús termina estando solo, y colapsa en el suelo, todavía consciente, pero apenas tiene fuerzas. Él sabe que toda su vida está en las manos de Dios. Si Jesús tuviera la opción, él no pasaría por la osadía que se acerca, pero él sabe que lo más importante de todo es seguir la voluntad de Dios Padre, el que lo declaró Su hijo en el monte de la Transfiguración.
Luego de esta oración, se reúne con su trío cercano, que resulta estar dormido. “No pudieron estar ni siquiera una hora despiertos? Oren para no caer en la tentación. Sé que quieren protegerme, pero sus cuerpos están débiles.” Vuelve a orar, y a la segunda visita, siguen durmiendo. Al tercer intento, Jesús les da permiso para dormir, pero mientras hablaba, se da cuenta que su traidor ha llegado para completar su obra.

Jesús es arrestado (Marcos 14:43-52)

Jesús sigue hablando con los discípulos cuando Judas apareció acompañado de oficiales del Templo. Al parecer, la apariencia de Jesús era alguna no muy llamativa, pues tuvieron que usar a Judas para identificarlo. El método para esto fue un beso de respeto a Jesús. Judas repite el nombre de Jesús dos veces, fingiendo amor.
Luego de la identificación, comenzó el arresto. Sin embargo, uno de los que estaba con Jesús, perdió el dominio propio, y resistió a las autoridades. Desenvainó una espada, e hirió al siervo del sumo sacerdote, hiriéndole una oreja. Jesús protesta ante el caos que se ha formado. ¿Vienen a arrestarme como si yo fuera un revolucionario? Pasé toda la semana yendo al Templo enseñando y hasta debatiendo con ustedes, y nunca intentaron arrestarme. Sin embargo, Es necesario que sea así para que se cumplan las profecías.
Sus discípulos, viendo el resultado de la intervención, huyeron, dejando a Jesús para que se valiera contra los guardias y sacerdotes. La advertencia de Jesús se hizo realidad.
Entre los que salieron corriendo, Marcos reporta que un joven los acompañaba. Este estaba cubierto con una sábana. Los guardias trataron de arrestarlo, pero este dejó la sábana en la escena y salió corriendo desnudo, o al menos en tropa interior.
¿Quién es este nuevo personaje? Esta pregunta ha existido por casi dos mil años. Algunos especulan que podía haber sido el mismo Marcos introduciéndose en la narrativa. Los primeros cristianos sabían que Marcos nunca escuchó a Jesús ni lo vio, pero quizás este detalle es una señal que Marcos estaba en el área de casualidad en aquel momento. Pero viendo más allá, Estos dos versículos reflejan la cobardía de los discípulos. Ellos habían prometido estar con Jesús y sufrir cualquier consecuencia, pero terminaron huyendo. La coraza de valentía cayó al suelo como una sábana mientras ellos huían.

¿Quién es Jesús? (Marcos 14:53-65)

La trama continúa, y llevan a Jesús a la casa del sumo sacerdote y sus pares para enjuiciar a Jesús. Se supone que llevaran a Jesús al Sanedrín, la corte oficial, pero como los líderes no querían llamar mucho la atención, hicieron un juicio improvisado. Pedro reaparece en la trama, espiando el pseudo-tribunal y enterarse del resultado. Se acomodó entre los guardias para calentarse con el fuego que tenían para el frío de la vigilia nocturna. Hace una hora, había juramentado estar con Jesús, pero ahora está refugiándose con los que tienen a Jesús encadenado.
Mientras tanto, los sacerdotes están intentando de buscar pruebas y testigos que pudieran convencer a los romanos a ejecutar a Jesús. Cada testigo contradecía lo que el anterior presentaba. Acusaban a Jesús de amenazar el Templo, pero ni siquiera podían evidenciarlo.
Finalmente, el sacerdote se cansa del estancamiento. Le ofreció a Jesús su momento de defensa. Sin embargo, Jesús permanecía callado. No valía la pena defenderse, si lo único que ellos quieren es ejecutarme.
De repente, el sumo sacerdote, la máxima autoridad del Templo le pregunta “¿eres el Mesías, el Hijo del Bendito?” Este título era reservado para el futuro rey prometido por Dios que gobernara a Israel y librará la nación de todo yugo extranjero. Jesús permanecía callado cuando presentaban mentiras sobre él, pero esta declaración era la pura verdad.
“Yo soy,” dice Jesús con valiente aprobación; pero ese título se queda corto para Jesús, y abunda aun más. “Ustedes me verán sentado a la mano derecha de Dios, gobernando entre las nubes.”
Los sacerdotes se quedan atónitos al escuchar esto. Jesús acaba de igualarse a Dios. ¿Qué clase de hombre Dios permite que se siente junto a Él? Hasta el sumo sacerdote destrozó su ropa de la ira que tenía. Él preguntó si Jesús era un rebelde . político y potencial rey, pero la respuesta de Jesús fue “soy Dios.” Cuando busca el consenso de sus compañeros, todos están de acuerdos en que Jesús debe morir. Los guardias del Templo comenzaron a golpear y escupirle repetidas veces.

No lo conozco (Marcos 14:66-72)

En las afueras de la casa de Caifás, el sumo sacerdote, Pedro continúa su espionaje cuando una mujer se le acerca y lo reconoce como uno de los discípulos, probablemente porque era el que más llamaba la atención de grupo. Pedro niega hasta conocer de Jesús, y la deja como mujer desorientada. Un gallo canta.
La mujer insiste en que él es definitivamente uno de los estudiantes de Jesús. Pedro lo niega por segunda vez. Los que estaban alrededor de la escena reconocen a Pedro como uno de los discípulos, y ya no hay escapatoria. Incluso, ellos añaden que Pedro prácticamente hablaba como Jesús, Tristemente, Pedro niega conocer a Jesús, pero esta vez, incluye maldiciones, y como aseguró Jesús, cantó un galló por segunda vez cuando Pedro había negado conocer a Jesús tres veces. Al darse cuenta y recordar las palabras de Jesús, lloró por lo que había hecho, como hombre destruido.
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