Capítulo 3: Corazones nuevos, y lo que significa

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Corazones y manos rígidos (Marcos 3:1-6)

Los fariseos estaban persiguiendo a Jesús, esperando que Jesús expusiera alguna debilidad para poder condenarlo. Los días de mayor intensidad eran los sábados porque eran los días cuando, por ley religiosa, todos debían resguardarse en sus hogares y descansar, mientras que Jesús continuaba con su misión.
Jesús entró en una sinagoga, o templo judío, y notó que un hombre tenía una deformación en la mano, probablemente algún tipo de rigidez o parálisis. Quizás esta persona se había colocado en la parte trasera de la sinagoga para no llamar su atención, pero Jesús lo vio, y le pidió que pasara al frente. Luego Jesús decidió confrontar a los fariseos con dos preguntas: ¿Cuán lejos están dispuestos a seguir al pie de la letra la ley del día de descanso? ¿Debemos dejar que la gente sufra porque Dios no quiere que trabajemos, cuando somos capaces de mejorar o salvar la vida de alguien?
Los fariseos estuvieron pillados en sus razonamientos y no contestaron. Jesús, en cambio, sintió indignación por estos religiosos. La rigidez de la postura de los fariseos demostraba que la respuesta era finalmente “dejar que los sufrientes sufran.”
Como respuesta a este parálisis de los religiosos, Jesús sanó la mano del hombre, y su rigidez se convirtió en flexibilidad.
Este evento intensificó aún más la persecución, ya que ahora querían tramar alguna forma de despedazar a Jesús. Claramente, sus corazones se endurecieron aún más.

Continúa la popularidad (Marcos 3:7-12)

Jesús sigue siendo la persona más mencionada entre el pueblo. Tanto es así que llegaban personas de hasta otros países para escuchar y ver si los rumores sobre las sanidades y enseñanzas eran ciertas. Hasta los demonios reconocen que Jesús es el Hijo de Dios, pero Jesús no quiere que su identidad verdadera sea revelada aún.

La lista final (Marcos 3:13-19)

Finalmente, Jesús convocó a sus seguidores para que anunciar cuáles serían aquellos que pasarían la mayor tiempo con él y aprender de él cada día. Entre ellos hay hermanos, Mateo el cobrador de impuestos, pescadores, y hasta un ex-revolucionario llamado Simón. Estos eran personas de diversos pasados. Sin embargo, todo eso queda en el pasado en los ojos de Jesús. Ahora, la identidad de ellos es de los primeros ciudadanos del reino de los cielos: La Iglesia.

El Espíritu es Santo (Marcos 3:20-30)

La popularidad de Jesús era tanta que había su grupo ni siquiera podía comer sin que los averiguados los interrumpieran. Hasta sus familias ya estaban preocupados por ellos, y hasta tenían que habían perdido la cordura. Jesús revolucionaba la manera de vivir donde sea que paseara. Había tanta especulación que sus detractores acusaban a Jesús que el caos alrededor de Jesús era porque Satanás trabajaba por medio de Jesús.
Es aquí cuando Jesús tuvo que defenderse vorazmente. Jesús tuvo que explicar que no es imperio del pecado el que trabaja a través de él porque él mismo liberaba a gente endemoniada. Todo lo contrario, Jesús era usado por el Espíritu Santo, una de las tres personas de la Trinidad. Jesús podía perdonar las acusaciones falsas en contra de él, pero condenó totalmente las acusaciones de maldad de parte del Espíritu Santo.

La familia de Jesús (Marcos 3:31-35)

Finalmente, la familia de Jesús intentó intervenir con Jesús. Hasta su madre pidió hablar con él a solas porque no entendía lo que estaba haciendo.
Jesús no negó a su familia, sino que la expandió. Todos los que obedecen a Dios son los hermanos de Jesús.
Si sigues a Jesús, y tu corazón muestra flexibilidad por los que sufren como Jesús, Jesús puede llamarte su hermano.
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