Consejo de Dios

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Introducción:
Dios quiere que dialoguemos con Él. Quiere que le hagamos preguntas, que allí en su presencia dejemos que nos revele su corazón y nos otorgue su sabiduría.
Otra vez: la fe es imprescindible para nuestro andar con el Señor.
Hebreos 11:6 RVR60
6 Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.
Y, ¿cómo obtenemos, hacemos crecer o alimentamos nuestra fe?
Romanos 10:17 RVR60
17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.
Sí, para creer necesitas escucharlo a Dios, recibir su revelación, dejar que Él ilumine tu corazón.
Santiago 1:1 RVR60
1 Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que están en la dispersión: Salud.
Santiago 1:1 NVI
1 Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que se hallan dispersas por el mundo: Saludos.
Santiago 1:1 NTV
1 Yo, Santiago, esclavo de Dios y del Señor Jesucristo, escribo esta carta a las «doce tribus»: los creyentes judíos que están dispersos por el mundo. ¡Reciban mis saludos!
Santiago 1:1 NBLA
1 Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo: A las doce tribus que están en la dispersión: Saludos.
¿Quién es el autor? Santiago, hermano del Señor. Sin embargo, aquí se presenta como siervo de Dios y del Señor Jesucristo. Recordemos que la primera actitud de los hermanos carnales del Señor era la de incredulidad en cuanto a su identidad y ministerio.
Mateo 13:55 RVR60
55 ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas?
Marcos 6:3 RVR60
3 ¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él.
Estos textos son parte de los comentarios de los habitantes de Nazaret en cuanto a Jesús, a quien conocían por haberse criado allí (de allí que fuera llamado “Nazareno”). Afirman conocerlo, a él, su madre y sus hermanos, entre los que mencionan a Jacobo (Santiago) y Judas, ambos autores de cartas que forman parte del Nuevo Testamento.
Hechos de los Apóstoles 15:13 RVR60
13 Y cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: Varones hermanos, oídme.
Durante el concilio en Jerusalén en el que se discutió el lugar de los gentiles (no judíos) en la obra de Dios, Jacobo (Santiago) ocupa un lugar de prominencia como pastor de la iglesia en Jerusalén. Sus palabras al concilio son particularmente inspiradoras y llenas de sabiduría.
Gálatas 1:19 RVR60
19 pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor.
Pablo hace referencia a su visita a Jerusalén. Cuando estuvo allí, no se entrevistó con “otro de los apóstoles, sino Jacobo, hermano del Señor”. Pablo lo consideró uno de los apóstoles, y reconoció su parentezco de sangre con nuestro Salvador.
En esta carta, Santiago se dirige “a las doce tribus que están en la dispersión”. Con esto puede parecer que le escribe solamente a los judíos. Conforme al contenido, nos damos cuenta de que le escribe a los discípulos de Jesús y habla de la fe que compartimos. No hay referencias a la caída de Jerusalén (70dc.) pero sí hay persecusión. Esto ubica esta carta como probablemente la primera del Nuevo Testamento en ser escrita, estiman los eruditos alrededor del año 45dc. Y sí, su contenido puede identificarse como dirigido a cristianos surgidos de la fe judía. Eso también habla de lo temprano de la carta. Los primeros cristianos aun visitaban el templo y la sinagoga. Para cuando Santiago escribió, sin embargo, estaban siendo dispersados, perseguidos por su fe.

