Padrenuestro: El pan nuestro de cada día

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Hoy comenzamos a analizar la segunda parte de las peticiones: aquella que tiene más que ver con la vida cotidiana que con la misma existencia de Dios. Tiene que ver más con nosotros que con Él.
La primera de las tres peticiones humanas dice: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”.

1. EL PAN...

¿Qué significa este ruego? ¿Qué queremos pedir cuando pedimos a Dios por el pan?
Pareciera ser la más simple de las peticiones, pero históricamente al menos ha habido TRES interpretaciones “espiritualizantes”:
identificado con la CENA del SEÑOR...
identificado con la PALABRA de DIOS...
identificado con JESÚS mismo...
NO ES NECESARIO ESPIRITUALIZAR EN LA BIBLIA AQUELLO QUE NO NOS DA NINGUNA RAZON PARA HACERLO. Este pedido a Dios es claro, sencillo y concreto: “el pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”. Se pide el pan, se pide la comida, se pide la substancia.
EL MÁS “MUNDANO” DE TODOS LOS PEDIDOS. El pan cotidiano se refiera a todo aquello necesario para mantener la vida, como afirmaba Lutero: “no era solo necesario pedir el pan, sino todo lo que pudiera traer alivio a la existencia, comida y vestido, casa y tierra, dinero y bienes, una buena esposa, buenos hijos, siervos fieles, magistrados rectos, buen tiempo, paz, salud, honor, amigos verdaderos, buenos vecinos y cosas por el estilo”.
El arzobispo de Canterbury, William Temple, sostenía esta idea de que el cristianismo era “la más material de las religiones. Allí donde hay verdaderos seguidores de Cristo, ellos construyen hospitales para curar los cuerpos rotos y enfermos, comedores para alimentar a los hambrientos, asilos para que duerman los que no tienen techo, ropas para que se vistan los que están desnudos”.
EL ALMA ES IMPORTANTE, PERO MIENTRAS ESTEMOS EN ESTE CUERPO, NECESITAMOS SER TRATADOS COMO PERSONAS ÍNTEGRAS. “Hermanos míos, ¿de qué le sirve a uno alegar que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe? Supongamos que un hermano o una hermana no tienen con qué vestirse y carecen del alimento diario, y uno de ustedes les dice: «Que les vaya bien; abríguense y coman hasta saciarse», pero no les da lo necesario para el cuerpo. ¿De qué servirá eso?”

2. NUESTRO...

No solo nos enseña a pedir el pan, se nos enseña a pedir: El Pan NUESTRO...
Pocas cosas hay tan comunitarias en esta vida como el pan. El pan es un símbolo de la humanidad. Para hacer el pan se trabaja juntos, y luego se disfruta juntos del pan que se realizó. Por eso Pablo decía: “el que no quiera trabajar tampoco coma” (2 Tes. 3:10). Nadie puede vivir toda la vida trabajando, sin comer, pero tampoco nadie puede vivir toda la vida comiendo, sin trabajar.
Así es toda la vida: COMUNITARIA. Por eso pedir el pan es pedir el pan de todos.
No puedo pedir el pan para mí si no estoy dispuesto a pedir pan para todos.
La enseñanza de Jesús nos empuja a cambiar la manera de pensar y actuar. Hay un movimiento de un egoísmo ciego a centrarme en los demás abierta y generosamente.

3. DE CADA DÍA...

“De hoy”... “cotidiano”... “de este día” y aun, “del día de mañana”.
Pedir el pan de hoy es aprender a depender de Dios. Señor, damos el trabajo para que podamos ganar el pan de hoy. Garantízanos, Señor, que cuando nos sentemos a la mesa familiar hoy, esa mesa no esté vacía. Pedir el pan de hoy es aprender lo que Jesús nos enseñó de que “basta a cada día su propio afán”

4. ...DÁNOSLO HOY.

¿Es «nuestro» pan, o tenemos que depender de Dios para recibirlo? Es cierto que el pan es nuestro, pero no sería nuestro si Dios no nos lo diera. Es cierto que nosotros trabajamos los campos, pero ¿qué sería de ellos si Dios no los cuidara y diera el fruto? Es cierto que nosotros trabajamos, pero ¿qué pasaría si Dios no nos cuidara y diera salud?
Al pedir a Dios que nos dé el pan, nos ofrecemos nosotros mismos: (1) a trabajar por el pan, a ganarnos el pan con el sudor de la frente, (2) a no hacernos los distraídos en cuanto a nuestra responsabilidad con los demás, especialmente los más necesitados. No olvidemos que hoy, 1/3 de la población del mundo, más de 2 mil millones de personas, se va a la cama con hambre, mientras hay otros 2/3 que desperdician la comida; (3) a no solo pedir nuestro pan, sino también compartirlo, a dar nuestro pan para que otros puedan recibirlo.

Conclusión

Pedir el pan cotidiano nos enseña a vivir un día a la vez.
Pedir el pan cotidiano es reconocer que es de Dios de quien recibimos todas las cosas.
Pedir el pan cotidiano es reconocer que la oración y el trabajo van de la mano en la vida del creyente.
Aprendamos hoy a pedir a Dios: “Señor, el pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”.