La hija de Jairo

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Jairo tuvo un encuentro con Jesús a través de la crisis, en la cual pudo conocerle.

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La hija de Jairo

Marcos 5:21–23,35-36
21Pasando otra vez Jesús en una barca a la otra orilla, se reunió alrededor de él una gran multitud; y él estaba junto al mar. 22Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies, 23y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá…
35Mientras él aún hablaba, vinieron de casa del principal de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro? 36Pero Jesús, luego que oyó lo que se decía, dijo al principal de la sinagoga: No temas, cree solamente.

Introducción

Fueron pocos los líderes religiosos que buscaron a Jesús porque creían en Él (Nicodemo, José de Arimatea y también Jairo).
La causa por la que no seguían a Jesús, “según ellos” porque no respetaba la tradición ni la ley de Moisés, cuando Jesús enseñó la correcta interpretación de la ley sin tradicionalismos ni interpretaciones humanas.
Hoy día Jesús no tiene cabida en algunas congregaciones porque le dan más importancia a sus tradiciones y doctrinas, y en mucho cristianos porque viven el evangelio según su opinión y no conforme a su Palabra, fundada en el amor.
Marcos 12:29–3129Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. 30Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. 31Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.
El punto es que Jairo, sabía que no tenía esperanza de encontrar solución en la élite religiosa, tampoco en la ciencia pero que en Jesús si había esperanza.

La aflicción

Marcos 5:22-23Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies, y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá.
No solamente el bienestar, la prosperidad y la felicidad son bendiciones de Dios, también lo son las aflicciones.
Fue por la aflicción de que su hija estaba gravemente enferma que Jairo acude a Jesús.
No es que deseemos que nuestra familia sufra, pero a veces es necesario para nuestro bien, para que corrijamos nuestros rumbo.
Santiago 1:2Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas
Esta palabra es únicamente aplicable para los que confían en Cristo, pues será para su edificación y no para su destrucción. Para los que rechazan a Cristo, no tiene ningún beneficio la aflicción pues su esperanza está en este mundo.
Marcos 5:24Fue, pues, con él; y le seguía una gran multitud, y le apretaban.
A esta petición sincera Jesús no se negó, con buena disposición acudió al llamado:
Salmo 91:15Me invocará, y yo le responderé; Con él estaré yo en la angustia; Lo libraré y le glorificaré.

La prueba de fe

Marcos 5:35Mientras Él aún hablaba, vinieron de casa del principal de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro?
La enfermedad de la hija de Jairo era grave, mientras Jesús se dirigía a su casa la niña murió.
La noticia de los de la casa de Jairo iba acompañada de desesperanza e incredulidad que sugieren resignarse, rendirse y dejar de clamar a Jesús: “¿para qué molestas más al Maestro?
Jairo ahora debía tomar una decisión, escuchar a los de su casa o seguir creyendo en Jesús.
Aunque Jairo no tenía la fe del centurión romano (Mateo 8), si había un poco de fe en Jairo y era suficiente.
Jesús al ver su fe lo anima: Marcos 5:36Pero Jesús, luego que oyó lo que se decía, dijo al principal de la sinagoga: No temas, cree solamente.
Palabras sencillas pero llenas de poder y aliento, no temas, no te cuestiones, no razones, cree solamente que el poder del Señor es ilimitado. Lucas 1:37porque nada hay imposible para Dios.

Los incrédulos

Marcos 5:39–40
39Y entrando, les dijo: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no está muerta, sino duerme. 40Y se burlaban de él. Mas él, echando fuera a todos, tomó al padre y a la madre de la niña, y a los que estaban con él, y entró donde estaba la niña.
En casa de Jairo ya habían varias personas que acompañaban a la familia en su dolor.
Jesús les animó diciendo: “No lloren, la niña no está muerta, solo duerme”, pero se burlaron porque no creían en Él, no lo conocían.
Las personas incrédulas no necesariamente son “malas personas” (desde el concepto social), son personas correctas y amables que nos hacen favores y nos ayudan.
Pero la incredulidad es un grave pecado que lleva a condenación: Apocalipsis 21:8Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.
A estos los echó fuera de la casa el Señor, pues no podían participar de un milagro por su incredulidad.
Por eso aquel hombre pidió a Jesús ayudara su incredulidad: Marcos 9:24E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad.

Conclusión

Marcos 5:41-4241Y tomando la mano de la niña, le dijo: Talita cumi; que traducido es: Niña, a ti te digo, levántate. 42Y luego la niña se levantó y andaba, pues tenía doce años. Y se espantaron grandemente.
Ante las adversidades y las crisis tienes dos opciones: creer o no creer en Jesús.
Si crees, la adversidad servirá para bendecirte, para fortalecer tu fe, para conocer más a Dios y que tu vida crezca de gloria en gloria: Juan 11:40Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?
No se trata de que Dios hará lo que pensamos que es lo mejor, hará lo que Él sabe que es mejor.
Pero si no crees, te privarás del privilegio de caminar en lo sobrenatural, y lo más terrible del caso es que vivirás alejado de Dios: Hebreos 11:6Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.
Hoy El Señor pone delante de tí esta puerta grande de bendición, la cual es creer en Él, no hay bendición más grande ni asunto más importante por atender.
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