I. El gozo en las pruebas (1:2-4)

Santiago 1:2–4 RVR60
2 Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,3 sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.4 Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.
Santiago 1:2–4 NVI
2 Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, 3 pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia. 4 Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros, sin que les falte nada.
Santiago 1:2–4 NTV
2 Amados hermanos, cuando tengan que enfrentar problemas, considérenlo como un tiempo para alegrarse mucho 3 porque ustedes saben que, siempre que se pone a prueba la fe, la constancia tiene una oportunidad para desarrollarse. 4 Así que dejen que crezca, pues una vez que su constancia se haya desarrollado plenamente, serán perfectos y completos, y no les faltará nada.
Santiago 1:2–4 NBLA
2 Tengan por sumo gozo, hermanos míos, cuando se hallen en diversas pruebas, 3 sabiendo que la prueba de su fe produce paciencia, 4 y que la paciencia tenga su perfecto resultado, para que sean perfectos y completos, sin que nada les falte.
La carta no tiene una “introducción personal”, “buen deseo inicial” o “motivos por los que el autor ora por los recipientes”, como hace Pablo. Se introduce directamente en asuntos de los que quiere hablar, al parecer sin seguir una secuencia lógica, sino al azar.
A su primer tema podríamos llamarle “El gozo en las tribulaciones”, o algo así. No parece haber una conexion directa con el siguiente asunto (aunque el siguiente párrafo comienza con “y”, que es una conjunción).
Santiago empieza esta afirmación dirigiéndose a los “Hermanos míos”. Queda claro que está dirigiéndose con amor a sus hermanos en la fe, a quienes creen en Jesús y le sirven como él. Me identifico. Santiago nos envía esta carta dirigiéndose a nosotros como sus hermanos, que se encuentran en diferentes lugares. Siente que tiene cosas importantes que compartir.
Empieza siendo muy directo, y así lo será a lo largo de toda la carta. Su primer asunto son “las pruebas”, “las tribulaciones”, “los problemas”. Santiago se dirige deliberadamante a cristianos que enfrentan dificultades, como la persecución, la emigración, la violencia.
Ahora, lo que dice parece no tener sentido. “...sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas...”? ¿En serio? El gozo no es lo que caracterizaríamos como la reacción natural o habitual al experimentar las pruebas. En lugar de eso nos estresamos, nos preocupamos, lloramos, lamentamos, cuestionamos lo que nos pasa… Pero, ¿gozo?
Santiago apunta al producto, al resultado de las dificultades que enfrentamos. En otras palabras, nos diría que no nos limitemos a estimar las amenazas, las pérdidas, las consecuencias dolorosas de lo que sucede. Quiere animarnos a extender nuestra vida más allá, para reconocer que aquellos eventos producen resultados, traen un producto.
Hermanos en Cristo, ustedes deben sentirse muy felices cuando pasen por toda clase de dificultades. 3 Así, cuando su confianza en Dios sea puesta a prueba, ustedes aprenderán a soportar con más fuerza las dificultades. 4 Por lo tanto, deben resistir la prueba hasta el final, para que sean mejores y puedan obedecer lo que se les ordene. 1
1 Sociedades Bíblicas Unidas, Traducción en lenguaje actual; Biblia Traducción en lenguaje actual (Sociedade Bíblica do Brasil, 2002; 2003), Stg 1:2–4.
2 Amados hermanos, cuando tengan que enfrentar problemas, considérenlo como un tiempo para alegrarse mucho 3 porque ustedes saben que, siempre que se pone a prueba la fe, la constancia tiene una oportunidad para desarrollarse. 4 Así que dejen que crezca, pues una vez que su constancia se haya desarrollado plenamente, serán perfectos y completos, y no les faltará nada. 1
1 Nueva Traducción Viviente (Carol Stream, IL: Tyndale House Publishers, Inc., 2009), Stg 1:2–4.
Inspirado por el Espíritu Santo, Santiago nos anima a reconocer que las dificultades producen cambios en nuestro carácter, en nuestro ser interior, que nos ayudarán por el resto de nuestra vida, cuando tendremos que enfrentar más dificultades.
Cuando aquí habla de paciencia (constancia, confianza) se está hablando de cambios en nuestro carácter. Dios está obrando para moldearnos, para desarrollar en nosotros la madurez que necesitamos para servirle. Además hay que reconocer que lo que hacen las dificultades es poner a prueba nuestra fe, fortaleciéndola y alimentándola en el proceso. Cuando estos cambios se profundizan y tienen “su obra completa” en nosotros, alcanzamos nuevos niveles en nuestro caminar con el Señor, con nuevas herramientas y recursos con los que enfrentar los desafíos que se nos presentan en la vida.
¡Alégrate! Dios está obrando en ti, te sigue amando y va a sostenerte a través de las dificultades.

