Capítulo 5: El verdadero libertador

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Liberación (Marcos 5:1-20)

Jesús finalizó el viaje que había comenzado en el capítulo anterior, cuando ocurrió la tormenta que calmó con su voz; y llegó a la región de los gerasenos. Aquí se encontraron con alguien que estaba poseído por muchos demonios. Sus vecinos temían por sus vidas e intentaban amarrarlos con cadenas, pero siempre se liberaba de ellas. Además, se autoflagelaba. Claramente, su cuerpo estaba destruido.
No sabemos cómo llegó a esta horrible situación, pero Jesús no le temía y ordenó que los demonios salieran de su victima. De hecho, el hombre más peligroso del área temió ante Jesús. Sus demonios reconocieron a Jesús como el Hijo de Dios. La legión negoció y pidió permiso permiso a Jesús a cambiar su huésped actual por la manada de cerdos que comía cerca. Jesús la concedió, y la manada se lanzó al precipicio.
Luego de esta batalla espiritual, la ciudad quiso ver el área donde todo esto ocurrió, y hallaron al terror de la vecindad vestido y de sano juicio. Aunque el pueblo pidió a Jesús que se fuera, este dejó al liberado como su mensajero para que proclamara la mejor noticia de todas: El esclavo más bajo de todos había sido redimido por el libertador más grande de todos.

La fe ante la enfermedad y la muerte (Marcos 5:21–43)

La mujer sanada (Marcos 5:21–34)

La fama de Jesús aumentaba entre la multitud. Entre la muchedumbre, un padre, líder de la sinagoga local, rogó por la sanidad de su hija. Jesús aceptó la petición y lo acompañó a la casa. Las calles estaban llenas de gente deseando estar cerca de él, y apenas podía moverse.
Marcos resalta durante este recorrido a una mujer que llevaba muchísimo tiempo con una enfermedad complicada. Para los judíos, su enfermedad la catalogaba como una mujer impura, no apta para participar en actos o eventos religiosos. Religiosamente hablando, ella no era santa. Sin embargo, ella tenía fe la santidad de Jesús podía sanarla con un solo toque. Jesús resaltó a esta mujer entre tantas personas, pues todos tocaban a Jesús por la curiosidad, pero ella lo tocó porque tenía fe.

La niña resucitada (Marcos 5:35-43)

La hija de Jairo había sido declarada muerta, pero Jesús veía mucho más allá. Para Jesús, la muerte es el final absoluto, pero Jesús llama la muerte que nosotros reconocemos un dormir, una pausa, un sueño. Como sabemos, todo lo que duerme, despertará; y eso es lo que ocurrió en este relato. Todos los que mueren físicamente resucitarán. Nuestra muerte no es el final.
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