En Tus Manos enconmiendo Mi Espíritu

Palabras desde la Cruz  •  Sermon  •  Submitted   •  Presented
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La última Palabra de Cristo en la Cruz nos habla de tres verdades principales: 1) la perfecta obra de Cristo como sustituto del pecador; 2) la relación íntima de Jesús con Su Padre; 3) la confianza que el creyente puede tener al morir.

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Lucas 23:44–46 NBLA
Era ya como la hora sexta, cuando descendieron tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena, al eclipsarse el sol. El velo del templo se rasgó en dos. Y Jesús, clamando a gran voz, dijo: «Padre, en Tus manos encomiendo Mi espíritu.” Habiendo dicho esto, expiró.

Introducción

Las últimas palabras de una persona antes de morir son, muy a menudo, las más significativas. Algunas veces son involuntarias, y otras son planeadas. Un día le preguntaron a R.C. Sproul sobre qué le gustaría que dijera su lápida al morir, y él con su sentido del humor característico respondió: “Les dije que me sentía mal.” Vemos aquí, en nuestro pasaje de Lucas 23.46, registradas las últimas Palabras de nuestro Señor antes de morir, las cuales nos presentan una imagen vívida de Su Obra, Su Vida, y el Fruto de la misma. Para apreciarlo, vamos a ver tres enseñanzas que esta última palabra nos da.
Veamos, en primer lugar, el Perfecto Sacrificio.

El Perfecto Sacrificio

Como leímos al principio, Lucas 23.44 nos narra que poco antes de que Jesús muriera, “era ya como la hora sexta, cuando descendieron tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena”; lo cual es interesante porque, si vamos a la historia de Israel, poco antes de que celebraran la Primera Pascua y salieran de Egipto, Exodo 10.22 dice que “extendió Moisés su mano hacia el cielo, y hubo densas tinieblas en toda la tierra de Egipto por tres días.” Ahora, nos encontramos en la Última Pascua, a vísperas de que el Cordero de Dios fuera sacrificado, y hubo tinieblas en la tierra durante tres horas.
Además, Lucas 23.45 dice que “al eclipsarse el sol. El velo del templo se rasgó en dos.” Lo que esto significa es que el sistema sacrificial, la Ley Ceremonial quedó revocada, pues el Perfecto Sacrificio ya fue hecho. Cristo, el Cordero de Dios estaba entregando Su vida, Voluntariamente para expiar los pecados de Su pueblo, y redimir a Su iglesia. Nuevamente, si leemos Levítico 1, veremos que la Ley demandaba que la ofrenda de un cordero debía ser voluntaria para que Dios lo aceptara; y he aquí, tenemos al “Buen Pastor… que da su vida… Y la doy de Mi propia Voluntad.” (Jn. 10.16-18). Y aquí es cuando nuestro Señor hace Su última declaración: “En Tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc. 23.46).
Jesús está citando el Salmo 31.5
Salmo 31:5 NBLA
En Tu mano encomiendo mi espíritu; Tú me has redimido, oh Señor, Dios de verdad.
Pero, a diferencia del salmista, Jesucristo únicamente cita la primera parte, “en Tus manos encomiendo mi espíritu”; mas no la segunda parte, a saber, “Tú me has redimido”.
¿Por qué?
Porque nuestro Señor Jesucristo NO NECESITABA REDENCIÓN. ÉL ES EL REDENTOR. Él no necesitaba ser redimido, porque no había pecado. Él no debía ofrecer sacrificio por el pecado, porque jamás había pecado; y, sin embargo, por amor ahí está, ofreciendo Su vida como ofrenda a Dios, clamando a Su Padre que lo reciba.
Lo que me lleva de la mano a la segunda enseñanza: La Perfecta Relación.