II. La sabiduría y la fe (1:5-8)

Santiago 1:5–8 RVR60
5 Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. 6 Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. 7 No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. 8 El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.
Santiago 1:5–8 NVI
5 Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie. 6 Pero que pida con fe, sin dudar, porque quien duda es como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por el viento. 7 Quien es así no piense que va a recibir cosa alguna del Señor; 8 es indeciso e inconstante en todo lo que hace.
Santiago 1:5–8 NTV
5 Si necesitan sabiduría, pídansela a nuestro generoso Dios, y él se la dará; no los reprenderá por pedirla. 6 Cuando se la pidan, asegúrense de que su fe sea solamente en Dios, y no duden, porque una persona que duda tiene la lealtad dividida y es tan inestable como una ola del mar que el viento arrastra y empuja de un lado a otro. 7 Esas personas no deberían esperar nada del Señor; 8 su lealtad está dividida entre Dios y el mundo, y son inestables en todo lo que hacen.
Santiago 1:5–8 NBLA
5 Y si a alguno de ustedes le falta sabiduría, que se la pida a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. 6 Pero que pida con fe, sin dudar. Porque el que duda es semejante a la ola del mar, impulsada por el viento y echada de una parte a otra. 7 No piense, pues, ese hombre, que recibirá cosa alguna del Señor, 8 siendo hombre de doble ánimo, inestable en todos sus caminos.
¿Cuáles son tus limitaciones? Sí, tienes limitaciones. Hay cosas que no puedes hacer. No eres diestro en todo, no todo te sale bien. Así como tienes fortalezas y habilidades, también tienes debilidades y limitaciones.
Un buen paso para enfrentar con madurez las diferentes situaciones de la vida consiste en aprender a reconocer nuestras limitaciones y pedir ayuda.
Y a quién más necesitamos pedirle ayuda, porque todo lo puede, es a Dios.
¿Recuerdas que las cosas no nos llegan “solo porque sí”? ¿Quiénes son los que reciben, conforme a las promesas de Dios? ¡Los que piden! El acto de pedir, el acto de orar ante Dios por nuestras necesidades, implica el reconocimiento de nuestra limitación, de nuestra incapacidad para alcanzar lo que necesitamos por nuestros propios medios.
Entonces, será una buena medida si aprendemos a reconocer nuestras limitaciones y pedirle a Dios.
En estos versículos observamos como esto se hace particularmente claro en cuanto a la sabiduría.
Santiago había estado hablando acerca de las pruebas a las que nos podemos enfrentar, animándonos incluso a alegrarnos, porque van a producir un buen resultado en nosotros, van a llevarnos a una madurez a la que no llegaríamos solamente leyendo o escuchando sermones. Lo que va a decir ahora tiene relación con lo anterior, pero es aún más amplio y aplicable a muchas cosas.
Resumiendo lo que enseña: reconoce que no sabes qué hacer, que necesitas sabiduría; pídesela a Dios, pero hazlo con convicción, sin dudar, confiando en su promesa. Aplica esa confianza a todo lo que pidas.
¿Necesitas sabiduría? ¿Te encuentras a veces frente a alguna especie de cruce de caminos y no sabes cuál tomar? ¿Reconoces que muchas veces no tienes bien claro cuál es la mejor decisión?
El tema de la sabiduría es bastante importante en la Biblia. En el libro de Proverbios es incluso personificada clamando en las calles a los que pasan, para que puedan enderezar sus caminos (Proverbios 1:20-23). No es lo mismo la sabiduría que el conocimiento. Uno puede tener mucho conocimiento y aún así tomar malas decisiones. No es lo mismo la sabiduría que la inteligencia. Uno puede ser muy inteligente y muy necio al mismo tiempo. No es una cuestión de capacidad sino de conexión con Dios. La sabiduría viene de Dios, siendo que estuvo con Él desde el principio, cuando creó todas las cosas.
En resumen: necesitas sabiduría. Necesitas la instrucción de Dios (su revelación) para andar por la vida conforme a su orientación, su dirección, sus planes, que siempre van a ser mejores que los tuyos.
Así que necesitas sabiduría, ¿y entonces? El consejo bíblico es bien claro y generoso: ...pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.
Esta promesa es un precioso tesoro. No te quedes sumido en la confusión, o en la ignorancia. Dios promete darnos de su sabiduría, en abundancia, sin reproche, si tan solo se la pedimos. ¿Vas a salir del lugar donde estás sin haberle pedido sabiduría a Dios? ¡No lo hagas!
Santiago añade un consejo muy sabio, aplicable al cumplimiento de esta promesa, pero también a las demás promesas de Dios. Cuando pidas, pide con fe, sin dudar.
Santiago usa una ilustración en la que compara a la persona que duda con las olas del mar, llevadas por el viento de una parte a otra. Aquí tienes la promesa de Dios, su oferta: está dispuesto a darte toda la sabiduría que necesitas si tan solo se la pidas. ¿La única condición? Que cuando se la pidas no dudes, que sepas, que estés seguro en tu corazón de que Él cumplirá su promesa y te dará lo que estás pidiendo.
Esta seguridad no se produce siempre. Hay ocasiones en las que oras, pides ayuda, pides provisión, pides que Dios te responda haciendo una cosa u otra, pero alllí, mientras lo haces, si examinas profundamente tu corazón te darás cuenta de que no estás creyendo que aquello que estás pidiendo Dios te lo dé.
¿Por qué puede pasar eso?
Bueno, pues, una buena razón, en muchas ocasiones, puede ser que lo que pidamos no sea conforme a la voluntad de Dios, que no sea lo que Dios quiere hacer. La oración no consiste en manipular a Dios para que haga lo que nosotros queremos sino en dialogar con Dios para aprender a pedir lo que Él quiere.
Este pasaje es una invitación a analizar nuestro propio corazón mientras oramos. Observa que esto se aplica a toda nuestra vida de oración: No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. Es decir, ya no está hablando solo de nuestras peticiones por sabiduría.
Dios quiere que dialoguemos con Él. Quiere que le hagamos preguntas, que allí en su presencia dejemos que nos revele su corazón y nos otorgue su sabiduría.
Otra vez: la fe es imprescindible para nuestro andar con el Señor.
Hebreos 11:6 RVR60
6 Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.
Y, ¿cómo obtenemos, hacemos crecer o alimentamos nuestra fe?
Romanos 10:17 RVR60
17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.
Sí, para creer necesitas escucharlo a Dios, recibir su revelación, dejar que Él ilumine tu corazón.
De manera que la oración es ese diálogo en el que recibimos la revelación de Dios, escuchamos su voz, nos toca su Palabra y alimenta nuestra fe. Entonces, con esa fe, con la seguridad que Él edifica en nuestros corazones, pedimos conforme a su voluntad, Él nos oye y hace poderosos milagros que lo ponen de manifiesto y le dan la gloria.
¡Vivamos así!

III. La fragilidad de las riquezas (1:9-11)

Santiago 1:9–11 RVR60
9 El hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación; 10 pero el que es rico, en su humillación; porque él pasará como la flor de la hierba. 11 Porque cuando sale el sol con calor abrasador, la hierba se seca, su flor se cae, y perece su hermosa apariencia; así también se marchitará el rico en todas sus empresas.
Santiago 1:9–11 NVI
9 El hermano de condición humilde debe sentirse orgulloso de su alta dignidad, 10 y el rico, de su humilde condición. El rico pasará como la flor del campo. 11 El sol, cuando sale, seca la planta con su calor abrasador. A ésta se le cae la flor y pierde su belleza. Así se marchitará también el rico en todas sus empresas.
Santiago 1:9–11 NTV
9 Los creyentes que son pobres pueden estar orgullosos, porque Dios los ha honrado; 10 y los que son ricos deberían estar orgullosos de que Dios los ha humillado. Se marchitarán como una pequeña flor de campo. 11 Cuando el sol calienta mucho y se seca el pasto, la flor pierde su fuerza, cae y desaparece su belleza. De la misma manera, se marchitarán los ricos junto con todos sus logros.
Santiago 1:9–11 NBLA
9 Pero que el hermano de condición humilde se gloríe en su alta posición, 10 y el rico en su humillación, pues él pasará como la flor de la hierba. 11 Porque el sol sale con calor abrasador y seca la hierba, y su flor se cae y la hermosura de su apariencia perece. Así también se marchitará el rico en medio de sus empresas.
En la vida pueden haber momentos de tener y otros de no tener.
El que no tiene nada, puede llegar a ser prosperado por Dios, y tener más. El que tiene mucho podría llegar a perder lo que tiene, y no tener nada.
Santiago no está haciendo una campaña publicitaria o reaccionista en contra de los ricos. Lo que está enfatizando es que los bienes, los recursos materiales, no son un punto de apoyo confiable.
Sin embargo, es así como el mundo nos lo presenta. ¿Por qué se llenan las fronteras de los Estados Unidos de personas queriendo inmigrar? Muchos de ellos vienen huyendo de la pobreza, queriendo dejarla atrás, con las esperanza de superar los malos momentos que les ha provocado. Pero todos tenemos que recordar que no debemos confiar en las riquezas como punto de apoyo. Somos como hierba que se seca. Las riquezas no lo pueden comprar todo, y no tienen que ser la fuente de nuestra seguridad.