La Perfecta Relación

Volvamos a leer la oración del salmista, y comparémosla con la declaración de Jesús.
Salmo 31:5 NBLA
En Tu mano encomiendo mi espíritu; Tú me has redimido, oh Señor, Dios de verdad.
Lucas 23:46 NBLA
Y Jesús, clamando a gran voz, dijo: «Padre, en Tus manos encomiendo Mi espíritu.” Habiendo dicho esto, expiró.
¿Cual es la diferencia que hay entre estas dos oraciones?
David se refiere a Dios como “Señor, Dios de verdad”; mientras que Jesús se dirige a Dios como “Padre”. Y Lucas nos presenta tres oraciones en las cuales Jesús se dirige a Dios de esta forma:
Lucas 22:42 (NBLA)
diciendo: «Padre, si es Tu voluntad, aparta de Mí esta copa; pero no se haga Mi voluntad, sino la Tuya».
Lucas 23:34 (NBLA)
Y Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen».
Lucas 23:46 (NBLA)
Y Jesús, clamando a gran voz, dijo: «Padre, en Tus manos encomiendo Mi espíritu.”
Mis hermanos, Jesús nunca dejó de ser Dios. Juan 1.1 dice que “en el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios.” Y, aún, en medio de la agonía, en Sus últimas palabras, pudo referirse a Dios como Padre.
¿Cómo reaccionas tú cuando estás en medio de problemas o dificultades?
¿Sabes que a pesar de ello sigues siendo hijo o hija de Dios?
¿Te refieres a Dios en tiempos de angustia como “Padre”?
La relación de Cristo con Su Padre nunca decayó, aún después de que Él mismo clamara “¿Por qué me has abandonado?” No, mis hermanos. Cristo jamas dejó de ser UNO con el Padre, sino que desde la eternidad y hasta la eternidad, el Hijo tendrá una relación con Su Padre.
Y esto me lleva de la mano a nuestra última enseñanza: La Perfecta Esperanza que como creyentes podemos tener.

La Perfecta Bienvenida

Lucas nos dice que, después de que Jesús pronunciara Sus últimas palabras, “expiró”. Esta palabra viene de la raíz griega ἐκπνέω, que tiene la idea de “soplar hacia afuera” o “respirar fuerte”. Únicamente se usa en tres ocasiones en el NT, y todas con relación a la muerte de Jesús.
Como vimos anteriormente, Jesús entregó Su Vida, o en lenguaje de Mateo, “entregó el espíritu” (Mt.27.50). Pero el hecho de que se use esta palabra ἐκπνέω para referirse a la muerte del Señor nos enseña el cómo murió. Literalmente sacó el último aire de sus pulmones, reflejando la calma en la que se encontraba su corazón. Al decir, “Padre, en Tus manos encomiendo mi espíritu”, Él estaba confiando. Él estaba seguro de que Su muerte era solo un paso más en la Obra que el Padre le había encomendado.
Esta misma expresión la dice Esteban, el primer mártir de la iglesia, en Hechos 7.59
Hechos de los Apóstoles 7:59 NBLA
Y mientras lo apedreaban, Esteban invocaba al Señor y decía: «Señor Jesús, recibe mi espíritu»
Esa misma confianza que tenía Jesús en la cruz, en que Dios lo iba a recibir al morir, fue la misma que tuvo Esteban al ser apedreado por su Salvador. Y, cómo dijo alguien, muy acertadamente:

Aquellos que conocen a Jesús como su Salvador pueden morir con la misma confianza y seguridad

Y con esto quiero terminar.

Aplicación

La muerte de nuestro Señor Jesucristo en la cruz, cada una de las Siete Palabras que hemos visto el día de hoy, nos hablan del Inmenso y Perfecto Sacrificio que nuestro Dios hizo en favor de pecadores como tú y como yo. Es más que una semana de vacaciones. Es más que una semana de reflexión. Es una Semana de adoración y gozo. NUESTRO SALVADOR MURIÓ. Nuestro Cordero Pascual fue sacrificado. Y por Su muerte en agonía en la cruz, es que tú yo podemos ahora morir en paz, y decir como nuestro Salvador: “Padre, en Tus manos encomendamos nuestros espíritus.” Nuestro Salvador murió, entregó Su espíritu, para que nosotros podamos vivir para siempre.
Y como RC Sproul dijo en su lecho de muerte:
La muerte es solo el vehículo que me lleva a nuestro verdadero hogar.
¿Tienes esta misma esperanza al morir?
¿Puedes confiar en que tu vida está en las manos de Dios?
Y que si hoy Él reclamara tu vida, ¿puedes decir “en Tus manos encomiendo mi espíritu?
Si no es así, hoy es el día para que puedas tener esta confianza. Ven a Cristo, y podrás tener esa confianza.