IV. La invitación a mantenernos firmes contra la tentación (1:12-15)

Santiago 1:12–15 RVR60
12 Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.13 Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie;14 sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.15 Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.
Santiago 1:12–15 NVI
12 Dichoso el que resiste la tentación porque, al salir aprobado, recibirá la corona de la vida que Dios ha prometido a quienes lo aman. 13 Que nadie, al ser tentado, diga: «Es Dios quien me tienta.» Porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni tampoco tienta él a nadie. 14 Todo lo contrario, cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos lo arrastran y seducen. 15 Luego, cuando el deseo ha concebido, engendra el pecado; y el pecado, una vez que ha sido consumado, da a luz la muerte.
Santiago 1:12–15 NTV
12 Dios bendice a los que soportan con paciencia las pruebas y las tentaciones, porque después de superarlas, recibirán la corona de vida que Dios ha prometido a quienes lo aman. 13 Cuando sean tentados, acuérdense de no decir: «Dios me está tentando». Dios nunca es tentado a hacer el mal y jamás tienta a nadie. 14 La tentación viene de nuestros propios deseos, los cuales nos seducen y nos arrastran. 15 De esos deseos nacen los actos pecaminosos, y el pecado, cuando se deja crecer, da a luz la muerte.
Santiago 1:12–15 NBLA
12 Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba, porque una vez que ha sido aprobado, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que lo aman. 13 Que nadie diga cuando es tentado: «Soy tentado por Dios». Porque Dios no puede ser tentado por el mal y Él mismo no tienta a nadie. 14 Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión. 15 Después, cuando la pasión ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte.
Estas son las mismas palabras con las que comienza Salmos 1. Jesús también utilizó la palabra “bienaventurados” en sus enseñanzas, en particular en el sermón del monte (Mateo 5:1-12).
Es que en la vida, todos queremos ser bienaventurados. Queremos ser felices, alegrarnos, disfrutar. Es bien interesante notar que lo que la Palabra de Dios nos enseña en cuanto a quienes son las personas felices, es bien diferente de lo que la gente piensa en general, de lo que el mundo nos enseña.
En este caso, Dios nos invita a reflexionar en que la persona que no se deja llevar por la tentación es bienaventurada, feliz.
Según Wikipedia, la tentación es el deseo de realizar ujna acción inmediatamente agradable pero probablemente dañina a largo plazo, por multitud de razones: legal, social, psicológica (incluyéndose la culpa), etc. También designa al acto de coaccionar o inducir a una persona la realización de un acto, por manipulación o por influencia de curiosidad, deseo o miedo de pérdida. En el ámbito de las religiones se refiere a la inclinación al pecado.
Aquí debemos aclarar que Santiago está hablando de las pruebas. Las dificultades que enfrentamos ponen a prueba nuestra fe, porque podríamos llegar a dudar de las promesas de Dios y su Palabra. Lo mismo sucede con todo tipo de tentaciones: si le damos rienda a nuestras pasiones y seguimos la intensidad de un sentimiento o una inclinación por encima de los valores, la revelación o la dirección de Dios, nos estaríamos alejando de Él.
Esto es lo que nos advierte este pasaje. Al decirnos que quien resiste la tentación es bienaventurado, nos está invitando a hacerlo, a resistir. Y eso acarrea una recompensa de parte de Dios. Quien resiste a la tentación no pierde, sino por el contrario, gana. Hay una preciosa corona de vida que espera a los que están dispuestos a no dejarse llevar por las ofertas de este mundo. Es más, los que resisten la tentación y eligen hacer la voluntad de Dios son los que le aman.
¿Amas a Dios? Vas a querer agradarle, vas a escoger vivir conforme a su dirección, sus valores, sus mandamientos para tu vida.
Al mismo tiempo, tenemos que reconocer que la tentación no proviene de Dios. Dios no nos instiga a hacer lo malo ni nos empuja para que nos alejemos de Él. Todos llevamos tensiones, pasiones, deseos por dentro, que combaten contra lo que Dios quiere para nosotros. Es la consecuencia de la caída y el alejamiento de Dios.
Pero la tentación en sí misma no es pecado. La tentación es la semilla que puede concebir el pecado. Aún cuando somos tentados, podemos resistir, podemos evitar, podemos decidir no hacer aquello que quisiéramos, que tenemos ganas de hacer pero sabemos que no debemos, si es que queremos honrar a Dios con nuestras vidas.
La tentación, cuando se concreta en pecado, conduce a la muerte. Esto es así de serio, de verdad.
Aquí hay un llamado a tomar en serio nuestro compromiso con Dios.

V. La procedencia de todo lo bueno (1:16-18)

Santiago 1:16–18 RVR60
16 Amados hermanos míos, no erréis. 17 Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. 18 El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.
Santiago 1:16–18 NVI
16 Mis queridos hermanos, no se engañen. 17 Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, donde está el Padre que creó las lumbreras celestes, y que no cambia como los astros ni se mueve como las sombras. 18 Por su propia voluntad nos hizo nacer mediante la palabra de verdad, para que fuéramos como los primeros y mejores frutos de su creación.
Santiago 1:16–18 NTV
16 Así que no se dejen engañar, mis amados hermanos. 17 Todo lo que es bueno y perfecto desciende a nosotros de parte de Dios nuestro Padre, quien creó todas las luces de los cielos. Él nunca cambia ni varía como una sombra en movimiento. 18 Él, por su propia voluntad, nos hizo nacer de nuevo por medio de la palabra de verdad que nos dio y, de toda la creación, nosotros llegamos a ser su valiosa posesión.
Santiago 1:16–18 NBLA
16 Amados hermanos míos, no se engañen. 17 Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, con el cual no hay cambio ni sombra de variación. 18 En el ejercicio de Su voluntad, Él nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que fuéramos las primicias de sus criaturas.
Dios quiere que reconozcamos nuestras raíces, las razones mismas por las que nos creó.
Podemos mirar a nuesto alrededor y considerar el mundo en que vivimos tal como está. Todo esto, la mentira, la violencia, la continua manipulación, el desprecio, el egoísmo… ¡Dios no nos creó para esto! Dios siempre ha tenido otros planes.
Es por eso que nos aclara que lo que viene de Él siempre es bueno. Es más, de Él viene todo lo bueno.
¿Has recibido algo bueno en tu vida últimamente? ¿El gesto, las palabras, el abrazo de alguien te ha hecho bien? ¿Has recibido una provisión inesperada? ¿Algo que ha sucedido ha puesto una sonrisa en tu rostro aun en medio de las dificultades de la vida?
No mires hacia otra parte. Todo eso vino de Dios.
Sí, Dios ha utilizado y utiliza personas y circunstancias para hacernos llegar, pero la fuente permanente y segura de todo lo bueno que nos alcanza siempre es Él.
Además, recuerda: Dios no cambia ni va a cambiar. Dios no cambia de opinión ni vuelve atrás de sus promesas. Siempre ha querido que seamos la corona de su creación, y en Cristo Jesús procura cumplir con ese objetivo.
Conclusión:
Caminemos con Dios, apoyando nuestra fe en su sabiduría y sus promesas.
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